Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

“La educación menstrual es nuestro primer pilar”: Entrevista a Karol López de Las Fuertes

¿Cómo hubieran sido las cosas si alguien te hubiera explicado a tiempo qué es la menstruación, que es normal, que nos pasa a todas y que no es motivo de vergüenza? ¿Cómo serían las cosas si las niñas y adolescentes colombianas tuvieran clara la relación entre menstruación y fertilidad, si llamaran a las partes de su cuerpo por su nombre, si supieran que ser madres no es un destino? Conversamos con Las Fuertes de Isla Fuerte alrededor de la educación menstrual para todes.

¿Qué es Las Fuertes, cómo nace y cuál es su importancia?

Esta idea nació en octubre del 2020 cuando fui a Isla Fuerte e hice unas encuestas para ver si tenía sentido hacer un taller sobre educación menstrual. En sus inicios, la idea era poder llegar a muchas regiones o comunidades rurales donde este tipo de información casi nunca llega, y crear un currículum para ir a Isla Fuerte, Moñitos, Paso Nuevo y otras regiones y pueblos, donde la gente me fuera diciendo: “te recomiendo ir aquí, te recomiendo ir allá”.

Oficialmente empezamos en febrero de este año y después de haber ido ya tres veces, y empezar a conocer más a las participantes que tenemos en este momento, me di cuenta de que mucho más de allá de ser un currículum de educación menstrual, tenemos el potencial de ser un proyecto de empoderamiento y liderazgo. La idea ya no es irnos a varias regiones (o por lo menos no ahora), la idea es quedarnos de base en Isla Fuerte y crear un programa robusto que le permita a nuestras participantes tener acceso a información que no se da en el colegio, para que identifiquen sus fortalezas y tengan herramientas que les permitan alcanzar algunos o todos los sueños que tienen en este momento. En concreto, Las Fuertes es un proyecto de empoderamiento y liderazgo, y la educación menstrual es nuestro primer pilar.

Las Fuertes nace por tres cosas. Yo viví muchos años en el exterior y mi última experiencia de vida y de trabajo ocurrió en Madagascar. Allá viví tres años como voluntaria asesora de salud pública. Vivía en una comunidad muy pequeña, relativamente parecida a lo que es Isla Fuerte, era una comunidad costera de aproximadamente 1500 personas, donde no hay acceso a agua potable, no hay luz y sólo hay una vía principal. Estando allá, aparte de mis proyectos de salud pública, tuve la gracia y la fortuna de encontrarme con niñas maravillosas que cambiaron mi vida. Trabajé por año y medio con un grupo de niñas entre 12 y 15 años, y ellas fueron las que me abrieron los ojos a lo que es ser niña o adolescente en comunidades precarizadas, empobrecidas, con total ausencia del Estado y de políticas que les permitan surgir; y también allá, por primera vez, viví de frente y en carne propia cómo los roles de género son tan supremamente marcados, excluyentes y machistas.

Para bien o para mal, yo viví y crecí por muchos años en una burbuja, en Estados Unidos. Por supuesto experimenté ciertas cosas como inmigrante latina, pero nunca había visto tan de cerca la distinción entre hombre y mujer, lo marcado que es y las barreras que existen. Al empezar a trabajar con estas niñas preadolescentes y adolescentes mi vida cambió, porque vi lo difícil que es para ellas balancear o equilibrar las tareas del colegio con las tareas del hogar, o lo discriminadas que son simplemente por el hecho de ser del género femenino. Los comentarios que se dicen, cómo las usan, cómo las ven como una pertenencia y no como un ser humano, y lo último que vi fue como la menstruación las condiciona tanto.

Debido a los bajos ingresos muchas de ellas en realidad no tienen para comprar toallas higiénicas, entonces tienen que usar papel periódico u hojas que encuentran en el bosque, o simplemente pedazos de tela de ropa que ya no usan, telas feas, sucias. Claramente muchas de ellas están expuestas a infecciones y la falta de conocimiento de su menstruación y qué significa, y el desconocimiento de la relación entre menstruación y fertilidad, las dejan vulnerables a tener embarazos no planeados o no deseados. Así es un poco como me encuentro cara a cara con esa situación.

Regresé a Colombia pensando que iba a poder conseguir trabajo relativamente fácil, aunque siempre he sabido que el mercado laboral aquí en el país es muy difícil. Luego llegó la pandemia y ya con eso los prospectos de trabajo prácticamente se anularon. Pasé muchos meses buscando y después de muchas frustraciones dije simplemente: “no voy a volver a buscar y voy a meterme en esto”, no sabía qué iba a pasar y todavía aún no sé qué va a pasar, pero tengo la esperanza de que este proyecto va a salir adelante. Son muchas incógnitas las que una tiene en el camino, por suerte tengo la fortuna que mi familia me apoya 100%, entonces puedo tomar esta libertad de decir: “me voy a dedicar a esto”. Por otro lado, entonces, Las Fuertes nace por frustración profesional.

En tercer lugar, para nadie es un secreto que tenemos muy poca presencia del gobierno estatal y nacional en cuestión de inversión a los jóvenes y a la educación. Estando aquí en Colombia me he podido empapar y ver un poco más la situación, con los paros por ejemplo, y es muy evidente que necesitamos invertir en la parte social. Además, para mí, cuando se invierte en los jóvenes los resultados se ven de manera casi inmediata. No es que estemos haciendo milagros, no, y tampoco estamos salvando vidas, pero estamos impactando vidas, y cuando se trabaja con niñes, adolescentes y jóvenes, los resultados se ven un poquito más rápido, y lógicamente se prolongan por muchos más años.

¿Por qué es importante hablar de educación menstrual en Colombia?

Es importante, primero, lograr que las niñas y adolescentes entiendan que la menstruación es parte de nosotras, que sepan que va a estar con nosotras por más de 40 años y que desde muy pequeñas la vean con naturalidad, y no como ese choque de que me toca lidiar con esto cada mes. Que vean que pueden usar la menstruación y su ciclo menstrual como poderes que les pueden permitir hacer muchas más cosas, en vez de verla como algo negativo.

Segundo para que ellas entiendan cómo trabaja su ciclo menstrual, e identifiquen la relación entre ciclo y fertilidad, para tener un poco más de información antes de llegar a tener una relación que puede terminar en un embarazo. Nuestra idea es empezar a incorporar educación sexual integral, pero yo lo estoy haciendo todo con mucha calma, con mucho tacto, porque la comunidad de Isla Fuerte es del Caribe, es una comunidad machista y hay muchas barreras. Yo no quiero llegar de frente a pretender cambiar todo, sino con mucha paciencia tomando en cuenta el entorno cultural y social, quiero que la gente no me vea simplemente como la cachaca que viene de Bogotá y nos viene a obligar a estas clases, sino que vean, poquito a poquito, que la información que se les está dando les empieza a abrir los ojos en diferentes ámbitos.

Por otro lado, tal como lo vi en Madagascar, aquí las niñas están cargadas de labores del hogar. Tienen que estar pendiente de los hermanos menores o primitos o los vecinos, están encargadas de lavar los platos, la ropa, hacer el aseo en la casa, y aparte de eso ir al colegio. No les dan suficiente tiempo para desarrollar sus habilidades académicas ni talentos, y además, desafortunadamente, el sistema académico es tan terrible, que limita aún más su desarrollo como personas capaces de muchas cosas más alla del cuidado del hogar. De lo poco o mucho que he podido estar con las niñas, se nota mucho la deficiencia del sistema educativo, y en ese sentido, es importante poder brindarles un espacio que no solamente les de herramientas respecto a la menstruación sino elementos generales respecto a su educación. ¿Qué hago yo dándoles estas clases cuando su nivel de lectura y escritura no es el adecuado? ¿qué sentido tiene que cuando vean su agenda con sus apuntes no se vayan a acordar, no vayan a poder leer o entender que fue lo que le dijo la seño Karol cuando hicimos tal o tal taller?

Las niñas que tenemos hasta el momento están empezando a ver que también es importante que ellas tengan un espacio donde puedan disfrutar su transición de niñez a la adolescencia de una manera sana, positiva, con buenas herramientas. Están empezando a ver que hay otros estilos de vida y no simplemente la costumbre de que a los 15, 16, 17, 18 años, ya tengo un hijo, planeado no planeado, y mi vida es estar en la casa haciendo cualquier cantidad de tareas hogareñas. Yo no estoy diciendo que eso sea malo pero nuestra idea es poder brindar las herramientas para que ellas decidan si esa es la vida que desean o si por el contrario su deseo es continuar su educación, y eventualmente ir a la universidad. Empezamos con educación menstrual porque si no empezamos de ahí pues muy probablemente muchas van a quedar embarazadas. No sé si vamos a poder prevenir muchos embarazos no deseados pero esa es la idea.

Desde lo poquito que he empezado a conversar con muchas mujeres -o personas menstruantes- alrededor mío, ellas mismas se están dando cuenta lo poco o nada que saben sobre su ciclo, y la información se basa en saber que un día llegó la sangre y ya desde ese día todo cambió y nunca entendimos por qué. En mi caso, yo no la quise por mucho tiempo, o más bien la odié, y me acuerdo de que cuando era adolescente en muchos casos deseaba ser un niño, porque ellos no tenían que “lidiar” con la menstruación.

Aparte de eso, los tabúes que existen alrededor de ella: que la sangre da asco, que es algo impuro, que es un desecho, etc. Eso, directa e indirectamente, tiene un impacto muy grande en nuestra autoestima, porque si cada mes estamos odiando esos 2-7 días, entonces nos estamos odiando a nosotras mismas. De ahí se generan una cantidad de problemas de autoestima y amor propio que tienen repercusiones en muchas otras cosas: cómo se relacionan con nosotros, qué tipo de persona se va a elegir como pareja, cómo se vive el día a día, etc. Creo que al tener acceso este tipo de información nos cambia el chip, y esperemos que con esto podamos tener nuevas generaciones donde la menstruación no se vea como “la sangre que se bota”, como lo dicen ellas, sino como un ciclo esencial que es signo de salud, de bienestar y que hace parte de nosotras por muchos años.

¿Qué relación tiene la educación menstrual con los derechos sexuales y reproductivos de las niñas, adolescentes y jóvenes?

Yo creo que en el momento en que nosotras empezamos a conocernos, a entender cómo es nuestro ciclo y cómo funciona, cuál es su relación con la fertilidad, entonces podemos, a partir de esa información, empezar a decidir qué es lo que queremos para nuestras vidas.

Hace unos días tuve un taller con un grupo de señoras en Cartagena, estábamos hablando del tema, y había unas señoras que ya están en su menopausia. Ellas pensaban, o mejor dicho les habían dicho, que una sólo podía quedar embarazada durante la fase de ovulación. Todas quedaron sorprendidas cuando les dije que no, que en realidad nosotras podemos quedar embarazadas durante cualquier etapa del ciclo, y todas, te digo el 100% de las señoras, quedaron en estado de shock, dijeron: “no puedo creerlo”.

Si nosotras no sabemos cómo funciona nuestro cuerpo,, vamos a tener embarazos no deseados o no planeados, y vamos a tener vidas frustradas. Las niñas y adolescentes que tienen problemas de autoestima pueden terminar fácilmente en relaciones abusivas, porque cualquiera puede venir a violentarlas. Si el amor por su propio cuerpo no existe, entonces no existen esas ganas de cuidarlo, de decir, “este es mi cuerpo y yo decido quién lo toca y quién no”, pero si eso no está presente es muy fácil que sean víctimas de muchas cosas que ocurren a diario en este país.

Si desde muy pequeñitas les estamos hablando de cómo son las cosas, y les enseñamos a llamar las partes por sus nombres, que no es el chocho sino la vulva, cómo funciona, cuáles son los orificios, pues lo ven con otra perspectiva y lo empiezan a amar.

La pornografía, por desgracia, se ha vuelto la herramienta de educación sexual. Si las niñas y adolescentes no aprecian su cuerpo, no saben cómo funciona, no saben qué es lo que tiene, no saben cómo quererlo, cómo protegerlo, pues entonces cuando consumen ese porno dirán “eso es lo normal”. Yo ya he escuchado comentarios de niñas de 10 a 13 años -algunas que ya tienen su menstruación, otras que todavía no-, que ya están viendo porno, entonces su primer contacto con la sexualidad es una película porno, y ahí, ¿qué podemos esperar?

Pero sí desde nuestros talleres podemos impartir de educación y hablar abiertamente sobre “estas son las partes, así es que funcionan, así es que se llaman, por eso es que debemos cuidarlas, por eso es que debemos respetarlas, por eso debemos decidir bien”, creo que podemos hacer algunos cambios, o por lo menos eso es lo que yo espero.

¿Por qué es importante desmontar los prejuicios, tabúes y estereotipos respecto a la menstruación? ¿Cómo esta censura ha afectado a las mujeres rurales colombianas?

Cuando yo estaba haciendo las encuestas, había cosas que para mí parecían un tabú súper loco, como decir que una niña con la menstruación no se puede trepar a un árbol porque lo mata. Esto para mí lógicamente es un tabú y algo supremamente absurdo, pero después tuve la oportunidad de hablar con una psicóloga-antropóloga que me hizo ver otra cara de la moneda, que es muy probable que eso tenga una razón de ser, que en algún momento sí alguien notó que las cosechas se dañan, y hay muchas culturas donde hay una relación. Yo no puedo decir si sí o si no, no lo he investigado, pero es bastante difícil definir cuáles en sí son los tabúes y cuáles son los prejuicios que nosotros como externos de ciertas culturas vemos así.

Por otro lado, lógicamente existen tabúes que son muy perjudiciales y que restringen la vida de las personas menstruantes. Si a una niña que siempre le ha fascinado subirse a los árboles, le llegó su menarquia y desde ahí le dijeron: “tú nunca más te vas a poder subir a ese árbol que tanto amabas”, pues esa niña se va a sentir supremamente culpable. Y si nadie le explica entonces va a sentir que ella está haciendo algo malo, y ahí nuevamente vamos al tema de cómo eso perjudica su autoestima y su amor propio. Pero si tenemos la oportunidad de explicarle a esa niña qué es la menstruacion, por qué nos llega, etc, entonces ella podrá decidir si subirse al árbol es algo que puede seguir haciendo o no. Es cuestión de darles el conocimiento y espacio para preguntar.

Últimamente ha habido mucha conversación sobre el tema de la menstruación aquí en Colombia, leí en un par de artículos donde se habla de que el acceso a productos de gestión menstrual es un privilegio, dados los costos y el poder adquisitivo de las familias, y que muchas niñas desafortunadamente no tienen para comprar y dejan de ir al colegio.

Durante las encuestas sólo una mamá me confesó que para ella si era difícil comprar sus productos, creo que muchas familias de pronto por pena me decían que no, que ellos no tenían dificultad, pero después de conocer algunas familias, visitar sus hogares, ver cómo es que viven, ver que el poder adquisitivo en realidad es muy limitado, y si estamos hablando de una a tres personas menstruantes en esa casa, lógicamente es difícil.

Estoy segura que en la pandemia hubo momentos en que tuvieron que escoger: ¿compramos las toallas o compramos una libra de arroz? Esta falta de acceso también perjudica mucho, porque si tienen que escoger entre una toalla y qué comer, pues ahí estamos creando otro ciclo vicioso de desigualdad aún más profundo del que ya existe.

Esta censura creo que ha perpetuado la idea de que las mujeres sólo son vistas como máquinas de hacer bebés, y lo digo porque, volviendo al ejemplo de las señoras de Cartagena, una señora compartió su historia de cómo tuvo una histerectomía y después de esta operación tuvo muchísimos problemas por comentarios muy negativos dentro de su comunidad. Le decían que ya no era mujer y que ya no servía. Imagínate una cómo se siente al escuchar esas cosas. Esto se vive a diario y no solo en regiones rurales y excluidas, esto pasa en ciudades, en barrios de todos los estratos, y seguirá pasando hasta que la educación menstrual deje de ser un privilegio.

Si nos vamos a un lugar donde no hay presencia estatal, donde las mujeres solo son vistas de esta manera, que se queden en la casa, que críen hijos, no tener acceso a este tipo información les ha limitado mucho. Había una señora, ya abuelita diría yo, que cuando hablamos muy brevemente sobre el himen y la virginidad, me decía que cuando era chiquita, la casaron y tuvo su primera relación, el esposo le había dicho que ella no era virgen, que ella ya había estado con alguien más, y que ella siempre se sintió muy culpable y no entendía por qué le decían eso si ella nunca había estado con otra persona.

Cuando hablamos brevemente de que el himen viene de muchas formas, muchos grosores, que en realidad se puede romper subiendo a un árbol, montando a caballo, montándose a una bicicleta, en ese momento ella sintió como una respuesta a una pregunta que había tenido toda su vida. Imagino que así vivirán millones de mujeres en este país y en el mundo, pensando que ellas están mal, que están erradas. Son muchas cosas que me vienen a la cabeza de cómo está censura y estos tabúes han afectado a las mujeres, y no solamente rurales, muchas mujeres en la ciudad también viven esto porque nunca les han enseñado cómo trabaja su cuerpo, y si una no sabe cómo es su cuerpo y no lo ama como debe de amarse, entonces cómo una espera que alguien más lo ame y respete.

En un país tan desigual y tradicionalista como Colombia, ¿qué estrategias se han pensado para garantizar el acceso a la “Educación Menstrual para Todes”?

Para serte sincera, cuando yo empecé con esto, no estaba segura en qué me estaba metiendo. No sabía a dónde iba a ir, no sabía a qué tanta gente iba a llegar, y todavía lo estoy pensando, todavía lo estamos pensando. A veces digo yo y a veces lo digo como en plural porque al fin y al cabo tengo un par de personas que me ayudan con ciertas cosas, pero yo soy la cabeza, entonces siento que esa responsabilidad claramente está sobre mis hombros. Mi idea es poder eventualmente llegar a los pelados de la isla, a papás, pero de verdad que es una tarea titánica, porque aún es una tarea titánica hacer que las niñas vengan a los talleres.

Cuando dijimos que era educación menstrual para todes, pues era con la intención de que muchas personas iban a venir, iban a tener este tipo de información, pero siempre es más fácil decirlo que hacerlo. Por ahora nos estamos enfocando en niñas porque aún llegarles a las adolescentes ha sido un reto, y no me he tomado el tiempo necesario para desarrollar estrategias, ya que todo ha pasado muy rápido y todavía hay cosas en las que yo no estoy segura sobre el qué hacer. Dentro de poco vamos a empezar a buscar voluntarios que tengan ese tipo de conocimientos para poder extender un poco más, pero una cosa sí tengo clara, y es que este proyecto siempre va a ser para niñas y adolescentes, porque ellas necesitan ese espacio.

Los pelados también lo necesitan, no estoy diciendo que no, pero ellos tienen otros espacios que les dan un poco más de libertades. Para las niñas y adolescentes, las libertades son muy limitadas, entonces quiero crear un espacio, un refugio donde ellas puedan ser quienes quieren ser, y de ahí empezar a trabajar y fortalecer otros factores.

Soy consciente, además, que para hablar con los pelados debo identificar un líder masculino que lo pueda hacer. De pronto algunas personas van a pensar que suena un poco machista, o que no es así porque hay otros proyectos en que se hacen este tipo de intervenciones a la par niños y niñas, pelados y peladas en el mismo salón de clase, pero dos cosas tengo claras: yo no estoy trabajando en el colegio, este es un programa completamente extracurricular; y desde el comienzo dije que esto es por y para las niñas, precisamente por la carga que ellas llevan y que yo quiero alivianar, así sea un par de horas a la semana, el tiempo que esté disponible. Puede que yo esté errada, pero de lo poco que he visto siento que a mí como rola no estarían tomándome tan en serio. Es muy difícil entrarle a los pelados y más cuando una es alguien externa.

Hablar de la comunidad LGTBIQ+ es también otro camino que queremos tomar, pero que también hay que pensarse con mucha delicadeza. Yo tengo amigos homosexuales en la isla y se les dificulta serlo abiertamente por el mismo entorno machista. Uno de ellos trabaja conmigo, y él está empapado de todo, ha aprendido un montón, y por ahí estamos dando un poquito de cambio. Pero es cierto que esto de educación menstrual para todes todavía no lo tengo claro, es un camino largo y hay que ver qué tipo de estrategias podemos implementar para poder cumplir con esa frase, pero ahí vamos y yo tengo convicción de que si podemos llegar a hacer grandes cosas.

El grupo todavía es relativamente pequeño pero siento que hay muchos que ya se han beneficiado de las intervenciones que hemos tenido, y espero que de aquí a 1 o 2 años estemos consolidadas en la isla y ya tengamos muchas asistentes. Por otro lado, también nuestra idea es que dentro de las mismas participantes podamos formar a las líderes del futuro, que estarían dando los talleres, de tal manera que podamos volver a esa parte de empoderamiento y liderazgo, que ellas sean las que tomen las riendas de este proyecto.