Antecedentes de la intervención militar rusa en Ucrania. Aportes para la reflexión
Tras la declaración del reconocimiento de independencia de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk en la región del Donbás (con población principalmente ruso parlante e importantes sectores prorrusos) por parte del gobierno de Vladímir Putin y la posterior intervención militar iniciada el 24 de febrero, son muchos los interrogantes que deja la escalada de un conflicto que ya suma ocho años de confrontación tras la Revolución de Euromaidán (o Revolución de la Dignidad) y la constitución de las repúblicas populares en 2014.
Este texto fue terminado de redactar el primero de marzo de 2022.
Los análisis más recientes sobre la intervención y ocupación militar rusa nos pueden llevar fácilmente a caer en errores. Ya de por sí nos han generado grandes sorpresas los alcances de la ocupación, la cual poníamos en duda por lo contraproducente que sería tanto para Rusia como para Ucrania. Por eso, más allá de jugar a la futurología, reproducir los titulares de grandes medios o reafirmar los argumentos instrumentalizados por uno y otro bando, sumado a la propaganda occidental y rusa, es necesario hacer una reflexión sobre los antecedentes del conflicto, así como las razones que elevan los distintos actores en disputa.
Estamos en una época de transición hegemónica con un evidente declive de la hegemonía estadunidense (Pax Americana) y un escenario de orden multipolar con distintos bloques de poder entre los cuales se incrementa la rivalidad y la posibilidad de confrontación. Este escenario es un evidente reflejo de dicha transición.
Antecedentes locales recientes
Mucho se ha hablado de los problemas heredados tanto por Rusia como por el resto de las exrepúblicas soviéticas tras la caída del bloque en 1991. Dichos aspectos sin lugar a duda son importantes para el análisis, pero se han dejado de lado algunos elementos relevantes que tuvieron un efecto local tras el sisma soviético y que se mantienen vigentes en Ucrania.
La desconfianza por parte de la población ucraniana con la presencia rusa y su continúa intromisión en los asuntos de la exrepública, tanto en la época soviética como tras su constitución como Estado soberano, elevó el descontento de una juventud que vislumbra a Europa y sus valores como símbolos de libertad y progreso, en tanto la conservadora quietud de Rusia, aunada al fantasma del “comunismo” y su aparente contradicción con occidente, reforzó los sentimientos europeístas.
Caso contrario sucedió con las ciudades del este del país, concretamente con la población del Donbás constituida en la actualidad principalmente por ciudadanos ucranianos con descendencia rusa y rusoparlantes (el idioma ruso ha ocupado un lugar central en la vida privada de sus habitantes en tanto el ucraniano se ha usado principalmente en entornos públicos, laborales y de estudio). Es importante mencionar que el centralismo ucraniano ha persistido los últimos años en perseguir el uso del ruso y otros idiomas. Así mismo, durante el periodo soviético el flujo de trabajadores rusos hacia la región, caracterizada por sus riquezas minerales y el sector metalúrgico, aumentó el número de la población rusa que, tras la caída del Telón de Acero y la aplicación de reformas neoliberales, vio deterioradas sus condiciones de vida debilitando las comodidades del periodo soviético.
Los antecedentes recientes del actual conflicto se remontan a noviembre de 2013 con las protestas universitarias de carácter europeísta iniciadas en Kiev, las cuales se generaron tras la frustrada firma de asociación entre Ucrania —liderada por el presidente Víctor Yanukóvich— y la Unión Europea, negociaciones que se vendrían abajo luego de la reunión del gobierno ucraniano con las autoridades rusas (la Revolución Naranja de 2004-05 es un antecedente relevante para este contexto).
La continua presencia de manifestantes en la Plaza de la Independencia de la capital ucraniana, más conocida como Maidán, generó que miles se concentraran allí para exigir la renuncia de Yanukóvich y la integración del país a la Unión Europea. La amplitud de las protestas y su organización trajo consigo la presencia cada vez más notoria de grupos neonazis y de extrema derecha como Práviy Sector y el partido Svoboda, estos sectores no solo se caracterizaron por enarbolar la bandera ucraniana sino también la franela rojinegra del colaboracionista nacionalsocialista Stepán Bandera, asesinado en 1959 por la KGB, elevándolo como símbolo de unidad nacionalista y antirrusa. Es importante resaltar que agrupaciones como Práviy Sector y otras de extrema derecha tienen posturas euroescépticas.
La composición de las manifestaciones fue heterogénea, comprendía a estudiantes, trabajadores, líderes religiosos y una juventud ampliamente descontenta. Ideológicamente abarcaba amplios márgenes ideológicos que iban desde la extrema derecha hasta márgenes importantes de la izquierda. El carácter contrarruso o antirruso estuvo presente desde el inicio, identificando la política ruso-soviética y postsoviética como artífices de los males del país y elevando al himno nacional de Ucrania como símbolo central de las manifestaciones (Shche ne vmerla Ukrainy). A la presencia de grupos radicales de extrema derecha se sumó la militarización de la protesta, la toma de edificios gubernamentales, el aumento de la violencia y la respuesta armada de las autoridades ucranianas (incluyendo grupos civiles de atacantes conocidos como titushkas). Tan solo el 20 de febrero de 2014 fueron asesinados unos 50 manifestantes por la Berkut (policía especial) y para finales del mes el saldo alcanzó 106 manifestantes y 16 policías fallecidos.
Plantear que la Revolución de Euromaidán fue neonazi o neofascista es una conclusión facilista y escueta. Aunque no se puede negar la importancia de estos grupos en la organización de la ocupación de Maidán y su movilización en la guerra del Donbás (figurando el Batallón Azov, Donbás y Dnipro), su presencia real en la política ucraniana, si bien ha contado con la complacencia de las autoridades, es minoritaria. La política ucraniana se ha visto permeada en los últimos años por un fuerte europeísmo contrarruso. El parlamento se encuentra representado en su mayoría por partidos de estas tendencias exceptuando a la plataforma opositora OPZZh prorrusa que alcanzó en las últimas elecciones el 13% de los escaños. Tras las revueltas de 2014 se amplió en el país el proceso de descomunización: los tres partidos comunistas fueron perseguidos e ilegalizados, prohibiendo su participación y el uso de símbolos comunistas. Las políticas autoritarias han sido latentes en el gobierno ucraniano.
Finalmente, el 22 de febrero de ese año, el presidente ucraniano Víktor Yanukóvich huyó del país y la Rama Suprema designó en el gobierno interino al europeísta Oleksandr Turchínov. Los movimientos revolucionarios y contrarrusos de Maidán generaron incomodidad en el sur y este ucraniano rusoparlante así como en Crimea y en el Kremlin. En Sebastopol y el resto de la península el ejército (desplegado sobre el terreno sin distintivos militares) y las autoridades rusas con el apoyo de personal local, garantizaron rápidamente el control militar y político del Parlamento de Crimea y el Consejo de Ministros con la designación de Serguéi Aksiónov como primer ministro de la naciente Republica de Crimea el 18 de marzo. Esta acción garantizaba a futuro no solo el control militar y político de la península, sino también limitar el acceso de la OTAN y EE. UU. al mar de Azov. La rápida acción del Kremlin en Crimea apaciguó posibles confrontaciones entre sectores proucranianos y prorrusos, no solo garantizando la “seguridad” de los rusosparlantes y sectores afines a Rusia sino también la “pacificación” de los tártaros de Crimea y los ucranianos de la península que pudieran ver con desconfianza la presencia rusa.
El Donbás experimentó escenarios de conflictividad entre grupos prorrusos y proucranianos durante las revueltas de Maidán, pero es tras la anexión de Crimea por parte de Rusia que las pretensiones separatistas se manifiestan con la toma de edificios gubernamentales y comisarías, esto bajo una órbita de nostalgia soviética, prorrusa y antinazi. La simbología comunista se convirtió en uno de los elementos distintivos de la protesta y del movimiento separatista, pero calificar al proceso de independencia como comunista sería un análisis igualmente limitado. Aunque es necesario reconocer la presencia de comunistas locales y el flujo de internacionalistas comunistas desde Rusia y otras partes del mundo, también lo hicieron nacionalistas rusos más cercanos al ideario de la extrema derecha que a ideas de izquierda (quizás los nombres de Alexei Milchakov, Veliki Slavian, Alexander Borodai y del ideólogo Aleksandr Duguin ilustren esta situación).
Las nociones antifascistas y antinazis del este de Ucrania parecen que pueden variar con relación a las expuestas en otras partes del mundo teniendo un sustento particular en cuanto a la construcción de un enemigo, en oposición al nazismo (y a veces cierto tipo de nazismo) y ciertos tipos de nacionalismo contrarios al nacionalismo ruso. Es decir, hay expresiones de un antifascismo más asociado a la época soviética, en lucha contra un otro “fascista” que a la constitución de una ideología concreta o ciertos marcos éticos de comportamiento. No se niega la presencia antifascista en Donetsk y Lugansk, pero hay elementos más que contradictorios.
El conflicto iniciado en abril de 2014 en el Donbás se vio representado por fuertes relatos propagandísticos prorrusos y proucranianos (y prooccidentales) que afectaron la percepción del enfrentamiento tanto en el oriente y sur como en el occidente del país, esta instrumentalización de los sucesos lamentablemente fue reafirmada en diversas ocasiones por sucesos de cruenta violencia como también por el uso de fake news para elevar el descontento. La guerra en esta región fue propiciada por Kiev en su pretensión de apagar los intentos de revuelta y separatismo prorruso con la “operación antiterrorista”, a la vez que desde Rusia se intensificó la propaganda caracterizando las revueltas de Maidán y la movilización de tropas ucranianas como una movilización nacionalsocialista antirrusa llegando a difundir la noticia falsa sobre la crucifixión de un niño de tres años.
Pero, otro hecho, este irrefutable, fue el enfrentamiento callejero entre ambos sectores en el sur del país que desencadenó la masacre de Odesa del 2 de mayo donde murieron 46 personas, gran parte de ellos calcinados y asfixiados en la Casa de los Sindicatos tras el ataque armado y con bombas molotov por sectores proucranianos (ultras de los equipos de fútbol FC Chornomorets Odesa y FC Metalist Kharkiv con miembros de Práviy Séctor). Fue más que llamativo el silencio cómplice de las autoridades ucranianas y sus socios occidentales, a la vez que era convertido en parte esencial de la propaganda rusa, este suceso representó un antes y un después para el conflicto. Los meses siguientes trajeron un aumento gradual de los enfrentamientos armados con infantería y con una presencia cada vez más notoria de artillería pesada y autopropulsada.
El 11 de mayo se celebraron los referéndums de Donetsk y Lugansk, alcanzando con un 89% de los votos la preferencia por una independencia de ambas repúblicas. El día 25 se celebraron elecciones presidenciales en Ucrania y se eligió al empresario, oligarca y viejo conocido de la política tradicional Petró Poroshenko con el 54.7 de los votos, quien ya había desfilado por partidos de centro izquierda, liberales, conservadores, europeístas, prorrusos y euroescépticos y además estuvo vinculado al gobierno caído de Yanukóvich.
A la escalada de la guerra se sumó la explosión del avión comercial de Malaysia Airlines (MH17/MAS17) que cubría la ruta desde Ámsterdam hacia Kuala Lumpur, los 283 pasajeros y 15 miembros de la tripulación murieron en la precipitación del vuelo en la localidad de Grábovo (Óblast de Donetsk). Las especulaciones sobre la responsabilidad del siniestro apuntaban a lado y lado del conflicto. Las investigaciones realizadas en Países Bajos (de donde procedían la mayoría de las víctimas) apuntaron a un misil Buk de fabricación rusa disparado por fuerzas separatistas, conclusión a la que se opusieron las autoridades rusas.
La guerra en la región del Donbás ha dejado unas 14.000 víctimas mortales, miles de heridos y al menos dos millones de desplazados. Los crímenes de guerra han estado presentes en ambos lados de la confrontación, pero merece un capítulo aparte analizar las arremetidas del ejército ucraniano y sus milicias radicales en el escenario de guerra, aunque matizando la situación fuera de la propaganda rusa. El conflicto en el este de Ucrania ha estado alejado del radar mediático de occidente, y tan solo ahora que se produce la intervención militar rusa la centralidad de un “nuevo” conflicto levanta una ola de indignación que, si bien puede ser catalogada como válida, es innegable su mediatización y pretensión propagandística.
El Protocolo de Minsk (con modificaciones del 12 de febrero de 2015) fue la ruta establecida desde el 2014 para buscar una solución a la guerra del Donbás. Ucrania, Rusia y las repúblicas populares llegaron a una serie de acuerdos tras reunirse en la capital de Bielorrusia con el auspicio de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y la mediación de Francia y Alemania. De los trece puntos acordados resaltan: asegurar un alto al fuego, indultos y amnistías, intercambio de rehenes, asistencia humanitaria, retirada de equipos, unidades armadas y mercenarios extranjeros de Ucrania; pero fueron los puntos 4, 11 y 12 los más problemáticos ya que acordaban un proceso de descentralización en Ucrania que permitiera el retorno de las repúblicas populares a la administración ucraniana a cambio de otorgar autonomía a las regiones así como apoyo político y financiero del Estado.
Uno de los pasos dados por las autoridades ucranianas a finales de agosto de 2015 fue la reforma constitucional que buscaba impulsar la ley de “descentralización” para otorgar autonomía de gestión a los separatistas de Donetsk y Lugansk, y aunque la misiva recibió una primera aprobación del parlamento, las protestas violentas por parte de los partidos ultraderechistas de Svoboda y el Partido Radical de Oleh Liashko tambalearon el país al oponerse a cualquier concesión hacia los separatistas prorrusos. Desde ese momento el proceso de descentralización continúo en toda Ucrania, pero fue suspendido cualquier intento adicional de gestión para las repúblicas independientes, quedando por fuera de las enmiendas aplicadas a la constitución en 2021 y sin la posibilidad de recibir algún tipo de estatus especial.
En la práctica el Protocolo de Minsk estaba en el olvido. Tras el reconocimiento de Rusia de ambas repúblicas el acuerdo quedó sin ningún sustento. Los nuevos encuentros entre los representantes rusos y ucranianos en Bielorrusia podrían ofrecer un Minsk 3.0, ahora con una serie de demandas mayores por parte de Rusia que implique, no solo el reconocimiento de Crimea, sino la federalización de Ucrania.
La decisión de Putin de reconocer las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk y emprender una invasión militar se podría interpretar de varias maneras:
Primero, la estrategia de dilatación en las negociaciones asociadas a una posible invasión de Ucrania buscaba generar las condiciones políticas para reconocer la independencia de las repúblicas rusoparlantes y con esta acción legitimar la intervención bajo la premisa de proteger a la población civil y emprender el proceso de “desnazificación”.
Segundo, la dilatación de las negociaciones y la negativa de Europa y EE. UU. de garantizar la no asociación de Ucrania a la OTAN llevó a Rusia a garantizar por su cuenta dicho espacio vital reconociendo la región del Donbás y emprendiendo la intervención militar sobre Ucrania, garantizando así que las fuerzas ucranianas no atacaran a las repúblicas y echaran atrás sus pretensiones asociativas con la UE y la OTAN.
Tercero, es conveniente para Rusia asumir el riesgo de reconocer la independencia de las repúblicas y posicionar sus tropas en territorio ucraniano ahora, teniendo en cuenta que Ucrania no hace parte de la OTAN y ninguno de los socios ucranianos podría intervenir directamente.
Cuarto, la preocupación de Rusia sobre las repúblicas populares es instrumental, le ha permitido no solo mantener sus manos en Ucrania, sino que le ha servido como zona de amortiguamiento, a la vez que la invasión fue solo un pretexto adicional para ampliar su espacio vital con relación a occidente. O puede ser un poco de cada una de estas razones lo que propició la intervención militar. Es importante recordar que durante los ocho años de confrontación Rusia se había negado a reconocer la independencia de las repúblicas y ese fue un cálculo importante para mantener el estado de las cosas.
El escenario Internacional
Las disputas generadas en las últimas semanas por el movimiento de decenas de miles de tropas rusas en su frontera con Ucrania, bajo el argumento ruso de la amenaza de su espacio vital por las cercanías de Ucrania con la UE y la OTAN y una posible integración, desencadenó una intervención militar sin precedentes.
Las preocupaciones expuestas por Rusia fueron válidas y lo han sido así desde hace varios años, especialmente cuando en junio de 2017 el parlamento ucraniano (Verkhovna Rada), con 276 de 450 votos decidió favorecer el restablecimiento de la membresía en la OTAN y cambiar su estatus de país no alineado, además en 2020 Ucrania pasó a convertirse en “socio de oportunidades mejoradas” fortaleciendo aún más los lazos con esta organización. Aunque estaba claro que la guerra del Donbás era un impedimento importante para una posible adhesión de Ucrania, ya que la OTAN se percibe como una alianza defensiva y no acepta nuevos miembros que se encuentren en conflicto.
Hay un error explícito de la OTAN y de Ucrania en no propiciar las condiciones para su adhesión, esto es, la implementación de reformas anticorrupción, de DD. HH. y judiciales, entre otras, cuando existía un escenario más favorable. Esta situación se prolongó en parte por la resistencia de importantes miembros de la OTAN —como Francia y Alemania— debido a las políticas autoritarias de Ucrania dudosamente afines a las europeas. Un caso que vale la pena ser mencionado es la amenaza de Hungría de bloquear el ingreso de Ucrania a la OTAN y la Unión Europea, así como las protestas de Rumanía y Rusia por su persecución al uso de idiomas minoritarios en el país. La guerra del Donbás es otro elemento crítico que dificultó la adhesión de Ucrania, pero ninguna de estas situaciones bastó para evitar que la OTAN bajo el liderazgo de EE. UU., propiciara el aumento de las tensiones entre el gobierno ucraniano y el ruso, con la amenaza latente de una cada vez más estrecha colaboración, desencadenando el actual escenario de guerra.
Los discursos retadores de EE. UU. en cabeza de Joe Biden y del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenbeg, quien planteó que “Rusia solo tendrá más OTAN si busca tener menos OTAN en sus fronteras”, no ayudaron a atenuar las tensiones, sino que las intensificaron asumiendo entre Rusia y occidente una retórica cercana a la de la guerra fría. Si no se toman medidas diplomáticas serias entre Rusia y Ucrania las cifras de desplazados, muertos y heridos no dejarán de aumentar, y contrario a lo sucedido en el “lejano e incivilizado” Medio Oriente —según la óptica colonial estadounidense y europea— la guerra que se encuentra nuevamente en las puertas de Europa desde los conflictos en la antigua Yugoslavia podría por mucho empeorar.
Tras la caída del bloque soviético EE. UU., Europa y la OTAN se encargaron de reafirmar a Rusia como un potencial enemigo. Las discordias de los últimos años no solo la arrinconaron a dicho lugar, sino que, bajo el liderazgo de Putin, Rusia ha dejado de contemplar el cómodo accionar de occidente sobre sus asuntos de importancia regional e internacional.
Egos en disputa y “nacionalismos” como ideología
La hegemonía de EE.UU. y sus aliados (incluyendo a la tímida Unión Europea) cada vez más está en entredicho. El mejoramiento de las relaciones entre Rusia y China, con su relativa capacidad militar y económica ha balanceado (o por lo menos ha hecho tambalear) esta relación en un escenario de multipolaridad que no se registraba desde la caída de la URSS. También lo es la capacidad de ambos países no solo en su entorno regional sino en Medio Oriente, África del Norte y América Latina.
La actitud desafiante y discursiva del estar dispuesto a todo de Vladímir Putin con relación al conflicto en Ucrania es la nueva cara del gobierno ruso ante el mundo como la fehaciente evidencia del retorno de Rusia como potencia en el orden internacional. Las demostraciones de fuerza en Chechenia durante toda la primera década del siglo XXI, la intervención en Osetia del Sur y Abjasia (Georgia) en 2008, la anexión de Crimea y el apoyo a los sectores prorrusos en el este de Ucrania, así como la oposición a repetir el experimento de la OTAN en Libia sobre Siria en 2015, evidencian un crecimiento en su capacidad para decidir sin timideces sobre sus intereses y aliados. Rusia se convirtió en un actor dispuesto a mediar concienzudamente en otros conflictos (como sucede en Siria, tanto en Daraa como en el norte entre las fuerzas de al-Assad, el ejército turco y las Fuerzas Democráticas Sirias), pero también en un Estado dispuesto a usar su capacidad militar para disuadir cualquier posible amenaza por la fuerza. Finalmente, la insistencia de EE. UU. de edificar a Rusia como una amenaza y como un enemigo ha generado frutos, Moscú es un actor central en el escenario internacional y parece que hará respetar su lugar de poder.
La confrontación en Ucrania es la disputa principalmente del nacionalismo ruso y el nacionalismo ucraniano. Al revisar esta relación encontramos el gobierno conservador de Putin y el liberal (de corte neoconservador) de Zelenski, aunque las políticas conservadoras tanto en Rusia como en Ucrania no son una novedad, las expresiones feministas y LGBTIQ+ están en constante disputa de reconocimiento en ambas naciones. Las grandes diferencias radican en el interés ruso de que Ucrania siga siendo parte de la órbita del Kremlin, en tanto Ucrania tiene el interés de ser parte del espacio de la Unión Europea. Desde luego pesa el interés de Ucrania como Estado soberano sobre el de cualquier otra nación. Tanto Rusia como Occidente ven a Ucrania como un posible amortiguador entre sus territorios. Sus diferencias económicas varían entre el liberalismo económico implementado y la capacidad del Estado en intervenir sobre áreas como la educación y la salud, así como la amplitud cada vez más de reformas neoliberales.
Algunas consideraciones finales
- La guerra del Donbás por sí sola ya dejó heridas profundas en la sociedad ucraniana, la relación entre Donetsk y Lugansk con Kiev será difícil de reparar. Tras la invasión rusa y su “desnazificación” de Ucrania, estas heridas serán alimento y gasolina para las fuerzas de ultraderecha y grupos neonazis, que en la práctica evidenciaron la beligerancia de Rusia y la inoperancia de la OTAN, EE. UU. y la UE (ya manifiestas en sus posturas antirrusas y euroescépticas). El actual contexto también reforzará la extrema derecha de las exrepúblicas soviéticas.
- Es importante reconocer los valores discriminatorios, autoritarios y neofascistas en la construcción del otro, los verdugos de hoy podrán ser fácilmente las víctimas del mañana. El relato propagandístico que quiere enarbolar a lo ruso como el demonio postsoviético y que busca eliminar el progreso europeo, así como los relatos que buscan edificar a lo ucraniano como la trasmutación fascista que busca eliminar todo lo asociado a Rusia es por lo menos delirante y profundamente peligroso en una época donde los ultranacionalismos están en auge.
- La hipocresía de los entes deportivos internacionales con relación a la guerra en Ucrania es desconcertante, se sanciona a los clubes y deportistas rusos (y en algunos casos a los de Bielorrusia) como una vinculación directa a las decisiones del Kremlin. Se verán afectados deportes como el fútbol, la delegación rusa en los Juegos Paralímpicos de Invierno, la F1, el boxeo, la natación y el voleibol, ya sea por la participación de los equipos deportivos (que es el punto grave) o por ser sedes de las competiciones. Aunque en el pasado se han dado sanciones de este tipo, es relevante evidenciar que estas se aplican sobre delegaciones y deportistas exclusivamente y contrarios a las pretensiones de EE. UU., Europa y sus socios. Sobra enunciar casos del pasado, pero para una problemática reciente me pregunto… ¿Para cuándo las sanciones contra el apartheid israelí?
- Las acostumbradas sanciones económicas de EE. UU. y sus socios a los Estados que se revelan a las dinámicas hegemónicas se volvieron predecibles, desgastan a los Estados y empobrecen a sus pueblos, a la vez que les reafirma como víctimas del imperialismo norteamericano (asunto innegable) en la relación con sus ciudadanos; se pueden mencionar los casos de Siria y Venezuela como ejemplos de intervencionismo económicos despiadado que amarran a los gobiernos autoritarios de ambos países en el poder. Además, una cosa es sancionar a países como los mencionados y otra sancionar a Rusia o China, veremos qué pasa.
- Con el respeto que se merece la solidaridad elevada con Ucrania, resulta llamativo que desde occidente no se elevaron oraciones cuando ocurrieron violaciones de DD. HH. contra las repúblicas populares.
- Una vez más queda retratado que tener el respaldo político y militar de EE. UU., puede resultar contraproducente. Súmese lo que pasó en Ucrania como un nuevo escenario donde los estadounidenses dejan a la suerte a sus aliados.
- Todo esto para decir que hay responsabilidades repartidas sobre lo que hoy sucede en Ucrania. Rusia es responsable enteramente de su intervención, pero Europa y EE. UU. tienen una responsabilidad enorme en propiciar el escenario que hoy afecta al pueblo ucraniano. El gobierno de Volodímir Zelenski, a quién sería difícil catalogar de neonazi (es judío) o de ultra derecha, se vio superado por las dinámicas políticas internas como por las disputas de orden internacional tanto con Rusia como con sus aliados.
- No nos deberíamos sumar a la mediatización de la guerra en Ucrania por occidente, pero tampoco deberíamos apoyar la desproporcionada intervención militar de Rusia.
Bibliografía
Isla-Lope, J.-A., & Vélez-Agudelo, J.-L. (2022). Visión crítica de las relaciones internacionales en Medio Oriente y la transición hegemónica en el orden internacional: una entrevista con Jaime Alberto Isla Lope. Fórum. Revista Departamento de Ciencia Política, (21), 276–305. https://doi.org/10.15446/frdcp.n21.98404
War and Anarchists: Anti-Authoritarian Perspectives in Ukraine: https://es.crimethinc.com/2022/02/15/war-and-anarchists-anti-authoritarian-perspectives-in-ukraine
Ukraine parliament restores NATO membership as strategic target: https://www.defensenews.com/global/europe/2017/06/09/ukraine-parliament-restores-nato-membership-as-strategic-target/
Hungary to block Ukraine’s NATO membership over language law: https://www.reuters.com/article/us-ukraine-nato-hungary-idUSKBN1Y823N
Ucrania: El año del Caos: https://youtu.be/ZFZ5h95vWG0
Russian TV sparks outrage with Ukraine child ‘crucifixion’ claim: https://news.yahoo.com/russian-tv-sparks-outrage-ukraine-child-crucifixion-claim-114839196.html
Odessa Massacre: ‘Right Sector wouldn’t let people out of burning building”: https://www.youtube.com/watch?v=ec0mgpwW6_Y&ab_channel=RT
Paquete de medidas para la Implementación de los acuerdos de Minsk – Resolución 2202 (2015): https://www.refworld.org.es/docid/54eefe884.html https://peacemaker.un.org/sites/peacemaker.un.org/files/UA_150212_MinskAgreement_en.pdf
Ukraine crisis: Deadly anti-autonomy protest outside parliament: https://www.bbc.com/news/world-europe-34105925
Ukraine’s Slow Struggle for Decentralization: https://carnegieendowment.org/2017/03/08/ukraine-s-slow-struggle-for-decentralization-pub-68219
No separate status for occupied areas of Donbas laid down in Constitutional amendments draft – MP: https://www.ukrinform.net/rubric-polytics/3303880-no-separate-status-for-occupied-areas-of-donbas-laid-down-in-constitutional-amendments-draft-mp.html
¿Cuál es el proceso de adhesión a la OTAN y cuan cerca está Ucrania de convertirse en miembro? https://es.euronews.com/my-europe/2022/02/23/cual-es-el-proceso-de-adhesion-a-la-otan-y-cuan-cerca-esta-ucrania-de-convertirse-en-miemb
Ucrania limita la escolarización en las lenguas minoritarias: https://elpais.com/internacional/2017/10/17/actualidad/1508230298_269980.html
OTAN reconoce a Ucrania como socio de oportunidades mejoradas: https://www.ukrinform.es/rubric-polytics/3044470-otan-reconoce-a-ucrania-como-socio-de-oportunidades-mejoradas.html
El presidente de Ucrania solo concibe la paz regional con Rusia como contraparte diplomática: https://www.europapress.es/internacional/noticia-presidente-ucrania-solo-concibe-paz-regional-rusia-contraparte-diplomatica-20220219171202.html
Zelensky’s full speech at Munich Security Conference: https://kyivindependent.com/national/zelenskys-full-speech-at-munich-security-conference/
Biden ensaya con Putin la ‘estrategia del megáfono’: https://elpais.com/internacional/2022-02-05/biden-ensaya-con-putin-la-estrategia-del-megafono.html
What can the west do about Russia invading Ukraine?: https://www.theguardian.com/world/2022/feb/24/russia-invading-ukraine-putin-nato-what-can-west-do
Israel said worried US sanctions on Russia could affect Syria operations: https://www.timesofisrael.com/israel-said-worried-us-sanctions-on-russia-could-affect-syria-operations/
Yo estuve en Ucrania, y te están mintiendo: https://www.elsaltodiario.com/opinion/estuve-ucrania-estan-mintiendo
Más allá de los relatos oficiale: https://blogs.publico.es/dominiopublico/43667/mas-alla-de-los-relatos-oficiales/?utm_medium=social&utm_campaign=Publico&utm_source=Facebook#Echobox=1646039302
Mensaje del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sobre la tensión entre Rusia y Ucrania: https://www.facebook.com/FOROtv/videos/637812384153132
Vladímir Putin ofrece declaraciones tras reconocer las Repúblicas de Donetsk y Lugansk: https://www.facebook.com/rtvivo/videos/674804010429062/
Will the Russia-Ukraine crisis affect Lebanon’s food supply? https://today.lorientlejour.com/article/1291592/will-the-russia-ukraine-crisis-affect-lebanons-food-supply.html
Middle East’s Food Supplies At Risk Following Invasion of Ukraine: https://www.albawaba.com/news/middle-easts-food-supplies-risk-following-invasion-ukraine-1467655
Excluida del Mundial, patrocinadores descartados: Rusia sufre las sanciones deportivas: https://www.france24.com/es/minuto-a-minuto/20220228-excluida-del-mundial-patrocinadores-descartados-rusia-sufre-las-sanciones-deportivas
Las sanciones deportivas a Rusia son ejemplares, pero no inéditas: https://www.mundodeportivo.com/futbol/internacional/20220228/1001758065/sanciones-deportivas-rusia-son-ejemplares-ineditas.html
Donald Trump alaba a Vladimir Putin por movimientos en Ucrania: https://www.dw.com/es/donald-trump-alaba-a-vladimir-putin-por-movimientos-en-ucrania/a-60880336
Crisis en Ucrania: las claves de por qué atacó Rusia: https://www.nytimes.com/es/2022/02/21/espanol/rusia-ucrania.html
¿Cómo las tensiones entre EE.UU. y Rusia podrían afectar la Estación Espacial Internacional? https://www.radionacional.co/actualidad/ciencia/estacion-espacial-internacional-las-tensiones-entre-eeuu-y-rusia