Publican en Colombia el libro “Revolución en Kurdistán. La otra guerra contra el Estado Islámico”
Las editoriales independientes La Fogata y Pajarera Libertaria editaron en Colombia el libro del periodista Leandro Albani, quien fue corresponsal desde los campamentos de la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en las montañas de Qandil, en el Kurdistán iraquí. Por gentileza del autor, Lanzas y Letras presenta el Epílogo actualizado (julio 2016) escrito especialmente para la edición colombiana.
Por Leandro Albani*. El final de este libro es abierto, convulso y urgente. Tiene, sobre todo, muchos interrogantes sobre qué sucederá en el Kurdistán sirio, pero también en Medio Oriente. Cuando hoy analizamos esa región milenaria la imagen de un tablero de ajedrez, en el cual se define la geopolítica del mundo, no es errada.
Aunque cada paso dado por las potencias mundiales repercute en Medio Oriente, de semana a semana las piezas de ese tablero minucioso y que se sostiene en un tenso equilibrio, son barridas por un huracán de novedades, hechos, acciones y definiciones políticas que, tras la calma que sobreviene a una tormenta, se vuelven a acomodar teniendo en cuenta la correlación de fuerzas de cada una de las partes.
En los últimos meses hay algunos hechos para destacar: la conformación de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) –en las cuales participan las YPG/YPJ–, el ingreso de la aviación rusa a Siria para combatir al Estado Islámico, las elecciones parlamentarias en Turquía que rescataron a Erdogan y a su administración del abismo y los múltiples atentados en París que desataron los bombardeos de Francia sobre Siria, entre otros hechos.
Unidad hacia la paz
El 12 de octubre de 2015 se conformaron las Fuerzas Democráticas de Siria durante una reunión en la que participaron representantes siríacos, árabes, kurdos, asirios y turcomanos. Esta nueva fuerza, que opera en el norte del país, comprende un cuerpo de comando y un consejo militar que se encargará de la coordinación conjunta.
En la declaración emitida luego de la reunión, se remarcó que “que existe una importante necesidad de unidad entre las fuerzas militares democráticas para avanzar hacia la paz, siendo la unidad de las fuerzas democráticas que luchan en el país un paso esencial para la revolución en Siria.
La organizaciones y grupos que componen las FDS (ver Anexo) aseguraron que buscan “la unidad democrática de todos los pueblos de Siria sobre la base de la libertad de las mujeres”. Además, en el encuentro se discutieron las experiencias políticas y sociales que se emprenden en el Kurdistán sirio, como también “sus debilidades estructurales y operacionales”. En el texto se afirmó que “la invasión externa fue el principal factor por el que la revolución se desvío del camino correcto”.
A su vez, desde las FDS llamaron a “crear una Siria democrática y construir una sociedad diversa donde poder alcanzar el honor y la libertad, (y) conceder los derechos legítimos a todos los pueblos”. Al mismo tiempo, se convocó a todos los pobladores a defender al pueblo sirio “contra las amenazas extranjeras y nacionales”.
Las Fuerzas Democráticas de Siria, según el comunicado, emprenderán “su lucha en la legítima defensa y en ser una fuerza nacional” y respetarán “a las medidas y los tratados internacionales en la defensa de la población civil”. Por último, llamaron a la Coalición Internacional encabezada por Estados Unidos a continuar brindando ayuda para limpiar al Kurdistán sirio de mercenarios y terroristas.
A mediados de noviembre de 2015, las FDS difundieron otro comunicado en el que confirmaron la liberación de varios pueblos y ciudades, además de la captura de una gran cantidad de munición perteneciente a grupos terroristas, en operaciones efectuadas en el sur de Hesekê. En las operaciones, el FDS perdió a 33 combatientes y 53 resultaron heridos.
Según el balance de la insurgencia, 1.362 kilómetros cuadrados fueron liberados de las manos del Estado Islámico y 493 mercenarios abatidos. En el comunicado, se denunció que el ISIS realizó “cuatro ataques de morteros con gas venenoso”, que confirman la utilización de armas de destrucción masiva por parte de los terroristas.
El anuncio de la creación de las FDS fue acompañado con la declaración de una federación para el norte de Siria. Cuando el 17 de marzo de este año (2016) las organizaciones políticas y militares que controlan el Rojava declararon la federalización de esa región, se concretó una realidad que desde hace tres años se abre paso en la turbulenta Siria. Levantando una polvareda de declaraciones cruzadas a nivel nacional e internacional, pero también demostrando que el proceso político y social en el norte del país tiene un fuerte respaldo de los pobladores, este hecho deja en claro que los pueblos de Rojava tienen un peso político por demás de importante en el devenir de Siria.
Las milicias YPG/YPJ junto a una decena de agrupaciones, entre las que se encuentra el PYD, se reunieron durante dos días en el pueblo de Rimêlan, al noreste de Rojava, para debatir el futuro de la región. La conclusión del encuentro –en el que participaron 31 agrupaciones políticas y 200 delegados kurdos árabes, asirios, siríacos, armenios, turcomanos y chechenos de las regiones de Girê Spî, Shaddadi, Alepo y Shenba–, fue la declaración de un Sistema Federal Democrático para el norte del país.
En un comunicado difundido con posterioridad detallaron que el nuevo sistema “encapsula a todos los componentes sociales y garantiza que la futura Siria será para todos los sirios”. Además, fueron electos los copresidentes y 31 representantes del flamante Consejo de Organización, que tendrán que redactar un Contrato Social (Constitución). El nuevo sistema, según lo informado, adhiere a las resoluciones de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, por lo cual se llama a los pobladores a participar “en la fraternidad de los pueblos y la paz”.
Uno de los puntos más importantes de la declaración es el que refiere que “la liberación de las mujeres es la esencia del sistema democrático federal”. “Las mujeres tienen el derecho a una participación igualitaria y a la toma de responsabilidades en relación a los temas de su interés –resolvieron los participantes–. Las mujeres serán representadas en igualdad en todas las esferas de la vida, incluyendo todas las esferas sociales y políticas”.
A su vez, se defiende que las comunidades del territorio tengan libertad para desarrollar las relaciones económicas, sociales, culturales y democráticas “con quienes ellos estimen pertinente, o compartir sus creencias y cultura con los pueblos y comunidades a nivel regional o internacional, a condición de que esas relaciones no interfieran con los objetivos e intereses del sistema democrático federal”.
El concepto de federación tiene su antecedente en la ideología del PKK y de su líder, Abdullah Öcalan. En Rojava, los preceptos del Confederalismo Democrático fueron avanzando al mismo tiempo que las YPG/YPJ repelieron los ataques terroristas y conquistaron territorio. Es más, cuando los cantones de Rojava aprobaron su Contrato Social en 2014, en ese texto se aseguraba que se “reconoce la integridad territorial de Siria y aspira a mantener la paz interna e internacional”.
“Atravesamos una fase histórica y circunstancias muy críticas –se explicó en la declaración de Rimêlan–. Siria está experimentando la peor tragedia en su historia. Millones han sido desplazados y cientos de miles de personas han muerto, sin mencionar el inmenso daño que ha sufrido la infraestructura del país. A pesar de esto, una experiencia democrática ha sido creada y defendida en Rojava con la sangre de los mártires. Grandes avances se han logrado en este periodo. Esta es una verdadera oportunidad para construir un sistema democrático federal. Estamos seguros y confiados en que esto va a ser un modelo para una solución a la crisis de Siria”.
Rechazados en los diálogos de Ginebra, –donde se trata de buscar una solución a la crisis siria–, las agrupaciones políticas, tribus y clanes que habitan la zona rompieron la tensa calma diplomática que sobrevolaba Siria y las respuestas no se dejaron esperar. El gobierno de Damasco rechazó la iniciativa y advirtió que “todo intento de socavar la unidad o la integridad territorial de Siria bajo cualquier nombre”. En un comunicado, argumentó que la declaración de un sistema federal “constituye una violación de la unidad del territorio sirio, y eso contradice a la constitución y los conceptos nacionales y las resoluciones internacionales”.
En la misma línea, desde el Consejo Nacional Sirio (CNS), organismo opositor y vinculado fuertemente con grupos irregulares, expresaron que “cualquier intento de formar entidades, regiones o administraciones que confiscan la voluntad del pueblo sirio”.
Quien también alertó sobre el nuevo sistema fue el gobierno de Moscú, que a principios de marzo de este año había sugerido que un Estado federal en Siria podía ser un modelo adecuado para preservar la unidad y la soberanía del país. El vicecanciller ruso, Mijail Bogdanov, declaró que “no tiene sentido alguno proclamar nada al margen del proceso de negociaciones y del diálogo intersirio. Es una posición para negociar pero no se pueden tomar aquí decisiones unilaterales”. A su vez, llamó a tomar las decisiones de este tipo “por consenso” y reiteró el llamado de Rusia para que los kurdos y las kurdas formen parte de los diálogos de Ginebra, algo que es rechazado de manera tajante por Turquía. Por su parte, Estados Unidos también negó la posibilidad de un sistema federal de Rojava. “Hemos sido muy claros con que no vamos a reconocer las regiones autónomas en Siria”, expresó Mark Toner, portavoz del Departamento de Estado. “Esto es algo que debe ser discutido y aceptado por todas las partes interesadas en Ginebra y luego por el propio pueblo sirio”, explicó el funcionario, aunque olvidó decir por qué los kurdos no participan en los diálogos.
La avanzada de Moscú
El ingreso militar de Rusia en la guerra interna que sufre Siria era cuestión de tiempo. Las relaciones entre los gobiernos de Moscú y Damasco se venían profundizando al mismo tiempo que los ataques del Estado Islámico estremecían los cuatro puntos cardinales de la nación dirigida por el presidente Bashar Al Assad.
Con la Coalición Internacional bombardeando diferentes zonas del país –aunque esos ataques todavía hoy son fuertemente cuestionados por su ineficacia–, el presidente ruso Vladimir Putin aceptó el pedido del Ejecutivo sirio de intervenir con sus aviones caza para intentar derrotar al Estado Islámico. En apenas unas semanas, la aviación rusa dio golpes mortales a los seguidores de Al Baghdadi, sobre todo en las cercanías de la ciudad de Raqqa, en la cual es ISIS tiene su cuartel general.
Desde la Casa Blanca, las protestas por los bombardeos rusos no se dejaron esperar. La administración Obama acusó a Moscú de injerencia y de violar la soberanía de Siria, país que precisamente es agredido desde hace cinco años por mercenarios financiados por el propio Washington.
Conocida la noticia del ingreso de Rusia al combate en Siria, el comandante de las YPG Sipan Hemo declaró el 1 de octubre de 2015 que las fuerzas de Rojava “podemos trabajar junto con Rusia contra el Estado Islámico”. Hemo calificó los ataques rusos contra posiciones terroristas como “un paso importante”, además de solicitar a Moscú atacar también al grupo terrorista Frente Al-Nusra, la rama de Al-Qaeda en Siria.
Por su parte, Idris Nasan, ministro de Asuntos Exteriores de la ciudad Kobane, expresó que el “Daesh no es solo nuestro enemigo, sino de toda la humanidad. Estamos dispuestos a cooperar con cualquier persona que lucha contra Daesh (…) la coalición (liderada por Estados Unidos) solo nos apoya desde el aire, nosotros estamos recibiendo ayudas de los Peshmerga (fuerzas kurdas iraquíes)”.
No fue extraño que iniciado el despliegue ruso, Turquía y Arabia Saudí criticaran con dureza a Moscú, ya que los gobiernos de ambos países son el sostén principal del Estado Islámico. El canciller turco, Feridun Sinirlioglu, expresó que “Rusia está cometiendo un gran error”, luego de mantener una reunión con su homólogo saudí, Adel al-Yubeir. Por su parte, el funcionario de la Casa de Saud manifestó que la presencia rusa en Siria es un “tema muy crítico”. A su vez, reiteró que la opción es la caída del mandatario sirio: “Estamos de acuerdo en que definitivamente no habrá ningún papel para Bashar al-Asad”.
Como contrapartida a la decisión de Rusia, la Casa Blanca anunció a finales de octubre el envío de una tropa de élite a Siria, compuesta por alrededor de 50 militares, con el objetivo de “entrenar, asesorar y asistir” a grupos que, en teoría, combaten contra el Estado Islámico. El anuncio de Washington no dejó en claro a quiénes “asesorarían” los uniformados, por lo cual se despertaron nuevas sospechas del apoyo estadounidense a organizaciones irregulares similares al ISIS. Por supuesto, desde la administración Obama aseguraron que la llegada de militares a Siria tiene el único fin de “derrotar al terrorismo”.
Las armas de Erdogan: represión y terror
La represión permanente, el encarcelamiento de militantes de izquierda, el cierre de medios de comunicación opositores en apenas cuatro días, el asesinato de ciudadanos kurdos –periodistas incluidos–, el asedio y ataque de las fuerzas de seguridad a poblados y aldeas en el sureste del país, un atentado en Ankara que dejó más de 100 muertos y el despliegue del terror y la psicosis entre los pobladores, fueron las acciones que el presidente Recep Tayyip Erdogan y su partido, el AKP, aplicaron y utilizaron desde junio pasado cuando las urnas se habían cerrado ante ellos.
Desesperado por mantenerse en el poder, el presidente turco no dudó en la estrategia a seguir frente al revés electoral: militarizar el país, generar miedo en la población y llevar a la República turca al borde del colapso interno. Desde junio, Erdogan no aplicó un plan organizado en una cabeza perversa, sino un minucioso y clásico manual que los sectores de derecha, a nivel mundial, han sabido construir en todas estas décadas. Porque el objetivo del mandatario turco es profundizar sus políticas neoliberales, tender redes con los grupos más conservadores dentro del mundo musulmán y combatir todo rasgo de progresismo en Medio Oriente.
Las elecciones del domingo 1 de noviembre de 2015 en Turquía, en las cuales el AKP obtuvo la mayoría, no resistirían la avalancha de críticas si hubieran ocurrido en otro país. Pero en Turquía, cuyo gobierno busca a toda costa avanzar con su proyecto de control sobre Medio Oriente y barrer a la oposición interna, los comicios fueron saludados por Estados Unidos y la Unión Europea. Detrás de estas elecciones, que tuvieron como marco un tendal de muertos y heridos, llevan la marca de Erdogan, el frenético dirigente islamista que pretende hacer de su tierra un nuevo Imperio Otomano.
Con el 97% del escrutinio completo, el partido gobernante obtuvo 49,35 por ciento de los votos, superando con creces el magro resultado de los comicios de junio pasado. De esta forma, la agrupación comandada por Erdogan logró 316 diputados y la posibilidad de conformar un nuevo gobierno sin convocar a las principales fuerzas políticas. En las elecciones pasadas, el AKP discutió una posible administración de coalición con el MHP (ultraderecha) y CHP (socialdemócrata), pero echó por tierra esta posibilidad.
Abocado a conseguir el control total, Erdogan desplegó una política de terror, principalmente en la región del Kurdistán turco, donde se levanta la principal resistencia a su gobierno. Con la excusa de combatir al “terrorismo”, el AKP cometió atentados, como en la ciudad de Suruc, y acusó al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) de ser el responsable de absolutamente todos los males de Turquía. Mientras tanto, dejó el terreno libre para que los mercenarios del Estado Islámico (EI) utilizaran la frontera con Siria como retaguardia y vía para el reabastecimiento de armas y tráfico de petróleo.
Aunque el AKP obtuvo la mayoría parlamentaria, al gobierno de Erdogan no le alcanza esa cifra para reformar la constitución de forma directa, una de sus principales propuestas, que tiene un fuerte rechazo en la sociedad.
En segundo lugar en los comicios quedó CHP, que mantiene el 24,7% de los votos y un total de 134 parlamentarios. El tercer partido que tendrá representación parlamentaria es el HDP (Partido Democrático de los Pueblos, conformado por el movimiento kurdo, sectores de la izquierda turca y movimientos sociales), con el 10,3% de los votos y 59 escaños. Por último, el MHP tuvo un retroceso del 16,29 al 11,97%, obteniendo 41 diputados.
Conocidos los resultados de los comicios, el copresidente del HDP, Selahattin Demirtas, aseguró que no se trató de una votación en igualdad de condiciones. El dirigente denunció que su partido no pudo hacer una campaña normal a raíz de los ataques sufridos. “El pueblo turco no recibe estos resultados con alegría –agregó Demirtas–, incluso si un partido político ha recibido el 50 por ciento de los votos. ¿Por qué? Porque muchas personas en Turquía, en la actualidad, viven con miedo. Nadie sabe hasta dónde puede llegar el partido gobernante”.
En la jornada electoral no faltaron inconvenientes, denuncias y fuerzas de seguridad con órdenes de reprimir.
El diario turco Hurriyet Daily News denunció que varios de los observadores electorales en Ankara y en Estambul denunciaron las presiones del gobierno para firmar reportes en blanco sobre la situación en sus centros de votación. Por su parte, la delegación catalana de observadores invitada por el HDP reveló que la policía turca les impidió el acceso a los colegios electorales. Eulàlia Reguant, diputada catalana de la CUP, declaró “que las autoridades solo dejaron acceder a los observadores del OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), invitados por el gobierno y que son 40 personas para todo el país”.
En Diyarbakir, capital del Kurdistán turco, la policía no perdió el tiempo y cuando los pobladores salían a las calles para festejar los resultados obtenidos por el HDP, arremetió con gases lacrimógenos para dispersar a las personas. En la localidad de Van, las fuerzas de seguridad atacaron a quienes esperaban para ejercer su derecho al voto, según informó la agencia ANF. Al cierre de esta edición, una explosión en la ciudad de Mardin había dejado como saldo 25 personas heridas, cuatro de ellas de gravedad.
Días antes de las elecciones, Erdogan declaró que a la hora de atacar a las fuerzas kurdas del norte de Siria, “Turquía no necesita permiso de nadie y haremos lo que sea necesario”. Su declaración era en alusión dos bombardeos turcos contra posiciones de las YPG/YPJ. El presidente reclamó también a Estados Unidos a calificar al partido PYD como “una organización terrorista”. Las inquietudes de Erdogan –que se traducen en una dura represión y en violar la soberanía de otros países–, se deben a que las YPG/YPJ controlan el paso fronterizo de Tal Abyad, por el cual el Daesh se abastecía desde Turquía. “Si los kurdos se retiran (de Tal Abyad) y no forman un cantón, no habrá problemas, sino, lo que sea necesario se llevará a cabo o encararemos serios problemas”, aseveró el mandatario.
Mientras esto sucedía, desde las YPG/YPJ no dudaron en denunciar a Erdogan por sus estrechos vínculos con el Daesh. Porque mientras Erdogan disfruta de los resultados que lo confirman como presidente, el líder del AKP se posiciona como uno de los peligros más latentes para todo Medio Oriente.
Recientemente, el mandatario turco tomó la decisión de atacar por dos frentes: recortando los derechos de las diputadas y los diputados del HDP y bombardeando masivamente las ciudades y poblados del Kurdistán turco.
En mayo pasado, el parlamento turco aprobó una enmienda constitucional enviada por el Ejecutivo que deja sin inmunidad parlamentaria a un grupo de diputadas y diputados, de los cuales más de 50 pertenecen al HDP. La medida fue aprobada con 373 votos a favor, superando los dos tercios necesarios, y afecta a 138 legisladoras y legisladores, de los cuales 51 pertenecen al Partido Republicano del Pueblo (CHP), 9 del ultraderechista Partido de Acción Nacionalista (MHP) e incluso 27 del AKP.
De esta manera, Erdogan busca despojar de sus bancas a los representantes del HDP, acusándolos de diversos delitos, entre el que se encuentra acusaciones por terrorismo. La represión sistemática ordenada por Erdogan contra los kurdos recrudeció a mediados de 2015, en vísperas de las elecciones parlamentarias y tuvo como objetivo la destrucción de locales del HDP, el encarcelamiento de 2.000 militantes de esa agrupación y la implementación del estado de sirio en ciudades y poblados kurdos.
La enmienda constitucional no es un hecho aislado. Se pueden contar por docenas las diputadas y los diputados, alcaldes y alcaldesas que representan al pueblo kurdo que han sido encarcelados o partido hacia el exilio debido a las amenazas recibidas. Al mismo tiempo, poblados kurdos como Nusaybin, en la provincia sureña de Mardin, o Diyarbakir (capital histórica de Kurdistán) son bombardeados de manera permanente, como revelaron videos difundidos últimamente, acciones militares de la aviación turca que se repiten sobre las montañas de Qandil, en el norte de Irak.
Arde París
El zumbido cortó el aire desde las alturas y cientos de kilos de bombas cayeron sobre territorio sirio. La aviación francesa cumplió al pie de la letra los llamados de venganza del gobierno de François Hollande y los ataques fueron descargados sobre la ciudad de Al Raqqa, el bastión de Estado Islámico.
Otra vez, los bombardeos que estremecen al pueblo sirio. Bombardeos que no tienen la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU y mucho menos del gobierno de Damasco. Bombardeos que son la respuesta del Ejecutivo francés al masivo atentado del viernes 13 de noviembre de 2015 dejó 129 muertos en París y una nueva ola de paranoia, a 10 meses del ataque contra la revista satírica Charlie Hebdo.
Cinco días después, una redada de la policía francesa en la localidad de Saint Denis (norte de París) finalizó dos muertos, varios uniformados heridos y cinco personas arrestadas. En el hecho, en el cual las fuerzas de seguridad rodearon un departamento de la zona, una mujer se inmoló al hacer detonar un cinturón de explosivos. En el lugar, según difundieron los medios de comunicación, fue abatido Abdelhamid Abaaoud, señalado por el gobierno francés por organizar los atentados. Abaaoud, de 27 años, nació en Bélgica y tenía antecedentes penales por formar parte del Estado Islámico. En julio pasado, había sido condenado en ausencia a 20 años de prisión por un tribunal belga, junto con otros 31 miembros del ISIS.
Conocidos los ataques contra la capital francesa, la comandancia general de las YPG/YPJ emitió un comunicado en el que enviaron sus condolencias al pueblo y el gobierno de Francia. En el texto agregaron que el ataque terrorista “demuestra que el ISIS es una gran amenaza para toda la humanidad”, por lo cual “las potencias internacionales deben luchar contra el ISIS de una manera más fuerte”. Las milicias kurdas recordaron que las victorias obtenidas frente al Daesh son “victorias de toda la humanidad” y de “la ‘luminosidad’ contra la oscuridad”. Al final de comunicado, las YPG/YPJ reconocieron “el papel” de Francia “en la guerra contra el ISIS” y expresaron que “vamos a luchar contra el mismo terror en nuestra tierra hasta el final”.
Con los ataques sobre París, no caben dudas que el Estado Islámico es la nueva fuerza a combatir. El enfrentamiento contra los mercenarios regenteados por Abu Bakr al-Baghdadi lo llevan adelante diariamente el Ejército sirio, las YPG/YPJ, los Peshmergas de Irak y las células de la organización libanesa Hezbolá. Aunque desde las milicias kurdas se reconozca “el papel” de Francia en la lucha contra el EI, poco ha hecho Francia y sus aliados de la OTAN para contrarrestar las masacres cometidas por el EI. Y ahora, ante el horror mundial, Francia, la nación golpeada por el propio Estado Islámico, se atribuye el derecho a bombardear los países que “sospeche” son cómplices de los grupos terroristas.
Tanto desde el gobierno francés como de su principal aliado, Estados Unidos, existe una capacidad admirable para generar confusión y paranoia. Las pruebas presentadas por Siria sobre la vinculación de esos dos países con los grupos terroristas todavía duermen sobre los escritorios en los despachos de la ONU. Investigaciones periodísticas revelaron hace bastante tiempo que Francia arma y financia a las organizaciones irregulares en Siria, con la salvedad de que las considera “moderadas”, como es el casi extinto Ejército Libre Sirio.
¿Pero en la nación árabe existen estas agrupaciones “moderadas”? De ninguna manera. Con el avance del Estado Islámico, decenas de grupos terroristas menores fueron asumiendo el liderazgo de Al Baghdadi, por lo cual la “ayuda” a esos sectores termina en las arcas del Estado Islámico. Es común también que los mercenarios vayan cambiando de grupos, por lo cual el envío de armas y dinero por parte de Washington y París nunca se sabe públicamente a manos de quiénes van a parar.
La historia de los “enemigos” por parte de las potencias imperiales es conocida. Estados Unidos financió, vía Pakistán, a los muyahidines afganos para derrotar a las tropas soviéticas que se encontraban en el país. Alcanzado este objetivo, la Casa Blanca solventó con dinero y armamento a los talibanes para que derroquen a los comandantes muyahidines que controlaban Kabul.
Francia, más cerca en el tiempo, se había convertido en un importante socio de la Libia de Gaddafi. Pero al mismo Estado francés no le tembló la mano para enviar oficiales, dinero y armamentos a las milicias islamistas que, junto a la OTAN, asesinaron a Gaddafi y en apenas ocho meses destruyeron a una de las principales potencias económicas y sociales de África. Hoy Libia es campo de entrenamiento y reclutamiento del Estado Islámico y de otros grupos terroristas.
En octubre de 2012, el canciller sirio Walid Al Moualem denunció en el seno de la ONU que Estados Unidos, Francia, Qatar, Arabia Saudita y Turquía incentivaban el conflicto en el país, además de respaldar a los grupos irregulares “con armas, dinero y combatientes extranjeros”. “Bajo el pretexto de conceptos como la ‘responsabilidad de proteger’, resuenan los tambores de la guerra, y la sedición y la insurgencia se están expandiendo y dañando la estructura de sociedades nacionales”, expresó en ese momento el funcionario. Moualem agregó que “lo peor de todo es ver a miembros permanentes del Consejo de Seguridad (de Naciones Unidas), que lanzaron guerras bajo el pretexto de combatir el terrorismo, ahora respaldando al terrorismo en mi país”. Las definiciones del canciller sirio de hace más de tres años son exactas e inobjetables.
Ahora Francia sufre los horrores producidos por los propios terroristas que financió y respaldó. Tanto el gobierno del ex presidente Nicolas Sarkozy como la actual administración de Hollande no escatimaron recursos para impulsar la desestabilización de Libia, Mali, Siria e Irak.
El futuro que surge desde Francia, lamentablemente, se intuye en las palabras del primer ministro Manuel Valls. Emulando a George W. Bush, el premier aseguró que el contraataque de la nación gala se situará “al mismo nivel” que los atentados de terroristas en París. Valls aseveró que Francia “está en guerra” contra el terrorismo y que el país responderá “golpe a golpe para destruir al Estado Islámico y a ese ejército terrorista”.
La frágil incógnita es si las declaraciones de Valls se cumplirán en la realidad. La Coalición Internacional, encabezada por Washington, que bombardea suelo sirio para acabar con el EI queda cada día más en evidencia por su ineficacia. Los sangrientos recuerdos de Afganistán e Irak se encuentran demasiado latentes. Las invasiones a esos países para “perseguir hasta el último rincón del planeta” a los terroristas fueron, simplemente, las herramientas para controlar el petróleo y sostener una constante política de desestabilización en Medio Oriente, la cual es impulsada, hasta estos días, por Estados Unidos, Francia y sus aliados.
Con un panorama político, militar y diplomático plagado de contradicciones, movimientos tácticos y alianzas tan férreas como volátiles, el movimiento kurdo, y en particular las milicias como el PYD, apuestan a abrirse camino en ese frente, tomando decisiones que pueden verse como poco confiables (como la alianza táctica con Francia), pero a su vez demostrando en el terreno una gran fortaleza en el plano militar y de construcción política.
La guerra total contra el Estado Islámico
Desde hace varias semanas, las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) avanzan sobre Raqqa, la capital del Estado Islámico ubicada en el norte del país. Raqqa, una de las localidades más importantes del país, es la que más sufrió la represión y persecución de los terroristas. En apenas unos días, las FDS ya habían conquistado entre 12 y 15 poblados en su camino a Raqqa. Mientras esto sucedía, el Ejército sirio apoyado por la aviación rusa también avanzaba hacia la capital del Daesh.
En el primer día de la operación, “el Estado Islámico no ha podido mantenerse en ninguna de las posiciones desde que comenzaron los combates”, declaró a la agencia Sputnik el jefe militar kurdo y miembro del Comité de Defensa de la gobernación de Hasaka, Naser Haj Mansur. El dirigente advirtió que puede haber “sorpresas” por parte del Daesh, ya que “confiarán en sus células durmientes, usarán explosivos, atacantes suicidas, francotiradores, pero no tendrán ningún éxito. En las milicias kurdas sabemos cómo luchar contra ellos”.
Dos días antes del despliegue del operativo hacia Raqqa, el comandante y jefe del Mando Central de Estados Unidos (Centcom), Joseph Votel, se reunió en Kobane con las FDS. En la visita, que fue secreta y rechazada por el gobierno de Damasco, se discutieron los preparativos para la ofensiva. En estos momentos, Estados Unidos tiene 250 soldados en el terreno que avanzan junto a las FDS.
Rojda Filat, líder de las FSD, confirmó que la ofensiva tiene el respaldo de la Coalición Internacional, la polémica iniciativa impulsada de por Estados Unidos y que le permitió ingresar con sus aviones y bombardeos a Siria bajo la excusa de combatir al Daesh. “Lanzamos esta campaña para detener los ataques contra nuestro pueblo de Cizîre, Gire Spi y Kobane y garantizar su seguridad, y llamamos a todas las partes a que apoyen esta campaña”, expresó Filat. A su vez, desde Rojava se denunció que el Ejército turco comenzó los bombardeos contra Rojava. Las FDS denunciaron que “en lugar de atacar a los terroristas de Daesh, atacan a nuestras posiciones”.
Las FDS, las YPG/YPJ y el PYD estiman que la alianza con Washington es táctica y no descartan que derrotado el Daesh, sus ahora colaboradores se volverán en su contra.
Por otro lado, las FDS también avanzan sobre la ciudad Manbij, ubicada en el noroeste de Siria. A través del Consejo Militar conformado por las fuerzas de izquierda y de diversas nacionalidades los golpes contra ISIS son permanentes. Cuando estas líneas son escritas, las FDS se encuentran rodeando la ciudad y esperan ingresar en el momento en que consideren que la población no se convierta en víctima de los combates. Manbij tiene una posición estratégica, ya que si de la ciudad son expulsados los terroristas se cortaría una importante ruta de suministros que llegan para ISIS desde Turquía.
Los días que vendrán confirmarán la profundidad real del proceso revolucionario encabezado por el pueblo kurdo y de otras nacionalidad. Lo que nadie puede negar es que ese proceso tiene un fuerte sostén de los pueblos de Medio Oriente que buscan sin dobleces cumplir sus anhelos de libertad.
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* Leandro Albani es periodista y escritor. Nació el 30 de junio de 1980 en la ciudad de Pergamino, provincia de Buenos Aires, Argentina. Trabajó durante cinco años en la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), con sede en Caracas. En 2013 se desempeñó como corresponsal desde los campamentos de la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en las montañas de Qandil, en el Kurdistán iraquí. En la actualidad integra la redacción de la revista Sudestada y es subdirector del periódico Resumen Latinoamericano. Otros títulos: Kurdistán. Crónicas insurgentes (2014, junto al periodista Alejandro Haddad. Ed. Sudestada).