Tres décadas han pasado desde las tristemente recordadas elecciones presidenciales de 1990 y hoy, sin embargo, la política colombiana no ha dejado de ser escandalosamente sangrienta. Nuestra histórica masacre continúa en una siniestra alianza entre el narcotráfico, el paramilitarismo, los gamonales regionales, las disidencias de las FARC y la fuerza pública.