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Unión Sindical Obrera (USO): "La Paz son cambios"

Este texto fue elaborado por la USO en colaboración con el académico Víctor de Currea-Lugo. Reúne las conclusiones de asambleas regionales en todo el país que nutrieron la Segunda Asamblea Nacional por la Paz, por lo que resulta un insumo fundamental para comprender -desde la mirada de los trabajadores y las comunidades- la posible nueva etapa que se definirá si se consolidan los acuerdos de paz.

Por USO y Víctor de Currea-Lugo*. Sin duda, la Asamblea Nacional por la Paz es un espacio de confluencia, una promesa y una esperanza para la construcción de una cultura de paz diferente. Es un espacio en la medida en que sirvió de razón y excusa, para el encuentro de diferentes propuestas de paz en las regiones; es un proceso en la medida que recoge anhelos de la Primera Asamblea y que suma a otras iniciativas de paz; y es una esperanza en su lógica interna de fortalecer el movimiento por la paz y proponer agendas concretas hacia ella.

Uno de los asistentes a la Asamblea Subregional de Magangué manifestó: “lo más importante de esta Asamblea es que nos sirvió de excusa para reu­nirnos, después de tanto tiempo donde no nos reuníamos por miedo, ésta ha sido una excelente oportunidad para vernos y hablar de nosotros”. También se valoró la Asamblea como una excusa para encontrarse a pesar del miedo que todavía suscita la acción paramilitar en la región; en Cauca otro de los asistentes caracterizaba la Asamblea Regional como un acto político, como un logro per se, que debe valorarse en su justa medida.

La primera impresión al oír los debates en las diferentes asambleas regiona­les y subregionales, así como al revisar sus relatorías, es la insistente y constante tendencia, que se repite a lo largo y ancho del país de diferenciar entre el fin del conflicto armado y la construcción de paz, como dos procesos complementarios e interdependientes. En Puerto Asís se dijo que “es necesario comprender que después de la firma de los acuerdos, emergerán nuevos conflictos, que deben ser solucionados a través del dialogo, la tolerancia, entendiendo la diversidad y la concertación, deben estar en el centro de la solución de los conflictos”.

A pesar de las múltiples intervenciones presentadas se observa un desbalance entre el extenso diagnóstico de los problemas sociales en el contexto del conflicto y la modesta capacidad para formular propuestas concretas. Sin embargo, esto no demerita el alcance del ejercicio, pues identificar los problemas es ya en sí parte de la búsqueda de una solución.

Las diferentes reuniones realizadas confirmaron la percepción inicial de que la noción de cultura de paz es imprecisa y que se usa como una especie de concepto “catch all” (atrápalo todo), lógica que tiene ventajas y desventajas. Ventajas en cuanto no limita el debate político y social a unas categorías que podrían excluir temas o abordajes que para la comunidad si son relevantes; desventajas en cuanto las intervenciones pueden ser profundamente vagas o auto restringirse a una definición de cultura de paz limitada a los hábitos y costumbres o la llamada pedagogía para la paz.

El presente documento está articulado de la siguiente manera: a) el marco teórico y conceptual presentado en la gran mayoría de asambleas teniendo como base la definición de cultura de paz de la Organización de las Naciones Unidas, b) la identificación de organización de las tendencias mayoritarias expresadas por los asistentes, teniendo en cuenta sus propias intervenciones, c) la revisión de otras propuestas de paz formuladas por plataformas de la sociedad, no necesariamente recogidas en el proceso de la Asamblea, y d) algunos ejemplos de experiencias de otras guerras que contribuyen aumentando el abanico de propuestas.

Este trabajo no agota el debate sobre la construcción de paz sino que refleja la discusión política y social de la Asamblea, no reemplaza ni desconoce otras iniciativas, ni pretende cosa diferente a sistematizar parte del sentir nacional, enriquecido con otras voces, para avanzar en la construcción de paz.

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Retos para la construcción de paz

Debate de género

Uno de los aspectos cuestionados, tanto en las asambleas regionales como subregionales, es la débil agenda de género en la construcción de paz e incluso en el desarrollo de la asamblea misma. Podemos decir, de manera pedagógica, que en las relaciones de género se observa la violencia directa, la estructural y cultural. Por ejemplo, en Barrancabermeja, “las mujeres asumen la situación económica y la crianza de los hijos que deja la guerra”.

La complejidad de la violencia intra-conyugal y sexual hace que la frontera entre las asociadas con el conflicto armado y las no asociadas sea difusa, además del alto subregistro. “El aumento de la violencia intrafamiliar, la agresión física e incluso el asesinato a mujeres en el Sur de Bolívar, pasan muy desapercibidos porque suceden al interior de los hogares”.

La consciencia creciente del debate de género no es una novedad, sino el fruto de un largo proceso de décadas de trabajo para que las mujeres ganen su propio espacio en las luchas políticas y sociales. “Somos el eje principal, hemos sufrido demasiada violencia acá en el Putumayo, las masacres y las muertes nos han aca­bado, pero desde allí logramos unirnos y dejar las lágrimas, el odio y salir adelante, organizándonos para resistir en el territorio y defender nuestros derechos. Llegó la hora a las mujeres, afro, indígenas, campesinas, ya que somos las encargadas de la paz territorial. Adiós al odio y la venganza, para que llegue la inversión social y la justicia reclamada por las mujeres, que llegue la paz estable y duradera. El posconflicto es la lucha, amor, entusiasmo y es un camino que debemos llevar las mujeres”.

Por eso, el posacuerdo se piensa y se ve, también, con ojos de mujer. Por su parte las mujeres de la comunidad del Tigre (Putumayo) hablaron de la necesidad de llevar la bandera en el posacuerdo, “ya que siempre hemos hecho incidencia y trabajado por la paz y aunque los hombres han faltado nosotras hemos continuado con la lucha. El posacuerdo recae en las mujeres, ya que desde el hogar construimos la paz, nosotras somos elementos centrales para construirla en el futuro”.

En Putumayo “desde los hogares debemos dar ejemplo, la violencia contra la mujer debe transformarse, a las mujeres se le deben reconocer sus derechos, ello es un requisito importante para una nueva cultura de paz. En el posacuerdo se debe tener en cuenta la participación activa de la mujer, principalmente en estos espacios que son el eje central e inicio de los debates de cómo la sociedad civil enfrentará en el futuro”.

Algunas propuestas que insisten en la articulación de la mujer en la institu­cionalidad para la paz. Por ejemplo, En Neiva se expone la idea de “crear concejos municipales de paz y convivencia ciudadana (donde no los haya) y reactivar los existentes pero que las mujeres tengan incidencia y participación en los mismos con los enfoques diferenciales; también, promover la defensa de los derechos de las mujeres y de equidad de género; crear escuelas de formación política y liderazgo para las mujeres para que se siga generando el empoderamiento de las mismas” 2.

Otras regiones insisten en que la política pública tenga en cuenta a la mujer. “En Arauca se propone adelantar una política pública con enfoque de género que incluya medidas como la garantía de la paridad de género en los territorios, la contratación de las mujeres cuidadoras guardianas de la familia y la sociedad, el empoderamiento de la mujer para el fortalecimiento de los procesos sociales 3, y medidas para que las mujeres indígenas sean partícipes de las instituciones sociales” 4.

Pero esos espacios deben ir acompañados de políticas de capacitación que permitan un empoderamiento real de las mujeres. “Barrancabermeja propone una capacitación técnica y formación que generen propuestas productivas para las mujeres”

Criminalización de la protesta y confianza para la participación

Uno de los aspectos que más preocupa a las comunidades para la construcción de paz es la criminalización de la protesta social. Los recientes antecedentes de cómo el gobierno respondió al Paro Agrario, la gran cadena de los llamados “falsos positivos judiciales” en Arauca (aunque no exclusivos de esta región), la detención de los integrantes del Congreso de los Pueblos, han contribuido al escepticismo sobre las promesas de garantías de participación política expresa­das por el gobierno y recogidas en los acuerdos preliminares de La Habana. De la misma manera, afecta a la construcción de confianza en el Estado, la larga lista de acuerdos incumplidos y mencionados por dirigentes de Catatumbo, Cauca y Arauca.

En Cartagena se señaló que “la cultura de paz trata de eliminar las exclu­siones sociales; por tanto, se debe fortalecer la democracia, mediante la gene­ración de un movimiento social y para esto, hay que eliminar el discurso del enemigo interno, y dejar de estigmatizar a los movimientos sociales, cesando las amenazas y los hostigamientos”.

Para los habitantes de Medellín, “se debe respetar y reconstruir la cultura campesina, a partir de la labor agrícola, dejando de lado la estigmatización que el Estado ha realizado históricamente. Se debe impulsar las Zonas de Reserva Campesina, que cuide el territorio y genere condiciones de vida digna para las comunidades, en contra de las multinacionales que intentan desplazar para

apropiarse del territorio.” 5 En Barrancabermeja se abogó por “un real modelo social incluyente que no permita la criminalización de la protesta social” y se insistió en “la terminación de los señalamientos a los mineros y campesinos”.

Como mecanismos para la construcción de confianza, Arauca afirma que “se deben diseñar mecanismos ciudadanos desde los cuales la sociedad pueda ejercer control político frente a los funcionarios públicos”.

En Cartagena se dijo que “El estado debe ser un generador de confianza y no de violencia. Debe existir una capacitación a los funcionarios públicos, dado que en la atención demuestran indiferencia e indolencia, revictimizando a los ciudadanos. Esta capacitación debe privilegiar el tema de la atención psicosocial, a jueces, fiscales, funcionarios y maestros”.

En Barrancabermeja se manifestó “la mala utilización de lenguaje por parte del gobierno, donde señalan al minero como criminal, no reconociendo que lo que siempre han realizado es una minería artesanal. Al campesino se le señala como guerrillero. Hablar de las desigualdades sociales o de violencia estructural genera amenazas y estigmatización”.

El legado de la construcción local de paz

Para 2006, en Colombia existían ya 52 Comunidades de Paz en resistencia, según censo de la Red de Iniciativas por la Paz (Redepaz), ONG especializada e impulsora de este tipo de iniciativas. La primera experiencia se llevó a cabo en el municipio de la India en Santander, la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC), surgió en 1987 y fue pionera del concepto de neutralidad frente a los actores armados, en establecer acuerdos básicos con grupos guerrilleros, paramilitares y miembros de la Fuerza pública (a nivel local) para mantener a la comunidad desvinculada del conflicto armado6.

A finales de los años 1990, el Chocó desarrolló diversas iniciativas de paz teniendo en cuenta el grado de intensidad de las disputas territoriales protagonizadas por los distintos actores armados y los altos índices de violencia estructural manifiestos en este departamento. Las alarmantes cifras de desplazamiento forzado, las múltiples masacres, y el nivel de escalamiento del conflicto, llevaron a que 49 comunidades de desplazados de esta región gestaran la Comunidad de Paz de San Francisco de Asís7, entre otras alternativas que comenzaron a surgir a nivel micro en el departamento.

Hoy por hoy, son incontables las experiencias de construcción de paz (y citarlas extrayendo sus enseñanzas supera los alcances del presente documento); sin embargo, somos conscientes que esa inmensa experiencia se ve reflejada de diferentes maneras en el proceso de la Asamblea Nacional por la Paz.

En Arauca, en el marco de la Asamblea, se plantea “el seguimiento a los procesos sociales y el reconocimiento del trabajo y del aporte para la paz de las organizaciones sociales” 8, así como “rescatar las iniciativas agrarias y étnicas que construyen cultura y vida desde sus territorios. Retomar las experiencias que desde las veredas se vienen trabajando, preparando escenarios para la paz y el posconflicto, acogiendo los ejercicios que han buscado la reintegración de actores armados” 9

Durante la Asamblea en Medellín “se propuso replicar la experiencia exitosa del Municipio de Caicedo, primer municipio denominado No Violento, que a través de la articulación de diferentes entidades, la participación ciudadana, una oportuna planeación e inversión de los recursos y actividades culturales como el teatro, el deporte, la música y el museo de la No Violencia han cambiado el paradigma de la comunidad y han hecho una labor de educación para la paz”.

En Neiva, “los habitantes buscan que se impulse una estrategia metodo­lógica de transformación social y política del conflicto, en las mesas donde se tienen presencia, y se puedan hacer cambios mediante trabajo de transforma­ción social, donde se generen espacios en las comunidades, independiente de las diferencias que se puedan tener y no solo trabajo con amigos y conocidos, sino que se deben promover vínculos entre ellos, debido a los problemas que en común como vías, seguridad, educación, salud, etc.; que se creen mesas con­juntas, mesas comunitarias o ciudadanas, donde se discutan los problemas” 10.

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Agendas para la cultura de paz

Doctrina militar y policial

Las intervenciones relacionadas con las Fuerzas Armadas enfatizaron en las violaciones de derechos humanos. Muchos de los asistentes referían en primera persona las consecuencias del accionar de las Fuerzas Armadas en su contra. Hubo declaraciones fundamentalmente contra el Servicio Militar Obligatorio, la criminalización de la protesta social, el papel del ESMAD, y el presupuesto militar.

Por lo menos en dos asambleas hubo delegados de la Policía Nacional que participaron de manera activa en la discusión: Riohacha y Barrancabermeja. Valoramos esa participación como un ejemplo de inclusión y tolerancia logrado por el proceso de la Asamblea. En Barrancabermeja, el representante de la Policía dijo: “Debe reconstruirse la relación policía-ciudadano, que sean amigos y cooperantes en temas como medio ambiente, cultura y educación, que haya cooperación y trabajos conjuntos. El cambio es estructural desde todas las instituciones del Estado, un plan de acción desde los judicial, político, económico y seguridad” 11.

A ese deseo, se opone la percepción en Arauca de persecución y estigma­tización contra el movimiento social: “No puede haber un posacuerdo en el que la movilización social sea reprimida”. En Barrancabermeja se indicó que “el presupuesto para la defensa y las FFAA debe disminuirse e invertirse en salud, educación y obras públicas, donde se hace necesaria la voluntad del gobierno pero también de la sociedad” 12. En Medellín se señaló la necesidad de educar sobre derechos y deberes del ciudadano, así como desmontar estructuras como el ESMAD y similares.

Uno de los puntos más sentidos, por su carácter clasista y su mensaje de guerra, es la obligatoriedad del servicio militar. La comunidad de Arauca pide “cambiar la doctrina militar, hablan de la resistencia contra la militarización, que los jóvenes no deben ser obligados a prestar servicio militar” 13.

En Tibú, se expresó que “se debe construir una nueva cultura democrática, que no tenga en cuenta la exclusión, la militarización, que reconozca los derechos, y que permita cambiar la visión de que al contradictor es necesario asesinarlo, como se ha dado históricamente en Colombia. No se puede seguir utilizando la violencia para eliminar al contrario. Es lo que se desea constituir, eliminando esas visiones”.

En Barrancabermeja se propuso que “la juventud debe aportar a la paz, por medio del servicio social y no por medio del servicio militar obligatorio”. Para la población de Arauca “es fundamental tomar medidas para evitar el reclutamiento forzado por parte del Ejército Nacional y cambiar la doctrina militar para que se deje de hacer la guerra, y se haga trabajo social y preventivo. También se debe crear un programa para los jóvenes sobre la defensa de los Derechos Humanos” 14.

En Cartagena se habló de “promover la desmilitarización de la vida y la consciencia; quitar el servicio militar obligatorio y cambiarlo por un servicio social para la paz, por acciones reparadoras a las comunidades y atención psi­cológica para los victimarios” 15.

Dentro de la idea de la doctrina militar se encuentra el Plan de Consoli­dación, el cual ha sido proyectado para que en las áreas donde ya existe control territorial por parte de la Fuerza Pública, se empiece a desarrollar el proceso de recuperación, es decir, una vez establecidas las condiciones de seguridad, las zonas tienen la posibilidad, teóricamente, de adquirir servicios esenciales como educación, salud, justicia y obras de infraestructura, entre otros.

Sin embargo, dentro de la actual doctrina militar, existe el riesgo de que el posacuerdo no sea otra cosa que la extensión del Plan de Consolidación, es decir que la política social del Estado (que debe ser provista por instituciones creadas para ese fin como: Ministerio de Salud y Ministerio de Educación) busque hacerse a través de las Fuerzas Armadas. Esto es una distorsión de la relación entre el Estado y la persona, así como de las funciones del Estado cuando sobrecargan a los militares con tareas que no les corresponden y, segundo, que obedecen más a una lógica de control militar, antes que a una de cumplimiento efectivo de los deberes del Estado.

Educación y paz

La relación entre educación y paz fue mucho más allá de la pedagogía, por demás muy necesaria, sobre lo que está pasando en La Habana. Hubo énfasis en la deuda social que, en materia de educación, tiene el Estado; los problemas de falta de recurso humano; la falta de oportunidades para garantizar el acceso a la educación superior; etc.

Al hablar de propuestas sobre educación pensando en el posacuerdo, se mencionaron varias ideas que fueron comunes en varias asambleas, tales como la necesidad de transformar el currículo pensando en contribuir a una nueva cultura de paz, la cátedra de paz como tal, pero implementada con recursos y estudiando la realidad de cada región, y la oferta de alternativas extra-curriculares de formación que permitan a la comunidad avanzar en su mejoramiento.

En Barrancabermeja “existe una gran deuda que tiene el Estado y la sociedad civil con los niños y jóvenes rurales en términos principalmente de educación, por tanto desde este enfoque es que hay que fortalecer la cultura de paz. Por eso, en los colegios se deben hacer proyectos educativos propios que tengan el apoyo de todas las instituciones, donde sea la Universidad la que vaya al campo y no los jóvenes ir a la Universidad, dado que eso genera desintegración de las familias y esto influye en la forma en que se educan y crecen. La Universidad debe ir al campo para construirse desde allí, con la lógica del campo” 16.

Para los habitantes de Arauca “la educación es una deuda histórica que tiene el Estado con los niños y jóvenes, es por eso que se debe trabajar desde la escuela con el apoyo a la cultura y el deporte, garantizando el acceso a la educación mediante la implementación de una educación universitaria pública y gratuita, ya que, este mecanismo permite la construcción de paz”. 17 Pero todo esto requiere del recurso humano y financiero adecuado. “En Barrancabermeja se informó sobre contrataciones de maestros en el segundo semestre del año cuando éste va casi finalizando”.

Pensando en el posacuerdo, “Arauca demanda procesos de formación a las comunidades con diplomados, que deben ser certificados por universidades en dos temas importantes: entendimiento del proceso de paz y posconflicto y, elaboración de proyectos emprendedores, que permitan el involucramiento de la sociedad en el proceso que se desarrolla en La Habana y en el mejoramiento de condiciones económicas mediante proyectos productivos liderados por las propias comunidades” 18.

Dicho proyecto educativo debe además modificar el currículo, pensando en la realidad social de cada región. “Barrancabermeja propone construir un cambio en el modelo educativo que reconozca más espacios de formación alternativa y popular en varios sectores, como barrios y veredas. Promoción y apoyo a iniciativas educativas alternativas dentro y fuera de las aulas”. 19 Y Arauca habló de la creación de una cátedra de etno-educación para la población no indígena; otra iniciativa fue “el bachillerato Agrario que es un espacio creado desde los campesinos”.

Neiva, manifestó “la necesidad de una pedagogía para la Paz y el po­sacuerdo: si no se tienen en cuenta los contextos en los que se desarrollan los conflictos, no se pueden tener propuestas claras de solución; se debe diseñar e implementar un Plan Educativo, que se enfoque en la formación, en conocer la realidad de los contextos y en transformar la realidad”. 20

En Barrancabermeja se planteó que “es necesario reconstruir el tejido social, que se ha marchitado a través de la historia por motivos de la violencia; debemos visibilizar los liderazgos colectivos e individuales que construyen el territorio a diario en lo rural y lo urbano”. 21

A pesar de la poca precisión que se tiene sobre la propuesta de Cátedra de Paz, ésta fue ampliamente mencionada como un mecanismo para construir una cultura de paz. En Cartagena se expresó la necesidad de “brindar una educación de paz obligatoria a los maestros, contando con las condiciones materiales propicias para hacerlo; segundo, la educación, debe estar ligada al proyecto educativo y no ser un relleno, aplicándola a la vida de niños y jóvenes para luego llegar a las familias” 22, dentro de la noción de que “las instituciones educativas, las escuelas, son el espacio propicio para ir convirtiendo los entornos en pequeños laboratorios de paz; se debe lograr ser multiplicadores de cultura de paz y posconflicto”. En Popayán la población propone “un proceso de atención psicosocial en instituciones escolares de todo nivel” junto con un “currículo para la paz con un componente de historia del conflicto”.

Una de las preocupaciones mencionadas giró sobre cómo extender la formación a la comunidad y más allá de programas formales. En Cartagena se habló de que “la cultura de paz debe implementarse no solo en los colegios, sino también en las comunidades; formar y fortalecer a los jóvenes para que tengan ideas sobre el proceso de paz, que ellos puedan promover propuestas” 23. En Arauca manifiestan la necesidad de “creación de escuelas de liderazgo para la paz donde haya una participación de todos los sectores, de todos los ciudadanos”.

Un elemento que apareció en muchas asambleas fue el papel prioritario que debería jugar la familia en la construcción de paz. Para la población de Barrancabermeja “el problema de educación comienza desde la propia familia, desde ahí hay que formar a niños y jóvenes, educarlos, enseñarles a valorar y respetar al otro en la diferencia. Se deben reconstruir los valores desde la familia, para poder acabar con las subculturas de la violencia, las adicciones y el dinero fácil. Además, a los jóvenes víctimas es importante apoyarlos de manera focalizada, principalmente con apoyos como becas y oportunidades de empleo para fomentar también la cultura de trabajo, acompañada de seguridad social”. 24

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Sobre el sistema de salud

En todas las asambleas regionales y subregionales, se mencionó la crítica al servicio de salud como parte fundamental para la construcción de una paz du­radera y sostenible. Las más relevantes objeciones al sistema de salud podrían agruparse en: quejas frente a su normatividad, su limitación de recursos y la pésima calidad en el servicio.

Sobre las normas, “la comunidad de Arauca propone derogar completa­mente la Ley 100 de 1993 para solucionar el problema del sistema de salud”. Sobre los recursos “en Barrancabermeja se notificó que no hay puestos de salud y en algunos casos donde existen estos no están dotados con lo mínimo”. Y sobre el servicio, en Popayán “se habló de terminar con el ‘paseo de la muerte’ y atender el derecho a la salud dentro de la agenda para la paz que toque temas como la crisis hospitalaria y la defensa la salud pública”. 25

Agendas para la infancia

Hubo varios pronunciamientos sobre la infancia, aunque en general debemos reconocer que no fue un tema principal. Las asociaciones entre paz e infancia, se hacían en términos del derecho a la educación y no encontré, por ejemplo, asociaciones con el trabajo infantil.

Arauca “solicita que se propicien espacios de transformación del espacio educativo mediante las comunidades, no se puede seguir promoviendo cátedras de paz cuando se sigue incurriendo en prácticas de exclusión y discriminación de niños y jóvenes. La educación debe enfocarse en el respeto por el otro, en el respeto por la diferencia, y en la inclusión de toda la comunidad educativa; por otra parte, se deben buscar medidas de protección especial de los niños en las escuelas y de los niños en condición de discapacidad”. 26

En Chocó se manifiesta la necesidad de implementar medidas de paz y convivencia en la básica primaria en población de primera infancia en los colegios 27 considerando los derechos de los niños 28 y fomentar desde el hogar los valores de paz desde la crianza29. En Medellín se propone empoderar y escuchar a los niños y jóvenes en materia de derechos y deberes. Y en Barrancabermeja se plantea generar escenarios recreativos para niños (as) que les permitan alejarse de las diferentes violencias como la drogadicción.

Agendas para la juventud

La juventud es un concepto difuso, pero hay una noción general que prima, más allá de debates sobre edades límite. Dentro de las mayores preocupaciones se mencionaron: capacitación, empleo, estigmatización y falta de recursos específicos para ese sector de la población. Un aspecto sin respuesta es cómo poner todo el potencial de la juventud al servicio de la construcción de paz.

En Chocó, afirman que para hablar de paz, “se debe garantizar a los jóvenes el acceso al empleo como mecanismo de inclusión y generación de oportunidades, creando líneas y empresas de trabajo para generar empleos agrícolas y pesqueros. Así mismo, fomentar y desarrollar las diferentes potencialidades de los jóvenes reconociendo nuestra historia y recuperando nuestra identidad” 30.

Pero propuestas de esa naturaleza requieren recursos, cuya fuente no es clara para hacer realidad los sueños en el posacuerdo. Neiva reiteró que se debe “destinar el 7% del PIB para la creación de centros municipales y regionales que impulsen la ciencia y la tecnología en función de la paz local; además de ello se debe destinar recursos para que aquellos jóvenes que viven en territorios de conflicto puedan continuar con estudios universitarios y de posgrado”. En Arauca se dialogó acerca de “fomentar la participación de los jóvenes como constructores de paz y apoyar sus propuestas de cambio”. 31

Neiva expresó la necesidad de “crear espacios de formación para los jóvenes, donde no se sigan estigmatizando, donde ellos mismos propongan estrategias y opciones de hacer proyectos productivos”32. Enfocar atención en la juventud para llevarlos a un interés por el deporte, la música, el teatro, y llevarlos a pensar otras opciones más allá de las adicciones, mediante talleres y formación integral en lo cultural 33, esto también permitiría que los niños, jóvenes y adultos, que han sido víctimas del conflicto, tengan la posibilidad de minimizar el sufrimiento que han pasado. 34 Es fundamental que en las veredas, municipios y lugares apartados se den posibilidades de educación en universidades 35.

Participación y sus mecanismos

Más allá de proceso de la ANPP

Como es obvio, no hubo consenso sobre lo que debe hacerse de la sociedad para trascender el fin del conflicto armado ya avanzar hacia una paz estable y duradera, pero sí hubo varias ideas que fueron tendencia, tales como contar con una Asamblea Nacional Constituyente, la Mesa Social por la Paz y avanzar hacia un movimiento amplio por la paz.

En Barrancabermeja se dijo que “se debe fortalecer espacios organizativos locales, en los cuales se generen escenarios de autonomía, autogestión y gobierno territorial, que impulsen mandatos populares y planes de desarrollo comunitarios, además de espacios a nivel nacional, como una nueva asamblea constituyente con participación de todos los sectores y la consulta previa, libre e informada, como herramienta de participación real de la sociedad.”36

Los habitantes de Neiva señalan la necesidad de “construir un proceso constituyente o un mandato por la paz para generar una cultura de paz a partir de la participación en la refrendación” 37. Y en Tibú se propuso la realización de “una asamblea constituyente departamental minero-energética”.

En Popayán se propone “un movimiento por la paz que active los sectores, grupos y pueblos alrededor de la ideas de la paz como derecho; esto pasa por la unidad entendida no como consenso sino como espacios de coordinación y convergencia para el país que queremos, acuerdos desde los movimientos sociales y populares como primer actor. En segunda instancia, una agenda para la paz alrededor de unos mínimos, un ejercicio metodológico participativo e incluyente que refleje a los movimientos sociales con unos puntos transversales. En tercer lugar, el gran diálogo nacional o regional: una vez hecho el acuerdo con los movimientos sociales, se generará un espacio de negociación con quienes detentan el poder en el país y la propiedad de la tierra, con apoyo y acompaña­miento internacional. Y cuarto, una mesa social para la paz, que sea resultado de esa articulación y el gran diálogo entre las organizaciones para proponerle al Estado un escenario de negociación”.

Mecanismos para avanzar en la construcción de paz

Fue un poco difícil identificar los mecanismos propuestos porque mientras unos estaban basados en experiencias previas (como la propuesta de cartografía de la conflictividad social) en otros casos más que un mecanismo se presentaba era un esbozo de lo que podría ser, sin desarrollar la propuesta de manera más concreta. Incluso, a veces resultaba complejo diferenciar el mecanismo propuesto del fin perseguido.

Un recurso ampliamente mencionado es el de “planes de vida” que en otras regiones se denomina planes de paz y desarrollo (Arauca, por ejemplo), pero que obedece, en esencia, a la formulación de planes sociales locales participativos y ante todo, alternativos al modelo de desarrollo extractivista y excluyente. Además, se insistió en contar con instancias locales y regionales de participación para la paz (con diferentes denominaciones) y en rescatar la figura de la Junta de Acción Comunal, como espacio legítimo de la sociedad.

En Popayán se habló de “implementar la cartografía social con énfasis en la construcción de una caracterización participativa de los conflictos en el suroccidente colombiano, que tenga en cuenta el análisis previo realizado desde las regiones y comunidades. La cartografía buscará representar tres dimensiones de la conflicti­vidad en el territorio (conflictos y fenómenos de despojo, actores presentes en los conflictos y, acuerdos sociales y políticas públicas y privadas involucradas) a partir de información sociopolítica relevante para una mirada a seis variables de análisis”.

Arauca manifestó la necesidad de “crear una comisión de seguimiento y monitoreo para la verificación de los acuerdos de La Habana y de los procesos sociales de las mujeres en los territorios”.38

Figuras poco definidas apuntaban a lo mismo: la creación de una (nueva) institucionalidad para la paz a nivel regional y local, participativa, deliberante y con capacidad de supervisión de lo firmado: se mencionaron instancias como los Comités locales de paz, Concejos territoriales de planeación, Concejos municipales de paz, etc.

Barrancabermeja exige “respeto a las Juntas de Acción Comunal, por parte de los actores armados; así como fortalecer y capacitar a las JAC, un reconocimiento con honorarios a sus líderes y respeto a la autonomía y gobierno que han logrado con sus comunidades las JAC.”

La construcción de paz se empieza por medidas para limitar la violencia armada y sus consecuencias más directas. Estas medidas pueden comprender desde acciones para aminorar el padecimiento de la población civil, hasta proyectos de desmovilización, pasando por cortar las fuentes de financiación

o la posibilidad de los actores armados de adquirir armas. Hay medidas a) encaminadas a construir una paz duradera: las que actúan sobre las causas del conflicto armado; estas son las que se deben considerar a más largo plazo, y que incluyen reforzar la democracia , lograr unos niveles sostenibles de desa­rrollo, garantizar el respeto de los derechos humanos, etc.; b) que facilitan los medios para hacer posible una transformación no-violenta del conflicto: dar herramientas a la población para resistir a la violencia, crear canales de diálogo , apoyar a iniciativas civiles de paz, etc. 39

Tareas de la comunidad

Hubo un ejercicio de apropiación de las tareas de la construcción de paz en que las mismas comunidades mencionaban actividades y/o estrategias en las que podrían avanzar, sin que necesariamente se contara con la participación de la institucionalidad estatal. Los ámbitos en los que más se planteó esa voluntad (que no descarta otros), fueron: la recuperación de la memoria, el reconocimiento de las víctimas, el seguimiento a los acuerdos que se firmen y la una pedagogía de paz, incluso por encima y por fuera de las entidades de educación formal.

Recuperación de la memoria

La recuperación de la memoria no depende única y exclusivamente de los he­chos relacionados con el conflicto armado, sino con la historia general, social y política del país, así se expresó con vehemencia en la asamblea de Bahía Solano.

Por su parte, la población quiere una Barrancabermeja con memoria. Allí se habló de “hacer un ejercicio político de descentralizar la paz de las manos del gobierno, pues esta es de todos los colombianos y reconstruir la memoria de los territorios como elemento pedagógico hacia la paz. El territorio debe ser visto como un elemento cultural y debe tenerse en cuenta un tratamiento diferencia­do en la construcción de las diferentes formas de paz que existen en el país”.40

En Chocó, la comunidad enfatiza en “el respeto de los valores ancestrales y tradicionales que permitan comprender que la paz es retomar la memoria histórica, como un volver a nuestras raíces y a nuestra cultura” 41; puesto que las manifestaciones ancestrales sirven como eje para el desarrollo de las potencialidades. De igual forma se planteó “reconocer y nunca olvidar la historia, porque es esta la que nos enseña a no cometer los mismos errores que se ma­terializaron en el pasado, además de no olvidar las luchas que se han realizado para alcanzar la libertad”. 42

En Neiva se insistió en que “se debe reivindicar y valorar la memoria histórica como patrimonio cultural, los bienes comunes, los derechos colectivos y la de identidad, fortaleciendo los valores y el arraigo al territorio”.

No obstante, la importancia de la Verdad, Justicia, Reparación y No repetición (mencionadas muchas veces en las Asambleas), hubo un reconocimiento, desde un punto de vista pragmático, de las limitaciones reales para dar cuenta de toda la verdad en los procesos de justicia transicional.

Para la comunidad de Barrancabermeja, “desde las esferas de la familia, amigos y vecinos se debe construir el perdón; hay que enseñarles a los hijos a perdonar y bajar la guardia ante las situaciones conflictivas. Es importante sembrar tolerancia mediante el cambio de una cultura de la no violencia”. 43

Reconocimiento social de las victimas

El reconocimiento y la reparación de las víctimas son, ante todo, tareas del Estado, pero las comunidades se identifican como copartícipes de ese proceso, tanto en la lucha contra la estigmatización y la segregación, como en el acompañamiento para que las víctimas hagan efectivos sus derechos.

En Arauca, es trascendental “tener en cuenta a las víctimas del conflicto en el proceso de paz, dado que la ley 1448 no tiene una verdadera implementación en temas como derechos a la salud, educación, vivienda; es fundamental darles espacios de participación y que sus derechos realmente sean protegidos, principalmente por el Estado; de la misma forma se busca brindar atención integral a la población de víctimas a través de proyectos ampliamente divulgados con programas sostenibles en el tiempo”.

En Chocó, los habitantes piden “reparación colectiva, sin negar la repa­ración individual y específica a las víctimas del conflicto armado 44”. Asimismo, Que el Estado colombiano realice “una reparación integral a las comunidades indígenas y afros por toda la situación de abandono, violencia, invisibilización, racismo, esclavización y estigmatización a la cual fueron sometidas desde la colonia hasta la actualidad”45. Que el Estado atienda la deuda social del Estado frente al territorio chocoano históricamente abandonado, a través de una re­paración colectiva. 46

Para Medellín, “se debe empoderar a la población víctima, principalmente a la población desplazada. El Proyecto Diálogo político y soluciones sostenibles que es apoyado por la Unión Europea, es una iniciativa importante que se enfoca en empoderar a las comunidades para que ellas sean las promotoras de su recuperación, de sus proyectos y hagan gestión para protección de derechos humanos. Este programa se desarrolla en cuatro componentes: mediante la recuperación psicosocial con enfoque de género, el componente de tierras donde el hábitat mejore las condiciones de vida, un componente de desarrollo económico desde un enfoque humano y un componente de acompañamiento profesional desde diferentes disciplinas mediante Planes de Integración Local (PIL) donde exista una mayor presencia y acercamiento del Estado y sus instituciones a los ciudadanos”. 47

En Neiva, “se solicita la aplicación de ley de víctimas, en el tema tras­cendental de la estabilización socioeconómica de la población victimizada mediante proyectos productivos” así como promover la implementación de un plan psicosocial de atención a toda la población víctima.

Seguimiento a los acuerdos

Una preocupación expresada por muchos de los habitantes de las diferentes regiones es el miedo a que la firma de los acuerdos no se traduzca en cambios reales en los territorios. Hay una gran prevención de que lo firmado no se exprese en políticas concretas y recursos específicos para su implementación. Por eso, la formulación de estrategias de seguimiento y acompañamiento de la implementación de lo acordado es parte esencial del papel de la sociedad para el posacuerdo.

En Arauca, se planteó “aumentar la participación de las comunidades de cultores (artistas y artesanos) en las dinámicas derivadas del proceso de conversaciones de La Habana, mediante la formación y capacitación en estos temas con el fin de contribuir en la construcción de paz”48.

En Barrancabermeja se evidenció la necesidad de “construir una comi­té de seguimiento, que estudie todos los hechos criminales que se den en el posconflicto, y ésta se debe construir con delegados de comunidades.49 Y en Quibdó se propuso “cruzar los puntos de los Acuerdos de La Habana con las Agendas de Paz del Chocó para identificar puntos o nuevos aspectos teniendo en cuenta la Ley 70”.50

Para tal seguimiento de lo acordado, la población de Arauca manifiesta “la necesidad de fortalecer los escenarios de veedurías ciudadanas, con capacitación, formación social y empoderamiento desde las comunidades; asimismo, las formas de articulación social y popular desde los escenarios de reivindicaciones sociales, política y territoriales para la permanencia y desarrollo de la sociedad”.

En Barrancabermeja se pidió que “para la etapa del posconflicto se tengan en cuenta a todas las organizaciones sociales, que se encuentran en la comu­nidad, para construir planes de desarrollo desde las comunidades, y construir veedurías a los dineros públicos del posconflicto”.

Pedagogía para la paz

En este orden, la educación para la paz es un mecanismo práctico, interdisciplinar e intersectorial que se fundamenta en la cultura de paz y que busca “transformar valores e imaginarios propios de una cultura de la violencia y la exclusión social”. Implica entonces, la creación de entornos seguros, voluntad de trabajo y la construcción de herramientas que permitan su efectividad y sostenibilidad. 51

En la Asamblea, se recibieron propuestas de pedagogía de paz, formuladas más allá de la propuesta de cátedra de paz (desarrollada en otro apartado de este documento). Se partió de dos premisas: el rechazo a los medios de comunicación y su forma de presentar el conflicto social y armado, y la necesidad, entonces, de desarrollar medios alternativos.

La comunidad de Arauca propone “hacer un decreto para que los medios de comunicación promuevan la cultura de paz y no de la violencia”. 52 Barrancabermeja señaló que “se debe hacer una intervención de los medios de comunicación, hacer frente a la producción de programas que incentivan violencia, se debe es promover la cultura con programas que eduquen y formen para la paz” 53. Hay que apoyar económicamente a nuevas producciones que se enfoquen a la paz. A esto se debe sumar el estudio del papel que juegan los medios de comunicación y el sistema económico, en la construcción de nuevas formas de hacer política en donde la gobernabilidad sea más humana 54.

Neiva plantea “una campaña nacional contra los medios de comunicación por la violencia simbólica, que llegue a un juicio popular; dicha campaña deberá estar acompañada de una comisión política y una comisión de expertos jurídicos. También se ve necesario convocar a las facultades de comunicación y los medios de comunicación alternativos”. 55

Los habitantes de Arauca manifiestan que es importante el uso de emisoras comunitarias educativas y en Neiva se propone la creación de un programa radial y de televisión donde se divulgue exclusivamente la problemática y las propuestas de la población víctima en aras de búsqueda de la consecución de la paz.

Con esos dos aspectos identificados (crítica a los medios de comunicación y necesidad de fortalecer los medios alternativos) se recoge a continuación los principales planteamientos para una pedagogía de paz.

En Barrancabermeja, se propone “construir una pedagogía para la paz como una herramienta indispensable para alcanzarla y transformar realidades. Teniendo en cuenta al magisterio, con sus diferentes aportes para formar una juventud consciente del compromiso social por la paz que se debe tener para emerger en el territorio” Para ello, se debe identificar los sujetos políticos: “maestros, jóvenes, estudiantes, trabajadores, campesinos, mujeres” y esce­narios potenciales como “el Polo, el Foro Social, el espacio de trabajadores de derechos humanos y otros ejercicios de referencia en paz como INDEPAZ, la Comisión de Interlocución del Sur de Bolívar, Ejercicios de Movilización como el éxodo del 98 y los acuerdos pactados”, etc. 56

En Cartagena, se habló de construir una pedagogía del proceso de paz, “debe empeñarse en replicar qué es la paz, en tanto es nuestra responsabilidad ayudar a dar conocimiento sobre el tema; en ese sentido, hay que retomar la verdad histórica y los procesos de construcción de memoria histórica. Pues no se ha usado por quienes trabajan la cultura de paz, hay que retomar los insumos producidos en el marco de la negociación, socializarlos, conocerlos, pues no hay conocimiento de la historia y eso impide los procesos de construcción de una cultura de paz en el país”. 57

La población cartagenera plantea “la realización de jornadas para la sen­sibilización de los preacuerdos de La Habana, fortalecer los voluntariados de las organizaciones sociales para llegar a las comunidades, realizar foros muni­cipales para saber qué están pensando en ese tema y que propuestas pueden generar . En ese sentido, hay que retomar la verdad histórica y los procesos de construcción de memoria histórica.”.

En Medellín, se habla de que “la paz debe tener un componente central que es la educación, es la única con la que se puede acabar la discriminación y fortalecer la cultura. A su vez, esta educación debe ser gratuita, colectiva e integral, que pueda garantizar el acceso de todos los niños y jóvenes.”.

En Neiva, se habló de “desarrollar un proceso de sensibilización acerca de los daños que ha causado la guerra y la violencia, a partir de construcciones pedagógicas locales en donde se contraste la vida en conflicto Vs la vida en paz. Este deberá ser convocado y construido por diferentes sectores comprometidos con la paz y tendrá un enfoque diferencial para cada territorio” 58.

La opción de la cátedra de paz

Esta opción se formula alimentada tanto por la esperanza en los procesos educativos, como por el “fetiche” de la cátedra para la paz. En Arauca “es imperativo la implementación de las cátedras de paz en escuelas y colegios para enseñar la cívica y la constitución, derechos y deberes de los ciudadanos, usando el material pedagógico del Ministerio de Educación” 59. Asimismo se habló de crear escuelas y semilleros de técnicas culturales y adelantar un proceso masivo de capacitación en temas de paz.

En Barrancabermeja “se habló de que el posconflicto recae en la escuela, por tanto se debe trabajar en ello: hace poco se construyó la cátedra para la paz, pero ella no tiene un fundamento claro de lo que se debe hacer; es necesario transformar el modelo educativo. La propuesta es construir un nuevo modelo educativo, en el cual el Estado tenga en cuenta las condiciones básicas para una educación digna para la juventud”. 60

“La paz es un tema nuevo para los colombianos, por eso se debe crear una metodología para construirla, se inicia con el perdón de los victimarios con un compromiso de no repetición de los hechos. Segundo, los maestros pueden mejorar la calidad de la educación con su entrega, preparación y aportes para que sea integral la formación. Y tercero, es fundamental el papel del gobierno y de sus instituciones para que exista un apoyo real a la educación”. 61

Neiva “insistió en la creación de reuniones en localidades, recogiendo los relatos de las personas afectadas por la violencia, intentando generar asambleas comunales en pueblos y ciudades, que logre enseñar acerca de derechos humanos”.

Relación con los eventuales excombatientes

Algunos de los debates en la Asamblea de Riohacha giraron en torno a la eventual relación entre las comunidades y los futuros excombatientes. Allí hubo una sensación de que el Estado priorizaba a los excombatientes, en la oferta de trabajo, sobre la población civil desempleada.

En Barrancabermeja existe desinformación sobre las negociaciones: “¿La guerrilla que va a salir a dónde van a trabajar? ¿Para dónde van estas personas y a qué sitios o regiones? Muchas personas de los paramilitares se entregaron y nunca les han dado nada, ni siquiera una casa. Con este proceso van a venir familiares, jóvenes que se fueron engañados a la guerrilla, ¿con que van a salir? ¿Cuál va hacer su fuente de trabajo?”.

“La comunidad de Barrancabermeja manifiesta la importancia de priorizar en el marco de los pactos regionales agrarios a los excombatientes, líderes y víctimas, para que se formen en temas de paz y sean capaces de jalonar agendas conjuntas”. 62

En Puerto Asís, afirmaron que se “debe pensar en cómo recibiremos a aquellas personas que estuvieron en armas, debemos tener en cuenta cómo será el proceso de convivencia con ellos, sin seguir estigmatizándolos”.

La tensión entre lo nacional y lo regional

Centralismo y paz

Una observación que podría parecer marginal, a mi juicio, ilustra las tensiones entre el poder central y las regiones de Colombia: en varias de las asambleas los asistentes apenas tarareaban el Himno Nacional, mientras el Himno del Departamento era entonado por mucha más gente y con fervor regional. Al margen del debate sobre el concepto de nación (por demás bastante discutible) este comportamiento pareciera rechazar la apropiación de lo colombiano por las élites centralistas que son percibidas en las regiones como de espaldas al país.

Posteriormente, los debates en las asambleas regionales y subregionales confirmaron dicha tensión. Tanto en la tarea específica de implementación de los acuerdos, como en la tarea general de construir una paz sostenible y duradera, hubo desconfianza desde las regiones hacia el poder central.

Los habitantes de Arauca afirman que: “el concejo departamental de paz y el concejo municipal de paz deben tener posibilidad de tener autonomía y recursos para su desarrollo”. En Chocó se plantea que se debe “tener en cuenta planes de desarrollo hechos por las mismas comunidades y no desde Bogotá”. En Arauca se propone reactivar los concejos de paz en los territorios.

En Barrancabermeja “se debe generar incidencia política a nivel nacional e internacional, promoviendo la defensa de los territorios, en donde las figuras institucionales propuestas en ellos, sean construidas con la participación de sus habitantes y no impuestas por el gobierno, ya que afectan el bienestar social, construyendo políticas publicas incluyentes y apropiadas según la dinámica regional, que además contemplen la titulación de tierras” 63.

Cambios institucionales

A pesar de que una nueva institucionalidad, nacida en el marco de las ne­gociaciones, no es suficiente ni garantía de éxito en la implementación de lo acordado, desde las diferentes asambleas, se levantaron voces a favor de una nueva institucionalidad que dé cuenta de manera específica de las tareas del posacuerdo. Sin embargo, persiste cierta desconfianza frente a los riesgos de centralismo, burocracia y corrupción. Muchas de las propuestas estuvieron referidas a la institucionalidad local y regional con poca o nula mención a instituciones del orden nacional como el llamado Ministerio del Posconflicto.

Cuando se habla de institucionalidad, no se refieren únicamente a la estruc­tura burocrática sino también a sus prácticas y decisiones políticas. Por ejemplo, en Arauca “se propone adelantar un proceso de transformación social desde las instituciones públicas con servicios sociales que se ofrezcan de manera gratuita”64. Por otra parte, también se habló de la terminación y anulación de los Tratados de Libre Comercio y brindar las garantías necesarias a los agricultores de nuestro país.

Esa institucionalidad centralista tuvo propuestas alternativas e integrales como la presentada en la Asamblea de Barrancabermeja, donde se invitó a: a) “construir una plataforma política que tenga en cuenta escenarios de avance en la democracia directa, transformar la estructura institucional en función de la paz, la reparación colectiva y una pedagogía para la paz” 65; b) “construir escenarios de disfrute de los derechos humanos integrales, la justicia social y reconocimiento de espacios anteriores de construcción de paz a nivel nacional o en algunos acuerdos que se han dado en momentos políticos importantes del país”66; c) “se requiere impulsar una reforma a la justicia, donde la corrupción y la ilegalidad sea castigada, para los mandatarios que lo único que han hecho es saquear los recursos públicos; es necesario que la justicia sea transformada, que tenga en cuenta verdaderos escenarios de justicia, y reparación integral” 67 ; y d) crear mecanismos y lineamientos para acabar el conflicto que no se han implementado desde el gobierno nacional para que tengamos un camino real y las herramientas de como asumir este reto de la paz.

En Popayán, manifestaron la necesidad de reformar las diferentes institucio­nes que afectan la vida territorial, entre ellos: los organismos de control haciéndolos eficaces (Contraloría, Procuraduría); los organismos de seguridad; los organismos de atención ciudadana (Juzgados); los organismos de control en salud.68

Los habitantes de Neiva proponen “una reforma estructural y legislativa de la justicia en Colombia, teniendo en cuenta el posconflicto y el tema de paz; que se creen nuevas leyes que le den cumplimiento a los acuerdos de La Habana; que se dé cumplimiento a la restitución de tierras, resarcir los daños y perjuicios de las víctimas del conflicto y dar cumplimiento a las penas, y que sean castigados los actores del conflicto”.

En Chocó, es un imperativo el diseño de políticas de desarrollo estructural que permitan utilizar productivamente la riqueza del Departamento a través de la creación de empresas de producción de papel periódico o la generación de energía desde el Rio Atrato, entre otros69.

Minorías y regiones

Los cambios regionales para la paz no solo cuestionan el modelo centralista y la institucionalidad existente, sino la relación con sus pobladores, tanto desde el nivel central como desde las instancias de poder regional y local. Las críticas a la cultura patriarcal, racista, clasista y excluyente fueron otra constante.

Las reivindicaciones del movimiento indígena, de las comunidades negras y de otras minorías fueron planteadas en diferentes asambleas. Los habitantes de Arauca “exigen al gobierno la protección de los recursos naturales y capaci­taciones desde la visión y conceptos de los indígenas” 70. De igual forma, “gestar un proceso de unidad de los sectores sociales para la defensa de los territorios ancestrales”. 71

En Barrancabermeja se dijo que “es necesario que los campesinos, e indíge­nas y demás sectores implementen conjuntamente con el Estado charlas y foros para que las personas conozcan los avances de la paz y cómo se va a asumir”. 72 De igual forma, se debe reivindicar escenarios de medicina natural, ancestral e indígena en los centros de salud como una forma alternativa, que reconoce la diversidad cultural.

En Cartagena “el gobierno debe reformar la educación y que se adapte a lo étnico y a las diferencias regionales y poblacionales; que se haga efectiva la reforma rural integral que se ajuste a las condiciones del campesino a sus dife­rencias culturales tanto del campesino como de las etnias”73.

En Chocó señalan “la importancia de tener en cuenta los enfoques diferen­cial afro, indígena y mestizo en las políticas públicas y proyectos de intervención, así como también la garantía del derecho a la vida, la cultura y el territorio, junto a que no se pierda el sentido comunal”.74 En Chocó se pide abandonar la cultura del racismo y la discriminación. 75

En Popayán manifestaron “la importancia de reconocer al campesino como sujeto de derecho, a partir de la educación y la capacitación a los jóvenes del campo para la participación y el conocimiento, brindando oportunidades de formación a nivel superior para el fortalecimiento de los mismos territorios76. De igual forma, crear un plan de etno-educación para el rescate de prácticas ancestrales, la prevención y la permanencia”.

Reconfiguración territorial

Por último, muchos de los debates contra el centralismo, la institucionalidad y la exclusión de los pobladores, confluyeron en la discusión sobre la configuración territorial del país: su división político-administrativa, la lógica territorial impuesta, etc.

En Barrancabermeja se planteó que “se deben construir políticas agro-mi­neras, democráticas, realizadas a partir de las dinámicas regionales que tengan en cuenta sus habitantes, impulsando la soberanía y seguridad alimentarias, teniendo en cuenta subsidios para que el campesino pueda realizar su actividad agrícola y pesquera, entre otras”. 77

En Arauca “se considera importante primero definir cuáles son los proble­mas estructurales de los municipios y departamentos, para que cuando se hable de paz exista una visión integral y se creen mecanismos que permitan visibilizar la posición de las comunidades frente a sus problemas y su perspectiva de paz”.78

En Barrancabermeja se pide “continuar trabajando en el territorio con las actividades campesinas, y que sea éste el que conserve las zonas de protección desde sus propuestas. Del mismo modo, se habla sobre una mejor distribución de las regalías en la zona”.

Una reflexión final para alimentar el debate sobre paz territorial:

Desde el campo de la transformación pacífica de conflictos, solemos decir que el trabajo más importante no es el de negociar un texto, sino el de cambiar la dinámica de las relaciones entre las personas, en un espacio determinado.

Reconocer esos espacios y abrir procesos diseñados específicamente para impulsar diálogos pertinentes entre los actores relevantes de cada territorio, es esencial e implica innovación. Porque se están buscando mecanismos concretos para darles participación efectiva a sectores de la sociedad civil en cada lugar y porque se parte de reconocer la diversidad real existente en cada región. Hay por lo menos dos elementos que son vitales a la hora de poner en movimiento el proceso de construcción de la paz territorial: a) en primer lugar, que se trata no de unos cuantos “eventos” a realizar, sino de un proceso de tejido de relaciones y de actividades compartidas que tiene un horizonte de entre cinco a diez años. Por eso el proceso es guiado por un anhelo compartido a 10 años vista; b) en segundo lugar, que lo que genera y sostiene un espacio son los ‘conectores horizontales y verticales’, es decir, aquellas personas capa­ces de desarrollar ‘relaciones horizontales’ con otros que están en diferentes posiciones (ideológicas, políticas, sociales) y ‘relaciones verticales’ con otros que tienen entre sí niveles muy distintos de influencia y poder de decisión. Estos ‘conectores’ son personas de carne y hueso, comprometidas con la tarea de la paz, que pueden trabajar junto a otros, abriendo espacios que no se abrirían espontáneamente donde los diferentes pueden encontrarse y dialogar y generar soluciones y respuestas legitimadas frente a todos. En esos espacios, la presencia comprometida del Gobierno y de la política, junto a los actores de la sociedad civil, es indispensable (Díez, 2014).

Conclusión: la paz son cambios

La noción de paz está ligada en todos los ejercicios a la noción de cambios, lo que significa un contrasentido con la idea de que la paz es lo que se firma en La Habana o, más aún, la decisión del gobierno de hablar de un modelo de paz sin cambios en el modelo socioeconómico del país.

Fueron muchas las voces que precisaron incluso el tipo de cambios que se requerían para hablar de construcción de paz. En Puerto Asís, afirmaron que “es necesario transformar la cultura del odio por una diferente, una cultura de la democracia. Los diálogos de la Habana, se deben comprender como un espacio que se da entre el gobierno y la insurgencia, pero la construcción de paz es de la sociedad colombiana, de las comunidades, en ellas recae la responsabilidad de la construcción de paz. Para ello se debe construir una cultura democrática en donde exista convivencia, debemos pensar en cómo prepararnos para todo lo que se viene con la finalización del conflicto”.

En Barrancabermeja se propone: a) generar políticas para las zonas de grandes extensiones de tierra sin intervención,; b) que exista una política apropiada para zona en la serranía de San Lucas; c) la ley segunda de 1959 la ley de reserva forestal, pero esta zonas solo han tocado las de mayor riqueza; d) generar acciones de resistencia como la que se generó en el Páramo de Santurbán, esto acompañado de personas que están dentro de la institución que defiendan las propuestas de los campesinos; e) generar acciones políticas e institucionales de titulación de tierras y f) la protección de zona de reserva campesina a través de pronunciamientos.

En Tibú se habló de “habilitar escenarios de decisión del país con la socie­dad para exigir cambios sustanciales en cuanto al manejo de nuestra soberanía, el modelo político y económico del país, el modelo de justicia, la creación de empleo decente, la participación política, el tema ambiental, el tema de las víc­timas, la producción agrícola sostenible y la creación de consciencia electoral”.

La comunidad de Arauca destaca “la importancia de visibilizar las con­diciones de los obreros del campo y darles oportunidades que apoyen sus proyectos productivos, teniendo en cuenta facilidades de crédito, con bajos intereses, comercialización, apoyo a la generación de empresa y condiciones que les permitan la mejoría de sus condiciones económicas.79 Por otra parte, se considera que “los recursos de la cooperación internacional y su cooperación son importantes y deben recibirse, pero sin hipotecar los recursos naturales y menos nuestra soberanía nacional”.

Para los habitantes de Barrancabermeja, “comprender que la cultura de paz pasa también por espacios económicos, entender que desde la economía local se construyen escenarios de vida digna, por tanto es necesario la construcción de procesos culturales y económicos que dignifiquen la vida en el territorio”. Allí “se manifiesta la necesidad de la creación de subsidios para que el campesino pueda realizar su actividad agrícola y pesquera entre otras”.

Un ejemplo de tensión entre el mercado y el papel del Estado, entre el interés público y el privado, entre la desconfianza de la región y el incumplimiento de promesas del gobierno central, es el Proyecto de Modernización de la Refinería de Barrancabermeja (PMRB). La aplicación de este Proyecto sería un buen ejemplo de lo que se presenta como “paz territorial”, atendiendo las dinámicas locales pero sin desconocer las políticas nacionales que afectan tales dinámicas.

Este ejemplo debería ser estudiado, pues representa un modelo de agendas locales, con diagnósticos claros de intervención, voluntad popular, moviliza­ción social y defensa de la soberanía. Este caso muestra el respeto (o no) de las garantías de participación social y de cumplimiento del Estado a los acuerdos pactados con la sociedad.

Notas:

1 Texto construido a partir de la relatoría de asambleas regionales en las que se trabajó el eje temático Cultura de paz y posacuerdos, en el contexto de la Segunda Asamblea Nacional por la Paz, organizada por la Unión Sindical Obrera (USO), la Universidad Nacional de Colombia y el Ministerio del Trabajo, 2015
2 Integrante del Consejo Departamental de Mujeres y representante de las mujeres en la Mesa de Departamental de Víctimas. Asamblea Regional de Neiva.
3 Integrante de la Asamblea Regional de Arauca
4 Etnia Uwa. Asamblea Regional de Arauca
5 Integrante de la Asociación Campesina de Apartadó.
6 Véase Sandoval (2006)
7 Véase Hernández (2004).
8 Integrante de la Coordinadora Departamental de Comisiones de Paz.
9 Relatoría Asambleas Subregionales. Eje Cultura de paz y posacuerdos
10 Integrante de la Pastoral Social – Consejo de Paz.
11 Teniente Coronel de la Policía Nacional.
12 Pensionado Magisterio, Asamblea de Barrancabermeja
13 Integrante de Asoger,
14 Integrante de Asoger, Arauca
15 Integrante Congreso de los Pueblos, Atlántico.
16 Integrante del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, Barrancabermeja
17 Habitante de Arauca.
18 Integrantes de Comisiones ciudadanas de reconciliación y paz (Arauca) y Asonalca, del municipio de Fortul
19 Integrante de la Escuela de formación
20 Integrante del Sindicato de maestros del Caquetá. Fiscal del Comité Permanente de la defensa de derechos humanos de Caquetá, AICA, Florencia, Caquetá.
21 Pensionado de Ecopetrol. Barrancabermeja.
22 Integrante de Misión Voluntario Lasallista, Magangué.
23 Integrante de Jóvenes de la Llamarada, Guajira.
24 Integrante de Organización Afasba.
25 Integrante de Guafro. Asamblea Regional de Arauca.
26 Integrante del Movimiento Social y Político de Masas de Centro Oriente, Asamblea de Arauca
27 Personero estudiantil, Quibdó.
28 Estudiante de secundaria, Asamblea Regional de Quibdó
29 Intervención en Asamblea Regional de Quibdó
30 C.A.A.C. Quibdó.
31 Representante juvenil, Comisión de Reconciliación y Paz.
32 Vocera Juvenil Paocos, San Agustín.
33 Habitante Pitalito, Huila.
34 Integrante Family Reggae
35 Integrante Movimiento Cívico La Montañita.
36 Relatoría Asambleas Subregionales. Eje Cultura de paz y posacuerdos
37 Integrante de ACEU, Asamblea Regional de Neiva.
38 Asistente a Asamblea Regional de Arauca
39 Escola de Pau, [en línea], disponible en: http://escolapau.uab.cat/index.php?option=com_content&view=ar­ticle&id=196%3Aconstruccion-de-paz&catid=70&Itemid=93&lang=es
40 Campesino del Carare, Santander
41 Habitante de Istmina.
43 Documento síntesis trabajo en subregionales. Asamblea Regional de Quibdó
43 Trabajador de la refinería en Barranca, integrante de la USO.
44 Integrante de Afrochocó.
45 Documento síntesis subregionales.
46 Integrante de Ruta Pacífica de las Mujeres.
47 Integrante de Proyecto Diálogo político y soluciones sostenibles.
48 Integrante del Frente Amplio por la Paz.
49 Asistente a la Asamblea Regional de Barrancabermeja
50 Integrante de la Red Departamental de Mujeres Chocoanas
51 Véase FIP (2010, p.13).
52 Trabajador del sector salud, Asamblea Regional de Arauca.
53 Integrante del Programa de desarrollo y paz del Magdalena Medio.
54 Integrante del Frente Amplio por la Paz. Municipio de Yondó.
55 Integrante del Congreso de los Pueblos, Tolima.
56 Relatoría Asambleas Subregionales. Eje Cultura de paz y posacuerdos 57 Integrante Comité de Solidaridad con la República de Venezuela. 58 Integrante de la CUT, Tolima.
59 Integrante del Frente Amplio por la Paz.
60 Barrancabermeja. Rector colegio La Fortuna.
61 Pensionado del magisterio.
62 Relatoría Asamblea Subregional de Barrancabermeja.
63 Relatoría Asambleas Subregionales. Eje Cultura de paz y posacuerdos
64 Etnia Uwa, Asamblea de Arauca
65 Integrante de la Corporación Nación
66 Relatoría Asambleas Subregionales. Eje Cultura de paz y posacuerdos
67 Presidente de Asonal Judicial, Barrancabermeja.
68 Integrante de la Federación Comunal, departamento del Huila
69 Rector de colegio, Asamblea Subregional de Bahía Solano
70 Etnia Uwa.
71 Líder Indígena.
72 Estudiante de secundaria.
73 Integrante de la Asociación de mineros campesinos. Montería
74 Emprendedora cultural, lideresa comunal.
75 Representante comunal.
76 Gestor de Paz, Sur del Cauca.
77 Relatoría Asambleas Subregionales. Eje Cultura de paz y posacuerdos.
78 Asistente, Tame.

Referencias bibliográficas

  • Diez, Francisco. (2014). Reconciliación Colombia, Sudán y Filipinas también hablaron de ‘Paz Territorial’, pero… Consultado el 20 de abril de 2016 en http://www.reconciliacioncolombia.com/blog/2014/10/sudan-y-filipi­nas-tambien-hablaron-de-paz-territorial-pero
  • Hernández, E. (2004) “Obligados a actuar. Iniciativas de paz desde la base en Colombia”, en Conciliation Resources. Consultado el 20 de abril de 2016 en http://www.c-r.org/our-work/accord/colombia/spanish/obligados.php
  • Sandoval, K. (2006). Anacrónica: Revista de los Estudiantes de Historia, Nº 4, febrero. Universidad del Valle, Cali – Colombia. Consultado el 20 de abril de 2016 en http://anacronica.univalle.edu.co/pagina_nueva_7.htm

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Producción editorial del equipo de la Revista Lanzas y Letras. www.lanzasyletras.com