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Tenemos que recuperar la imagen de la rebeldía. ALBA Movimientos y la formación política

La formación política tiene un lugar destacado en los triunfos y derrotas de los movimientos populares. Si no formamos a nuestra militancia, el enemigo lo hará por nosotrxs. Aquí algunas reflexiones en torno a la formación política desde el seno de ALBA Movimientos.

ALBA Movimientos es una articulación continental de movimientos sociales y populares que luchan por la emancipación de América Latina y el Caribe desde una perspectiva decididamente socialista. Actualmente, ALBA nuclea más de 400 organizaciones en 25 países y ha logrado una destacada integración de las preocupaciones, luchas y reflexiones de los sectores populares en nuestra región. En esta ocasión, dialogamos con Laura Capote, militante de Marcha Patriótica en Colombia y responsable de la formación política hacia ALBA Movimientos.

ALBA Movimientos ha sido un importante escenario de articulación de movimientos sociales y políticos de la región. Quizá pocas experiencias tengan hoy la capacidad de ofrecer una lectura continental tan clara acerca del campo específico de la formación política. ¿Cuáles crees que sean los principales retos y desafíos en la formación política de las organizaciones populares de América Latina y el Caribe?

Hay muchísimos y de distintos tipos. Por un lado, están los desafíos de nuestra coyuntura en América Latina y el Caribe. Desde Alba Movimientos consideramos que actualmente asistimos a una fuerte disputa, a un flujo y reflujo de los movimientos sociales en la región. Principalmente con relación a los gobiernos populares, de un lado, y reaccionarios, del otro, que han llegado estos últimos años al poder. También un flujo y reflujo con relación a aquellos gobiernos populares de la primera ola a los que nosotros estuvimos íntimamente vinculados, tanto independientemente como también haciendo parte de esos mismos gobiernos que eran todavía más radicales, con un proyecto claro de socialismo, como lo persigue ALBA Movimientos. Los gobiernos de hoy son proyectos con otras características, productos de la coyuntura en la que emergen. Entonces también encontramos el reto de ubicar en este nuevo contexto social y político una formación que sea interesante y útil para la lucha y para nuestro proyecto de articulación continental.

Por supuesto que uno de los principales retos desde lo cotidiano es encontrar un lenguaje y una agenda común que resulten transversales a toda la región. Por ello, dentro de la formación, una de las principales tareas que nos han dejado Chávez y Fidel es la del fortalecimiento de la batalla de ideas desde el respeto de la soberanía de cada organización o movimiento. Reiteramos que ALBA es una articulación y por tanto hay que prestarle mayor atención a esa potencia integradora dentro del mismo proceso formativo, por eso decimos que no es un proceso unidireccional. No se trata de que ALBA dé la formación de las organizaciones, más bien son las organizaciones las que están llamadas a enriquecer la concepción de formación dentro de ALBA Movimientos.

A partir de esto, el otro reto es reconocernos como articulación en términos formativos. Por ejemplo, sabíamos que existe la Florestan Fernandes con su trabajo, con su historia; conocemos experiencias de formación política en otros países, pero no nos habíamos dado a la tarea de comprender qué es lo que proponen desde aquellas tradiciones de formación, sus estrategias político-pedagógicas, etcétera.

En ese sentido, nos dimos a la tarea de conocernos y ubicar, desde el Sistema Continental de Formación Política, una articulación de escuelas de América Latina y el Caribe, incluyendo aquellas de los países que no hablan castellano o portugués. Esto impone el reto de incorporar las escuelas del Caribe anglófono y francófono, o para el caso de Haití, que habla creole. Entonces, ¿cómo pensarnos la articulación en ese nivel de formación en un continente diverso, no solamente en términos culturales, sino también lingüísticos? Y en esa tarea hemos ido articulando, en este momentos con 13 escuelas en alrededor de nueve países. Ahora el reto es impulsar y acompañar la creación de nuevas escuelas y nuevos procesos formativos a nivel continental.

Entendimos que fue gracias a la formación política que ALBA Movimientos pudo sortear la pandemia. Las organizaciones de la articulación se siguieron sintiendo parte de Alba porque se les convocaba a pensar y reflexionar sobre el nuevo momento político global. Cumplimos ese rol, y es el mismo rol que la formación tiene al interior de las organizaciones. Es el rol de difundir el pensamiento crítico permanentemente, de ser la voz crítica dentro de las organizaciones.

Así superamos ese primer periodo, hasta la tercera asamblea que fue en abril de 2022. De ahí, fuimos a una “segunda ofensiva” de convocar a más escuelas para, además de conocer sus propuestas formativas, ver cómo pueden aportar a la construcción de este proyecto continental centrado en una formación para la emancipación, la transformación y, sobre todo, para la construcción del socialismo. Aquí la articulación, la confianza entre organizaciones se vuelve muy necesaria para construir políticamente entre las mismas.

En este punto, la tarea de la formación está vinculada intrínsecamente con las tareas políticas de nuestra articulación. De hecho, un elemento central que quedó, fue el de acercar más las luchas del pueblo caribeño, e incluir en nuestros temas de estudio cuál es la lógica del Caribe, sus pensadores referentes, cómo entender a ese grupo de islas y cómo se logran vincular a una noción continental. En general, es algo que no solemos hacer. ¿Qué significa convivir cultural e identitariamente en una región que no habla mi misma lengua? Actualmente hay pueblos que siguen siendo colonias francesas o británicas. Aún no tenemos resuelta la independencia total de las islas del Caribe latinoamericano. Hay un enorme reto de vincular al Caribe de forma transversal y, claramente, a sus luchas. Ejemplo de esto es la lucha del pueblo haitiano que es tan importante para nosotros. Ligado a esto está el fortalecimiento de la Escuela Charlemagne Peralta, construida por un frente de organizaciones de izquierda en Haití. Precisamente uno de los retos del 2023 es hacer un curso continental en esa escuela para escapar a esa lógica de que al Caribe van los caribeños que hablan francés, inglés y creole, y a América Latina quienes hablamos portuñol (portugués y castellano).

Ahora bien, este momento político no es el mismo que vio nacer al ALBA como proyecto de articulación continental. A pesar de hablar de una segunda ola progresista, las características de estos gobiernos son muy distintas a las agendas que lideraron, por ejemplo, Hugo Chávez y Fidel Castro. ¿Qué se oportunidades se abren en términos de formación política para las organizaciones de la región?

A diferencia de la primera década del siglo XXI, hemos dado inevitablemente un salto cualitativo muy importante frente a la concepción de lo que es la formación política. Es una oportunidad para medir nuestra capacidad crítica, tanto en términos de las capacidades económicas que nos permite el tener a gobiernos progresistas de nuestro lado, y que también nos implica una mayor responsabilidad a quienes nos dedicamos a la tarea de la formación, la investigación y el estudio de nuestras realidades.

Es un llamado a no ser contemplativos o convertirnos en un comité de aplausos con todo lo que hacen los gobiernos progresistas. Y es, por ejemplo, el caso de Colombia donde llega un gobierno novedoso, que no nos hubiéramos imaginado y, a pesar de ello, las organizaciones no podemos convertirnos en un furgón de cola de lo que haga o no haga el gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez. Para los formadores y formadoras de las organizaciones populares, este nuevo contexto es un reto para entender las transformaciones a nivel geopolítico de un gobierno como el colombiano, de acompañar, llenar de política las discusiones nacionales y que no se conviertan en hacerle una fiesta al gobierno progresista. Me parece que en un escenario menos adverso a nuestros intereses, tenemos aun más responsabilidades que las que teníamos antes.

Entonces, la oportunidad está en desafiar nuestra propia capacidad crítica y nuestro compromiso con un proyecto que no es el de ninguno de estos gobiernos, un proyecto que va más allá de una apuesta por el poder de gobierno y va hacia la construcción del poder popular. Diría, por lo tanto, que la oportunidad está en medir la capacidad de utilizar herramientas que hace 10 años no teníamos. En esa primera Asamblea de ALBA Movimientos en el 2013 no teníamos la capacidad de articular iniciativas continentales de forma virtual que nos permitan acercar otro tipo de discusiones. Obvio, con todas las limitaciones materiales frente al acceso al internet en nuestra región. Aún así, nos dimos cuenta en la pandemia que esto sostiene la articulación y que se pueden pensar iniciativas.

El trabajo de construir el colectivo de escuelas en ALBA empezó en la Florestan Fernandes en el 2019, pero el desarrollo cotidiano fue prácticamente en la pandemia. Entonces, fue proponerle a las organizaciones un curso sobre El capital, un curso de de formación de formadores, un curso en el centenario de Paulo Freire, un curso de actualidad latinoamericana. Es decir, entre proponer y proponer, nos fuimos dando cuenta que este ejercicio cualifica la lectura sobre el momento político, y por su puesto, cualificar la lectura permite cualificar la intervención.

Dicho esto, creo que tenemos unas importantes oportunidades en este momento para pensar en otras matrices de formación, otras metodologías que incluyan elementos de la tecnología, que incluyan elementos interdisciplinares como se dice en el lenguaje académico. Incorporar las artes, la literatura y otras concepciones distintas a la educación tradicional en la que muchas veces recaemos, inclusive partiendo desde nuestra propuesta formativa de la educación popular. A veces terminamos repitiendo fórmulas ya conocidas y perdiendo creatividad, y en este momento es un reto enorme mantener y potenciar la creatividad.

En este sentido, una coyuntura política como la de Colombia nos ofrece la posibilidad de pensar con un poco de aire la formación. Es una situación en la que no tenemos al enemigo respirando en la nuca, en la que no sufrimos tan directamente de capturas o persecución a compañeros. Un contexto político un poco más afín también te da un poco más de oxígeno para profundizar en la formación, que muchas veces en escenarios adversos es la primera que se abandona.

Finalmente, quienes militamos la formación política entendemos que no somos profetas, pero que mínimamente nos debemos a la tarea de trazar análisis y ubicar posibles amenazas. ¿Qué amenazas tenemos en este momento político y a cuáles de ellas crees que debe responder la formación política?

Yo creo que el enemigo nunca deja de trabajar, y es más disciplinado que nosotros. Y una de las amenazas vinculadas a la batalla de las ideas y de las emociones —que hoy estamos perdiendo— tiene que ver un poco con materializar aquello que Fidel nos dejó dicho en su famoso discurso acerca de la batalla de las ideas a comienzos de este siglo. Fidel nos decía algo así como: cuidado, porque por acá es donde el enemigo va a empezar a trabajar ahora. Y no es que deje de hacer lo que ha hecho, como los golpes de Estad, sino que se va a cualificar y diversificará las formas en las que logra penetrar nuestras luchas como clase.

Para nosotros el surgimiento de estos nuevos fascismos y el renacimiento de las ideas de derecha con discursos xenófobos, machistas, discriminatorios de todo tipo, hacen parte de la batalla de las ideas pero sobre todo de las emociones. Y, repito, esta es una batalla que siento que nosotros estamos perdiendo. La rebeldía, por ejemplo, era algo que se asociaba a la figura del Che Guevara y a estos muchachos revoltosos que se van a tirar papas-bomba. Pero no, hoy la rebeldía está siendo capturada por estos “libertarios”, hoy la rebeldía es el que grita que hay que quemar el banco central o el que dice que la tierra es plana y que las vacunas tienen un chip.

Se vuelve en algo casi anticientífico que está capturando a la juventud, nuestro público por excelencia dentro del proyecto de izquierda y alternativo al capitalismo. La juventud, ese momento en el que uno está buscando en qué creer y a qué proyecto de vida adscribirse. Y ya no se trata de un chiste, no se trata de tribus urbanas o de si me gusta el reggae o la salsa. Estamos hablando de jóvenes de 15 y 16 años que inician a participar de proyectos claramente fascistas, que acogen el discurso de matar al extranjero, a los negros y a los homosexuales, con esas palabras, con toda impunidad.

Es, en definitiva, una gran amenaza que no estamos sabiendo cómo solucionar, y es esa eterna corrección política en la que nos metió el progresismo. Y no es algo que propiamente vaya en nuestra contra. Hoy creemos que hay ciertas cosas que no se deben decir, que no se debe confrontar, que tenemos que hablar mejor. Y así, nosotros cada vez más limpios, cada vez más políticamente correctos, y ellos del otro lado cada vez más al frente y con amenazas más claras, más fascistas y más racistas. En ese sentido, me parece que estamos perdiendo esa batalla por goleada.

Desde ALBA Movimientos esta es una preocupación enorme por buscar cómo trabajar eso, cómo recuperar la rebeldía que implica un proyecto anticapitalista y lo que significa el capitalismo más allá de la consigna. No se trata de aceptar los discursos de Elon Musk y a todos estos tipos que plantean que simplemente hay que dejar el planeta Tierra e irnos a vivir a Marte. En últimas es la disputa por lo que llamamos en ALBA crisis civilizatoria. Tenemos que demostrar desde nuestro proyecto que como especie tenemos un futuro en este planeta, pero que ese futuro debemos trabajarlo a pulso porque en la dinámica feroz del capital no tenemos ningún futuro como especie, o por lo menos no lo tenemos las clases populares.

Por otro lado, está la batalla contra los fundamentalismos que identificamos como una gran amenaza. Principalmente, los fundamentalismos religiosos que están emparentados con estos procesos ultraconservadores, que están ganando el debate en el espacio público y que nos disputan en escenarios muy importantes de la subjetividad en nuestra misma clase, como es la fe y, en general, la experiencia espiritual. Esto en nuestra región supo ser un elemento sumamente combativo y de clase, somos el continente donde nace la teología de la liberación, somos el continente de Camilo Torres. Pero los fundamentalismos nos vienen ganando con unos discursos totalmente alejados de la realidad, que olvidan esa tradición de clase y del cristianismo (y otras expresiones religiosas) revolucionario que tenemos que recuperar.

Todo esto se vincula a la amenaza de un sistema capitalista que está en crisis. Los compañeros del Instituto Tricontinental de Investigación Social hicieron un trabajo muy interesante sobre los monstruos. Plantean ellos que el capitalismo, en tanto monstruo, a medida que se cae y que se derrumban sus principales bases (por hablar de la hegemonía estadounidense) va a rasguñar y se va a llevar consigo todo lo que pueda. Y ese “todo lo que pueda” implica el propio futuro de nuestra especie. La amenaza, entonces, es contra un sistema que de ninguna manera permite la supervivencia humana.