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Fidel Castro Ruz, uno de los hijos más ilustres y lúcidos de América

Luego de dos meses de la partida física del Líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, quien falleció a los 90 años de edad en La Habana, no cesan las reflexiones a manera de homenaje. En esta ocasión, los cubanos Maida Toledo y Rolando Hernández exponen sus impresiones sobre la vida y obra de Fidel, figura imperecedera para Nuestra América .

Por Maida Toledo  y Rolando Hernández*.  José Martí dijo, refiriéndose al tiempo en que residió en los Estados Unidos de Norteamérica: “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas”, al encontrarnos en este triste momento en el centro de América Latina, nos es posible comprender a cabalidad el significado de esa frase. Él la expresó con relación al país en que le tocó vivir, lo que hoy vivimos nosotros en el corazón de nuestro subcontinente: el imperio de un sistema en el que las riquezas se concentran cada vez en menos manos, generando todo tipo de males sociales, sobre todo de una implacable corrupción, que desemboca en una agobiante violencia. Este sistema de cosas es una verdadera dictadura, no de una persona, sino de un orden de hechos que asfixian la existencia de la inmensa, empobrecida y oprimida mayoría de la población mundial. Y nótese que decimos “sistema de cosas” y no “sistema capitalista”, porque realmente es una situación que está más allá de la definición de “sistema capitalista o socialista”, pues se debe sobre todo a los vicios y defectos que se han acumulado en los seres que integramos la sociedad, tanto en los ricos y poderosos como en los que, directa o indirectamente, nos dejamos controlar por esos poderosos.

Contra toda esa cadena de males sociales luchó inteligente e infatigablemente Fidel Castro, no solo en Cuba, la que llevó a ocupar lugares relevantes en renglones tan importantes como la salud, la educación, la cultura y el deporte, a pesar del bloqueo mundial que le han impuesto las administraciones norteamericanas; sino que también organizó y dirigió acciones humanitarias en múltiples zonas del mundo donde se hizo necesaria la solidaridad de nuestro pueblo.

Entre muchos, citaré solo un ejemplo, fue el artífice, junto a cientos de cubanos que perdieron la vida en el empeño, de la liberación de Angola, la caída del régimen dictatorial de Namibia y el fin del Apartheid en Sudáfrica, con la consiguiente liberación de Nelson Mandela. Razones por las cuales el Papa Francisco, en su segunda visita a Cuba, la nombró el país de la solidaridad.

Por todo ello es muy indignante cuando los principales medios de divulgación mundial y sus dueños, esos pocos que, incluyendo al presidente de los Estados Unidos, acumulan en sus arcas las riquezas que pertenecen a todos los seres humanos del planeta; es muy indignante, repito, y altamente ofensivo para todos los seres progresistas del mundo, cuando mancillan la figura y la imagen de Fidel, como lo hacen con todos los que luchan por que este sea un mundo mejor, a los que incluso matan, como no lo pudieron hacer con él, a pesar de haberlo intentado cientos de veces.

Tal como quisieron matar su ser físico, ahora quieren matar su ejemplo, porque los hombres como él, que quieren que los bienes de esta tierra sean patrimonio común de todos los seres humanos, ponen en peligro sus riquezas. Los que festejaron en Miami la muerte de este grande de la humanidad, no son un caso aparte, están dentro de lo que estoy exponiendo, pues ellos son los que perdieron sus riquezas en Cuba y aún sueñan con recuperarlas. Por eso los ricos y sus acólitos lo llaman dictador y antidemocrático, para que los incautos, los ingenuos, los que por pereza mental están desinformados y aquellas personas que por causas sicológicas o defectos genéticos que aún están por estudiar, se dejen seducir por los cantos de sirena de los poderosos y no luchen por defender los derechos de las mayorías como él lo hizo.

Cuando en este planeta impere la virtud y no los vicios que ellos con tanta fuerza combatieron, José Martí y Fidel Castro Ruz serán reconocidos como apóstoles de todas las causas justas.
Gloria eterna a su imagen, a su recuerdo y a todos los valores humanos que en él se sintetizan. Tal como él dijo del Che Guevara, cuando nos pregunten como queremos que sean nuestros hijos, gritaremos a los cuatro vientos: Queremos que nuestros hijos sean como estos tres inmortales ciudadanos del mundo.

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* Maida Toledo y Rolando Hernández son cubanos, integrantes de la Corporación de Solidaridad Colombocubana.