¡A luchar! Por la recuperación de la memoria
La experiencia política de ¡A Luchar! ha sido sujeta de gran interés en los últimos años, ha invitado a ejercitar la memoria y a no ser olvidada. Sostuvimos un diálogo con Camilo Uscátegui, miembro del Colectivo por la Recuperación de la Memoria de A Luchar, quien nos contó sobre este proceso de recolección y unificación.
Ya han pasado más de treinta años desde que se impuso la política del exterminio contra el movimiento político ¡A Luchar! Sin embargo, los ejercicios de resistencia y de memoria han permitido seguir practicando oposición y poder popular, han tejido un hilo conductor que enhebra las luchas anteriores y actuales por la utopía. La historia que se ha reconstruido permite mirarnos en el espejo de la política. He aquí la importancia de estos procesos de recolección y unificación de la memoria. Esto nos contó Camilo en un diálogo sobre su colectividad y su quehacer:
La idea es que podamos tener un diálogo en torno al Colectivo por la Recuperación de la Memoria de A Luchar. Quisiéramos saber un poco sobre su experiencia, los hallazgos que han realizado y las reflexiones que les ha dejado el recorrido de ¡A Luchar! ¿Cómo se creó el colectivo y cómo han trabajado?
Les cuento que el colectivo tuvo un primer momento que fue de importante impulso en el 2016, cuando se convocó al primer encuentro nacional de exmilitantes de ¡A Luchar! Este se hizo a finales de junio en la Universidad Nacional. Digamos que fue una experiencia bastante nutrida, una experiencia que recogió a exmilitantes y organizaciones de muchos de los sectores que fueron constituyentes de esta apuesta. Por ejemplo, hubo asistentes del sector magisterial, del sindical, de las comunidades eclesiales de base, del sector estudiantil, del sector indígena, hubo también personas que venían del sector internacionalista, del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) que venían del trotskismo, también vino gente del cono sur, entre estos uruguayos y argentinos. Fue una experiencia muy rica que dio impulso a la constitución de nuestra colectividad. En ese momento el compañero Diego Fajardo estaba haciendo su tesis sobre la victimización de ¡A Luchar!, cercanos a él estábamos la Fundación Colectivo Frente Unido –que después se llamó Fundación Memoria y Territorios–, el Centro de estudios sociales y culturales de la memoria (CESYCME), y la Fundación María Cano, que acompañaba al movimiento social e intentaba recuperar su memoria histórica. Allí se encontraban varios amigos cercanos, entre ellos el profesor Juan Carlos Celis. A partir de la matriz de este encuentro, varios exmilitantes, investigadores y amigos que hacíamos parte del Colectivo Frente Unido decidimos constituirnos como una apuesta concreta para avanzar en la recuperación y dignificación de la memoria de ¡A Luchar! Ese fue el primer gran empujón y la matriz inicial de la que nace el colectivo.
Uno de los diagnósticos que se hicieron en ese primer encuentro fue, que si bien ¡A Luchar! había sido un movimiento político muy potente de mediados de la década de los ochenta y comienzos de los noventa, con una apuesta social y una trayectoria organizativa importante, que presentó una gran apuesta política de impacto regional, ahora es una experiencia que ha sido “olvidada”. La estrategia hegemónica del establecimiento de atentar contra el movimiento se había cumplido en el sentido de que la memoria ¡A Luchar! se estaba perdiendo. Además, muchas personas que estamos en el colectivo hemos sido cercanas al movimiento social, al camilismo, cercanas a esos procesos, entonces consideramos necesario recuperar esa experiencia que para nosotros es tan importante y que no es tan conocida.
También era muy remarcable que experiencias análogas como fue la de la Unión Patriótica (UP) hubieran sido tan diagnosticadas, que existieran procesos de gran envergadura que habían emprendido el camino por recuperar la memoria de la UP, en cambio por ¡A Luchar! no lo había. Entonces pensamos que era lo más justo con la memoria de las víctimas, de los militantes y sus familiares, pues, adelantar estos procesos de recuperación y dignificación de la memoria.
Con el fin de dimensionar la magnitud del trabajo que han realizado ustedes y entendiendo que la recolección de la memoria impresa de este movimiento ha sido y es un proceso largo y difícil, ya que ¡A Luchar! estuvo por lo menos cinco años creando y ejerciendo poder popular, podrías decirnos ¿cuántos archivos han recuperado, en qué estado se encuentran y cómo han hecho esta recolección?
Ustedes saben que ¡A Luchar! fue un movimiento a nivel nacional que tuvo presencia muy importante en regiones como el suroccidente, en Antioquia, en el nororiente, en el caribe. Lo que hicimos paulatinamente fue levantar una base de datos a partir de las experiencias locales de este movimiento. Nosotros tuvimos la oportunidad de acercarnos a diferentes procesos en el Santander y en el sur del Cesar para construir con ellos el archivo en conjunto. Fue, también, un poco la iniciativa desde la tesis de maestría de algunos compañeros y compañeras (de Fernanda Espinoza, de Diego) la que nos permitió hacernos con algunos archivos que se fueron reconstruyendo y unificando. También avanzamos en el fortalecimiento de lazos y vínculos con exmilitantes y exdirigentes; luego, ellos de una manera muy generosa nos cedieron sus archivos personales. Ese fue el procedimiento general para unificar el archivo y crear, por lo menos, un centro en donde se encuentre ese material para cualquier persona que esté interesada en investigar sobre lo que fue y sucedió con esta apuesta política.
En el catálogo que se le entregó a la Comisión de la Verdad se encuentran 792 archivos, de esos son 548 archivos digitales, 213 en físico pero que hemos digitalizado por su importancia o que también hemos encontrado en ambos formatos y 31 únicamente físicos sin digitalizar. Nos ha interesado que ese proceso de dignificación de los procesos de oposición y de las víctimas sea algo totalmente plural y diverso, entonces lo que es el informe que se entregó, el catálogo del archivo, la base de datos de victimización y los casos priorizados lo planteamos todo de cara al país y a las apuestas de construcción de paz, por eso estos materiales están abiertos para que todo el mundo los consulte.
Antes de la entrega del informe participamos en una convocatoria que hizo la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia, de esta obtuvimos unos fondos y adquirimos, digamos, una infraestructura para la conservación adecuada del archivo. También se compró una estantería especial, unas cajas adecuadas para archivística y carpetas indicadas para la conservación de documentos físicos. Y sí, contamos con estos elementos para conservar el archivo en este momento, pero estamos por decidir qué institución alojará en un futuro el material. Por el momento hemos tenido prudencia al obrar para no correr riesgos y por la protección del archivo. Saben que es frecuente que agencias de inteligencia y seguridad del Estado realicen redadas en las que tienen como objetivo la destrucción y eliminación de la memoria física de los movimientos políticos de oposición. Hemos tenido relacionamiento con sindicatos y otras instituciones que tienen mejores condiciones de seguridad para poder conservar todos estos documentos. También, algunos miembros del colectivo hacen parte de la Comisión de la Verdad, es así como hemos establecido con esta un diálogo abierto para saber qué posibilidades hay de que sea la institución heredera a finales del 2021, para que el archivo repose allí y sea accesible a todo el público.
¿Por qué consideran necesario recuperar la memoria colectiva de ¡A Luchar! en sus diferentes formas y manifestaciones? ¿Por qué consideran importante volver a los archivos?
Todos estos archivos los teníamos almacenados en carpetas generales. Ahora que nos dimos a la tarea de catalogar el archivo, física y digitalmente, nos dimos cuenta de que no es un archivo que únicamente interpela a los exmilitantes de ¡A Luchar!, sino también, a grandes rasgos, a la población colombiana. Por la riqueza y la diversidad política de este movimiento nos encontramos con archivos sobre el movimiento estudiantil, sobre el movimiento indígena, sobre la creación de centrales obreras como la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Es un archivo muy rico y yo creo que en realidad no representa solo un movimiento político de oposición, sino que recoge parte de la historia política del país de la década de los ochenta y noventa.
Acercarse a este archivo es acercarse a la memoria del país de esos años, por esto vale mucho la pena; es un movimiento político no visibilizado porque su apuesta fue extrainstitucional, que desafió al establecimiento totalmente, fue abstencionista, le apostó a la acción directa y a la construcción de democracia directa desde los territorios. El archivo da cuenta de una experiencia muy autentica, desafiante y radicalmente poderosa y disidente, que nos puede dar enseñanzas para el accionar político en la actualidad.
Es muy importante, también, recopilar y conocer la memoria de ¡A Luchar! porque más allá de la singularidad política del movimiento –su trayectoria y su apuesta– tenemos que recordar que contra ellos se cometió un genocidio político. Sobre este movimiento se conjuró sistemática, masiva y generalizadamente el asesinato de sus integrantes; en el informe documentamos 723 hechos victimizantes, 260 asesinatos y 80 desapariciones. Nada más el grosor de esas cifras da cuenta de que sí se cometió un genocidio contra esa organización. Justamente la recuperación de la memoria del movimiento es necesaria en este horizonte de transición y de reconciliación en el que se intenta tejer la no repetición. Esta es otra de las razones del porqué es importante la recuperación de la memoria de ¡A Luchar!
Por último, con relación a algunos elementos que mencionas en la respuesta anterior, ¿qué piensas que le deja ¡A Luchar! a los procesos y organizaciones sociales en la actualidad?
Su experiencia nos deja pensar, por ejemplo, cuál va a ser el aparato institucional que debemos construir desde el Estado para prevenir que experiencias como el genocidio de este movimiento social se repitan. Desde el colectivo pensamos que el asesinato sistemático de líderes sociales y defensores de derechos humanos que está ocurriendo desde la firma del acuerdo es un fenómeno análogo a los hechos de victimización de ¡A Luchar! La mayoría de las víctimas de este genocidio fueron militantes de base, muchas veces líderes sociales. Por eso debemos entender esto desde la Historia y la Sociología, lo que además abre una ventana de análisis para prevenir y diagnosticar lo que sucede hoy con, por ejemplo, los líderes sociales en el país. Por eso nuestra apuesta no es solo por la dignificación desde la construcción de verdad y memoria histórica, sino también para que toda esta documentación que hemos construido llegue a otros lugares. En ese sentido, esperamos que el informe se vuelva un insumo para la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que entregaremos en compañía de otras organizaciones, con organizaciones cristianas, cercanas al tema de comunidades eclesiales de base. También se volverá un insumo para el Tribunal Permanente de los Pueblos que va a sesionar en el primer trimestre de 2021. Este tiene la apuesta de tratar el tema de victimización a líderes sociales y se quiere ampliar para entender esto como afectación a la democracia. Desde aquí se pretenderá hacer un llamado para que cese el derramamiento de sangre y también se quiere presionar internacionalmente para que el gobierno actual tome cartas en el asunto, implemente los acuerdos y garantice la vida de los líderes, de los defensores y de la militancia de los movimientos sociales y políticos.