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Bruno Portuguez: “Mi pasión es pintar al pueblo y servirlo de todo corazón”

Entrevista al pintor peruano que retrata a figuras históricas destacadas por su compromiso con las causas sociales.

Los días en Lima, Perú, siguen siendo grises y húmedos. En ese extenso desierto de aproximadamente diez millones de habitantes se siguen levantando casas precarias en los llamados “pueblos jóvenes”, donde la desigualdad en vez de achicarse se agudiza. En ese mismo lugar, más precisamente en el distrito de Chorrillos, vino al mundo Bruno Portuguez Nolasco, en 1956.

Bajo ese irremediable cielo nublado, con esporádicas apariciones del sol y con garúas, nació Portuguez. En esa ciudad donde no se asoma –ni de lejos– la lluvia, el artista empezó a pintar sus raíces y, a partir de ello,  denunciar las injusticias y desigualdades sociales. Y no solo eso, sino para que su pueblo se moje y se bañe de amor, humanismo,  historia viva y libertad.

Sus inicios en las artes plásticas                                                                                                                            

Portuguez a los cinco años se inició en las artes plásticas, y fue a los trece años que decidió ser pintor, pero tuvo algunos inconvenientes con sus padres porque ellos querían que su hijo primero termine sus estudios. “Terminé la secundaria y al otro año postulé a la Escuela de Bellas Artes de Lima. Quería cumplir mis sueños que era ser pintor”, relata con nostalgia el artista.

Cuando él tenía ocho años, su madre que iba a la iglesia le daba unas estampas y figuras que le regalaban los curas para catequizar a la gente. “En esas estampas veía muchas vírgenes, Cristo, muchas cosas religiosas que me encantaban. Mi madre me decía: Mira, para que pintes. Ella ya sabía que me gustaba pintar. Así fue mi formación, y cuando ingreso a Bellas Artes descubro que yo había estudiado y copiado sin saberlo a los grandes maestros de la plástica universal como: Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, etc.”, detalla Portuguez.

“Cuando ingreso a Bellas Artes descubro quienes eran los autores de esas imágenes y estampas, pero seguí siendo académico porque eso había sido mi formación.  Ahondé bastante y encontré a genios de la pintura, y fui copiando para aprender y descubrir los secretos del dibujo, la luz, la proporción, la anatomía, la composición, el volumen, el color, etc.”, cuenta el artista; y agrega: “Yo no estudiaba para imitarlos o ser copista, sino que simplemente eso me facilitaba conocerlos. Lo que a mí me interesaba era dominar los medios en la cuales ellos eran maestros”.

“Conocí la desgracia, la miseria la explotación en mi país, y eso me dolió mucho. Eso marcó mi pintura,  y yo, ya no podía ser académico”

En su adolescencia Portuguez sintió que lo académico era algo en lo que no podía seguir insistiendo, así que se atrevió a dar un paso más allá. Fue así que a los veinte años recorrió casi todo su país viajando solo –a veces con amigos- en las tolvas de los camiones. Y para costear sus gastos muchas veces con osadía ingresaba a los cafés para hacer apuntes y dibujos, y con eso pagaba su hotel y su comida, pero a veces el dinero no era suficiente y dormía en los parques.

En sus largos viajes conoció lo que es el Perú profundo, ese Perú de todas las sangres de la cual nos hablaba el escritor José María Arguedas. “Conocí la desgracia, la miseria y la explotación en mi país, y eso me dolió mucho. Eso marcó mi pintura,  y yo, ya no podía ser académico. Había que evitar la academia porque no te da esa fuerza, esa explosión que, si te lo da el postimpresionismo”, declara Portuguez.

“Justamente descubro a los mexicanos –muralistas- y a José Sabogal –pintor indigenista peruano-, eso me dio pauta para afianzarme y creer en lo que yo hacía. Así empecé a abrir mi camino, al principio era duro, a fines de los años 70`, 80` y 90`, porque nadie daba un centavo por mi trabajo; es más, me cuestionaban, me decían: ¿Por qué pintas las expresiones tan fuertes, con unas pinceladas toscas y bruscas? Si tú pintaras de forma académica, con colores pasteles yo te compraría”.

Esos cuestionamientos no fueron impedimentos para que Portuguez abandone el camino que había decidido transitar. ”Así que quieren que pinte con colores pasteles y que baje mi pincelada, la fuerza de la expresión;  ahora, que se jodan porque voy a pintar más fuerte todavía. Esa era mi rebeldía. Esa era mi venganza de superarme a mí mismo y buscar mi alternativa. Yo siempre creí en mí”.

Ante esos golpes de la vida Portuguez buscó un refugió en la poesía para tener las fuerzas suficientes de seguir su camino. Además, fue encontrando amigos que le daban esas pautas y le decían:

-“Sigue, continúa, eso es lo normal. Si quieres abrir una senda, tienes que hacerlo, no te amilanes”.

Eso le dio ánimos para sostenerme y seguir su camino. Pasaron treinta años, y es a partir del año 2000, en el que recién sus obras se empezaron a aceptar. En la actualidad, muchos jóvenes y adolescentes se interesan y se sienten identificados con sus obras que, en estos tiempos, están teniendo primacía en el Perú.

Más de 50 años pintando al Perú

Perú sigue siendo un país donde existe una decisión política de vivir a espaldas de la cultura, por esa misma razón no se incentiva el arte. “Vivir del arte en el país es difícil, casi imposible. No basta el talento, hay muchos jóvenes que tienen mucho talento pero van apagándose con el tiempo, van desistiendo porque hay un condimento mucho más importante y eso es: tener un espíritu capaz de sostenerse, capaz de ir contra la corriente, capaz de resistir todo los embates del sistema. Y si no tienes ese espíritu por más talento que tengas te ahogas en el Perú”, explica el pintor.

“Soy pintor que hace retratos a mi manera. He pintado al Perú más de cincuenta años y lo sigo haciendo. Siempre he pintado a la gente humilde: pescadores, obreros, lava carros, vendedores ambulantes, campesinos, niños, ancianos, locos y mendigos. Eso nadie te compra, nadie te da un centavo por eso, pero había que hacerlo, yo lo hago; y lo seguiré haciendo toda mi vida, porque mi pasión es pintar al pueblo y servirlo de todo corazón”.

Las obras de Portuguez expresan una profunda denuncia a las desigualdades sociales, y es a partir de sus pinturas que, intenta visibilizar lo que sucede en su país. El Perú es un país que vive del comercio ambulatorio y más del 70% de su población viven de trabajos informales. En ese sentido, Portuguez tiene un compromiso con su nación y su aporte es para la construcción de una sociedad libre y justa. Su arte es para la liberación de los pueblos no solo del Perú, sino de América Latina.

“Estoy enraizado en mi cultura. Siempre he pintado lo que a mí me apetece. Siempre he pintado con libertad, no me sujeto a nada”

Para el pintor el proceso de creación de su arte tiene mucho que ver con su vida, sus vivencias, sus experiencias y con ese “algo” que le gusta o apasiona. “De ese algo tomo apunte, lo tengo en mi mente y le voy dando vueltas hasta que decido pintarlo”.

Portuguez hace muchos años viene retratando a hombres y mujeres que han aportando algo a su país porque es el ambiente que conoce debido a que recorrió casi todo el Perú. “Estoy enraizado en mi cultura. Siempre he pintado lo que a mí me apetece. Siempre he pintado con libertad, no me sujeto a nada”, sostiene.

Hace veinticinco años uno de los dueños del Perú, el banquero Pedro Brescia quiso domesticar a Portuguez, el millonario no quiso comprar las pinturas, sino quería que el pintor le perteneciera. “Yo le dije que no, que se vaya a la mismísima… Para mí no hay dinero que me pueda comprar, que compren mi pintura es una cosa, pero ¿qué me compren a mí? No”.

“Siempre he pintado a personas que han contribuido a mi país, en todas las áreas: literatura, música, poesía, pintura, etc., es una forma de homenajear y mantener viva su memoria”, narra Portuguez; y añade: “Ahora, ya lo he continentalizado. He agarrado personajes de Estados Unidos hasta Chile, y también he pintado a personajes del mundo. He pintado de Perú, América y el Mundo, pero todos tienen que ver con el aporte que le hayan hecho a la humanidad”.

Estudios, obras y familia

Portuguez realizó sus estudios de dibujo y pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima (egresado con Mención Honrosa), y durante su vida ha llevado a cabo más de 40 exposiciones individuales en el Perú y en el extranjero. Para el artista la pintura no es un fin, sino un medio, y además, considera que es a través de la pintura donde se puede llegar a dar su consolidación.

En el año 2011 publicó su primer libro de retratos con el título de Retratos de Viento y de Fuego I. En el 2015 continuó con su trabajo y se editó Retratos de Viento y de Fuego II. Posteriormente, en el 2019 salió Retratos de Viento y de Fuego III. Cada libro reúne 150 retratos de artistas, escritores, poetas, etc., que hayan hecho su aporte a la humanidad tanto del Perú, América y del mundo. Además, sus obras han sido presentadas en diferentes técnicas pictóricas: apunte a tinta, carboncillo, óleos, acrílico, etc.

Portuguez también es muralista pero vive en un país que, en cierta forma, le prohíbe expresar su arte. “No aceptan que hagamos murales, solo graffitis, algo poco anodino y limitado. Muchos jóvenes creen que están haciendo un mural cuando simplemente es un graffiti”, se queja el artista; y agrega: “Me gustaría hacer mural. He hecho algunos cuantos que han sido borrados. El último que hice fue hace doce años (aproximadamente). Yo he presentado proyectos para hacer pero no te responden, no te dan espacio y menos te lo van a solventar”.

A comienzos del siglo XX el muralismo mexicano con Diego Rivera, Alfaro Siqueiros, entre otros artistas marcaron e influenciaron en nuestra América. En el Perú se tuvo pintores que han hecho murales, pero nunca tuvieron el apoyo del estado como lo tuvieron los artistas mexicanos. José Sabogal hizo un mural pero rápidamente fue combatido.

Cabe mencionar que, Bruno Portuguez está casado con la artista plástica Fanny Palacios Izquierdo, con quien tiene dos hijos: Vladimir Portuguez Palacios y la cantante Elizher “Urpi” Portuguez Palacios. Se podría decir, que es una familia compuesta por artistas porque, justamente, el pintor y muralista Pancho Izquierdo fue tío de Fanny Palacios.

Portuguez también nos cuenta que, cuando se casó su esposa no pintaba, pero con el tiempo empezó a abrirse camino a sus propios sueños. “En ella despertó su sueño y empezó a pintar y ha abierto su propio camino. Y ahora, es una pintora de alta jerarquía, tanto así, que se ha posicionado como la mejor pintora en el Perú, en la actualidad”, expresa con orgullo.

“Ella tiene su propio taller, menos mal que nos hemos dado el lujo de tener nuestro taller aparte, porque el trabajo artístico se hace en soledad, es donde tienes que luchar contigo mismo. La gran lucha de la creatividad eres tú, si no logras vencer eso, no vas a realizar nada”.

Su lucha contra el sistema

El pensador José Carlos Mariátegui decía: “La burguesía quiere del artista un arte que adule su gusto mediocre”. En ese sentido, Portuguez combatió la forma de entender el arte que tienen las clases dominantes. Siguió el legado del Amauta, y nunca, pero nunca se vendió a los valores y parámetros que establece ese sistema dominante.

“La burguesía quiere del artista un arte que adule su gusto mediocre”. José Carlos Mariátegui

“El sistema es poderosísimo, es una cosa universal y ellos saben que en la cultura el arte es un poder, entonces, corrompen el arte y la cultura y tratan que cada país y cada habitante olvidé su raíz, que no tenga memoria. Y crean premios, crean becas para endulzar a los jóvenes artistas para llevarlos por otro rumbo que, es un interés de ellos, y no de los pueblos. Entonces, romper contra eso es muy difícil. No aceptar eso y no aliarse con ellos es muy difícil, porque el sistema te protege, te da becas, te da viajes, entrevistas, propagandas. Te compra y te da todas las vanidades que el hombre busca y la gran mayoría de jóvenes caen”, reflexiona Portuguez.

Portuguez durante sus años de vida nunca se dejó doblegar ante el sistema. Sufrió en carne propia la hostilidad, neutralización, invisibilización y la asfixia económica por parte del sistema imperante. “Si uno tiene principios e ideología se mantiene hasta el final, soporta el embate, soporta la invisibilidad porque no te dan a conocer”, dice el artista.

“Desde hace siglos que vivimos en un sistema neocolonial y, ahora neoliberal, entonces, eso por el contrario ahonda más ausencia de cultura y educación. Eso va a seguir. Podrá cambiarse de gobierno pero la incultura va a seguir porque no es cambiar la superestructura,  sino la estructura de la sociedad”, analiza Portuguez.

Con respecto a transformar la sociedad por medio del arte Portuguez afirma que: “El arte que es un poder puede apoyar pero no va a cambiar, porque el arte no tiene la fuerza suficiente para transformar la sociedad. Puede ser un impulsor de cambio sí, pero, ¿cuándo se ha visto una revolución social hecha por artistas? Es bien difícil”.

Mensaje a las futuras generaciones de artistas

“Primero vean la raíz de uno, simplemente vean de dónde venimos, qué somos y hacia donde queremos ir. Primero es estar en nuestras raíces. Lo segundo es la honestidad, sean verídicos. Si no hay verdad lo que van a hacer es destruir, no van a tener alcance. Y lo tercero sería un trabajo persistente”, aconseja Portuguez.

“En cuanto a lo primero tiene que ver con una cuestión social, qué somos y qué queremos hacer con nuestra pintura, y tiene que ver con un mirar político, con un acercamiento a la gran cantidad de gente que es el pueblo. Entonces, no pierdan perspectiva y continúen sus sueños”.

“Yo no acuso a los jóvenes que se van a ese lado –filas de la clase dominante- porque  a veces hay de por medio familias y es una necesidad. Lo que yo hago es un llamado a tener espíritu para soportar los embates del sistema. Por eso digo que no basta el talento, sino hay que tener un espíritu capaz de soportar los embates del enemigo”, finaliza el artista.

Cierre

Una vez Pablo Picasso dijo: “un pintor es aquel que pinta para vender, y un artista vende lo que pinta”. Desde mi humilde opinión puedo dar testimonio que Portuguez es un artista con todas las letras. Es una artista que “crea” para su “liberación”, es alguien que pinta para su “condenación”.