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“Una nueva institucionalidad que surja del protagonismo del pueblo”

Ponencia presentada por Martina Pesce*, en representación del Frente Popular Darío Santillán de Argentina, en el Seminario Internacional Centenario de la Revolución de Octubre y 150 años de El Capital, realizado días atrás en la Universidad Pedagógica Nacional. 

Unidad, Socialismo y Democracia

La relectura y recuperación de El Capital de Carlos Marx 150 años después, y de los 100 años de la Revolución Rusa, a partir de una mirada crítica, es central para analizar nuestro presente y la realidad que vivimos hoy así como los desafíos que tenemos por delante.

Decimos ´el momento que vivimos´, porque entendemos que en la actualidad estamos sufriendo una ofensiva del gran capital y de la derecha continental. En Argentina, con Mauricio Macri habiendo ganado las últimas elecciones hace un año y dentro de poco con elecciones legislativas. Esta situación, más allá de las diferencias con la etapa neoliberal, puede generar –al igual que en aquel momento– un desánimo en muchos y muchas militantes sobre el momento y el quehacer político.

1. Por el contrario, la primera reflexión a la luz de estos 150 años de El capital y del centenario de la Revolución Rusa que queremos hacer es que las revoluciones con un horizonte socialista son posibles. Que los proyectos revolucionarios no tienen horario, no tienen cronograma. Y que no solo están vigentes, sino que son necesarios, aún en las condiciones más adversas. ¿O acaso la Rusia de Octubre de 1917 tenía las condiciones objetivas perfectas? Claro que no. Bueno, a nosotros nos toca pensar en un proyecto revolucionario en este escenario: con avances de la derecha, con Trump gobernando en Estados Unidos, Macri en Argentina y Santos en Colombia.

Decimos que este punto no es menor porque desde la caída de la URSS se quiso imponer el fin de las ideologías, se planteó el fin del comunismo y se planteó la imposibilidad de vivir en un sistema o modelo que no fuera el capitalismo. A lo sumo se discutía si se le podían hacer reformas al modelo capitalista, pero nunca suplantarlo.

En Argentina (al igual que en gran parte del continente) se impuso esta concepción de que no existía ninguna posibilidad de transformar la realidad, el relato de resignación, a fuerza de sangre y fuego. Fue necesario un plan sistemático de exterminio que implicó la desaparición de 30 mil compañeros y compañeras, las torturas, la apropiación de 400 bebés por parte de la última dictadura cívico-militar.

Por eso decimos que no es menor recuperar hoy la posibilidad de hablar de revolución, hablar de un proyecto anticapitalista, hablar de socialismo.

Nosotros siempre decimos que, para América Latina, para los argentinos y argentinas, en particular después del neoliberalismo, quienes luchábamos por transformar la realidad hablábamos de cambio social. Era impensado usar la palabra revolución, la palabra socialismo. Fue Hugo Chávez y la Venezuela Bolivariana quien permitió volver a colocar sobre el tapete y recuperar un proyecto a nivel continental. Por eso decimos también que hoy es fundamental recuperar esto y entender desde qué lugar hablamos.

2. En segundo lugar, nos parece fundamental recuperar la obra de Carlos Marx para plantear que no es posible humanizar el capitalismo. La idea de mejorar el modelo con un esquema redistributivo o de construir un capitalismo humano fueron desechadas por el propio Marx. A diferencia de las teorías keynesianas que postulan que las tensiones dentro del modelo capitalista pueden resolverse mediante la acción del Estado, Marx postuló con claridad que la intervención estatal sólo pospone o disfraza esos desequilibrios, pero nunca los anula.

Las cifras, la desigualdad, la falta de cambios estructurales durante los gobiernos neodesarrollistas que gobernaron en gran parte de América Latina y el Caribe en los últimos 15 años lo demuestra.

Si miramos en Argentina los efectos de las políticas redistributivas vemos que, por su puesto, son mejores que la aplicación del neoliberalismo más salvaje, no vamos a decir que no. Pero esas políticas lo que terminan dando es la misma estructura económica, la misma desigualdad que se mantiene y que en todo caso deja sentadas las bases para profundizarse cada vez más con la llegada posterior de un gobierno neoliberal.

En este sentido tenemos la certeza que la relectura de El Capital es necesaria y que frente al capitalismo es imprescindible luchar por un sistema radicalmente distinto; que no hay mejoras, no hay parches. Realmente se necesita una revolución de la sociedad y la emancipación social.

Las diferencias inherentes al capitalismo nos marcan concretamente que, si efectivamente queremos una sociedad de iguales, tenemos que terminar con el modelo del capital.

3. El tercer punto que queremos plantear es el aprendizaje de la derrota de los socialismos reales, y del análisis teórico del socialismo. Al menos desde los movimientos populares, el eje principal de análisis tiene que ver con la construcción del socialismo por venir. Entendiendo que no es un porvenir alejado del cual hay que armar teorías, sino que se trata de construir aquí y ahora las bases para una nueva sociedad.

Por un lado, recuperando lo que Marx decía, “en una lucha contra el actual estado de las cosas”. Es decir, tomando como base las necesidades y las luchas del pueblo en la actualidad, en cada uno de los territorios y de los países en donde actuamos. Pero, además, prefigurando en el hoy los valores, las relaciones económicas, sociales y políticas de esa sociedad por venir, en el aquí (2017) y el ahora (Argentina, Colombia o América Latina).

4. En cuarto lugar, cobra importancia el tema de la democracia, en dos acepciones. Entendida como protagonismo popular, en el sentido de cómo democratizamos las herramientas, las organizaciones populares, los partidos para construir transformaciones duraderas, y a la vez cómo damos la disputa por nueva institucionalidad.

Entendemos que nuestras construcciones prefigurativas (economía popular, escuelas populares, clubes para niños y niñas, espacios de géneros, radios y medios comunitarios, etc.) tienen que ser pensadas como parte de la creación de nueva institucionalidad.

A su vez, entendemos que no podemos seguir regalando la arena electoral a los políticos profesionales, no participando en las elecciones o usando las bancas sólo como un espacio de denuncia. Somos nosotros los que tenemos que representarnos como pueblo. Porque no solo somos los que padecemos los problemas, sino que también somos los que construimos soluciones. Pero sabiendo que la construcción estratégica tiene que ver con el poder popular, a la vez que se construye una nueva institucionalidad como base de un proyecto emancipatorio.

5. En quinto lugar y no menor, nos parece que la relectura de El Capital nos ayuda a entender las transformaciones que ha habido en el modelo económico a lo largo de los años, pero también los elementos estructurales, inherentes al sistema.

En este sentido no es menor recuperar una certeza tan básica como el hecho de que la desigualdad es inherente al capitalismo, en un sistema asentado en las ganancias derivadas de la plusvalía extraída a los trabajadores. Marx analizó y dio cuenta de cómo se profundiza esa desigualdad, la brecha entre el capital y el trabajo, y cómo la captura de ganancias se da desde la acumulación primitiva. Lo que demuestra que la desigualdad es inherente al capitalismo.

Es importante recuperar y actualizar a Marx con la idea del geógrafo David Harvey que analiza la acumulación por desposesión. Esta es central para dar cuenta hoy de la realidad de nuestro continente, de los países periféricos y su rol en la economía mundial.

En particular en América Latina, con la exportación de commodities: la minería, el agronegocio, el petróleo, la palma africana. En síntesis, el saqueo de los bienes comunes, que traen de la mano contaminación, desplazamientos, cambio climático. Esto nos marca, además, ya no sólo la contradicción capital-trabajo, sino capital-vida.

En concreto, tiene que ver también con qué tipo de crisis enfrentamos. Hoy la crisis del capitalismo no es solo económica, por supuesto ahí es fundamental el aporte de Marx. Pero, también hay que pensarla como una crisis en múltiples dimensiones. Nosotros decimos que es una crisis civilizatoria, es una crisis de valores, es una crisis a nivel del clima, de la naturaleza, cultural, económica, política; así, en última instancia, lo que termina por ponerse en juego es la misma existencia de la humanidad.

Para terminar, nos gustaría plantear algunos desafíos que tenemos los movimientos populares, los y las intelectuales, quienes luchamos por construir otro tipo de sociedad.

El primero es pensar nuestros desafíos en el actual momento del capital y del continente. Decíamos, en un contexto de retroceso de los gobiernos progresistas en América Latina, un ascenso de Trump en EEUU, un incremento de la xenofobia, de lo rancio. Por ejemplo en Argentina, que de la mano de Mauricio Macri es la primera vez que la derecha llega de manera democrática y en el marco de un proyecto propio al gobierno. Frente a eso, es una tarea central hacer todos los esfuerzos por recuperar la unidad en las plataformas nacionales para enfrentar la ofensiva de manera amplia, para resistir y luchar; pero sin dejar de construir un proyecto revolucionario.

Corremos el riesgo, en escenarios como este, de ofensiva de la derecha, de solo resistir y luchar, pero dejar para adelante la construcción del proyecto emancipatorio. Tenemos la doble tarea y el doble desafío de llevar adelante ambas cosas. A la vez tenemos el desafío de pensar la unidad a nivel continental. La unidad antiimperialista, que también es un horizonte que ha planteado y que nos deja el marxismo. Muchas veces la derecha es más capaz que nosotros y nosotras de avanzar en unidad; esos son los momentos donde más se recrudece el avance y mayores son las consecuencias para nuestro pueblo. Es nuestra tarea concretar esfuerzos vinculados a la unidad. Venezuela no es un caso menor: es fundamental porque es el lugar donde los latinoamericanos y las latinoamericanas podemos plantear hoy el ejercicio práctico de esa unidad y de ese antiimperialismo. Es el lugar donde efectivamente se ha dado una experiencia de otro tipo, de la cual hemos aprendido mucho los movimientos populares de todo el continente, pero que además es un faro en un contexto como el que estamos hablando. Hoy hablar de ese proyecto implica superar los análisis simplistas, defender y solidarizarnos con el pueblo venezolano en el permanente asedio del imperialismo.

El segundo desafío es asumir la crisis en esas múltiples dimensiones que planteamos. Eso implica poder dar una respuesta integral al capitalismo, al sistema colonial, al patriarcado y a la dominación cultural, ya que estas formas actúan sinérgicamente y son parte del modelo de dominación actual. Por eso es necesario enfrentarlos de la misma manera, no hay una lucha que se deba dar antes que otra, sino en simultáneo. No es casualidad que la lucha feminista haya cobrado tanta importancia en el último tiempo, siendo protagonistas las mujeres de nuestro continente, como no es casualidad que se haya recrudecido la violencia hacia las mujeres. Hoy en Argentina es asesinada una mujer cada 18 horas por el solo hecho de ser mujer. Tampoco es un hecho aislado que seamos las mujeres objeto de violencia machista, las peores pagas en el mercado laboral, que nuestros cuerpos sean territorios de conquista. En conclusión, es una tarea central para un proyecto de emancipación, construir un proyecto anticolonial, feminista y latinoamericano.

El tercer desafío que tenemos es pensar formas de lucha, de organización, de producción, de relacionarnos radicalmente distintas. El camino revolucionario no depende solo de lo que digamos, de nuestro programa, sino también de cómo se van incorporando las experiencias de rebelión de los y las de abajo a nuestro programa y a nuestro quehacer cotidiano. Nosotros entendemos que discutir el socialismo hoy es también pensar en las experiencias de organización y de lucha que vamos generando como pueblo para mejorar nuestras condiciones de vida, e incorporarlas a la construcción de una sociedad nueva. Esto tiene como pilar la construcción de poder popular, la construcción en esos múltiples planos de la batalla a nivel ideológico, mediático, cultural, económico, ambiental, etc. Pero, además, nos planteamos la necesidad de poder dar ese paso, mientras damos la disputa a nivel de las instituciones del sistema, las instituciones burguesas. Poder ir construyendo una nueva institucionalidad. Poder plantearnos el protagonismo del conjunto de nuestro pueblo, la transformación y las bases para el socialismo que queremos construir.

Recuperar hoy a Marx es también decir resistencia antiimperialista, unidad de los pueblos, batalla ideológica y centralidad de ese proyecto socialista. Es no conformarnos, es militar incansablemente, porque los sueños, los anhelos, solo tienen sentido si estamos dispuestos a hacerlos realidad.

El proyecto socialista que tenemos el desafío y la responsabilidad de construir es el mejor homenaje a estos 150 años de El Capital, a Marx, al Che y a todos los compañeros y compañeras que lucharon y hasta dieron su vida por construirlo. Porque, como dice un compañero del Kurdistán, que de enfrentarse al imperialismo saben bastante: insistir en el socialismo es insistir en la humanidad.

Muchas gracias, compañeros y compañeras. ¡Hasta la victoria siempre!

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 * Frente Popular Darío Santillán,  facebook.com/frentepopulardariosantillan

 

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