Feminismos y fútbol en Colombia: una conversación con las jugadoras
El fútbol femenino en Colombia ha estado poniendo un sinfín de temas gruesos sobre la cancha. El fútbol como una profesión digna parece estar todavía reservado al terreno de los varones, las condiciones laborales de las mujeres futbolistas son precarias e inciertas y la valoración institucional que se le da es mínima. Una conversación sobre fútbol y feminismo con las jugadoras.
Por Jasblleidy Pirazán García y Manuela Arango Restrepo. Nos acercamos a jugadoras de fútbol profesional colombiano femenino y a hinchas con el ánimo de comprender las lecturas y significados relacionados con el ser mujeres futbolistas profesionales, qué lugar tiene la palabra feminismo, cuáles son las diferencias que perciben entre los jugadores hombres y jugadoras mujeres en el ámbito profesional y, finalmente, qué lugar han considerado que tiene el feminismo en el fútbol profesional femenino colombiano. Ponemos este tema como un abrebocas, una provocación, un salto al vacío, una invitación a abrir la conversación, a poner el tema sobre la cancha. Estos son algunos apuntes:
Frente a qué significa ser jugadora profesional, obtuvimos principalmente dos respuestas. La primera era entender el juego como la posibilidad del sueño cumplido, el sentir que se tiene un oficio por el amor y compromiso con la pelota; sin embargo, fue enfática la mención sobre la dificultad que existe en Colombia para hablar del fútbol como profesión para las mujeres. Para esto, algunas claridades: si se considera que ser profesional es tener dedicación en tiempo completo al deporte y recibir una remuneración digna por ello, las condiciones del fútbol femenino colombiano no se acercan ni se parecen.
Los torneos que se han realizado son irregulares, la Liga Femenina siempre se pone en duda semestre a semestre, las condiciones laborales son diferenciadas, no hay planeación ni regularidad y las jugadoras que salen a denunciar estas condiciones son vetadas o excluidas de los planteles. De manera que las jugadoras no saben cuánto va a durar el torneo, cuándo va a empezar, ni siquiera, si al jugar tendrán un pago digno; razón por la cual muchas de ellas tienen que ejercer varias labores al tiempo que juegan al fútbol en torneos oficiales.
El sueño de la profesionalización de las mujeres futbolistas en Colombia es uno de los elementos diferenciadores entre el esfuerzo que ellas consideran deben hacer de manera adicional respecto a los hombres que aspiran a ser jugadores de fútbol profesionales. No hay suficientes procesos formativos, la competencia es incipiente, y así, aunque logren de manera temprana entrar a equipos de fútbol profesionales o selecciones, esto no implica el aseguramiento de un lugar en el deporte nacional.
Ahora bien, cuando logran asegurarse un lugar, las luchas no terminan. Las jugadoras destacan que medios de comunicación y periodistas deportivos desconocen lo que está pasando en el fútbol colombiano femenino, no se saben los nombres de las jugadoras, no reconocen su trayectoria, se quedan, de manera casi exclusiva, con los referentes, mujeres que han logrado cierto nivel de reconocimiento en el exterior. Ese reconocimiento diferenciado se evidencia también en la transmisión de partidos, la definición de sedes y horarios. Las jugadoras sienten que hay unos partidos, equipos y procesos más importantes que otros.
Además, si bien se reconoce que los procesos de formación han mejorado en términos de escuelas para las niñas y mujeres que quieran jugar fútbol, persisten diferencias importantes entre las posibilidades que tienen los hombres y mujeres para su formación futbolística. Por ejemplo, en consideración de las personas que conversaron con nosotras, aún se mantiene el prejuicio y el estereotipo frente a las mujeres que se dedican al fútbol, cuestionamientos sobre su vida personal suelen estar ligados a la decisión de hacer del fútbol una profesión. Interrogantes sobre su orientación sexual y su identidad de género suelen ser las más desafiantes respecto a la decisión de jugar o no fútbol, como si fuera una traición al género femenino o un acercamiento a la masculinización del cuerpo.
Por otra parte, el esfuerzo y la lucha son palabras que aparecen relacionadas con el rol que ha tenido el feminismo en el marco del fútbol profesional femenino colombiano. “Creo que es una lucha social […] esa lucha por los derechos de las mujeres”, por el reconocimiento, por el mérito, por conquistar aquellos lugares y beneficios que para los jugadores profesionales son mínimos, están dados, parecen naturales y que para las mujeres son un paso a la vez. Y es que la visibilización de las mujeres en el fútbol, y en el deporte en general, aunque cada vez se ha vuelto un tema de agenda pública, no deja de ser tratado como la cuota más de lo políticamente correcto, pero no una voluntad dada por las instituciones. El solo hecho de que los partidos de fútbol no sean trasmitidos, de que los periodistas insistan en tratarlas como “niñas” y de que para los directivos sea más importante mantener a flote los equipos masculinos, por más malos que sean, demuestra una superposición de valores con la que las mujeres futbolistas en Colombia se han topado.
La lucha por torneos serios, por condiciones laborales dignas, por el reconocimiento social de la disciplina, el esfuerzo y la entrega que exige ser deportista de tiempo completo es tan solo la punta del iceberg. El feminismo como el movimiento que puede “posicionar a la mujer en los lugares que lo merecen por mérito propio, resaltar sus capacidades y condiciones para realizar cualquier cosa que se propongan” es ahora una herramienta poderosa para pensar el fútbol femenino, pero también el fútbol feminista. Una nueva forma de relacionar el cuerpo y el goce con el juego que convoca al mundo entero.
Por esta razón, con el deseo de transformación y reconocimiento, las jugadoras de fútbol profesional femenino en Colombia esperan grandes cambios: visibilidad, darle el lugar a la liga femenina; seriedad en procesos, una planeación recurrente; trabajo de base, estructura entre los procesos de formación, tanto públicos como privados; publicidad, divulgación. Poder contar, conversar, mostrar y compartir todo a todas.
Es quizá por eso que hoy, en términos del deporte colombiano, no haya referente más digno y resistente de una lucha igualitaria y colectiva que las mujeres jugadoras profesionales de fútbol. Desde lo que sucede tímidamente en las bases de los equipos, hasta lo que públicamente se muestra en la Selección Femenina de Fútbol. Todas desean poder a rodar sus deseos, sin preguntas, sin estereotipos y sin menos precio. Todos lo desean, lo piensan y siguen jugándosela por ello.