Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Experimentación en animales no humanos: tortura y capricho

Cada vez resulta más claro que las prácticas de experimentación en animales no humanos resultan ser poco éticas y, en muchos casos, irrelevantes científicamente hablando. Una ciencia no especista debe desarrollarse a la par de una crítica tajante a las formas de violencia impuestas por el ánimo de lucro y la subordinación hacia otras especies. [Foto de portada: Vice]

Los estudios en animales no humanos son un ejercicio científico cuya práctica se remonta a la Grecia Antigua en el siglo III a.c., y se originó con el propósito de clasificar, observar y analizar las funciones de los órganos del cuerpo humano como lo son el cerebro, los pulmones, los ojos y el corazón. Con la vivisección y experimentación en otras especies animales, científicos como Jonas Salk, Louis Pasteur y John MacLeod, entre muchos otros reconocidos de la historia de la ciencia, se han infectado y sacrificado distintas especies animales, en su mayoría mamíferos, bajo el supuesto de que dichas pruebas son indispensables para contribuir al conocimiento científico y a la producción de medicamentos y vacunas que ayudarían a combatir enfermedades que amenazan la especie humana.

Estos ejercicios científicos constituyen una de las tantas formas de explotación de los animales no humanos, no solo por considerarlos anatómicamente similares al cuerpo humano, sino también por la percepción que se tiene de que son seres que carecen de sintiencia e intereses propios. Nuestro objetivo con este artículo es, en primera medida, exponer por qué la experimentación en animales vivos es una práctica que genera sufrimiento extremo y la muerte innecesaria de millones de animales no humanos, y segundo, mostrar que se trata de una forma de reproducción de esa misma lógica especista que considera a las otras especies como objetos que deben ser utilizados sin ninguna consideración.

Para iniciar, consideramos importante mencionar que son diversos los sectores que realizan actualmente este tipo de experimentación. La industria química, cosmética, farmacéutica, hospitalaria y veterinaria realizan, dentro de su cadena de producción, pruebas que buscan detectar y controlar posibles efectos secundarios que puedan poner en riesgo a algún individuo de la especie humana. Esto también está relacionado con aquellas normativas éticas médicas que consideran solamente el
bienestar de las personas y que excluyen tácitamente a las otras especies.

Aunque no podemos dejar de reconocer que también existen marcas de productos con la etiqueta Cruelty-free1, es realmente preocupante observar que el sistema de explotación de los demás animales tiene una relación directa con la producción industrial y de conocimiento de ciertos sectores, los cuales llegan incluso a afirmar que solo por haber realizado pruebas en animales no humanos sus productos no son peligrosos para la salud de las personas. Y es que tampoco está comprobado que los resultados de estas pruebas puedan ser exactamente los mismos luego de ser testeados en humanos.

Organizaciones médicas como Medical Research Modernization Committee ​y Doctors and Lawyers for Responsible Medicine, que se oponen a la experimentación en animales no humanos, exponen que estas prácticas, además de ser inútiles en un 90% de los casos, carecen completamente de principios éticos, tanto para humanos como para no humanos. Incluso denuncian que muchos de estos experimentos se realizan basados en caprichos científicos que, desde el principio, se sabe que no llevarán a nada. La mayoría de ellas son repeticiones científicas que ni siquiera llegan a probarse en humanos por la misma inexactitud de sus resultados. También porque es más que evidente que se trata de organismos distintos, con enfermedades generadas en laboratorios que se distancian en su origen, desarrollo y tratamiento de las que afectan a los cuerpos humanos.

Por otra parte, es importante anotar que la finalidad de estas pruebas es recaudar fondos que permitan también a futuro nuevos experimentos, poder acceder a becas científicas e incluso lograr un espacio en reconocidas revistas de investigación. El uso de otros animales en estas prácticas, no solo se da por principios especistas, sino por intereses económicos que se salvaguardan con estos modos de explotación que son legales y que en muchas regiones ni siquiera son regulados.

Asimismo, un negocio como lo es la experimentación en animales no humanos, basado en la premisa de “seguir modelos científicos comprobados”, sin cuestionarlos, además de atentar contra la vida, está en contravía de un principio científico como lo es el cambio permanente del entorno. En ese sentido, la idea es que la ciencia avance de la mano de principios éticos acordes con una postura no antropocéntrica, que reconozca en las diferencias elementos que potencien y no busque oportunidades de negocio basadas en el desconocimiento del otro.

Pareciera ser que la prevención al cambio, por parte de la “ciencia especista”, por un lado, parte de un interés económico para evitar invertir recursos en investigación que encuentre posibles formas que no impliquen uso y sufrimiento de seres sintientes, y, por otro lado, se debe a que este implica reconocer que pueden estar equivocados y que por siglos han causado un dolor que no era necesario y que pudo haberse evitado.

La experimentación en seres humanos

La comercialización de medicamentos, de algunos productos de aseo y cosméticos exigen ciertas pruebas de los productos, entre las que se encuentran experimentos previos con animales no humanos y el testeo en seres humanos, para indicar que el uso de estos es seguro para uso humano. Pero para hacer un breve contexto de cómo funciona la experimentación en humanos, consideramos importante revisar primero cómo se regulan estas pruebas. Desde 1947, con el Código de ética médica de Núremberg, se estableció que para poder hacer pruebas de este tipo en personas se deben cumplir ciertas pautas, mencionaremos las más importantes: i) los voluntarios deben acceder a estos procedimientos por libre elección, ii) deben haber sido informados o informadas previamente del método, finalidad y riesgos que conlleva dicho experimento para su salud, iii) los experimentos a los que serán sometidos deben buscar resultados que beneficien a la sociedad en general y no realizarse de manera innecesaria o arbitraria, iv) solo se realizarán posterior a las pruebas en animales no humanos, v) el experimento debe evitar el daño físico y mental innecesario a los voluntarios. Vale la pena destacar que estos principios de particular protección no son tenidos en cuenta para los animales no humanos.

También es importante tener en cuenta que el hecho de experimentar primero en otras especies animales y luego en humanos, no garantiza que estas prácticas no generen efectos nocivos para la salud de las personas. La Talidomida, el Flosint, el Clioquinol, la Osmosina, el Opren y Zelmid, por mencionar algunos, fueron medicamentos que luego de ser supuestamente eficaces en el tratamiento de enfermedades provocadas en animales, al ser testeados y posteriormente recetados en humanos para el tratamiento de problemas cardiacos, diarréicos, digestivos, inflamaciones, entre otras afecciones, causaron ceguera, malformaciones, parálisis e incluso la muerte en los pacientes que los tomaron. Por esta razón, tuvieron que ser retirados del mercado.

Esto demuestra que, además de resultar muchas veces inútil el uso de los animales en los laboratorios, también los efectos en los distintos organismos pueden ser impredecibles y realmente peligrosos. Hay que tener en cuenta que los humanos y los no humanos tenemos diferencias notables en nuestro metabolismo, como la absorción que hacemos de los medicamentos, e incluso somos disímiles en una característica que parecen obviar continuamente los integrantes de la comunidad científica especista: que las enfermedades no se desarrollan ni afectan de la misma manera a los humanos y a las demás especies animales. Por lo cual, el desarrollo de ciertos medicamentos en las personas no puede basarse en cómo reaccionan estos en otros mamíferos como las ratas, primates, cerdos, pollos, perros, etcétera.

La experimentación en animales no humanos

Desde 1998 se logró desarrollar la cura contra el cáncer, no obstante, actualmente es un tratamiento que solamente es efectivo en ratones, pues a pesar de muchos intentos no ha podido ser funcional en seres humanos2, algo que ha hecho que por décadas se sigan criando ratones con cáncer en laboratorios de distintas partes del mundo.

Son innumerables las afirmaciones que indican que la experimentación no tiene ningún efecto negativo en los animales no humanos a nivel físico y mucho menos emocional, argumentando que son organismos que no pueden sentir dolor o depresión, aunque nazcan y mueran encerrados, lleven una vida donde los someten constantemente a agujas, agotamiento extremo, cortes y llagas en la piel, o enfermedades que les generan un inmenso dolor físico, entre otras afecciones. Incluso, quienes defienden la experimentación en animales aseguran que estas denuncias de las condiciones en las cuales tienen a estas especies es una exageración, ya que los métodos utilizados son, además de regulados, empleados de manera ética y responsable para no causar algún daño a los animales.

No obstante, las condiciones de vida y muerte de estos animales no humanos que son utilizados en estos procedimientos indican todo lo contrario. Uno de los métodos de experimentación más populares es el Test Draize.3 Esta prueba de toxicidad consiste en aplicar la sustancia a experimentar directamente en los ojos o piel del animal, en su mayoría conejos, para verificar si se produce irritación, hinchazón, hemorragias y hasta la pérdida de la vista. También se realiza el test de toxicidad dermal, el cual consiste en arrancar el pelo del animal no humano con una cinta adhesiva para lastimar la piel, provocando una herida y sobre ella aplicar sustancias que causan irritaciones e infecciones. Al no ser letal la herida, las pruebas pueden ser realizadas una y otra vez en el mismo individuo hasta que ya no sirven o son sacrificados.

Otro experimento muy común es el test DL504, más conocido como Dosis Letal 50%, porque en él obligatoriamente tienen que morir el 50% de los animales no humanos, pues solo hasta ese momento culmina la prueba. Se trata también de una prueba de toxicidad en la que se utilizan siempre 200 animales, los cuales son inyectados y forzados a ingerir e inhalar fármacos que les causan vómito, diarrea, convulsiones, hemorragias y la muerte.

Son muchos los métodos que se usan a la hora de experimentar sobre animales. Además de las crueles pruebas de toxicidad, encontramos los estudios de inmersión que consisten en introducir totalmente al animal en sustancias diluidas para observar si es posible que respire en esas condiciones. Los estudios de inhalación, en los que se utilizan bozales o cámaras de gas para que los animales tengan que respirar vapores y gases, utilizan sustancias como el cianuro, el humo del tabaco, pegantes, o cloruro de vinilo, con el fin de estudiar si se producen enfermedades como el cáncer o malformaciones.

Es claro que la experimentación en animales es una práctica que causa sufrimiento, estrés y muerte a millones de animales al año, y depende de los distintos contextos en los cuales se utilizan animales no humanos. Por ejemplo, en industrias militares, en su mayoría estadounidenses, se utilizan perros y otros animales para hacer pruebas de los explosivos, armas biológicas y armamentos que son comúnmente utilizados en el conflicto armado internacional. Los animales no humanos terminan siendo envenenados, quemados, atados, explotados y mutilados en experimentos que son en gran medida resultado de una curiosidad cruel y desmedida. Otros contextos son la vivisección, que consiste en la disección de animales para estudios principalmente académicos, y que implica la crianza y extracción de ciertas especies animales para que sus partes sean cortadas y estudiadas en salones de clase; y la clonación de animales, que busca por un lado, una producción rápida de animales que sean idénticos y, por otro una competencia comercial y científica que priva a estas especies de nacer y vivir en su hábitat natural.

Por consiguiente, el camino hacia la liberación animal también implica oponernos abiertamente a aquellas industrias que financian o apoyan la experimentación. Es decir, no solo se trata de denunciarlas, sino de erradicar el consumo de productos de corporaciones y marcas como Unilever, Procter & Gamble, Colgate, Palmolive, Johnson & Johnson, Avon, Estée Lauder, 3M, L ́Oreal, Calvin Klein, Diesel, Dior, Hugo Boss, entre otras. La lista es larga, tanto como las formas de crueldad con las que dichas empresas utilizan a los animales para vendernos un supuesto beneficio.

Es fundamental entender que por más que estas prácticas se amparen bajo la idea del “bienestar” de las personas, no se pueden justificar ni en su utilidad, ni en sus principios éticos. No solo porque estas pruebas no se pueden transpolar eficazmente a los seres humanos, sino porque, como se mencionó anteriormente, los animales no humanos son víctimas de múltiples formas de violencia, maltrato y explotación. Ahora bien, existen hoy en día algunos y algunas científicas que están cambiando su forma de ver la ciencia y a los animales no humanos. Cada vez más surgen investigaciones que siguen métodos en los que que no se emplean como medio a los animales no humanos. Estas formas de hacer ciencia podrían ser más confiables en el momento de ser aplicadas en seres humanos.

Como colectivo antiespecista que trabaja por la liberación animal, que entendemos que las especies no humanas son sujetos sintientes y tienen sus propios intereses, consideramos que, así como debe ser replanteada aquella construcción social que los categoriza en distintos ámbitos como seres inferiores que no merecen la mínima consideración, un paso indispensable es abolir estas formas de experimentación en animales no humanos, y de esta forma avanzar hacia una ciencia más respetuosa y ética frente a la vida, no solo de los seres humanos.

Notas

  1. Hace referencia a los productos no testados en animales. Es una especie de etiqueta que se utiliza para describir los productos que no tienen componentes de origen animal y que no involucran en su producción las pruebas en animales no humanos.
  2. Instituto Nacional del Cáncer, revista Nature (1998).
  3. Creada en 1944 por John H. Draize.
  4. Creada por J.W. Trevan en 1927.