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“Sin pueblo, la transformación se queda corta”: Aquinoticias y las Asambleas Ciudadanas

La llegada de un gobierno dirigido por Gustavo Petro y Francia Márquez ha instalado debates inéditos en el país. ¿Cómo transformar la política y, al mismo tiempo, controlar las instituciones que la sustentan? Aquinoticias, una figura central en este contexto llama a una masiva participación popular. Las asambleas ciudadanas, el punto de inicio de un verdadero gobierno popular. 

Aquinoticias fue una figura destacada en la campaña electoral para una región compleja: Antioquia y Medellín. Habiendo obtenido el triunfo electoral, ¿cuál es tu valoración del Pacto Histórico en un momento como este, en el que finalizó la agitación electoral y empieza la administración del nuevo gobierno con sus instituciones?

La valoración en este momento es que nos enfrentamos a una situación compleja, pero muy bonita. Es la oportunidad de construir el primer gobierno alternativo y, como el mismo Gustavo Petro lo ha llamado, el primer gobierno popular de la historia del país.

Eso nos implica no solo proponer políticas distintas, no solo gobernar con distintas personas en los ministerios, sino, sobre todo, desarrollar una forma distinta de hacer la política. No seguir viendo la política como una apuesta desde arriba hacia abajo, que se le dicta a los pueblos, que se le dicta a las comunidades como si no fueran capaces de tener y desarrollar sus propias agendas políticas. Sino una política construida desde los procesos comunitarios, desde las acciones comunales, desde los procesos sociales, desde los jóvenes que salieron a las calles durante el paro nacional a poner su vida en riesgo exigiendo las condiciones de transformación política para el país.

La política alternativa o la política popular no solo tiene que ver con los fines sino con las formas. La confianza institucional en Colombia está absolutamente rota, la confianza de la gente en el Estado es prácticamente nula, la confianza en los partidos políticos es casi que inexistente.

O construimos otra forma de relacionarnos entre la sociedad y el Estado, o ningún cambio será posible porque todo será meramente nominal, cosmético; todo será mera apariencia a menos que desarrollemos colectivamente nuestra capacidad como sociedad para transformar el mundo.

Ahora bien, ¿cómo evalúas las decisiones que en materia de gabinete ha tomado el gobierno entrante desde el triunfo electoral?

Bueno, hay varios nombres que se van conociendo. El primero fue el de Álvaro Leyva Durán en la cancillería. Y yo felicito esa designación. Siempre que me preguntan qué significa eso de construir desde la diferencia suelo colocar el ejemplo de Álvaro Leyva. Porque Leyva es un miembro histórico del Partido Conservador y que, aún así, le ha apostado a la paz en Colombia y a la salida negociada del conflicto político, social y armado, aun arriesgando su propio capital político.

Álvaro Leyva fue candidato presidencial hace muchos años bajo la consigna “la llave de la paz” en momentos donde las teorías guerreristas en Colombia eran las que más tenían peso, en los que se le ofrecía bala a todo el mundo que pensara distinto. En momentos en que se atacaba la paz como una posibilidad negociada, Álvaro Leyva salía en defensa de una posibilidad negociada.

Hoy se conoció la decisión de Susana Muhamad frente al Ministerio del Medio Ambiente, es una designación que yo no me esperaba y que me alegra un montón. Susana es una persona que, primero, se ha destacado en su labor de control político en el Concejo de Bogotá, como lideresa ambiental y como una mujer comprometida política y académicamente, es muy importante la labor académica que desarrolla.

Yo siento que Petro está buscando hacer un gabinete de múltiples experiencias en el país. Incluso la designación de José Antonio Ocampo, el colombiano más citado en la literatura económica en el mundo y que fue cercano políticamente a Sergio Fajardo. Entonces creo que hay un mensaje de reconciliación y encuentro nacional que me parece muy importante.

La pregunta, sin embargo, es cómo juegan los procesos comunitarios, sociales y populares dentro de esa reconciliación nacional.

¿Cómo percibes la relación entre esos movimientos sociales y el gobierno de Petro y Francia en este proceso de empalme que inicia?

Yo creo que es una relación que en parte es armoniosa y de complementariedad y, en otra, tensa. Gustavo Petro es presidente y Francia Márquez vicepresidenta gracias, en cierta medida, a los movimientos sociales. Y no es que los movimientos sociales hayan puesto cinco de los 11 millones de votos, no es en términos numéricos. Es en términos de que los movimientos sociales, políticos, comunitarios, feministas, juveniles son quienes han abierto la cancha para que pueda pasar a un gobierno alternativo en este país. Son los procesos sociales y de víctimas quienes han resistido la parte más dura del uribismo, del guerrerismo, de las masacres en Colombia, y son los que en el pasado paro nacional pusieron la vida en la calle para ensanchar el escenario político.

Gustavo Petro no sería hoy presidente sin el paro nacional, tampoco sin los paros estudiantiles, incluso remontándonos a la MANE en el 2011. Petro no sería presidente sin los paros campesinos; sin los procesos sociales, culturales o artísticos que han resistido durante mucho tiempo la arremetida paramilitar en Medellín.

No es solo Gustavo Petro, es todo lo que está detrás y alrededor que lo ha impulsado para que, fuera él o Francia u otra persona, llegara a transformar el poder y el gobierno desde las instituciones en Colombia.

Ahora bien, también hay una relación tensa en la medida en que en el Estado no solo están los movimientos sociales, en el gobierno no solo han participado las organizaciones populares. También hay un montón de sectores, partidos políticos más tradicionales que también se unieron y participaron de la construcción del gobierno de Petro y que, a partir de ahí, Petro también los debe tener en cuenta para gobernar.

Entonces, la tensión es con quiénes sí y con quiénes no, quién está en un ministerio y quién no, cuáles políticas públicas se desarrollan y cuáles no. Estas últimas pueden venir desde arriba, desde los “sabios” de Bogotá, o bien, desde las comunidades y los pueblos.

Esa tensión es difícil de resolver, no creo que se vaya a resolver en cuatro años, pero hay que abordarla. No puede dejar de nombrarse esa tensión, es la misma tensión entre el centralismo y la descentralización política en Colombia. Las élites han defendido toda la vida que las decisiones se tomen desde Bogotá, y los pueblos han defendido una política alternativa, popular y para la transformación desde diferentes espacios y territorios.

Así que, en esa tensión es en la que los procesos populares tienen y tenemos que organizarnos para ser un actor fundamental, para revivir esa consigna de “sin nosotros no”, sin los procesos feministas, sin los procesos artísticos, sin los procesos juveniles no es posible construir un nuevo gobierno por más que hayan nombres distintos en quienes ejercen los cargos de elección popular.

Tú has hecho un llamado público a desarrollar Asambleas ciudadanas y populares. ¿En qué consisten estas?

Yo hago el llamado público a construir asambleas populares a partir de un documento del Pacto, un documento que pasó un poco desapercibido, y creo que es la primera comunicación externa que hace el Pacto con posterioridad a la elección de Gustavo Petro como presidente.

En ese momento la discusión nacional estaba centrada, como está hoy, en quién ocupa determinados ministerios, en quién es presidente de Congreso, Senado o Cámara, cosas que son sin lugar a dudas importantes. Por esto es que ese documento pasó un poco inadvertido. Este documento invita a construir el Plan Nacional de Desarrollo de manera colaborativa mediante asambleas ciudadanas donde la gente pueda, primero, conocer más lo que es el plan de gobierno que ganó en las urnas y que, además, pueda aterrizarlo a su realidad de manera participativa. Es necesario que los ejercicios de la gente tengan de verdad incidencia sobre ese Plan Nacional de Desarrollo.

El Pacto Histórico llama a una suerte de Convención Nacional, de diálogo ciudadano que permita colocar a todas las voces, y no solo a los que votamos con Petro y Francia, a dialogar para desarrollar el programa.

Esto es supremamente importante, eso sí sería una forma distinta de hacer política, eso sí sería una forma distinta de ser gobierno, eso sí sería una forma distinta de desarrollarse en democracia en Colombia. Esa sí es una apuesta popular que hay que desarrollar a la par que se desarrolla la política económica, social, agraria, etcétera.

Se trata de desarrollar una forma distinta de relacionar el Estado y los procesos de base, para que nunca más vuelva a haber un gobierno sin la gente, para que cualquier gobierno que aspire a gobernar este país necesariamente deba rodearse de sociedad y de palabras.

Y en últimas, ¿qué esperas como resultado de estas asambleas?

Yo de estas asambleas espero, primero, propuestas concretas, desarrollables para transformar la realidad que puedan y deban estar incluidas en el Plan Nacional de Desarrollo. Yo espero que un señor o una señora, un joven o una joven de los barrios populares de Medellín pueda saber que ciertas políticas públicas, ciertas palabras consignadas en el Plan Nacional de Desarrollo obedecieron a su participación en las asambleas ciudadanas.

Que no sea únicamente un espacio para que la gente se tome la foto para legitimar, mientras sean otros los que deciden. Quiero que sea la gente la que decida, y que sea la gente la que tenga la capacidad de incidencia real.

Lo que espero, después, es una reorganización o una rejuntanza, como dice Yolanda Perea, del movimiento social, popular y comunitario en la ciudad de Medellín, del departamento de Antioquia y de todo Colombia. No hay posibilidad de un cambio progresista en Colombia sin un movimiento comunitario fuerte, organizado, rejuntado que salga a las calles pero que también defienda las políticas alternativas desde sus barrios, comunidades y veredas.

Así que yo espero esta reorganización del movimiento popular, para que rejuntándonos nos demos cuenta que somos más los que hemos estado resistiendo desde los barrios, las veredas y las universidades. Yo sé que al juntarnos nos daremos cuenta que tenemos mucho poder, y ese poder depende de que nos juntemos y de que nos organicemos.

Yo voté por Petro, hice campaña todos estos meses. Pero todo este esfuerzo fue, además, por la reorganización y la reconstrucción del tejido social y comunitario en la ciudad de Medellín, en Antioquia y en Colombia.

Porque sin pueblo no hay transformación, usted puede echar toda la carreta que quiera, nombrar a quien quiera, establecer otras políticas públicas, desarrollar unos impuestos más progresivos, y todos esos cambios hay que hacerlos. Pero si usted no le mete pueblo al cambio, la transformación se queda corta. Solo cuando la sociedad está alerta, solo cuando la sociedad está movilizada, exigiendo y defendiendo los cambios es que esos cambios son posibles. Sin pueblo no hay cambio, sin sociedad organizada no hay cambio, es imposible.

Eso es lo que espero, para eso estoy acá, para eso le hice campaña a Petro, para buscar el mayor desarrollo de la organización social, popular y comunitaria para transformar este país.