El siguiente texto es uno de los imprescindibles de Antonio Gramsci. Escrito al calor de la revolución rusa, Gramsci no escatimó en usar la experiencia de octubre en contra de los canones del marxismo (oficial) de la época, cuyas premisas “revolucionarias” no eran más que un mecanisismo economicista: una relación lineal entre estructura y superestructura. El proletariado ruso enseñó a la humanidad, por el contrario, que la historia siempre está por hacerse, y, que de esperar por la revolución, podemos quedarnos sentados esperando varias eternidades.