“Hay un feminismo que no construyeron las mujeres liberales”: una entrevista a Angélica Beltrán
Reconstruir la historia del feminismo en el país pasa por rastrear las luchas olvidadas de aquellas mujeres empobrecidas por el sistema, sus aspiraciones por construir un mundo mejor y sus relaciones con las organizaciones que también buscaban un futuro socialista. Una entrevista a la investigadora y militante, Angélica Beltrán.
Antes de iniciar, ¿quién es Angélica y cuál es su vínculo con las luchas de las mujeres?
Mi nombre es Angélica Beltrán Pineda, soy politóloga, estudio Comunicación Política y participo de la Confluencia de Mujeres para la Acción Pública hace más de 5 años. Esto último es, quizá, algo que me ha marcado en todo lo que he hecho.
¿De dónde surge tu pasión por estudiar la relación entre feminismo y socialismo? ¿Qué te interesaba problematizar cuando iniciaste este trabajo?
La pregunta por la pasión es muy interesante. Si algo he visto últimamente generalizarse en las izquierdas, es la falta de formación de las generaciones jóvenes. Usualmente esto se ha explicado por esa suerte de bache que nos ha impuesto el exterminio paramilitar de los años 80 y 90. Es precisamente debido a esta ausencia en la formación que siempre me interesé en saber de dónde venía todo esto. Como decía una compañera, se trata de la búsqueda de la identidad histórica de estos procesos políticos, debates y problemas que hoy desarrollamos. Es justamente cuando encuentro que muchos de los problemas que hoy vemos tienen una explicación en la historia.
Uno de ellos es el concerniente a la relación entre feminismo y socialismo. Actualmente existe un feminismo, ya sea de izquierda, liberal o de otras corrientes, que rechaza trabajar con organizaciones socialistas. De igual forma, hay mujeres dentro de esas organizaciones socialistas que desarrollan un feminismo en disputa, y que no siempre encuentran su lugar.
Entonces, por un lado era esto. Quería saber cuál había sido el recorrido en este campo teniendo en cuenta que en el siglo XX también tuvimos feminismo y socialismo. ¿Qué puntos en común había? ¿Fue más exitosa la relación entre feminismo y socialismo en el siglo XX o fue, más bien, desarticulada? Y lo que encontré fue precisamente la proveniencia, desde el siglo pasado, de aquellas tendencias políticas que hoy se evidencian en organizaciones y plataformas. Creo que eso se logra ver muy claramente.
¿A qué fuentes tuviste que recurrir en términos de un método para redescubrir la manera en que se había entablado esta relación?
Bien, para hablar del método habría que referirnos a la investigación documental, pues ya no contamos con las fuentes que podrían hablarnos de las primeras décadas del siglo XX. Es bastante limitado, pero a su vez, es lo que me produce mayor pasión de este ejercicio. Pareciera que fuera un tejido, un montón de partes que están regadas. Puedes encontrar una pista en una foto y otra en un documental, una en una grabación y otra en una canción de tango.
Es cierto, también puede recurrirse a toda la literatura histórica escrita sobre el tema, el contexto de la época y algunas investigaciones, entre las que destacan las contribuciones de Orlando Fals Borda acerca de la costa norte, imprescindibles para recuperar la historia de Juana Julia Guzmán, por ejemplo. Acá en Medellín los textos de Carlos Uribe Restrepo y el registro hallado en la prensa, son las fuentes que permiten reconstruir lo que sucedió por aquellos tiempos.
Y de los resultados que obtuviste, ¿cuáles destacarías?
El primer resultado que arroja la investigación es que, efectivamente, el feminismo existió en las primeras décadas del siglo XX. Para el caso del socialismo era un poco más claro, existió el Partido Socialista desde 1919, llegaron algunas lecturas, debates y movilizaciones. Pero con el feminismo era un tanto más misterioso todo. Pero bueno, sabemos que para 1914 ya se estaba hablando de feminismo en Colombia y en Antioquia, esto quiere decir que el feminismo no inició con las luchas sufragistas. En consecuencia, hay un feminismo anterior a esas luchas, un feminismo que no construyeron las mujeres liberales, un feminismo que necesitamos rastrear y teorizar para comprender mejor el feminismo popular de hoy. Ese feminismo fue hecho por las mujeres obreras y empobrecidas de la época, es eso lo que permite englobar las experiencias de Betsabé Espinal y de Juana Julia Guzmán.
En definitiva, el feminismo existió, y tal y como lo es hoy, fue un tema en disputa. Aparecen entonces diferentes actores políticos tratando de cooptar el discurso. Era entonces la iglesia la que intentaba definir a la “feminista real” como una moralmente equilibrada, con formación católica fuerte, mejor dicho, una feminista de casa. Al mismo tiempo, otras corrientes anarquistas se expresaban con mayor beligerancia al decir, por el contrario, que las mujeres deberían dejar de ser herramientas de los hombres.
Por eso, creo yo, que en esa década de 1920 se hace explícita la disputa entre diferentes corrientes ideológicas que desean cooptar un discurso que, al ser demasiado fuerte, ya no podían negar. Esto es, como ya era innegable el feminismo, convenía más cooptarlo e incorporarlo a las ideas propias.
Ahora bien, otro resultado tiene que ver con los diferentes tipos de feminismos. Se podrían identificar unas mujeres populares que construyen agendas muy diferentes a las de, por ejemplo, la esposa de un diputado del Partido Liberal. Aunque esta última también comienza a tener ciertas reflexiones, son muy distintas a las generadas por las mujeres populares. Estas mujeres han hecho un gran aporte al proceso de emancipación de la mujer en Colombia, aunque no hayan sido reconocidas y sus aportes se los hayan llevado las historias de otros movimientos en el país. Es el caso del movimiento campesino que recibió las contribuciones de Juana Julia o el movimiento sindical las de Betsabé, pero en ambos casos los debates y las ideas feministas quedaron desdibujadas. Y no es que podamos decir que había movimientos feministas por fuera de aquellos otros, pero sí fueron ideas feministas las que enriquecieron aquellos movimientos.
De otro lado, la acogida del feminismo fue más clara en la costa norte que en Antioquia o en el centro del país. Mucho tendría que ver el que la acogida de las ideas de izquierda en el país seguía este mismo patrón, bastante fuerte en este sector de la costa.
¿Qué resulta relevante de luchas de mujeres como Juana Julia Guzmán y Betsabé Espinal?
Con sus luchas ellas trasgredieron los roles de género de la época, creo que esa es una de las principales contribuciones que ellas hacen al proceso de emancipación de las mujeres. Ambas fueron elogiadas por su “virilidad”, que era el término que se utilizaba para referirse a mujeres que, al destacarse, se alejaban de lo que una mujer solía hacer. Dicho de otro modo, el elogio consistía en asemejarlas a los hombres en su capacidad de liderazgo.
En el caso de Betsabé su trasgresión a esos roles fue bastante clara debido a la poca participación de los hombres en la huelga. Este hecho planteó un debate frente al que Bestabé, en una entrevista, cuestionó la percepción que los hombres mantenían respecto a las mujeres al considerarlas débiles. De hecho, El Luchador, una vez ellas consiguieron todos los puntos del pliego, afirmaba que había sido demostrado que las mujeres servían para algo. Esto demuestra todo lo que estas mujeres logran romper al hacer ver su fuerza.
Por el lado de Juana Julia, aparte de ser calificada como viril y soportar sobre sí el mito de ser la “roba tierra”, había un gran cuestionamiento de la gente de su departamento por el liderazgo que ejercía, incluso, sobre los hombres. Por eso acuñó aquella frase de que “el cobarde no hace historia”, es decir, si en tu cobardía eres incapaz de reconocer mi liderazgo solo por ser mujer, no podrás construir historia.
Ambas, finalmente, tuvieron que atravesar muchas dificultades por liderar y, al mismo tiempo, ser mujeres. No obstante, supieron sortear los obstáculos y, sobre todo en el caso de Betsabé, terminar con éxito sus luchas.
Pero Juana Julia también adelantó experiencias de organización y lucha de mujeres…
Es cierto, para este proceso vivido en la costa Juana Julia fue determinante en dos espacios: el Centro de Emancipación Femenina que surge aproximadamente en 1916 y la Sociedad de Obrera Redención de la Mujer nacida, más o menos, para 1919.
En este ejercicio de relacionar feminismo y socialismo en los albores del siglo XX, descubrí que habían muchas más fuentes para la Sociedad de Obreras, pues del Centro de Emancipación Femenina no se sabe prácticamente nada.
La Sociedad de Obreras consistía precisamente en una reunión de mujeres trabajadoras que estaban en búsqueda de procesos formación en lo que hoy denominaríamos derecho laboral. También deseaban hablar de sus experiencias y de las situaciones a las que se encontraban enfrentadas. Había, por ejemplo, fritangueras y trabajadoras domésticas, pues aquel contexto era muy diferente al vivido con la industrialización en Antioquia. Igualmente, en la costa influía el elemento étnico, si en Antioquia la mayor parte de las mujeres de las que hablamos eran mestizas y campesinas, allá contarían con mujeres negras e indígenas.
Para terminar, ¿cómo observas tú la actualidad de esta relación entre feminismo y socialismo?
En mi trabajo retomo los casos de Juana Julia, Bestabé y María Cano, esta última en el Partido Socialista Revolucionario de 1926, y Betsabé en el Partido Socialista de 1919, que acompaña todo el proceso de huelga en Bello. En el caso de María Cano, lo particular es que ella cayó al olvido a pesar de haber vivido años de un gran liderazgo. Quizá María Cano es una de las figuras que mejor nos permite ver la situación de hoy. Fue una mujer que mantuvo un liderazgo muy fuerte, no se ocupó tanto de la agenda de las mujeres ni fue una abanderada visible, aunque sí sostuvo reuniones con mujeres obreras e intentó sacar a la luz las problemáticas. Es importante el tránsito en la década de los 30 del Partido Socialista Revolucionario al Partido Comunista, del cual que María Cano también hizo parte. El secretario general del Partido Comunista envía una carta en la que excluye a María Cano, dejándola de lado porque en Antioquia no querían tener asuntos con mujeres. Ella muere, finalmente, en una soledad impresionante.
Por eso es destacada su historia para a la luz de hoy. Actualmente siguen existiendo muchísimas mujeres que no encarnan las luchas feministas pese a estar dentro de procesos revolucionarios y emancipatorios. Como en aquella época, encontramos diversos tipos de feminismos, mujeres dentro de organizaciones socialistas, o intentando desarrollar luchas conjuntas y articuladas.
Un hallazgo interesante es que en la década de 1920 hubo mejor acogida del socialismo en las organizaciones de mujeres, que del feminismo en las organizaciones mixtas socialistas. Hoy, al menos en Colombia, y particularmente en Antioquia, pasa un poco lo mismo.
La relación entre socialismo y feminismo la observé en el plano organizativo y en el plano programático. Al día de hoy persisten las coincidencias programáticas, se trata de acoger el discurso antipatriarcal al interior de los pliegos y de las organizaciones. No obstante, siguen siendo prácticas marginales y, en cierta medida, instrumentalistas.
Por lo tanto, creo que hay unos retos que también estaban presentes en las primeras décadas del siglo XX y que obedecían, en igual medida, a las diversas corrientes de la izquierda. No es lo mismo la acogida de las ideas feministas en el Partido Socialista y en el Partido Socialista Revolucionario, al tratamiento que el Partido Comunista le dio a estas ideas. Los dos primeros, aunque no se denominaron explícitamente como feministas, expresaron en sus programas las luchas de las mujeres, mientras para el caso del Partido Comunista no hubo forma alguna de avanzar.
Como hablábamos al principio, estos procesos históricos de inicios del siglo XX cuentan con una enorme riqueza y dan cuenta de muchas de nuestras realidades actuales.