Sobre el octubre ecuatoriano o la hidra de una rebelión latinoamericana
Un fantasma recorre latinoamérica, es el fantasma de Octubre. El mes que inspiró las más grandes revoluciones y el amor por la liberación, llegó a América Latina como una bocanada de aire fresco que avivó los fuegos de rebelión. Ecuador, país anfitrión de las revueltas y alzamientos populares latinoamericanos del año 2019, recuerda octubre con melancolía y con el ánimo de volver a él. Para que siempre viva octubre, una reseña del libro Estallido: la rebelión de octubre en Ecuador. [Portada: Kapari Comunicación].
A las coyunturas no se les toma por el pie. Son bastantes sigilosas, aunque razones no le faltan para hacerse presentes. Nacen de un tropezón y se alimentan de todo lo que ven a su alrededor, haciendo sus pasos más fuertes y sus huellas grandes. Tienen madre y padre, y en ellas se esconde la promesa de agitación y de cambio. La serie de alzamientos sociales que América Latina presenció a finales del 2019 también tiene, así, un origen, o más bien un precursor. Octubre: el rojo, el revolucionario, el histórico, el valiente, el paradigmático, acaeció como aluvión y como incendio en millones de voluntades populares que sabían que la calle y la montaña los convocaban; pero que aún no encontraban la fuerza para apoderarse de ellas. Era entonces el mes de octubre en Ecuador, y Morfeo, que a veces gana la batalla del letargo, no pudo enfrentarse a la hidra de la rebelión que se expandió por cada rinconcito del pequeño país. El pequeño gigante latinoamericano sacudió los años de amansamiento y se atrevió a despertar.
Y es aquí cuando sobreviene la pregunta: ¿Qué despertó a este monstruo del mil cabezas? ¿Cómo se cocinó tal movimiento social? ¿En dónde estaba encendida la llama del descontento que cuando se levantó ya nunca se pudo apagar? La respuesta no es fácil de prever, precisamente porque no puede determinársele un origen. Una hidra que ha perdido mil cabezas tiene el doble por ganar y alimentar, por lo que sería de miopes caer en el error de ensalzar sólo una de ellas. El decreto N° 883, firmado entre el FMI y el gobierno de Lenin Moreno, que acordaba el “paquetazo” neoliberal en el país, fue tan sólo ese pequeño árbol que cae en el bosque y que algunos escuchan. La contienda contra el neoliberalismo como eje acción-pensamiento y movilización de todo lo que en esas dos semanas octubrinas aconteció en Ecuador, es una razón apenas vaga para entender y conocer lo que por esas fechas logró poner jaque a todo un gobierno.
El estallido social ecuatoriano fue un gesta amplia y popular. No se correspondió con ningún sector en específico, ni titubeó al desmontar el ego de algunos, que abanderados en el progresismo se hacían héroes y gestores, mientras desdeñaban de la acción indígena y la movilización urbana. Todo lo contrario, albergaba las luchas ancestrales y melancólicas de todos aquellos que se concebían como subalternos. Todas las propuestas festivas y autogestivas desde abajo y a la izquierda cabían, todos y todas quienes caminaban a través de la palabra y la montaña por un buen vivir tenían una voz y un mandato que esperaba cumplirse. Sin temor a equivocaciones, eran mil cabezas las que se asomaban en la protesta deslumbrando la posibilidad de una vida distinta.
El libro Estallido: la rebelión de octubre en Ecuador, escrito por Leonidas Iza, Andrés Tapia y Andrés Madrid, es la condensación y narración de la potencia de aquella hidra, la sistematización de la experiencia que despertó a Latinoamérica entera. Su prosa mordaz, su escritura analítica y sus recursos gráficos exponen lo que en el prólogo del libro se presenta como descubrimiento de lo obvio: el momento que atiende a la verdadera mayoría y le da voz y movimiento. Un texto escrito con la pluma y la piel de quienes han sido parte vital el pensamiento autónomo y la acción situada en miras a la liberación.
La gallardía con la que se produce este escrito va más allá de una escueta recopilación de información de lo que cuentan las calles y personas sobre octubre. Se propone ser una radiografía multidimensional de lo que significó este estallido social en la historia reciente del país y del continente, apuntalando repertorios de acción y demandas colectivas que todavía son grito a rabiar de los desposeídos del mundo. No busca ser relator de la experiencia vivida, como una rendición de cuentas; sino que, muy por encima de tan fugaz expectativa, analiza los momentos por los cuales hoy por hoy Ecuador es cuna de agitación e hidra de la rebelión latinoamericana.
Evoca, por ejemplo, el Inti Raymi que ocurrió en 1990 y describe cómo su proceso, lleno de continuidades y discontinuidades, de luchas contrahegemónicas de los pueblos originarios que confrontan la aspiración blanca del Estado capitalista, siguen siento actualmente referente del buen vivir de los ecuatorianos y ecuatorianas. Pero, de la misma manera, analiza los efectos cada vez más mortíferos y desgastantes que ha impuesto la apertura económica, la deuda externa y la intervención estatal “desreguladora” sobre la clase trabajadora, a través del juego binario o el doppelgänger malévolo entre las medidas ‘keynessianas’ y las neoliberales. Estallido: la rebelión de octubre en Ecuador es una verdadera crítica de todo lo existente, con cifras, con datos, pero también con testimonios y reflexiones que dan cuentan que, cada vez más y con mayor ímpetu, se intensifica la contradicción.
Para octubre la crisis capitalista coincidió, como muy pocas veces, con una repulsión generalizada hacia ¿el? gobierno del paralelo 0°, lo que exacerbó aún más los ánimos y provocó el uso de todos los aparatos de represión estatal. Sin embargo, la vuelta a la tuerca se aprovechó en favor de generar la hegemonía necesaria para que el descontento se convirtiera “en la acción directa y autónoma de las masas” (p.97), una respuesta sin precedentes que alcanzó a tomarse a Quito por completo.
Así pues, como un entramado histórico que debe leerse en filigrana, octubre de 2019 significó la apuesta real de un mundo que sigue en disputa, material e ideológicamente. Un momento en la historia que sale a la luz sólo porque otras luchas y otras voluntades lo han antecedido y lo han alimentado; un lugar en el relato que se construye con las voces presentes, pasadas y futuras, y que contiene, acaso, los albores de una revolución.
En un instante de la historia donde el curso de la vida está profundamente enrarecido a causa de una pandemia —producto dramático de la misma historia que hemos construido. Cuando lo político parece ponerse en una mayor tensión, entre el auge de fuerzas neofascistas y la reactivación de la fuerza popular; octubre es el recuerdo de que el desenlace está por definirse, si y sólo si somos capaces de atisbar los momentos en los que se esclarecen las oportunidades, si hacemos de nuestra vida cotidiana el compromiso militante de quien quiere cambiarlo todo, si usamos el exceso de nuestra rebeldía y alegría a nuestro favor, si aprovechamos las mil cabezas que nos han cortado para renacer multiplicadas y vivificadas. Viva octubre.