La izquierda en Bolivia y los rezagos del golpe
Desde el último golpe de Estado, la historia de Bolivia ha vivido un conjunto de acontecimientos que por momentos han pasado desapercibidos. Pero a pesar de la retoma del gobierno por parte del MAS-IPSP, el panorama ha cambiado mucho en Bolivia, y el país ya no es el misma que en los tiempos de un Evo Morales al mando del Ejecutivo. Para comprender mejor esto, hablamos con la militante e investigadora Suseth Rodríguez sobre la coyuntura boliviana.
Suseth Rodríguez es militante del Movimiento al Socialismo Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) y ha vivido de cerca los últimos acontecimientos del proceso boliviano. Tanto así que tras el golpe de Estado del 2019 se vio obligada a exiliarse y refugiar su vida y la de su familia por fuera de Bolivia. Como producto de esta experiencia escribió el libro Tan cerca del infierno, tan lejos de Dios. Mujeres y víctimas del Golpe de Estado del 2019 en Bolivia.
¿Qué es lo que pasó en Bolivia tras el golpe de Estado y qué ha venido sucediendo desde entonces hasta la actualidad?
Ahora estamos en lo que podría llamarse un “pos-golpe”, a casi dos años de haber recuperado la democracia. Han sido momentos muy duros, ha sido un trabajo increíble. Si hubiera habido un fraude en el 2019 no hubiéramos vuelto a ganar, pero hemos ganado y el voto ha sido contundente. En esas elecciones ganamos con el 55%, pero yo pienso que ha sido mucho más alta la votación. Lo que sucede es que ya no se podía manipular de ninguna forma, porque en esa época la expresidenta de facto, Jeanine Áñez, tenía manipulado todo el tribunal electoral.
Para nosotros ha habido manipulación, y pese a eso obtuvimos la victoria y recuperamos el gobierno. Ahora bien, ¿qué es lo que ha pasado desde entonces? Tenemos un presidente que está en nuestra línea, que es de nuestra organización, que es del MAS-IPSP. Evo Morales le dio la oportunidad a Luis Arce de asumir esta responsabilidad por su buena gestión como ministro de economía.
Sin embargo, es increíble cómo la actitud del presidente de su vicepresidente está quebrando la figura y liderazgo de Evo Morales. Y esto está afectando a los militantes, a las organizaciones sociales y a los sindicatos. Porque todas las organizaciones están de parte de Evo Morales, que es el líder natural, y por otra parte también del vicepresidente y del presidente.
Espero que no estemos hablando de una división porque sería muy trágico para Bolivia, porque el MAS-IPSP es la única organización grande de izquierda. En este momento ya no tenemos una derecha sólida, son grupos pequeños y minoritarios. Esto se ha hecho evidente con la detención de Jeanine Áñez, la exdictadora que hoy está en la cárcel, y que en su momento todas las organizaciones de derecha apoyaban. Hoy la derecha no tiene fuerza política ni estructura orgánica. Existen pequeñas agrupaciones de derecha que no tienen una trayectoria ni experiencia.
Son los mismos de siempre, desde que se fue en el 2003 Gonzalo Sánchez de Lozada. Y se repiten, por ejemplo, Carlos Meza que desde esa época era el vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada, hasta el 2019 seguía participando con su agrupación de Comunidad Ciudadana para ser candidato de la oposición. Pero esa agrupación se ha diluido. La verdad es que no es un peligro la derecha. El riesgo es que nuestra interna se llegue a quebrar y tengamos dos organizaciones diferentes.
Una por parte de Luis Arce, ¿y la otra?
Sí, Luis Arce y David Choquehuanca pueden ser una fuerza. O bien, cada uno por su lado. Y Evo Morales por el MAS, porque es el líder nacional indiscutible y la sigla evidencia pertenece al pueblo y a todas las organizaciones sociales que son de base.
¿Cómo explicarías ese cambio de actitud? ¿Qué hay detrás de ese cambio vivido al interior del MAS desde que Luis Arce asumió el gobierno?
Hay muchos intereses en medio. Intereses económicos, como el litio sin duda. Pero lo más problemático es que, a pesar de haberse cumplido la tarea de reactivar la economía y mantener una economía sólida, no se ha hecho justicia después del golpe. Después de haber salido de un golpe de Estado tan cruel, sangriento, ruin y violento, lo que debió hacer el presidente era llevar a la cárcel a estas personas que han dañado el país.
Pero hay un efecto tan contrario. Por ejemplo, Camacho, uno de los principales actores del golpe es nuestro actual gobernador en la ciudad de Santa Cruz. Reyes Villa, que fue expulsado de Bolivia, se fue a Estados Unidos junto con Gonzalo Sánchez de Lozada —el expresidente—, y a los dos días de que Evo renuncia, él vuelve y actualmente es nuestro alcalde en Cochabamba.
Un ministro de Obras Públicas del gobierno de facto de Áñez es nuestro alcalde en la ciudad de La Paz. O sea, tres personajes que fueron parte intensa del golpe de Estado están ocupando tres ciudades capitales y tres ciudades importantes de Bolivia: La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.
Y el litio… ¿qué papel juega en este ajedrez? ¿Cuál es la relación entre Luis Arce, el litio y este viraje, digamos, hacia un gobierno que convive con los golpistas?
Sin duda el litio es el nuevo recurso natural por el que se está en disputa en el país. Ahora bien, hay grandes espacios, no solamente del litio, sino también de la urea, lo que se desencadena del litio, de las baterías de celulares y de automóviles, que se han presentado en Cochabamba. Es decir, se trata de un megaproyecto en el que hay intereses externos que se están trabajando por debajo de cuerda. Nuestros problemas siempre han sido por nuestros recursos naturales. Primero fue el gas, luego el agua y ahora es el litio.
Por otro lado, no quisiera entrar en especulaciones, pero hay fuertes rumores, también partiendo de las denuncias de Evo Morales, de que desde el gobierno de facto de Áñez la DEA volvió al país Ya los habíamos expulsado, habíamos expulsado al exembajador de Estados Unidos en la primera gestión de Evo en el 2006, lo que fue algo histórico. Pero bajo ciertos rótulos de ONG, increíblemente, regresaron entre el 2019 y el 2020, y hasta la fecha siguen. Eso es lo que siempre cuestiona el expresidente, el costo de esta injerencia, hoy en áreas como las de salud y obras públicas, disfrazados pero aún operando en Bolivia.
Frente a lo que podríamos llamar un “pactismo con el golpe” en el actual gobierno de Luis Arce, ¿qué papel viene jugando, por un lado, Evo Morales como líder natural del MASIPSP, y por el otro lado, el movimiento popular que hizo presencia tras el golpe. ¿Qué papel juegan los movimientos populares y qué tan identificados están con Evo?
Hasta la fecha tenemos 38 muertos, entre Sacaba, Senkata y El Pedregal, que no han sido atendidos. Las familias y los hijos que han quedado huérfano, y ante todo esto la ayuda ha sido mínima. Aún siguen los juicios y se sigue ese proceso que, me imagino, será muy largo. Hay un vacío de justicia que es tremendo.
Por otro lado, la relación que tiene Evo Morales con el movimiento popular es de mucha cercanía. Esa relación del pueblo y Evo no ha cambiado. No fue que él salió y se fue de viaje, o algo así. Él se mantiene como presidente del MAS-IPSP, y ha mantenido aún esa disciplina. Cuando él estaba en gobierno las actividades empezaban a las 5:00 de la mañana. A esa hora empezaba el gabinete y todos nos acostumbramos a esa disciplina. Él la sigue manteniendo, y actualmente tiene en el trópico varias piscinas en donde produce tambaquí, que es un pez comestible, muy delicioso y sano. Se está dedicando a eso, pero paralelamente no deja de atender a todos los municipios y sectores.
Todos los días, si ustedes ven sus redes y entran a la página de Evo, él está en contacto. Lo invitan a la entrega de obras de aquellos proyectos que ha dejado en 2019. Porque desde el 2006 hasta el 2019, la entrega de obras y proyectos era algo de todos los días. Es el único presidente que en 14 años conoce todo su país, de punta a punta. Ha ido de la comunidad más pequeña a las comunidades más grandes.
Esta disciplina y esa lógica se sigue manteniendo. Todos los días tiene actividades, sigue recibiendo demandas del pueblo. Algunas se podrán resolver, algunas no, pero todas se reconocen en los proyectos que él ha dejado. Lo que se está entregando ahora es una continuidad de lo que ha dejado Evo.
Entonces, ¿qué pasa con esa relación entre Evo y Luis Arce?
Hay una relación estrecha. Pero yo pienso que debería haber una reflexión por parte de Luis Arce, sin embargo, hay unos intereses que no están permitiendo que se puedan coordinar. Deberían sentarse los tres: Evo, Luis Arce y David Choquehuanca, o sea, el presidente del MAS, el presidente de Bolivia y el vicepresidente y velar porque mantengamos la unidad.
Me cuesta mucho decir “unidad” porque a veces lo decimos en discurso, y ustedes entran a los medios y es imposible esconder que lo que pasa es algo muy diferente. Y va a afectar, porque no es una cuestión de personas, sino de la gente que va por detrás, de todo el proceso histórico que se ha construido y que muchos han querido destruir. Es algo que nos costó recuperar, y ahora estamos un poco debilitados. Esperemos que haya una reflexión fuerte por todo el trabajo que se ha realizado.
Supongamos una ruptura dentro del MAS-IPSP. ¿Cómo quedaría la izquierda boliviana?
Quedaría dividida, por lo menos, en tres. Se habla mucho del PS1, se habla del Pachakuti, un partido que posiblemente lo está creando el vicepresidente, y finalmente el MAS. Y bueno, por la derecha son los mismos, pero con nombres diferentes según la gestión a la que se presentan.
¿Qué aprendizajes se llevan ustedes después del golpe? ¿Qué cosas consideran en las que hay que tener en cuenta en un proceso como el que ha vivido Bolivia?
Yo pienso que tenemos que trabajar bastante en la Escuela de formación antiimperialista que se inauguró entre el 2018, y en el 2019 con el golpe de Estado la cerraron y la desmantelaron. Pero pienso que la tenemos que fortalecer porque en la actualidad está igual, paralizada.
La idea de esa Escuela de formación antiimperialista no era solo formar militares sino a la sociedad civil que quiera defender en algún momento este proceso. Tenemos que estar preparados. La verdad es que nos tomaron por sorpresa en el golpe de Estado, fue una sorpresa. Las organizaciones fueron cada una por su lado, “sálvese quién pueda”, no estábamos definitivamente organizados.
¿Te refieres a un nivel militar?
Sí. Más aún cuando la policía y los militares se han dado la vuelta… no tuvimos a nadie.