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100 años de la Revolución Rusa. La importancia política de la discusión estratégica

Con motivo de los 100 años de la Revolución Rusa que se cumplirán en octubre, se precisan debates sobre el balance político de la misma. Los autores de este artículo cuestionan algunas afirmaciones que se hacen de la misma y defienden la actualidad de la estrategia revolucionaria bolchevique. 

Por Gonzalo Adrián Rojas* y Shimenny Ludmilla Araujo Wanderley**. Desde nuestro punto de vista, en la perspectiva de León Trotsky centralmente en sus Lecciones de Octubre, la Revolución Rusa debe ser estudiada, en particular en términos organizativos y políticos, y en este sentido los cien años de la Revolución Rusa es un momento clave para realizar un balance político, un debate de estrategias. Para eso es preciso defender de forma ofensiva todas las lecciones y conclusiones que la clase trabajadora pueda sacar de la primera vez en que esta toma el poder político estatal en el plano nacional. La Comuna de Paris, en 1871 fue una primera experiencia, pero quedo limitada centralmente a una ciudad. La Revolución Rusa de octubre de 1917, dirigida por el Partido Bolchevique, Lenin y Trotsky, se apropia y profundiza las lecciones de la Comuna de Paris.

Resaltamos la importancia del debate estratégico a partir de la Revolución Rusa. Para ello diferenciamos táctica y estrategia a partir del acumulo de los debates sobre el tema en la III Internacional, de los aportes de Trotsky y un análisis crítico del prusiano Karl von Clausewitz, el principal teórico de la guerra burguesa.

Entendemos la táctica como el arte de orientar las operaciones aisladas, la dirección de los combates parciales y estrategia como el arte de vencer, vincular los resultados al objetivo de la guerra, la conquista del poder político por el proletariado y la instauración de un gobierno obrero, entendido como afirma Trotsky en el Programa de transición (1938), como la forma en que se conoce popularmente la dictadura del proletariado. Sólo conseguiremos este objetivo con independencia teórica y política, subordinando la táctica a la estrategia y criticando a todas las fracciones de la burguesía y sus ideólogos, los que, por diferentes medios, van a querer apagar las conclusiones revolucionarias que podamos sacar de su legado y presentar la Revolución Rusa como la creadora de todos los males de la humanidad

Pero también debemos ir más allá y abordar un debate de estrategias en el interior de la propia izquierda que muchas veces presenta que la revolución rusa es sinónimo de Estatismo y estalinismo, justamente su contra-cara, la de la contrarrevolución burocrática, así como de las variantes kautskystas, el maoísmo, el foquismo y el propio anarquismo o autonomismo.

Para este primer artículo vamos a elegir algunos ejes de discusión que tienen que ver con la necesaria crítica a un conjunto de afirmaciones que en general historiadores y periodistas, ideólogos de la burguesía, presentan sobre la Revolución Rusa, añadiendo que debe hacerse también una caracterización y un necesario balance de las diferentes estrategias de la izquierda, que desarrollaremos en otro artículo.

En esta ocasión trataremos tres ejes y sacaremos una breve conclusión.

Una última aclaración es que algunas de las ideas presentadas aquí fueron discutidas con el sociólogo Christian Castillo, profesor de Sociología en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de Economía en la Universidad Nacional de La Plata (UNLA), dirigente del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) de Argentina y diputado provincial en Buenos Aires (mandato concluido), a quien le agradecemos, pero la responsabilidad del artículo es nuestra, de los autores.

1. La revolución rusa fue una revolución social y no un golpe de Estado

Para nosotros la Revolución Rusa fue una revolución social y no un golpe de estado. En general se realiza una comparación entre la revolución de febrero de 1917, que sería legítima porque fue espontánea, y la de octubre que no, porque fue planeada hasta el más mínimo detalle. Este argumento no es nuevo, pero se repite. La crítica central sería que los trabajadores sólo tenemos derecho a levantarnos de forma espontánea y desorganizada, lo que se critica es la organización de la insurrección, planificada en sus detalles, la capacidad de lo que el F. Engels llama el arte de la insurrección que es lo que nos da orgullo. Eso es lo que se critica.

Esto no significa que la estrategia bolchevique sea una estrategia blanquista, Lenin escribe hasta el cansancio sobre esta deliberada confusión entre su teoría y la del revolucionario francés, en referencia a Louis Auguste Blanqui. Pues, si bien el blanquismo tiene como preocupación la organización de la insurrección, éste no tiene en cuenta las condiciones objetivas. El marxismo revolucionario destaca la importancia del momento insurreccional, pero sólo puede obtenerse una victoria en el caso que sea expresión de la voluntad de los explotados y de los oprimidos. Es importante recordar aquí las polémicas de K. Marx con L. Blanqui y las diferencias que se expresaron en la mencionada Comuna de París de 1871 y la delimitación del propio Lenin de esta estrategia entre otras partes de su obra en el libro Un paso delante dos pasos atrás de mayo de 1904, así como en su polémica con Rosa Luxemburg en el interior del campo revolucionario, pero en un artículo de septiembre de 1904 que lleva el mismo nombre.

Es siempre importante tener una visión de conjunto del proceso, teniendo en cuenta que los bolcheviques eran minoría en el febrero de 1917 en los soviets dirigidos por las alas conciliatorias, los mencheviques y los socialistas revolucionarios, la llegada de Lenin y el cambio a partir de sus conocidas Tesis de Abril donde centralmente afirma que en Rusia, siendo esta capitalista, el carácter de la revolución es socialista y la defensa político-estratégica de no apoyar al gobierno provisional, se mantiene firme en la independencia política, para que el movimiento de masas haga su experiencia hasta que los bolcheviques se conviertan en mayoría Soviets.

En el segundo Congreso de los soviets de toda Rusia los bolcheviques ya tenían 390 delegados sobre 650 y cuando se inicia la insurrección más de 500 soviets de los 670 que existían nacionalmente se pronuncian a favor de ella. Este apoyo político fue lo que permitió tanto la toma del poder político como mantenerse en el poder.

2.Rechazamos la afirmación que ‘los bolcheviques abortaron un proceso en el que había un desarrollo de una democracia burguesa en Rusia’ 

Vinculado a lo anterior, se afirma que los bolcheviques abortaron una situación en la que había un proceso de desarrollo de la democracia burguesa en Rusia para desde el principio instalar un régimen político autoritario.

Un golpe de estado bolchevique no habría permitido la consolidación de una democracia constitucional para ser sustituida por un régimen autoritario.

Rechazamos esta afirmación.

El propio Max Weber, un liberal a la defensiva, un militante anti-espartaquista (marxistas revolucionarios alemanes, comunistas, dirigidos por Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg) y un anti-bolchevique nada neutro, militante, como deja claro en su conferencia La política como vocación, en la Universidad de Munich en enero de 1919, alguien sobre quien no se puede levantar ninguna sospecha de leninista sino todo lo contrario en sus estudios políticos sobre Rusia, aborda la Revolución Rusa de 1905 y expone las dificultades del propio liberalismo para construir una democracia liberal en el país de los tzares.

En el campo socialista ese era el argumento central usado por Karl Kautsky contra los bolcheviques, pero su estrategia no era la de la toma del poder político por el proletariado, sino una estrategia parlamentaria donde la tarea del proletariado no sería preparar la insurrección sino fortalecer con su peso político el Parlamento aspirando a que los cuerpos legislativos subordinen a los poderes ejecutivo y judicial.

La tarea del proletariado estaría para Kautsky lejos de la estrategia bolchevique de la toma del poder político y la destrucción del Estado burgués para imponer el gobierno obrero. La suma de las tácticas de Kautsky que se convirtió en estrategia es conocida en el campo del marxismo como la “estrategia de desgaste” buscando cambiar las relaciones de fuerza dentro del propio Estado burgués, presionando y usando el peso de la clase trabajadora en el interior de la democracia burguesa como si ésta no tuviera un límite político y estructural de clase.

En Alemania, donde esta estrategia moderada triunfa, donde los sectores revolucionarios son derrotados y sus principales dirigentes asesinados, no tuvo tampoco como resultado la consolidación de una república democrática burguesa, sino un régimen político con fuertes elementos bonapartistas como fue la República de Weimar con un Parlamento constitucional, pero en el marco de un régimen plebiscitario donde el propio presidente podría, por ejemplo, declarar estado de excepción.

Después de las derrotas de los intentos revolucionarios de 1921 y 1923 en Alemania, sin poder resolver los antagonismos de clases esto llevó a la llegada del nazismo al poder.

3. ¿Los bolcheviques estaban preocupados por la participación política de las masas explotadas y oprimidas o los soviets eran sólo instrumentales?

Otro argumento común es que los soviets eran para los bolcheviques meramente instrumentales y que tenían como objetivo desde el principio un régimen de partido único. Rechazamos también esta idea.

Los bolcheviques si bien no fetichizaban a los soviets, siempre estuvieron preocupados por encontrar formas nuevas que expresen la autoorganización de las masas explotadas y oprimidas.

La cuestión es conceptual.

La central es que organismos de doble poder de la clase obrera acaudillando a los sectores oprimidos pueden cumplir esa función en cada situación política específica, en Rusia fueron los soviets, en la Italia de A. Gramsci podrían ser los Consejos de Fábrica, por ejemplo. Lo importante es saber qué organismos expresan el nuevo poder obrero que puede romper el Estado burgués. Desde este punto de vista los soviets no eran sólo instrumentales para los bolcheviques.

Los soviets, que utilizan muchos elementos de La Comuna, son un avance cualitativo en relación a ésta, ya no adecuado al gobierno de una ciudad sino al poder de Estado en transición en un país entero. La potencialidad de los soviets se expresó sólo en parte en la experiencia soviética por los cuatro años de guerra civil interna y los 14 ejércitos imperialistas que al atacar a la Rusia soviética hizo vivir a esta desde su inicio en una situación de emergencia.

Cuando Lenin desarrollaría este tema en su libro El Estado y la Revolución, afirma que mejor que escribir sobre la Revolución es hacer la Revolución, viaja clandestino a Rusia y afirma que después podría retomarlo. La propia dinámica política de la revolución no permitió retomar la escritura sobre este tema.

Pero el problema político central es que las medidas de restricción de la democracia soviética y dentro del partido que eran de emergencia para poder derrotar la contrarrevolución se transforman en “normales” con el estalinismo y de hecho nunca se volvió la normalidad de una democracia soviética.

El estalinismo fue una contrarrevolución burocrática y no era el único camino que podía tomar la revolución. El régimen de partido único no era uno de los objetivos de la revolución. No era un destino inexorable. En ese sentido es central el papel ejercido por la Oposición de Izquierda en la URSS, la Oposición de Izquierda Internacional y posteriormente la IV Internacional y León Trotsky.

Conclusión: Defendemos la actualidad de la estrategia bolchevique

Nos interesa presentar y defender la actualidad de la estrategia revolucionaria bolchevique, la estrategia de la toma del poder por la clase obrera y la dictadura del proletariado, afirmando que no es anacrónica.

Aunque, por cuestiones de espacio, sólo mencionaremos en este artículo pero podremos desarrollar en otro sobre el tema, es muy importante delimitar la estrategia bolchevique de otras estrategias políticas de izquierda como por ejemplos: la de la guerra popular prolongada maoísta en la segunda Revolución China de 1949 de Mao Tse Tung, la conocida como foquista como interpretación oficial de la revolución cubana de 1959 teorizada por Regis Debray y la táctica, más convertida en estrategia con elementos espontaneístas, definida por Kautsky como “estrategia de desgaste” en el campo del marxismo, de la que anticipamos algunos elementos en este artículo. También es relevante diferenciar de otras corrientes “emancipatorias” como las autonomistas de Antonio Negri o anarquismo que niegan la lucha política.

Como conclusión, para nosotros es importante construir partidos revolucionarios de la clase trabajadora a nivel nacional, así como en el plano internacional, independientes de los gobiernos, de los patrones y del Estado, que es la apuesta política de la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional (FT-CI) en la perspectiva de la reconstrucción de la IV Internacional.

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* Profesor Dr. Ciencia Política, Unidad Académica de Ciencias Sociales (UACS), Programa do Posgrado en Ciencia Política (PPGCP) y en el Programa de Posgrado en Ciencias Sociales (PPGCS) de la Universidad Federal de Campina Grande (UFCG), Campina Grande, Paraíba, Brasil. Integra el staff del diario Esquerda Diário en Brasil. E-mail: gonzalor@usp.br

** Maestranda en el Programa de Posgrado en Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Campina Grande (PPGCS/UFCG), Campina Grande, Paraíba, Brasil. Integra el staff del diario Esquerda Diário en Brasil. E-mail: shimennyaraujo@yahoo.com.br