El pasado 12 de septiembre en el barrio “El Limonar” de la comuna 6 en la ciudad de Neiva, se realizó la primera “Siembra Cultural”, una jornada ambiental por la recuperación de la cuenca hidrográfica del “Río del Oro”. Esta propuesta surge de la articulación de diferentes colectivos de la ciudad que han venido llevando a cabo un proceso de recuperación de uno de los parques en los últimos meses. Esta es una apuesta comunitaria que busca vincular a cada habitante del barrio – niños, niñas, adultos y ancianos – en función del cuidado ambiental. Estuvimos acompañando como equipo de la Revista Lanzas y Letras y traemos a nuestros lectores y lectoras una pequeña crónica sobre la jornada.
“El Río del Oro debe continuar en manos de las voluntades populares, de la institucionalidad no se puede esperar nada” Sebastián, uno de los jóvenes que acompañan las jornadas ambientales.
Hablar del río del Oro en la ciudad de Neiva, es hablar de la historia de una Villa en la que los cultivos de caña y tabaco se expandían en medio de las haciendas ganaderas pertenecientes a las familias tradicionales de terratenientes que han sostenido el modelo desigual de una ciudad conocida por estar entre ríos.
Neiva tuvo su tercera fundación entre las corrientes hídricas de los ríos Las Ceibas que nace en las estribaciones de la cordillera oriental en límites con el Caquetá; el río Magdalena “gucahayo” nacido en el Macizo Colombiano y por último, este afluente hídrico que recorre la ciudad de Neiva: el Río del Oro conocido por la tradición de las comunidades originarias de buscar el preciado “Dorado” en esta apartada región que abre las puertas a las selvas de la Amazonía colombiana y que, además, se abre paso entre el espeso bosque de Niebla donde nace esta importante fuente hídrica más allá del conocido cerro Neiva.
Hoy este se encuentra en peligro por la mala educación y la contaminación propia de las posibilidades de una ciudad en expansión y es que por este importante corredor ambiental será intervenida la construcción de la esperada y aplazada circunvalación de oriente.
Acompañemos una jornada de siembra y conciencia ambiental.
Era al parecer un domingo cualquiera, pero las gotas de lluvia sobre la calurosa ciudad de Neiva hacían que todo fuera diferente. Con el canto del gallo y los primeros asomos del señor sol, tinto en mano y machete al cinto, las personas encargadas se dispusieron a recolectar la leña. Cuando estuvo terminada la tarea se ocuparon de alistar las piedras y encender el fuego. Como si fuera parte del ritual las y los vecinos se fueron acercando al fogón y fue allí donde nos dimos la bienvenida y se dio en medio de sonrisas, aplausos y alegrías la apertura “oficial” a la Primera Siembra Cultural en la Cuenca hidrográfica del Río del Oro, en las zonas verdes bajas del Barrio El Limonar, ubicado al sur de la ciudad, en la Comuna número 6 de una ciudad marginada llamada Neiva.
Uno a uno nos fuimos presentando, nuestros nombres escritos en papeles de colores los ubicamos con cinta en el pecho, esta actividad nos integró al lado de unos pequeños arbolitos que serían sembrados, Gualandayes, Ocobos y Acacias, fueron las plantas que conseguimos con el apoyo de amigas y amigos del medioambiente.
Esta vez la reunión comunitaria se instalaba en torno a la importante labor de la recuperación y sanación de nuestras fuentes hídricas, compartiríamos la siembra de vida, ya que una tarea debida de nuestra sociedad es la reforestación. Poco a poco fuimos siendo más, niñas, niños, vecinas y vecinos del barrio, muchas y muchos guardianes ambientales arribaron desde distintas partes de nuestra Neiva, los profes de la mano de las vecinas y los vecinos del barrio, habían alistado todo para atenderles y garantizar el éxito de la jornada.
El trabajo comunitario: juntanza necesaria para la vida
La organización por equipos, grupos de trabajo o comisiones logró una excelente y ágil división social de las tareas, en menos de lo que vuelve a cantar el gallo, cada uno estaba en distintas labores, música de fondo para que todo se diera a buen ritmo, el compartir avanzaba en armonía y con buen clima.
Dos ollas muy grandes estaban al fuego, muchas manos picaban cebolla, tomate, papa, plátanos y le ponían la sazón a la olla comunitaria, las niñas y los niños se fueron a lo grande, el mural, en compañía de las y los artistas invitados se encargaron de alistar su lienzo y jugar a colorear el entorno, los más fuertes se encargaron de partir la leña, remover escombros y alistar los huecos que hacían falta para la siembra, otras y otros regaban plantas, barrían, recogían basura, con rastrillos peinaban el lugar para que quedara bien limpio, mientras se acomodaban nuevamente las filas de piedra que hacen los caminos de este espacio verde se procedió a pintar con la tan usada a fin de año “CAL” que al principio no pintaba, pero cuando se secó le dio otro aspecto a nuestro entorno.
Estaba todo listo, era la hora indicada, debíamos aprovechar el buen tiempo y sembrar, por grupos y familias nos repartimos los árboles, definimos según el tamaño y las características sus ubicaciones, fue en realidad una fiesta. Todas y todos nos untamos las manos de tierra, hicimos una de las importantes cosas en la vida de las mujeres y los hombres, sembramos no uno, ni dos, sino muchos árboles que van a llenar de oxígeno nuestro municipio, dejamos allí sembrado ante muchas y muchos nuestro compromiso con el planeta, con el medioambiente, con los ecosistemas, con la sociedad y por último con la paz que solamente se podrá dar en los territorios en los que florezca la vida.
El final de la jornada, como se había anunciado en la convocatoria pública, estaría acompañado de agrupaciones artísticas de gran trayectoria en el departamento, frente a un increíble y maravilloso público los juglares presentaron sus números, reímos, soñamos, jugamos y nos divertimos en compañía de payasos, clowns, mimos, malabaristas.
De este modo, juntas y juntos mientras nos comíamos un delicioso plato de sancocho, acordamos que se seguirá sembrando vida y esperanza en las comunidades, vamos a seguir contribuyendo a la recuperación de nuestras fuentes hídricas, es hora de ponernos al día con el planeta, no podemos esperar una nueva pandemia y mucho menos dejarnos morir de sed, vamos a cuidar, proteger y sanar nuestra madre tierra.