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Noventa y nueve años de Frantz Fanon: en la violencia el reprimido recupera su humanidad

A 99 años de su nacimiento, recordamos a Frantz Fanon con dos textos esenciales: un breve fragmento de Descolonización e independencia (1958) y Lo que dice Fanon (2013), un poema de Ernest Pépin. Insumos para un horizonte emancipatorio frente a mutadas formas de racismo y colonización.

Hoy se conmemoran noventa y nueve años del nacimiento del psiquiatra, filósofo y militante revolucionario de la causa anticolonial de los pueblos oprimidos Frantz Fanon. Nació en Martinica, por lo que su vida estuvo mediada por la relación de explotación colonial francesa, sufriendo de las dimensiones materiales y subjetivas del colonialismo; se enlistó en 1942 para el ejército francés en la Segunda Guerra Mundial y cuando los nazis cayeron, su participación –junto con la de otros soldados negros– fue desconocida por la Francia blanca; trabajó junto a Aimé Césaire en su campaña para la Asamblea de la Cuarta República Francesa; se fue a Lyon para estudiar psiquiatría y publicó una de sus grandes obras: Piel negra, máscaras blancas, para después ir a Argelia y revolucionar el tratamiento psiquiátrico de sus pacientes: victimarios y víctimas de la guerra de liberación argelina.

La vida de Fanon transcurre entonces entre la colonia africana-caribeña y en la Francia Metropolitana; entre la esclavitud y la liberté, egalité y fraternité. El intelectual y revolucionario, de esta manera, desarrolla reflexiones profundas en torno a la relación de las experiencias negras frente al racismo, la colonización y los efectos psicopatológicos que pueden recaer en las personas situadas en este contexto.

Uno de los principales hallazgos en la obra de Fanon versa sobre la necesidad de la violencia en el proceso de liberación, pues ella desintoxica y re-humaniza a los oprimidos. Como expone en Los condenados de la tierra: “el hombre colonizado se libera con y a través de la violencia” (p.44). La liberación violenta del colonizado debe ser, según Fanon, organizada para poder descifrar la realidad social. Fanon se vuelve fiel creyente de la lucha violenta en contra de la dominación de un sistema que sólo conoce el lenguaje de la violencia, la negación sistemática del otro y que no presenta otra realidad que no sea la blanca. De esta manera, la descolonización, más que un cambio de régimen y de gobierno, resulta ser el nacimiento de un nuevo ser humano: uno que adquiere conciencia y rompe con el deseo de ser blanco, de vivir bajo la sombra del blanco, de la vergüenza y la náusea misma de ser negro.

Partiendo de bases hegelianas y marxistas, Fanon buscó comprender el fenómeno colonial y racista a través, primero, de la negación del negro y de la lucha por el reconocimiento frente al blanco. En segundo lugar, propuso que la colonia estaba soportada en la dinámica expansiva y de acumulación del capital, arrasando a las tierras marginadas.

Mientras Frantz estaba en Argelia tuvo el contacto directo con la violencia colonial y conllevó a un desprecio total hacia Francia y la identificación con la causa árabe y de los pueblos colonizados. Renunció al hospital en 1956 y se aventuró a militar de lleno en el Frente de Liberación Nacional de Argelia, en donde ahondaría en la posibilidad de una revolución descolonizadora a través de las armas. A partir de sus vivencias allí, en Túnez, Ghana, Congo, y demás, llegó a escribir Los condenados de la tierra (1961), un libro que influyó la lucha de liberación nacional en el Tercer Mundo durante lo que quedaba de S.XX y en donde Fanon explayó en la idea de la violencia como práctica liberadora del oprimido.

Fanon murió un 6 de diciembre de 1961 en los Estados Unidos –país que despreciaba por su negrofobia– a causa de una leucemia. Su vida y pensamiento aún llegan a la mente de los oprimidos por las nuevas formas del imperialismo; la violencia que propuso y defendió es la vía de reconquistarse como ser humano y descolonizar, no solo los cuerpos, sino las mentes.


La revolución argelina introduce un nuevo estilo en las luchas de liberación nacional

(Fragmento de Descolonización e independencia, 1958)

Hay un tercer fenómeno aún no identificable pero que, atmosféricamente, perturba las relaciones de todos los colonizados con Francia. El proceso de liberación de los pueblos coloniales es efectivamente ineludible. Pero la forma dada a la lucha por el pueblo argelino es tal, en su violencia y totalidad, que influye de manera decisiva en las luchas futuras de las demás colonias.

El pueblo argelino experimenta en realidad la independencia de los fenómenos históricos. Decir que el derrumbe localizado del colonialismo aumenta su disgregación como sistema ya no es la explicación de un principio abstracto para las capas intelectuales.

Todo el pueblo argelino sabe que después de Argelia, será el África negra la que emprenda su combate. ¿No es verdad que entre tanto Francia se ve llevada a inventar nuevas fórmulas, a votar la Loi-Cadre para después llevarla más allá, encaminándose, a su pesar, hacia el reconocimiento de la soberanía nacional del África negra?

Es verdad que políticos africanos prisioneros de los franceses tratan de seguir la curva irresistible de la reivindicación nacional.

Hasta el presente, han podido adoptar con suficiente coloridad las diferentes posiciones de sus pueblos. Pero tarde o temprano se manifestará el divorcio. Les será imprescindible entonces ser “traidores” en pleno día o abandonar los espejismos de la obra colonizadora.

El pueblo argelino sabe que los pueblos del África negra siguen con simpatía y entusiasmo si lucha contra el colonialismo francés. El pueblo argelino no ignora que cada golpe dado contra la opresión francesa en Argelia desmantela la potencia colonialista.

Cada emboscada tendida, cada guarnición atacada y destruida, cada avión abatido, siembra el pánico en el dispositivo colonial francés y refuerzan la conciencia nacional africana, malgacha o antillana.

Los pueblos oprimidos saben hoy que la liberación nacional está inscrita en el desarrollo histórico, pero saben también que esta liberación, debe ser la obra necesaria del pueblo oprimido.

Son los pueblos coloniales los que deben liberarse de la dominación colonialista.

La verdadera liberación no es esta pseudoindependencia en la que los ministros de responsabilidad limitada tratan con una economía dominada por el pacto colonial.

La liberación es el toque a muerte del sistema colonia, desde la preeminencia de la lengua del opresor y la “departamentalización” hasta la unión aduanera que mantienen en realidad al antiguo colonizado en las apretadas redes de la cultura, de la moda y de las imágenes del colonialista.

El pueblo argelino ha emprendido este toque a muerte con tenacidad y con fervor.

Nosotros no esperamos que el colonialismo se suicide. Está en su lógica defenderse con encarnizamiento. Es, por lo demás, tomar conciencia de su imposibilidad de sobrevivir lo que determinará su liquidación como forma de contacto con los otros pueblos.

El pueblo colonialista no será curado de su racismo y de su debilidad espiritual más que si, realmente, acepta considerar la antigua posesión como una nación absolutamente independiente.

Toda evocación de “antiguos lazos” o de “comunidades” irreales es una mentira y un ardid.

El pueblo argelino prueba desde hace casi cuatro años que esta mentira y este ardid no están más a la altura de su verdad y de su voluntad.


Lo que dice Fanon

(Fragmento del poema de Ernest Pépin, 2013)

El colonizado no es, y si es, solo puede ser sombra indecente del

colonizador.

Entonces, había que invertir los parámetros del discurso. Había

que destruir el ídolo autoproclamado. Habría que minar el verbo y hacer que lo imprevisible de volviera posible.

Entonces se entiende la violencia de Fanon y la virulencia de sus escritos. Pegado a la pared, enfrentado a lo insostenible, debe cavar en él sus propias trincheras y hacer saltar el cerrojo de la buena con- ciencia colonial.

¡De ahí su credo!

Fanon cree en la denuncia de las imposturas.

Lo que dice Fanon

Fanon cree en el deber no solo de resistir sino de vencer.

Fanon cree que el colonizado debe hacer que surja en él la otre- dad del colonizado.

Fanon cree para terminar que la violencia es un medio incluso un método curativo, saludable y emancipador.

¡Que falta por decir!

Fanon apóstol de la violencia.

Fanon sacudido por la rabia.

Parecería que hubiera un desbordamiento fanoniano, un exceso

fanonianio, un volcanismo fanoniano. Algo que se acercaría al cinismo, que avalaría la crueldad, que monstruosamente se sustraería a la medida. En una palabra, Fanon sería un salvaje infrecuentable. ¡Un apestado!

Eso legitima el olvido. Eso explica el infierno de los malos entendidos. Eso permite no ir a ver lo que hierve en la marmita.

Si se mira de cerca, se comprueba que estamos hablando de una guerra y de las más sucias; tremenda y malévola, porque es ante todo una guerra desigual.

La guerra colonial por lo mismo que es colonial, es una guerra de terror. Trata de asfixiar por ambos lados. No queda lugar para el oxígeno a menos que la violencia se convierta en otra violencia de distinta naturaleza.

Es total y todo lo gangrena. Quiero decir lo económico, lo social, lo cultural y, por supuesto, lo político. Nada le escapa, salvo la determinación del colonizado que mineraliza y refuerza las atrocidades. No hay lugar para “las armas milagrosas”, sino para el milagro de las armas.

Si se mira de cerca, se comprueba que Fanon está en el corazón de la Apocalipsis y hasta utiliza el término de genocidio. Desde ese momento, la violencia es la única muralla y su única salida.

No se forma su teoría (¡si hay teoría!) a partir de una meditación abstracta, pero en la acción como una respuesta vital a las fuerzas de la opresión.

Si se mira de cerca, ¡Fanon nunca esgrimió la violencia por la violencia! Miro a la violencia al fondo de los ojos y extrajo las consecuencias que se le imponían.

Es por eso que Fanon es antillano, porque ser antillano es haberse dejado entrampar, aparte de notables sobresaltos, por el rechazo a la violencia, enligado en una sumisión que la historia jamás ha desmentido.

No podemos olvidar que Fanon empieza por amar a Francia ¡al punto de ir a combatir por ella! Hay que admitir que Fanon no es un anti-francés, sino un anticolonialista alzado contra la Francia colonial.

(…)

¿Qué queda entonces de Fanon?

Queda un pensamiento incandescente, fosforescente, arborescente. Una lucidez que no esquiva ni se puede esquivar. Una lucidez trágica que perfora con entusiasmo las minas de la dominación. Una lucidez halada y que aguarda que sople el viento de las verdaderas libertades. Queda su fe en el hombre. Una fe sin reserva que quiere excluir todos los posibles de la deshumanización. Una fe política, ética y poética. Queda un lenguaje incisivo que sondea e interroga todo cuando renueva las fórmulas del deber de violencia. Queda este impulso eléctrico a liberar los pueblos. Queda… Queda… Cometeríamos un error si hiciésemos de los textos de Fanon “clásicos inmutables” Su pensamiento es movimiento, resplandor, vibración, brecha. Nos emplaza al devenir y a la acción.

Nos toca, en este nuestro mundo desgarrado, vivificar a Fanon. Interpretar a Fanon, conciliar a Fanon con nuestro tiempo, actualizar a Fanon contra todos los engaños, todos los relevos, todas las ideas de la dominación mundializada. Nos toca imaginar “el envés del desastre”.

Todavía le vemos aquí y allá, remover la cola del monstruo. ¡Señal de que no ha muerto! Lo más grave es que los huevos del monstruo

rompieron el cascarón en nuestras sociedades, en nuestros discursos y hasta en nuestros imaginarios. Actualmente no hay un colonialismo monolítico, frontal que nos oprima sino colonialismos más o menos actuantes, más o menos insidiosos, que inciden en las finanzas, en la condición de los inmigrantes, en las guerras de religión, etc. Es a esos colonialismos a los que hay que hacer frente ahora. Todos cuantos desertan de aquello que hace más hombre al hombre. Fanon puede resultar saludablemente útil porque mal que les pese a todos cuantos le quieren confinar en la histérica versión de ser un enemigo de occidente, siempre apostó por el hombre.

 

 

Autor

Producción editorial del equipo de la Revista Lanzas y Letras. www.lanzasyletras.com