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El concepto de identidad en Latinoamérica: una aproximación desde las teorías de la modernización y el postdesarrollo

Este ensayo busca responder a la pregunta: ¿Cómo se ha abordado el concepto de la identidad en los pueblos de Latinoamérica desde la teoría de la modernización y el postdesarrollo?  Por Tatiana Villamizar Morgado*. 

El tema de la identidad en Latinoamérica constituye un tema que ha sido tratado por diversos autores y que representa uno de los más complejos porque están involucrados una serie de factores externos e internos, donde el sujeto es actor y constructor de su propia identidad. Sin embargo, en este campo, surgen muchas preguntas: ¿Existen varios tipos de identidad o una sola identidad? ¿Qué es identidad? ¿Qué relación existe entre la identidad y el desarrollo? ¿Cuáles han sido los aportes de la teoría de la modernización al concepto de identidad? ¿Ha sido tenido en cuenta el concepto de identidad en el postdesarrollo? Interrogantes que si bien necesitan ser abordados desde las problemáticas mismas que viven los pueblos de Latinoamérica y de su relación con el problema del desarrollo, pues dentro de este contexto surge un proceso que está intrínsecamente relacionado con éste, a saber, los efectos de la globalización y la homogenización de las identidades de los pueblos de América Latina. De modo que, plantearse la conexión de la identidad y el desarrollo, particularmente desde la concepción de la teoría de la modernización y el postdesarrollo, constituye un tema de interés para la academia, en tanto es ésta la que puede cuestionarse y tratar de explicar los procesos evolutivos por los que pasan los pueblos. Por consiguiente, la pregunta principal a resolver en las páginas siguientes es: ¿Cómo se ha abordado el concepto de la identidad en los pueblos de Latinoamérica desde la teoría de la modernización y el postdesarrollo? Cuestionamiento que será tratado en tres partes, la primera, abordar la historia del concepto de identidad en América Latina, con el fin de alcanzar un acuerdo entre aquello que se entiende o define por identidad; segundo, la identidad en la teoría de la modernización y por último la identidad y los principales postulados que se han hecho desde el postdesarrollo a éste concepto tan fundamental para la cultura de América Latina.

Para llevar a cabo tal objetivo es preciso remitirnos a fuentes bibliográficas que refuercen nuestros argumentos y brinden mayor sustentación. Por lo tanto nos basaremos principalmente en  (Escobar),  (Latouche 2003) y (Mansilla 1994). Nuestra bibliografía secundaria estará precedida por diversos autores como: (Szurmuk y Mckee 2009), (Devés 1996) y (Rist 2002).

Historia del concepto de identidad en América Latina

En primer lugar, cabe señalar un hecho importante dentro del contexto de América Latina, a saber, después de la Segunda Guerra mundial, la sociología aparece como una disciplina empírica en estos países, lo cual no favorece el problema del concepto de la identidad, dado que la teoría de la modernización, el cepalismo y la teoría de la dependencia acogen como tema primordial el previo análisis de las estructuras sociales con una visión de transformación modernizadora.  Por lo cual cabe pensar que, para estas teorías, el concepto de identidad estaba en relación con la preservación de tradiciones y estilos de vida, y no lo articulaba a los procesos de cambios que se dan en las sociedades.

Asimismo, se van dando las condiciones en los 80´s para que surja en los estudios latinoamericanos una aproximación al concepto de identidad, que según Morandé son:

“a) El Propio debilitamiento de los paradigmas funcionalista y dependentista es lo que posibilita nuevos conceptos y nuevas preguntas, b) El desarrollo de una oleada “autóctona”, algo romántica, algo culturalista en las ciencias sociales. En síntesis, una antropologización de las mismas, c) Una mayor apertura hacia el pasado del propio pensamiento latinoamericano y la captación de conceptos que allí hicieron historia, d) El renacimiento de una oleada creciente de preocupación no sólo por la modernización, sino que por las condiciones específicas para que este proceso se articule con la cultura latinoamericana, e) Una búsqueda de la comprensión de lo que somos los latinoamericanos y no sólo de lo que podemos llegar a ser, f) una perspectiva que concibe lo cultural como un campo de estudio con autonomía y no como epifenómeno” (Devés 1996, 183).

De modo que, el tema sobre la identidad aparece en un medio de incertidumbre, donde la crisis de la identidad de los pueblos de América Latina es evidente por la razones anteriormente señaladas, pero que dadas esas condiciones, adquiere una especial relevancia y profundidad dentro del estudio académico. Sin embargo, la categoría de identidad, dado su carácter interdisciplinario tiene muchas connotaciones en las diferentes áreas, que hacen necesario la precisión conceptual para prever cualquier ambigüedad: “La identidad es una categoría social que ubica conceptos en cada una de las diferentes disciplinas, es un tema de la antropología, la sociología, la filosofía, la psicología e incluso la historia, ha sido un tema tratado desde la cultura global y local” (Ortiz 2003, 16).

Algunas veces se ha respondido al tema de la identidad desde quién soy, dejando de lado que ésta se construye  a través de procesos de comunicación e integración donde los conflictos, las necesidades básicas, es decir, lo particular, social y mundial, están siempre presentes, y se van constituyendo con diferencia a otras identidades. Por lo cual,  tomaremos el significado de palabra identidad del Diccionario de estudios culturales latinoamericanos,

“La palabra “identidad” se deriva del vocablo latino identitas, cuya raíz es el término idem, el cual significa “lo mismo”. En su acepción más básica, la identidad incluye asociaciones, por una parte, con los rasgos que caracterizan a los miembros de una colectividad frente a los otros que no pertenecen a la misma y, por otra, a la conciencia que un individuo tiene de ser él mismo y, entonces, distinto a los demás. Entre lo mismo y lo otro se abre, así, el territorio material y simbólico de la identidad. Más un reclamo relacional que un hecho dado en sí, la identidad como categoría invita al análisis de la producción de subjetividades tanto colectivas como individuales que emergen, o pueden ser percibidas, en los ámbitos de las prácticas cotidianas de lo social y la experiencia material de los cuerpos” (Szurmuk y McKee 2009, 140).

Sin embargo, a pesar de lo básico de la definición anterior, se debe tener en cuenta que, a finales del siglo XX y a medida que se van dando distintos procesos dentro de la sociedad, tal como la globalización, la acepción de identidad deja de ser tratada como algo que pertenece solamente al ámbito individual y cultural sino que se incluye dentro de las dinámicas de las experiencias políticas y económicas. Por consiguiente, se empieza a introducir tanto la cultura como la identidad de los pueblos de América Latina en el proceso de neoliberalización que se vivía a principio del siglo XXI en estos pueblos, y surge el conflicto de cómo la dominación de las empresas multinacionales permean y se mezclan en la diversidad cultural.

Por lo tanto, vemos que en este periodo los estudios sobre la identidad se basan en aquellos efectos que pudieran tener dentro del mercado y el desarrollo, donde ésta se basa en los cambios económicos y políticos y están en negociación directa con las entidades que conforman el Estado.

La identidad en la teoría de la modernización

Nuestra realidad está mediada por circunstancias que están sujetas permanentemente  al cambio y con ello, aparece la necesidad de explicar dichos procesos a través de diversos mecanismos, ya sea que aparezca un nuevo paradigma o se haga el análisis del discurso de las sociedades, donde la lectura no sólo estudie lo universal de éstas, sino que se detenga en las necesidades particulares y básicas de cada comunidad. En este sentido, el discurso del desarrollo que surge con todo su esplendor y un alcance muy significativo y trascendente tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, se impone sobre las ciencias sociales y otros aspectos de la vida social; es el reflejo de querer explicar mediante la racionalidad todos los valores humanos:

“It is through the creation of psychological tensions and frustrations that economic growth claims to satisfy the basic needs of humanity. It seems that economics cannot stand on its feet without using poverty as a crutch.  Not only has the economic imagination literally invented “scarcity” but also the experience of poverty constitutes a condition of growth” (Latouche 2003).

Estas son consecuencias directas de la modernidad, donde prima los fundamentos del discurso del desarrollo y maximizan todas nuestras necesidades a estadísticas, convirtiéndose éste en un criterio básico de la economía occidental, que rige nuestras vidas.  Así que dentro de este ambiente en el orden mundial, se produjo los llamados países del Tercer Mundo, como efecto de la separación de las colonias europeas en Asia, África y América Latina, las cuales buscan modelos de desarrollo que dinamicen sus economías y al mismo tiempo les de independencia en sus decisiones políticas. De modo que, este contexto sirve de base para que surja la teoría de la modernización, “esta significación les corresponde a las teorías de la modernización porque las anteriores teorías no marxistas se habían revelado como insuficientes para la explicación de los problemas referentes a los países del Tercer Mundo a partir de la Segunda Guerra Mundial” (Mansilla 1994, 40).

En consecuencia, la teoría de la modernización aparece como un nuevo paradigma que permite la explicación del paso tradicional al moderno, y que a su vez invita a simular a las sociedades más desarrolladas y avanzadas. Pero, las críticas a este nuevo enfoque aparecen por tener una visión sesgada y unilateral del proceso de modernización. Asimismo, una de las críticas más relevantes dentro de este ensayo, es aquella que se vincula a la eliminación de los valores tradicionales, es decir, dentro de los países del Tercer mundo, la teoría de la modernización, pretende tratar a aquellos como homogéneos, olvidando la heterogeneidad de las culturas de los países de América Latina especialmente:

“Efectivamente, la teoría de la modernización supone que los cambios en las normas generales universalistas precipitan alteraciones en todos los otros niveles mediante procesos de diferenciación, segmentación y especificación, las que, a su vez, traen consigo cambios en todos los sectores de la sociedad. Por lo tanto, se puede llegar a la conclusión de que esta concepción de modernización y cambio social sobrevalora notablemente los aspectos cultural-normativos, socio-psicológicos y los referentes a la teoría del comportamiento. Al mismo tiempo debe advertirse que generalmente los conceptos de tradicionalidad y modernidad suministran una red analítica muy burda que permite subordinar las formas históricas y sociales más diversas bajo un mismo concepto por el cual el rendimiento y la capacidad explicativos del teorema de la modernización quedan expuestas en cuestión. Los teóricos de la modernización han llegado a atribuir explícitamente a varios factores de desarrollo la misma importancia simultánea para la evolución histórica” (Mansilla 1994, 47-48).

Por lo tanto, la teoría de la modernización en los países del Tercer Mundo, sólo se ocupa de aplicar e instaurar los procesos de modernización para la promulgación de la racionalidad en todos los aspectos de la sociedad; cuyo fin más importante es reproducir los modelos de desarrollo del Norte, olvidando la heterogeneidad de los pueblos de América Latina.

La identidad en el postdesarrollo

El proceso de la modernización en los países del tercer mundo y la secularización que trajo consigo, además de una crisis en la identidad de los pueblos de Latinoamérica, provocó que académicos hicieran propuestas más relacionadas con lo social y humano, por lo cual, estos nuevos discursos propulsaban formas menos reduccionistas de entender el desarrollo y los problemas del Tercer Mundo. Dentro de este escenario aparece el discurso del postdesarrollo:

“En general, el ʿpostdesarrolloʾ surgió de una crítica postestructuralista, es decir, un análisis del desarrollo como conjuntos de discursos y prácticas que tuvo un impacto profundo en la manera en que Asia, África y América Latina llegaron a ser consideradas como ʿsubdesarrolladasʾ y tratadas como tales” (Escobar 2012, 17).

En consecuencia, los primeros planteamientos que llevo a cabo el postdesarrollo fue un modo de pensar distinto y crítico frente a aquellos aspectos en el desarrollo convencional. Por un lado, plantea y cuestiona las formulaciones y sus aplicaciones, en especial, las condiciones bajo las cuales se legitima; por otro, toma las herramientas post-estructuralistas. Por ende, se convierte en un ejercicio de deconstrucción, donde “se trata de preparar el “post-desarrollo”. Querer hacer algo distinto de lo hecho hasta ahora no quiere decir que se haga lo contrario. La historia muestra que el “desarrollo” es un invento reciente” (Rist 2002, 284).

Así, en el aspecto cultural, el postdesarrollo crítica todas las acciones que han sido ejecutadas en nombre del desarrollo, especialmente en la mitad del siglo XX, cuando los índices de la pobreza y la desigualdad persistían y ahondaban las crisis de identidades y culturas de los pueblos de América Latina:

“Para acceder al posdesarrollo, las comunidades necesitan experimentar estrategias productivas alternativas, y, simultáneamente, practicar la resistencia semiótica a la reestructuración que el capital y la modernidad hacen de la naturaleza y de la sociedad. La descentralización económica, la desburocratización del manejo ambiental, el pluralismo político, la autonomía cultural y la productividad ecológica pueden servir como criterios globales para emprender tal estrategia” (Escobar 2007, 345).

La anterior cita ejemplifica aquello de lo que trata el postdesarrollo, es decir, en la afirmación de que el desarrollo no solamente debe hacer énfasis en cómo debe ser la economía, sino que una verdadera idea de desarrollo integral debe tener en cuenta los fenómenos sociales y culturales, de donde emergen las identidades de los sujetos a los cuales se les está imponiendo un proceso de desarrollo. De esta manera, el postdesarrollo se convierte en un paradigma potente, capaz de evidenciar que el desarrollo no sólo debe centrar su práctica en lo técnico, sino que debe ser capaz de extrapolar hacia las culturas locales.

Por lo tanto, el postdesarrollo no sólo implica un rechazo al discurso del desarrollo sino también a la modernidad, ya que los países del Tercer Mundo se han visto sometidos a una modernización por los países occidentales en nombre del desarrollo:

“Dicho de otra manera, una reafirmación del lugar, el no-capitalismo, y la cultura local opuestos al dominio del espacio, el capital y la modernidad, los cuales son centrales al discurso de la globalización, debe resultar en teorías que hagan viables las posibilidades para reconcebir y reconstruir el mundo desde una perspectiva de prácticas basadas-en-el-lugar” (Escobar 2000, 2).

De manera que, el postdesarrollo busca alternativas a los procesos de desarrollo y modernización, en tanto reinventa los métodos por los cuales se pueden alcanzar desde la cultura y la identidad, aquello que se excluyó y produjo una crisis social, económica y cultural en América Latina. Y, es precisamente está reinvención de la organización de las sociedades que brinda el andamiaje para pensar en la complejidad no sólo de la realidad social, sino también de la homogenización de las identidades, en cuanto se trata de aplicar un nuevo modelo de desarrollo en los países del Tercer Mundo, creyendo que con ello se está procediendo a la salida de soluciones económicas.

Conclusiones

La anterior disertación que intentó responder a la pregunta: ¿Cómo se ha abordado el concepto de identidad en los pueblos de Latinoamérica desde la teoría de la modernización y el postdesarrollo? Nos permite sacar tres importantes conclusiones.

En primer lugar, el concepto de identidad representa un complejo proceso de construcción, dentro del cual han intervenido una serie de factores externos, promovidos por los países desarrollados, donde se ha permeado la originalidad de los pueblos a través del espacio-tiempo. Asimismo, existe una dicotomía entre la identidad pasada y la presente, que da lugar a la formación de una mezcla de identidades locales y globales. Por lo tanto, parece existir un nuevo camino hacia la construcción de una identidad de los países latinoamericanos, en tanto se trata de conservar por una parte, esa autenticidad e idiosincrasia que estuvieron presentes antes del periodo de la colonización y de la industrialización; por otra parte, están aquellos valores que provienen desde afuera, de las naciones periféricas y que nos incitan a adaptar modelos de desarrollos en lo económico, social, cultural y tecnológico. De modo que, este contexto conllevaría a la formación de una nueva identidad de los países Latinoamericanos.

En segundo lugar, la teoría de la modernización tal como lo indicamos líneas atrás, se centra en el proceso de modernización y desarrollo, y, deja de lado los procesos socio-culturales y políticos y por lo tanto ignora las características identitarias de los pueblos, desconociendo la importancia y la esencia misma de ésta.

En tercer lugar, el postdesarrollo aparece como reivindicación de la práctica de la teoría de la modernización, en cuanto crítica el tratamiento que le da ésta a las conexiones de los procesos sociales y a los procesos culturales y políticos. Por lo cual, el postdesarrollo intenta pensar los medios para reorganizar y profundizar los vínculos de las sociedades y rescatar la autonomía y la autenticidad de los pueblos del Tercer Mundo. Sin embargo, es lógico preguntarnos si ¿Está germinando una nueva identidad latinoamericana, donde se incluyen los aspectos de la sociedad modernizada?

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* Tatiana Villamizar Morgado es filósofa de la Universidad Industrial de Santander.

 

Bibliografía

Latouche, Serge 2003. “Sustainable development as an oxímoron”. En Sustainable Development as a Paradox. http://www.rsesymposia.org/themedia/File/1151679499-Plenary2_Latouche.pdf

Szurmuk Mónica y McKee Robert, 2009. Diccionario de estudios culturales latinoamericanos. México: Siglo XXI Editores.

Devés, Eduardo, 1996. “El pensamiento latinoamericano entre los años 1915 y 1930 (lo social como reivindicación de la identidad)”. En Cuadernos Americanos, Nº 55, México.

Mansilla, H. C. F 1994. “Crítica a las teorías de la modernización y la dependencia”. En Autonomía e imitación en el desarrollo, fragmentos de una teoría critica de la modernización. La Paz: Huellas SRL.

Ortiz, Barbara 2003. Construcción de identidades y relación cultural. Cuenca: Universidad de Cuenca.

Escobar, Arturo 2012. “Más allá del desarrollo: Postdesarrollo y transiciones hacia el pluriverso”. En La invención del desarrollo. Popayán: Universidad del Cauca.

Escobar Arturo 2007. La invención del Tercer Mundo Construcción y deconstrucción del desarrollo. Trad: Diana Ochoa. Caracas: Fundación Editorial el perro y la rana.

Rist, Gilbert 2002. Conclusión. En El desarrollo: historia de una creencia occidental. Trad: Adolfo Fernández Marugán. Madrid: Los libros de la Catarata.

Escobar, Arturo 2000. El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: ¿globalización o postdesarrollo? En La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Comp. Edgardo Lander. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina. Julio de 2000. p. 246. Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/lander/escobar.rtf