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Argentina pro aborto, un relato de oportunismo político

El movimiento feminista argentino ha copado las calles los últimos meses cada vez con mayor fuerza, una de las razones es la lucha de las mujeres por la despenalización del aborto y la exigencia de debatir en el Congreso los posibles caminos para alcanzar el aborto legal, seguro y gratuito.

“Ante la contundente demostración de músculo por parte del Movimiento de Mujeres, Macri intentó congraciarse con las demandas históricas del feminismo”, señala la investigadora Bárbara Ester quien amplía esta discusión, un debate que puede tornarse de doble filo y andar por rumbos inesperados ahora que está presente en la agenda parlamentaria.

Por Bárbara Ester*. Una de las pocas promesas de campaña cumplidas por Cambiemos ha sido la de habilitar el debate sobre la despenalización del aborto en el Congreso. En ese sentido, su postura marca una clara diferenciación con respecto a la avanzada conservadora en la región, que ha significado un retroceso jurídico y real en los derechos de las mujeres. Los legisladores argentinos se encuentran debatiendo una medida para que se pueda interrumpir un embarazo dentro de las primeras catorce semanas de gestación. De ser efectiva la medida, Argentina se convertiría en el país más poblado de América Latina en permitir el aborto, todo un hito en la región, donde la norma son las estrictas leyes en contra.

El año pasado, Argentina fue el primer país en convocar a una huelga global durante el Día Internacional de la Mujer. Este año la capacidad de convocatoria ha tenido un mayor impacto tanto a nivel internacional como local. El pasado 8 de marzo las mujeres volvieron a realizar una multitudinaria marcha en la que predominaban dos colores: el violeta, como muestra de adhesión a este paro internacional, y el verde, para reivindicar el proyecto presentado en el Congreso a fin de que se legalice el aborto.

Ante la contundente demostración de músculo por parte del Movimiento de Mujeres, Macri -quien personalmente se ha manifestado en contra del aborto- intentó congraciarse con las demandas históricas del feminismo. Ese mismo día anunció el envío de un proyecto de ley al Parlamento para equiparar la brecha salarial entre varones y mujeres, ampliar la licencia por maternidad y paternidad mientras que, paralelamente, instruyó a sus legisladores para que habiliten la discusión del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo. A diferencia del posicionamiento del conservadurismo en la región, Cambiemos es pragmático y busca desde una concepción liberal ganar adhesiones con temas con fuerte apoyo en la opinión pública.

El oficialismo accedió al tratamiento legislativo, pero no tiene un lineamiento partidario hacia sus congresistas sino que otorga “libre albedrío” y “libertad de conciencia” a sus legisladores con respecto a una política troncal de salud pública. El cuadro que sigue a continuación, elaborado por Economía Feminista, refleja el voto tentativo -a favor o en contra de la medida- según la orientación partidaria:

Posiciones frente al aborto por orientación partidaria

Fuente: Economía Feminista1

El agrupamiento no es exhaustivo pero busca reflejar los datos tanto en términos absolutos (cantidad de personas) como en términos relativos (porcentaje dentro del bloque). Tal y como puede verse, Cambiemos es el que presenta la mayor oposición al aborto legal. El Frente para la Victoria es el grupo que mayor caudal de votos positivos traería al proyecto, seguido por un número nada despreciable de votos de la alianza Cambiemos, que provienen en gran parte de la Unión Cívica Radical (UCR). Es llamativo el escaso apoyo que recibe el proyecto de aborto legal en la coalición de 1País. El único bloque que apoya 100 por ciento el proyecto es el del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT). De mantenerse esta tendencia, Cambiemos representa al mismo tiempo la condición de posibilidad del debate y su más férreo opositor (en términos absolutos) a la despenalización.

Otra de las conclusiones que es posible extraer es que, en su mayoría, las bancadas no cuentan con una línea clara, y el aborto –tema nuclear de los debates feministas- ha dejado de pertenecer exclusivamente a los reclamos de la izquierda para pasar a formar parte del corpus de los derechos individuales. En este sentido, el propio Cambiemos puede interpretar el cuerpo como parte de la “propiedad privada” de las mujeres, como sostienen reconocidos ultraliberales como Gloria Álvarez.

La importancia de la opinión pública

Un reciente estudio de opinión pública realizado por Amnistía Internacional y el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) con la consultora Quiddity relevó que más de la mitad de las argentinas y los argentinos (59%) está de acuerdo con la despenalización del aborto2. El 70% de las personas entrevistadas considera como muy o bastante importante que el Congreso debata la despenalización. Los números hablan por sí solos, y se especula que la influencia del movimiento a favor del aborto constituya una de las principales razones que motivaron a Macri a asumir una postura relativamente neutra al respecto.

Algunas hipótesis que explican esta tendencia:

  • La Iglesia Católica ha ido perdiendo peso en los últimos años, a su vez, las Iglesias pentecostales no registran el arraigo social que ostentan en otros países latinoamericanos.
  • Doce años de gobiernos progresistas han logrado que el Estado asuma políticas y debates en torno a la igualdad de género, mientras el uso del lenguaje inclusivo y la propia figura de Cristina Fernández de Kirchner marcaron la diferencia en el plano simbólico.
  • La Argentina cuenta con una tradición de derechas laicas y liberales cuyo modelo económico y social excluyente es compatible con las libertades individuales.

Este hecho representa una clara diferenciación con respecto a la moda regional en la que el rol de las iglesias pentecostales ha puesto en jaque los derechos de las mujeres y comunidades LGTBI3. En este sentido, Cambiemos es pragmático y prefiere guiarse por encuestas de opinión y focus group que encerrarse en un sistema de valores tradicionales. En caso de ser aprobada la despenalización, Argentina sería de los pocos países de la región en permitir el aborto sin causal que lo restrinja.

No fue una concesión de la derecha, fue la lucha de las Mujeres

El hecho de que la interrupción voluntaria del embarazo sea discutido en el Congreso no se desprende de la propensión del oficialismo a garantizar y ampliar los derechos de las mujeres; por el contrario, en mitad de su mandato las medidas que socaban y, en efecto, que implican un retroceso de los derechos conseguidos por las mujeres es alarmante. En este sentido, se observa desde la represión a la multitudinaria marcha del 8 de marzo de 2017 o el hostigamiento a las comunidades trans4, travestis y LGTBI5, hasta el recorte de 67 millones de pesos al presupuesto asignado a programas destinados a prevenir la violencia de género y el cierre al programa de atención a víctimas de delitos sexuales.

Las políticas de ajuste, represión de la protesta social y el vaciamiento estatal tienen su correlato en la desarticulación de políticas de género. Desde el 2015 la ausencia de pauta publicitaria para la línea gratuita de asistencia y prevención de violencia de género (144) redujo a la mitad el número de llamadas. Varios programas sobre violencia de género se cerraron al tiempo que otros se vaciaron. En la actualidad, el presupuesto que recibe el Consejo Nacional de las Mujeres, es decir el órgano responsable de implementar la protección contra la violencia de género, es tan sólo del 0,0055% del total del presupuesto nacional6.

Final abierto

El conteo actualizado permanentemente de forma online de Economía Feminista7, augura un final abierto con 101 votos a favor de la interrupción voluntaria del embarazo, 108 en contra, 23 votos no confirmados y 2 abstenciones. Sin embargo, los activistas sostienen que será difícil para los senadores votar en contra si la medida obtiene un amplio apoyo en Diputados. De ser aprobado en la Cámara Baja, el mismo deberá ser respaldado en el Senado, donde el peso de las provincias rurales -con mayor influencia religiosa y conservadora- se hará sentir. El mismo recuento advierte que tan sólo dieciséis senadores se han pronunciado a favor de la despenalización; veintisiete han dicho estar en contra, y veintinueve no han declarado su postura. Por lo cual, de mantenerse la orientación del voto actual es poco probable que la despenalización se convierta en ley.

El activismo a favor de los derechos de la mujer, cuyo hito clave fue en 2015 con la campaña “Ni Una Menos” contra los femicidios, ha logrado marcar agenda. Pese a que la Argentina ha adoptado en los últimos años algunas de las políticas sociales más progresistas de América Latina -Asignación Universal por Hijo (AUH), jubilación de amas de casa, la ley 26.485 que sanciona de manera integral la violencia de género, etc.- no ha actualizado su marco normativo sobre el aborto–con idas y vueltas- desde 1921. Tal vez, esa sea la tan mentada “pesada herencia”.

*Bárbara Ester es licenciada en sociología de la Universidad de Buenos Aires e investigadora del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).