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Romper con la complicidad machista

Pensar el rol de los varones en el feminismo es una tarea que corresponde, fundamentalmente, a los varones. Este es un esbozo con algunas claves que pueden ayudarte a entender y cuestionar tu posición privilegiada en la sociedad patriarcal contemporánea. Es hora de romper con la cofradía machista, y asumir las responsabilidades que esta tarea conlleva necesariamente. [Portada: Juan Sebastián Álvarez].

“Lo privado es político. Cada mujer que se atreve a decir basta,
que quiere dejar de ser víctima para convertirse en sobreviviente,
desafía a toda la estructura de la violencia machista.”

Fragmento del documento “Ni una menos” del 3 de junio de 20151

Por: Joaquín Coronel y Miguel Matías Barboza.* El 3 de junio del corriente año fue el quinto aniversario de la multitudinaria movilización del “#NiUnaMenos” en Argentina. Aquel día histórico del 2015, la protesta en repudio del femicidio de Chiara Páez (de 14 años), volcó a miles de personas a las calles de decenas de ciudades del país bajo la consigna “Ni una menos. Vivas nos queremos”. Todo el proceso político e histórico que venía acumulándose durante años llevado adelante por colectivos de mujeres, feministas y disidencias se vio cristalizado en ese gran grito masivo en las calles con el objetivo de denunciar los crímenes de odio.

Desde ese día y hasta hoy muchos varones nos vimos interpelados por una marea que empezó a visibilizar nuestros privilegios, la desigualdad de género y sobre todo la violencia sistemática sufrida por mujeres y disidencias sexuales.

¿Qué hacemos los varones frente a la violencia hacia las mujeres, identidades feminizadas y disidencias sexuales?

Seguramente los varones que lean estas líneas se sientan impotentes frente a las noticias de un nuevo femicidio, travesticidio o crimen de odio, como cualquier persona de esta sociedad; lo cierto es que, para los varones, como congéneres de esos otros varones femicidas, implica una reflexión especial.

El observatorio de las Violencias de Género “Ahora Que Sí Nos Ven” dio a conocer las cifras de femicidios en Argentina entre el 1 de enero y el 31 de julio de 20202, que fue elaborado a partir del análisis de medios gráficos y digitales del país.  Del mismo se desprende que durante ese lapso hubo 178 femicidios, 1 femicidio cada 29 horas. Otros datos destacables son: que el 67% de los femicidios fueron cometidos por las parejas o ex parejas de las víctimas; el 69% de los femicidios ocurrió en la vivienda de la víctima; 34 de las víctimas habían realizado al menos una denuncia; 11 víctimas tenían medidas judiciales; al menos 8 niñes perdieron a sus madres como consecuencia de la violencia machista en el mes de julio; 97 femicidios fueron perpetrados durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio (entre el 20 de marzo y el 31 de julio). Cifras alarmantes.

Los femicidios, travesticidios y los crímenes de odio son la punta del iceberg en relación a todas las violencias ejercidas hacia las mujeres, identidades feminizadas y la disidencia sexual. No son hechos aislados, “pasionales” o del orden de lo privado, sino justamente crímenes políticos y sistemáticos.

Son políticos, porque media una relación de poder. Culturalmente, de forma implícita y explícita, a las niñas les enseñamos que tienen que responder como “una señorita”, que tienen que jugar con la muñeca, a la “cocinita” y a ser amas de casa, que no deben ser groseras, destinándolas así a tareas de cuidado, limpieza, demandas del hogar y de la familia. Mientras que a los niños les enseñamos a defenderse a golpes, a responder a sus angustias con violencia y a que naturalicen que sus juegos estén vinculados con la lucha física, la competencia y los superhéroes. Estamos construyendo una matriz política donde a unos se les permite ejercer el poder (mediante la violencia), y a otras obedecer órdenes. Mención especial merecen todas aquellas expresiones de la infancia que no se ven representadas en ese binomio varón-mujer y que en términos generales sufren específicamente los mandatos de la masculinidad y la feminidad que la cultura patriarcal ha delimitado tan precisamente.

Y son sistemáticos, porque no depende de la voluntad individual de las personas. No alcanza con decir e intentar poner en práctica la premisa “yo no soy un varón violento”.  Es necesario hacernos cargo de la responsabilidad colectiva que confiere: romper con la cofradía machista es una tarea que atañe estrictamente a todos los varones. El sistema patriarcal se asienta inexorablemente sobre la complicidad machista y la respuesta para romperla necesariamente implica construir respuestas colectivas.

El patriarcado es un sistema político, social, cultural y simbólico muy arraigado que constriñe y moldea nuestros deseos. Ir en contra de ese sistema es un compromiso ético que merecemos asumir no solo por la supervivencia de las mujeres, travestis, trans y de las disidencias sexuales, sino también para deconstruir nuestros propios deseos y placeres y, con ello, construir un mundo más igualitario.

¿Qué podemos hacer los varones?

En este contexto de pandemia y conforme a las cifras expuestas, es claro que el Estado tiene una responsabilidad inmediata en la aplicación de políticas públicas. Los hogares son espacios inseguros para las víctimas de la violencia machista, sobre todo durante el aislamiento social obligatorio que las expone más al estar aisladas con su agresor.

Sin embargo, los varones podemos hacer mucho para aportar nuestro compromiso a la lucha que vienen dando los movimientos de mujeres y disidencias. No tenemos que des-responsabilizarnos del lugar de privilegio. A continuación, les damos algunas propuestas:

  • Preguntar a tus amigas, compañeras, pareja, hermana e hija o cualquier feminidad que tengas cerca, sobre todas las vivencias que han vivido a lo largo de su vida.
  • Escuchar. La escucha activa es clave para poder comprender las vivencias por las que pasaron y pasan históricamente las mujeres e identidades feminizadas. Lo que ellas tienen para decir no es un ataque personal, es una denuncia a un sistema que nos ubica, como varones, en un lugar privilegiado.
  • Leer, informarse y dejarse interpelar. Luchar contra el patriarcado no es un acto “heroico” para salvar a las mujeres. Es ante todo una oportunidad para romper con mandatos patriarcales que también te obligaron a ocupar lugares que quizás no querías asumir. Aún así, no te olvides de que quienes más tuvieron que soportar la violencia patriarcal fueron y siguen siendo las mujeres y disidencias sexuales.
  • Animarse a desnaturalizar prácticas que reproducen lógicas de violencia patriarcales en tus grupos de amigos de varones. Interviene en ellos, interpélalos, pregunta. Quizá no resulta estratégico “levantar el dedo señalador”, sino hacerlo desde un lugar de par, para evitar la confrontación e invitar a la reflexión colectiva y sobre todo a la autorreflexión. 
  • Asumir tareas domésticas y de cuidado que siempre consideraste que debían realizar mujeres o cuerpos feminizados. No es un favor que estás haciendo, sino que estás responsabilizándote de tareas que deberían haber sido democratizadas desde siempre.
  • Comprométete a estar atento a que tus amigas, compañeras, vecinas, hermanas estén seguras, libres de violencia de género. Pero sin reproducir formas de intervención patriarcales como la de “ir a agredir al agresor” porque son acciones que vuelven a ubicar a las mujeres y disidencias en un lugar de revictimización. 
  • Aprender de las redes feministas, del “amuchamiento” que acompaña sin juzgar, que interviene considerando la voz de la persona en situación de violencia y la empodera. No intervengas sin consultar a otres.
  • Asumir un comportamiento activo, sobre todo habla con tus amigos, compañeros, vecinos, hermanos que sospeches que puedan llegar a tener actitudes violentas frente a sus parejas, hermanas, amigas, especialmente en este contexto de confinamiento.
  • No juzgues a las personas que están en situación de violencia. Tal vez no puedas comprender por qué no pueden salir de ese lugar de opresión, pero tienes que saber que hay variables que condicionan su decisión que nunca vas a conocer. No necesita que opinemos, sino que acompañemos sin juzgar.
  • No justifiques la violencia ejercida hacia una mujer o disidencia porque sientes empatía con el agresor. No está mal que lo entiendas y compartas su angustia, pero las agresiones nunca pueden ser justificadas. Hay siempre otras formas de resolver los problemas.
  • Escuchar al potencial agresor, puede ser una buena estrategia de intervención para ayudarlo a cuestionarse. El patriarcado nos ha enseñado a los varones que la única forma de expresión que tenemos desarrollada es la violencia. Esto no es así ni debería serlo. No se trata de buenas/os o malas/os. La violencia física, psicológica, verbal, económica nunca tiene argumentos válidos. Siempre hay otra salida y a veces puede ser que ofrezcas un oído. Es importante que puedas hacerlo.
  • Investigar, acompañar y compartir redes de contención para trabajar las violencias desde programas estatales o bien de organizaciones sociales y políticas que se ocupan del tema.

Reflexiones finales

Como organización política nos resulta fundamental realizar nuestro proceso de deconstrucción acompañando las reivindicaciones de los feminismos y de los movimientos de mujeres y de disidencias sexuales. 

Frente a una sociedad que es patriarcal y que fomenta el odio hacia las disidencias sexuales, los varones debemos reflexionar acerca de nuestros actos. Es necesario poder hablar y discutir sobre las acciones cotidianas que puedan ser violentas, posicionarnos contra el pacto machista y contra quienes ubican discursivamente esa violencia en un lugar monstruoso, culpando a otros machos sin hacerse cargo.  Es necesario dejar de señalar, desresponsabilizándonos de la violencia machista, y apostar a procesos colectivos de reflexión para desterrar todo el iceberg y no sólo la violencia extrema que es apenas la punta visible.

Lohana Berkins, activista y referente travesti argentina supo decir: 

“Somos víctimas de un sistema.
Por eso hay que cambiarlo mediante una lucha colectiva,
porque compartimos la desigualdad y la opresión”.3

Tomando sus palabras te decimos que hay otras formas de ser varón. Te llamamos a encontrarnos, a reflexionar y a deconstruir esas categorías para volver a habitarlas desde otros lugares y sentidos. Con la única certeza de que ese tránsito, si bien es individual también es profundamente colectivo. 

A la violencia machista, ¡organización feminista!

Notas:

*El Colectivo de Varones Antipatriacales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina), se conforma en el 2010 con el objeto de revisar las prácticas machistas e ir definiendo el rol de los varones en la lucha feminista. Es una organización política de construcción horizontal que reivindica las luchas del movimiento feminista y de la disidencia sexual. Integrada por maricas y varones cis heterosexuales. Activa con personas que se identifican como varones o que son socialmente leídas como tales, generando espacios de reflexión colectiva mediante talleres con una perspectiva de educación popular. 

  1. “#NiUnaMenos”. Documento leído en la multitudinaria movilización en la capital argentina contra el femicidio, en el que se detallan datos sobre la situación de violencia contra las mujeres y se plantean medidas al respecto”. NODAL Noticias de América Latina y el Caribe. Link:
    https://www.nodal.am/2015/06/niunamenos-documento-leido-en-la-multitudinaria-movilizacion-en-la-capital-argentina-contra-el-femicidio-en-el-que-se-detallan-datos-sobre-la-situacion-de-violencia-contra-las-mujeres-y-se-plan/
  2. “Registro Nacional de Femicidios 2020” (3 de agosto de 2020). Ahora que sí nos ven. Link:
    https://www.facebook.com/ahoraquesinosven/posts/608179523234402
  3. Tomás Máscolo (5 de febrero de 2018). “Yo soy Lohana Berkins, travesti”: a dos años de la muerte de una mariposa”. La Izquierda Diario. Link: http://www.laizquierdadiario.com/Yo-soy-Lohana-Berkins-travesti-a-dos-anos-de-la-muerte-de-una-mariposa