“…el primer gran aporte que le hace la finalización del conflicto armado con las FARC es la reducción de las víctimas, hoy tenemos números completamente esperanzadores y alentadores: reducción hasta del 100% de las víctimas en muchísimos lugares, en el tema de reclutamiento de niños, niñas y adolescentes, en el tema de víctimas por minas antipersona, pero también en el tema de reducción de masacres, de desplazamiento, eso ya es un punto supremamente importante que nos deja la firma de los acuerdos con las FARC.”
La siguiente entrevista hace parte del libro Final abierto. 20 miradas críticas sobre las negociaciones con las insurgencias (2010-2018), publicado por Revista Lanzas y Letras y La Fogata Editorial.
Usted es director de una ONG que realiza acompañamiento a las zonas más afectadas por el conflicto armado ¿cuál ha sido el impacto de los acuerdos firmados y del desarme de FARC en esos territorios?
David Alejandro Toro*: Como Fundación hemos tenido la posibilidad de acompañar desde hace ocho años a comunidades del Catatumbo, del norte del Cauca, del sur del Tolima, del bajo Cauca antioqueño, de la zona del Chocó, de La Macarena. Allí veíamos cómo el conflicto armado se concentraba o se ensañaba principalmente con el campesinado, con la gente de base. Así que el primer gran aporte que le hace la finalización del conflicto armado con las FARC es la reducción de las víctimas, hoy tenemos números completamente esperanzadores y alentadores: reducción hasta del 100% de las víctimas en muchísimos lugares, en el tema de reclutamiento de niños, niñas y adolescentes, en el tema de víctimas por minas antipersona, pero también en el tema de reducción de masacres, de desplazamiento, eso ya es un punto supremamente importante que nos deja la firma de los acuerdos con las FARC.
Pero, más allá de eso, si evaluamos el conjunto integral de los acuerdos desde el tema rural, participación política, democratización de los medios, sustitución de cultivos de uso ilícito, generando oportunidades reales para las comunidades en el tema de víctimas o en el tema de justicia, de reparación, de verdad, ahí sí tenemos que decir que los avances han sido muy pocos: Primero, porque el Estado ha sido paquidérmico como siempre lo ha sido en llegar a esas poblaciones más lejanas, así que ni siquiera el Ejército con un pie de fuerza tan gigantesco ha logrado copar esos territorios abandonados por las FARC, y que lentamente pues han sido copados por otras estructuras como el ELN, pero principalmente por los paramilitares y en algunos casos, de manera más positiva, por la organización de las mismas personas en las comunidades, caso como las guardias cimarronas, las guardias campesinas y las guardias indígenas, que son las más avanzadas en este punto.
Así que podríamos decir que se ha avanzado, que es esperanzador, al menos en el tema de las víctimas por el conflicto armado después de la firma de los acuerdos con las FARC, pero que si el Estado no acelera el cumplimiento de los otros puntos de los acuerdos esto paulatinamente tomará nuevos visos de violencia en las zonas. Así que continuamos remando a contracorriente, pero le seguimos apostando a esta salida negociada.

El asesinato de líderes sociales parece incrementarse después de la firma de los acuerdos de La Habana ¿qué está fallando?
D.A.T.: Lo primero que tenemos que decir es que no parece incrementarse, es que realmente y atrozmente se ha incrementado el asesinato de líderes en el país. ¿Y dónde comienza a fallar el asunto? Falla cuando el Gobierno no reconoce que hay una sistematicidad en estos asesinatos, que hay un modus operandi en estos asesinatos, que se están dando con personas específicas, con características especiales.
Si en su barrio se mueren animales, usted dice que de alguna manera hay un problema ahí, pero cuando solo se están muriendo los gatos de color negro, usted comienza a descubrir que hay una sistematicidad en esos asesinatos; y mientras el Gobierno no reconozca eso, tampoco va a generar una estrategia clara que permita darle respuesta a ese problema y continuará enfangando la discusión cuando puede decir, como lo dijo el Ministro de Defensa, que son asuntos de faldas, así que el Gobierno debe reconocerlo, el reconocimiento debe generar una respuesta contundente, real, estratégica para que esto no siga sucediendo. Siempre lo han dicho los grupos insurgentes que se armaron, porque no encontraron respuesta, porque no se les dejó hablar, porque no se les dejó pensar diferente, porque no se les dejó hacer resistencia ante las injusticias. Entonces lo que puede conllevar esto es a nuevos conatos de violencia, a un rearme de otras estructuras, no necesariamente de las FARC, sino de población civil o grupos que de alguna manera se sientan atacados. Lo primero es reconocer para generar una estrategia y darnos cuenta que esto es un asunto real que está pasando y que nos toca a todos los colombianos
¿Por qué cree que, a pesar de haberse logrado por primera vez en 50 años un cese al fuego bilateral con el ELN, no se avanza en las negociaciones sobre temas más concretos con esta guerrilla?
D.A.T.: Bueno, hay que conocer primero la estructura de cómo funciona estas conversaciones con el ELN, aquí no se habló de un cese bilateral final, se habló de un cese bilateral temporal. ¿Por qué? Porque no han madurado las conversaciones hasta un punto donde se pueda llegar a una fase de no retorno, de alguna manera.
El ELN es un grupo guerrillero, es un ejército, así se consideran ellos, y un ejército necesita, para mantenerse, también su estructura económica. Entonces si no hay un acuerdo que haya avanzado, que haya madurado, como hablaba al principio de una fase de no retorno, entonces va a necesitar de alguna manera mantenerse activo, militar y políticamente y eso le implica recursos, y estos recursos pues los consigue según la Constitución de Colombia de manera ilegal y para eso necesita una presión. Entonces es difícil que este cese bilateral, que estaba de alguna manera permeado por la venida del Papa, por mostrar resultados tangibles de alguna manera a la sociedad civil, no iba a conllevar a una finalización del conflicto. No se ha tocado aún, o sea, o no se ha finalizado aún, el primer punto de participación, se hicieron unas audiencias preparatorias, que de alguna manera fueron un adelanto, pero no son la médula del primer punto de participación política en la mesa.
Es un proceso que va en ciernes, un proceso que está caminando, pero que indudablemente, aunque no tenga hoy resultados tan tangibles, debe acelerarse. ¿Por qué? Porque pasa por la implementación de los acuerdos con las FARC, pasa por las coyunturas electorales, pasa por una percepción de desgaste del tema de la paz con cinco años de la mesa en La Habana y después de pasar, digamos, esta burbuja emocional de la firma de los acuerdos, comenzamos a encontrar las disidencias, el incumplimiento del Gobierno a los acuerdos, el asesinato de líderes; entonces si esto no avanza rápido en Quito se terminará estacando, porque pasó a ser de alguna manera un tema de segunda y de tercera línea el tema de la paz en Colombia.
¿Qué valoración general tiene de los procesos de negociación con ambas insurgencias llevados a cabo durante los últimos ocho años?
D.A.T.: Creo que, de alguna manera, para sopesar las dos negociaciones hay que tener en cuenta tres aspectos:
Primero, en lo temático, que está muy ligado al origen de cada una de las guerrillas, en el caso del ELN, históricamente hay un componente de educación, un componente de trasnacionales, de solucionar el tema minero-energético; en el caso de las FARC había un componente muy rural, viendo el inicio del conflicto armado desde el tema de las tierras, desde el tema del latifundio, desde el tema también, digamos, político y la falta de participación de las organizaciones campesinas en el quehacer y en las decisiones estratégicas de la ruralidad; entonces en lo temático ya de alguna manera generaban una agenda diferente, habían puntos comunes en el tema de víctimas, en el tema de participación política, en el tema de la Justicia Especial para la Paz que se terminan entrecruzando, pero habían unos puntos en nodales en la agenda que cada una de las guerrillas quería que se le diera mayor preponderancia en la negociación.
El segundo punto tiene que ver con el tema del contexto, y ahí están por ejemplo las fechas electorales, el papel que juegan los medios de comunicación, lo que sucede a nivel regional; entonces no es lo mismo hablar de los tiempos y el contexto que tuvo la negociación de las FARC, donde hubo, digamos, un apoyo muy decidido de países como Venezuela y Cuba, que no estaban en la realidad que están hoy, especialmente el caso de Venezuela.
En contexto también tenemos que hablar del tema electoral, digamos, inician las conversaciones hacia el año 2010, 2011 con el presidente Santos y había un aire de tiempo de ocho años para hacer esa negociación, para hacer la firma, para iniciar la implementación de los acuerdos, mientras que con el ELN inicia ya en el segundo período con conversaciones abiertas y queda mucho menos tiempo para el tema de la firma y mucho menos el tema de la implementación, aquí juega mucho el tiempo, el tiempo electoral, entonces al desgastarse de alguna manera todo lo que haya alrededor de la paz con las FARC, o porque el Gobierno lo vendió así a nivel internacional en sus giras diplomáticas, en los medios de comunicación con organismos supremamente gigantes como Naciones Unidas, o como la Unión Europea, los cuales perciben que finalizar el conflicto armado con las FARC es casi que finalizar la guerra en Colombia. Entonces, hacer que la mesa de conversaciones con el ELN ocupe titulares, ocupe a la academia, ocupe a los partidos políticos para que vean, digamos, un gana-gana en acompañar ese proceso, resulta mucho más difícil, así que en el tema del contexto también hay diferencias.
Por último están las metodologías, aunque de alguna manera los aprendizajes de la negociación con las FARC deberían potenciar o mejorar las conversaciones con el Gobierno, el Gobierno decidió cambiar el equipo negociador, al cambiar el equipo negociador, digamos que hay que iniciar con un proceso de confianza, hay que recordar también que sale Juan Camilo Restrepo, entra Gustavo Bell, eso vuelve otra vez a alejar un poco las partes; pero metodológicamente creo que lo que más puede diferenciar las conversaciones es la necesidad que plantea el ELN de la participación de la sociedad civil, esto genera de alguna manera resquemores dentro del Gobierno, de cómo hacer esa participación en busca de qué, no sé si porque se alarguen las conversaciones, se hagan muchísimo más extensas o densas las conversaciones, pero el Gobierno no le ha encontrado una salida real a la participación de la sociedad civil y eso también ha imposibilitado el avance de las conversaciones de las dos partes.
Entonces hay tres aspectos en lo temático, en el contexto y en lo metodológico que diferencian estas conversaciones, en algunas cosas para bien y en algunas cosas hacen que sean mucho más complicado los resultados.
* David Alejandro Toro (Medellín, 1977) es periodista y conferencista. Dirige la Fundación Avanza Colombia y la Federación Internacional de Prensa de los Pueblos (FIPU). En la actualidad desarrolla el Plan de Apoyo Internacional para la No Repetición del Conflicto Armado en Colombia. Es autor del libro Paz y Punto (2015) y director de las investigaciones publicadas Para no volver a la guerra y Manual de prevención del reclutamiento de niños, niñas y adolescentes en comunidades indígenas en Antioquia.