Coronavirus en Venezuela: Pandemia bajo control, economía no tanto
En medio de una cuarentena que irá por lo menos hasta mediados de mayo, la economía venezolana chilla y los sectores populares son los que resultan más afectados. “La situación no está fácil”, lo sabemos. Entre el bloqueo y el coronavirus, la historia sigue en Caracas. [Foto de portada: Nica Guerrero].
Desde Caracas. “Pueblo de Venezuela, la situación no está fácil”, repiten los camiones que recorren las calles de Caracas y piden a la gente quedarse en la casa. El país está en la quinta semana de cuarentena, una nueva normalidad distópica con barbijos, policías en las calles, comercios cerrados, colas para la gasolina, y una sequía que agrega más calor al calor.
Los números ante la pandemia muestran, por el momento, una situación bajo control: 197 personas contagiadas, 111 recuperadas y 9 fallecidas. El gobierno realiza una actualización diaria por radio y televisión para explicar la evolución de la curva que se mantiene aplanada, dónde surgen los nuevos casos y en qué situación.
Las políticas desplegadas han dado resultado, tanto la cuarentena temprana con uso de barbijo obligatorio, desinfección de áreas comunes, la realización de una encuesta digital para que la gente avise en caso de tener síntomas, la visita de médicos en esos hogares, y la realización, gratuita, de 225.009 pruebas de testeo.
Esas medidas se han complementado con los apoyos internacionales recibidos para reforzar el sistema de salud: insumos médicos de la Cruz Roja, la Organización Panamericana de la Salud, de China, Cuba y Rusia.
La decisión de abordar con carácter de emergencia la aparición del coronavirus permitió, además, poder enfrentar al retorno de migrantes venezolanos que han venido ingresando por las fronteras terrestres con Colombia desde el inicio de la pandemia. Más de diez mil personas entraron al país hasta ahora, lo que llevó a desplegar un operativo médico, de alojamiento y alimentación en los diferentes puntos de cruce.
El gobierno anunció que la cuarentena se prolongará por treinta días, es decir hasta casi mediados de mayo. Junto con las medidas ya tomadas, comenzó a implementarse desde el lunes en una de las zonas populares de Caracas, la parroquia Sucre, el uso de un pase por familia para moverse, con el objetivo de limitar desplazamientos y cortar las cadenas de transmisión del virus.
Si la perspectiva en cuanto al manejo sanitario de emergencia resulta clara en su explicación y desarrollo, la situación en el área económica es, en cambio, incierta.
Diferentes problemas se han acelerado en los últimos días: el aumento del dólar paralelo, que pasó de 70 mil a cerca de 130 mil bolívares, el incremento de los precios ligado al dólar y la especulación, y la escasez de gasolina que antes afectaba a las zonas fronterizas y ahora llegó hasta la capital.
Las medidas tomadas por el gobierno hacia los sectores populares se han centrado en intentar fortalecer el sistema de distribución de alimentos subsidiados, otorgar bonos —dentro de una política general de poca emisión para intentar contener la inflación—, y prohibir el corte de los servicios, de por sí muy bajos.
Mantener la cuarentena resulta difícil para muchos debido al cierre de la economía informal, que, debido al deterioro de los salarios regulados, se amplió fuertemente en los últimos años. A esto se suma, además, lo que se estima será una reducción de las remesas, que forman parte del circulante en dólares de la economía ya parcialmente dolarizada.
El desabastecimiento de gasolina, por su parte, es el resultado de varios factores. Por una parte, central, el bloqueo norteamericano, que sanciona a la industria petrolera estatal PDVSA, a las empresas internacionales que trabajen con ella, lo que afecta tanto la exportación de crudo, como la importación de químicos, maquinarias/repuestos, y gasolina.
El bloqueo se agrava con la caída de los precios petroleros debido a la reducción de la demanda global en cerca del 25%, y la falta inicial de acuerdo entre Rusia y Arabia Saudita para disminuir la producción. El reciente acuerdo entre los principales países productores de recortar 9,7 millones de barriles diarios es una buena noticia para Venezuela, pero no tendrá, según varios analistas, un impacto significativo en los precios hasta que se reactive la demanda, es decir, cesen en parte las cuarentenas, comiencen a reabrirse fronteras.
El problema petrolero es entonces quíntuple: de baja producción —aunque un aumento tendría enfrente la dificultad de venta ante la disminución de la demanda— exportación, de precios, de ingresos para el Estado, y de abastecimiento interno que, a su vez, afecta la movilidad de varias áreas de la economía.
Ante esta situación ha comenzado la reactivación de una refinería, El Palito, en la zona central del país para abastecer una parte del mercado interno, y, según anunció Maduro, se han fortalecido las relaciones con China, Rusia e Irán.
“Pueblo de Venezuela, la situación no está fácil”, es entonces una definición acertada del estado de la situación debido a la amenaza del coronavirus, cuarentena, y el cuadro económico que se explica en parte por el bloqueo norteamericano contra el cual muchas voces internacionales piden el retiro.
Estados Unidos, por su parte, ha dejado en claro que no levantará el bloqueo, y busca hacer de la pandemia una oportunidad para apretar en el intento de derrocamiento de Nicolás Maduro, que necesita con mayor urgencia debido a la situación de crisis de la industria petrolera de esquisto norteamericano, particularmente golpeada por la caída petrolera.
No es lo único: Trump busca a su vez desviar miradas de la crítica situación interna del país que expone errores de la Casa Blanca, disputas con gobernadores, tensiones con el Pentágono, el disparo de los números de desempleo y la incapacidad de liderar respuestas a nivel internacional.