“Revolución es ganar y ganar es construir condiciones de vida digna para todos y todas, nada menos”: Una entrevista a AquinoTicias y Susana Boreal.

Un cucharón andante y una orquesta deconstruida son algunas de las imágenes que nos prestó el proceso de movilización en Medellín, demostrando, una vez más, que los repertorios de acción y manifestación son nutridos por el arte. Las nuevas formas de actuar de los jóvenes inundan las calles, alimentan la lucha y dibujan nuevos actores y futuros posibles. Esta es una entrevista a AquinoTicias y Susana Boreal en el marco del paro nacional.

¿Cómo se resiste desde el arte y cuál es el valor diferencial en este tipo de resistencia?

Susana Boreal: El arte es hijo de su tiempo, el artista siempre ha sido un fiel reflejo del contexto político, social y económico en el que vive. Por eso el arte siempre ha existido. Además, porque los artistas somos del pueblo, para el pueblo y hay un nivel de consciencia, conexión y empatía como ciudadanos. Generalmente el arte se ha caracterizado por tener ese carácter social y político, por ser transgresor. Es un medio muy potente para enviar mensajes, para ponernos en el lugar del otro y para educar. O sea, el arte sirve absolutamente para todos y todas. Entonces el arte permite mostrar otras formas de protestar, y formas muy efectivas, formas de llegarle a muchas personas a través de la entretención y el pensamiento; de levantar la voz, de levantar los instrumentos, los pinceles, los lápices, las cámaras. Además, me parece que el arte, como nace de las personas, las otras personas nos sentimos representadas con lo que hacen los artistas. Hay un proceso de identificación muy potente y debemos aprovecharnos de eso. Hay que apoyar el arte, hay que seguir manifestándonos, y tomarlo como una herramienta de transformación. Que sea por medio del arte la transformación que necesitamos en nuestro país.

AqunoTicias: Yo creo que el arte es una resistencia en doble vía. Es una resistencia, o sea la gente que hace arte y que se manifiesta desde el arte ejerce una resistencia frente a una clase política que no le interesa el arte. En un país que ha privilegiado las inversiones en guerra, en corrupción y para las personas, dentro de ese contexto de privilegio de la guerra, decidir dedicarse al arte ya es una acción de resistencia. Pero, además, cuando colocan esa acción de resistencia en pro de una transformación social, por ejemplo, en el marco del paro es una resistencia doble. Va directo a los corazones, a las emociones y a las sensibilidades, y eso hace que combine con todos esas resistencias que se dan desde la calle, desde la academia, desde un montón de lugares y apuntan hacia la razón. Entonces hay una mezcla muy bonita entre razón y emoción. ¿Cuál es el valor de ese tipo de resistencia en específico? Yo creo que el valor de la resistencia del arte es que apunta a las emociones de las personas. Cuando vos ves una obra de teatro, una apuesta musical, cuando ves una orquesta, un mural y te conmueve, te mueve un montón de cosas en tu interior. En Colombia creo que no han querido que las movamos, o sea en Colombia han querido que no movamos las sensibilidades, que no movamos nuestra empatía, nuestra rabia, nuestra esperanza y nuestras emociones. Nos quieren doblegar de cuenta de la guerra, del hambre, de la desigualdad y entonces el arte como que coge una escoba y te barre todas estas emociones. Te alborota internamente, y eso está muy bien, porque vivimos demasiado tranquilos dentro de tanta mierda y el arte tiene esa facultad de intranquilizarnos, y es necesario intranquilizarnos, conmovernos porque vivimos en un mundo que nos debería intranquilizar todos los días.

En Colombia existe el debate sobre si hoy por hoy contamos con un movimiento artístico único, sólido, autónomo, o si es más bien un elemento más que nutre al movimiento social en su infinita heterogeneidad. ¿Cuál es tu posición al respecto?

AquinoTicias: Bueno más bien es una parte transversal a todo el movimiento social. Yo creo que el movimiento artístico, y lo digo internamente desde el movimiento artístico, pero también lo digo mirándolo desde afuera: el movimiento artístico está en formación. Yo creo que el movimiento artístico y cultural ha sido ninguneado por parte del movimiento social, porque durante mucho tiempo el arte y la cultura se ha considerado al interior del movimiento social un mero atractivo para los entretiempos, un atractivo de diversión para descansar las mentes entre discusión y discusión; y desde el arte, desde las personas, mujeres y hombres que hacen arte también se reclama un papel mucho más activo. Reclaman que el arte no es diversión, el arte es una argumento en sí. El arte es una forma de construcción popular en sí. Yo creo que en los últimos años se han venido ganando un espacio al interior del movimiento social, con la creación de diversos movimientos a nivel nacional, otros espacios de artistas que se abren un espacio al interior del movimiento social y al interior de la sociedad toda.

Yo siento que al movimiento artístico, como al movimiento estudiantil, como al movimiento sindical, como a los movimientos de diferentes tipos les falta mucho camino por avanzar todavía. Y eso es bonito porque hay mucho espacio todavía para ganar y me gustaría infinitamente ver un movimiento artístico más unificado en las ciudades. Un movimiento teatral mucho más fuerte, unificado en las ciudades y a lo largo y ancho de todo el país, y creo que en eso se va caminando. Cuando en las movilizaciones salen diferentes teatros hacen sus puestas en escena. Cuando en la revolucionaria Orquesta de Medellín se unieron músicos de diferentes escuelas de música, eso da cuenta de que se está montando. Pero todavía hay mucho camino que hay que andar, lo cual a mí me parece algo muy positivo, porque hace muchos años que se empezó el movimiento artístico y cultural y todavía queda por recorrer. Yo no he encontrado un elemento que le llegue de mejor manera a las personas que “no les gusta la política” o que les han dicho que no les gusta la política. Yo creo que nunca he visto que nadie llegue mejor a ese público como el arte, la música, el teatro, la danza, el muralismo. Siento que tienen una facultad de llegar a los corazones infinita, por eso los atacan.

Susana Boreal: En Colombia siempre ha habido movimiento artístico. Yo no podría hablar de uno general, porque el arte tiene muchas ramas. De hecho, una de las razones por las que salimos el 5 de mayo es porque Juan Ernesto Arias, que es clown además de musico, nos invitó, y todos sabemos, por ejemplo, que los de artes escénicas son los que más se manifiestan. Desde mi punto de vista, creo que ellos son los que más organizados están.

Sin embargo, siento que los artistas estamos muy ligados a lo que pasa en el país, por eso nos toca padecer el intentar ser artistas en Colombia. Entonces son dos cosas. Una, que sí hay un movimiento artístico que se está gestando desde hace poco, otros que ya vienen desde hace mucho rato enfocados en cada corriente artística específica, pero definitivamente creo que en las manifestaciones de este año ha habido un despertar muy grande. Se están consolidando muchos movimientos, colectivos, asambleas, en las que los artistas estamos diciendo que hay que hablar de política y hay que repensar cómo queremos este país para todos como ciudadanos y para nosotros como artistas. Me alegra mucho lo que está pasando porque es un despertar de la sociedad, una consciencia colectiva que se mueve y que nos invita a nosotros a tomarnos los espacios, a hablar de lo que está pasando y de ahí buscar ideas para el cambio, porque es que si no somos nosotros, ¿entonces quién? Las personas que están en este momento en la política no tienen idea de lo que le pasa al pueblo o a nuestras profesiones. Entonces creo que son las dos cosas, hay algo que ya está, pero en este momento hay más personas que se están sumando.

Otra cosa que me parece muy potente es que se están formando diferentes miradas y diferentes representatividades. En este momento estamos con la crisis de representación, porque nadie representa a nadie en este momento, pero es importante porque la gente se empieza a preguntar: ¿quién me representa?, ¿con quién me puedo unir?, ¿qué podemos proponer?, ¿a quién se le da voz y a quién se le da voto? Es lindo porque una democracia funciona así. No es solo un colectivo de músicos, no es solo una asamblea de artistas, sino que para mí sería maravilloso que hubiese muchos, porque son muchas voces y solo así se genera acción. Conversando es que se pueden sacar ideas y sacar todo lo que tenemos dentro y empezar a construir un lugar mejor para todos.

¿Cómo evalúas el estallido social? ¿Qué sentimientos has experimentado?

Susana Boreal: Yo creo que esto tenía que pasar en algún punto. Creo que este es un momento muy importante para Colombia y que lo tenemos que aprovechar para el cambio, o para empezar un cambio. Esto no es de un día para otro, es algo que tenemos que trabajar. Yo creo que estamos tan mal como país que siento que necesitábamos un desorden general, de verdad replantear todo lo que pasa, evaluar todo lo que está sucediendo y que haya un desorden de verdad, o sea, un revolcón bien fuerte en el país para que se pueda empezar a construir algo más. Si lo que viene está mal, pues empecemos a construir algo más, a deconstruir precisamente mirando desde la estructura qué es lo que pasa. Yo siento que, en este momento, no sabemos para dónde vamos, qué va a pasar, hay mucha incertidumbre; sin embargo, creo que es necesario. Yo no sé si vamos para mejor o para peor, pero sí siento que necesitamos cambiar. Hay que cambiar la forma en la que se ve políticamente el país, un cambio en la consciencia de las personas, en la empatía, en el pensar en el otro, en cambiar un poco el chip de la herencia de dolor, de sangre, de guerra, de horror.

Entonces no sabemos para dónde vamos, pero no es que me dé miedo, sino que antes me parece chévere. No es esperanza, es simplemente estar en el presente y que todos pongamos todo de nosotros para lograr ese cambio, no sabemos cuál es, pero hay que empezar a actuar y cambiar. Yo creo que nos toca, tenemos que hacerlo porque si no hay futuro, nos toca pelear por lo menos por eso.

AqunoTicias: Lo evalúo como algo medio caótico que juega desde la incertidumbre. Me explico: caótico porque cuando el gobierno obliga a salir a las calles a un pueblo que tiene rabia, producto del hambre, la desigualdad y el olvido, la gente sale a tomarse la palabra con fuerza. Un momento como este supera y desborda los métodos de la organizaciones sociales, como las asambleas constantes, los planes de trabajo. La gente sale todos los días a las calles con su rabia, a expresar su ira y su esperanza. Y lo hace sin pertenecer a movimientos sociales, ni a partidos políticos, ni a organizaciones estudiantiles. Lo hace, incluso, sin querer decir “queremos llegar a este punto o queremos tal cosa”, sino simplemente manifestando su rabia. Y yo creo que una sociedad a la que le han asesinado la voz solo por pensar distinto tiene derecho a salir con rabia a las calles. Ahora bien, incertidumbre porque no sabemos para dónde vamos, y eso a mí parece muy interesante. Desde la izquierda y los movimientos sociales hemos tenido un norte o, mejor dicho, un sur. Entrecomillas sabemos dónde queremos llegar, pero en el paro es difícil tener un catálogo de tantos puntos que diga “estas son las exigencias”. No, la gente quiere que algo pase, que algo cambie, y aunque no sepamos decir hacia dónde vamos, sí sabemos que no queremos más: la desigualdad, la represión en las calles y un sistema que no representa a nadie. Porque preguntemos a los jóvenes de las calles si se sienten representados por la política, los partidos políticos de izquierda, por los movimientos sociales y no alcanzan a atinar a nada. Entonces, claro, este ha sido un paro que también es en contra de la izquierda, porque es un paro que se lanza de los viejos lugares de representación política que no abarcan a las mayorías sociales.

Este estallido social lo evalúo de esa manera: desde la incertidumbre, pero una incertidumbre creadora. Creo que decía Nietzsche que el caos es un nuevo orden por descubrir. Yo creo que de esta incertidumbre y de este caos debe surgir un nuevo orden social, uno que ponga en tela de juicio todas las formas de exclusión política, en las cuales el país ha vivido tantos años. O al menos eso yo espero.

Yo, por mi parte, he sentido miedo y esperanza, una mezcla de ambas. Yo he sentido miedo de salir a las calles en los días en que veo demasiada represión. A mí me ha tocado ver infinidad de ejercicios de represión y a mí la sangre me afecta un poco. Hay gente que ve sangre y todo bien, pero a mí no, a mí la sangre me afecta. Y he visto demasiados bolillos en contra de las cabezas de manifestantes y he visto demasiadas personas desmayadas en la calle. Entonces cuando veo eso en las calles, llego mi casa y tengo pesadillas, duermo muy mal, cierro los ojos y escucho todo otra vez. Me afecta de manera emocional y al otro día tengo miedo de salir de nuevo. Pero yo veo a los pelaos saliendo a la calle, y seguramente también tendrán miedo, porque a ellos son los que están cascando. Entonces si vamos a salir con miedo, pues salgamos juntos con miedo. Yo he escuchado mucho por estos días una frase de la minga que dice como “tenemos miedo, pero juntamos mil, dos mil, cinco mil mingueros, y el miedo de va yendo”, cuando vamos muchos y muchas se va el miedo.

Y yo creo que ese juntarnos para espantar el miedo es lo que me da esperanza. Todos los días aparecen noticias sobre las personas que están descuartizando en Cali y Bogotá, o que están encontrando muertas las personas denunciadas como desparecidas en Medellín, y, aun así, al otro día salen manifestaciones en las calles y uno piensa “esta gente no le copia a nada”. Esta gente está parada en las calles y eso me da mucha esperanza. Ya teníamos la experiencia del 2019 donde un paro convoca una movilización gigantesca, pero las ilusiones o la movilización duraron apenas unos días, también por la pandemia, pero también por una falta de lectura política… Y saber que estuvimos más de un mes en paro desde el 28 de abril, creo que eso yo no me lo esperaba y me alegra que me sorprenda la incertidumbre del caos, pero me genera también mucha esperanza. Por ejemplo, yo veo esos debates del congreso, esa moción de censura, que eso no iba a pasar porque el gobierno tiene mayorías, pero para mí es una ganancia. Que el país político, ese que siempre ha estado de espaldas a la realidad, se vea obligado a hablar en el lenguaje del país social, en los términos del paro nacional, es una ganancia que hay que profundizar más. Hay que hacer que el país hable en los términos del paro nacional, porque son los términos de la gente por años excluida.

En un contexto tan conflictivo como el colombiano, ¿cuál crees que tú que es el enemigo?

AquinoTicias: En política los seres humanos no son importantes a menos de que representen lugares de la política. O sea, a mí me molesta que hoy la política en Colombia se siga trazando en clave uribista y antiuribista. Me molesta y yo creo que hay que superar eso, pero para superar eso hay que ganarle al uribismo. O sea, el uribismo no es importante en cuanto partido y no es importante únicamente en cuanto esté a la cabeza de una persona autoritaria, como lo es Álvaro Uribe Vélez, que niega descaradamente a la gente con una sonrisa en el rostro. Creo que el uribismo es importante y hay que derrotarlo en política por los valores que representa: los valores más decantes, más retrógrados y mafiosos de la historia reciente de Colombia.

Es que cuando uno ve a esa gente que llaman “colombianos de bien” salir en camionetas a dispararle a los manifestantes, ahí están los valores del uribismo. Cuando uno ve despojo de tierras y personas que se enriquecieron rápidamente, ahí están los valores del uribismo. Cuando uno ve personas que dicen “No” a la paz porque es muy cara, pero hay una corrupción campante en Colombia, ahí están los valores del uribismo. Cuando uno ve “personas de bien” que le dicen a la sociedad “yo no paro, yo produzco” y luego se les caen cargamentos de cocaína en Centroamérica o en Providencia y que son profundamente arribistas y crecidos, ahí están los valores del uribismo. Esos valores son los que tenemos que derrotar, porque esos valores hoy están representados en el Centro Democrático. Pero el Centro Democrático puede ser derrotado electoralmente, Álvaro Uribe Vélez puede ser derrotado electoralmente y hasta puede ser alcanzado por la justicia. Sin embargo, si no derrotamos esos valores y toda la representatividad que aún hoy tienen en la política y en la sociedad colombiana, vamos a seguir perdiendo. Subirá otra élite que va a estar amparada en esos valores retrógrados y mafiosos, y nos van a seguir jodiendo, llámense Álvaro Uribe Vélez o llámese Pepito Pérez.

En Colombia hubo 50 muertos en menos de un mes; o sea, las élites en Colombia son las gentes más asesinas de este país, y eran asesinas antes de que Álvaro Uribe Vélez se subiera a la presidencia, antes de que Álvaro Uribe fuera senador, antes de que Álvaro Uribe estuviera en la Aeronáutica Civil. Álvaro Uribe hoy está en cabeza de ese proyecto asesino, pero ese proyecto asesino también está representado por Juan Manuel Santos y por Germán Vargas Lleras. Son proyectos que se diferencian un poco en la clase social a la cual llegan, unos proyectos muy de élites, unos proyectos muy de “nuevos ricos” como llaman, pero proyectos que hay que derrotar, pues esos valores en la política están asesinando a la gente.

Susana Boreal: La situación en Colombia está jodida desde la conquista. Yo pienso que es la guerra que hay entre los colombianos, esto de la polarización, de que si no estás conmigo estás contra mí es lo que no permite salir de la espiral de violencia. Si eres conservador o liberal, guerrillero, paramilitar, víctima, victimaria, siempre hemos estado los unos contra los otros. Es una situación que viene muy, muy mal desde hace 200 años, que se ha traducido hoy en uribismo. En este momento el enemigo del pueblo es el uribismo. Pero igual la gente los pone en cargos públicos, porque tenemos esa enfermedad de la falta de empatía, una herencia de sangre, esta sed de venganza, de horror y de normalizar la violencia. Y claro, vienen estas personas y demuestran que “plomo es lo que hay”, que hay que acabar con el que piensa diferente y que la solución es la muerte, y la gente los abraza y son un estandarte social. Siento que en este momento sí hay que derrocar al uribismo porque es la síntesis de todo este horror y todas esas ganas de sangre. Hay que acabar primero con ellos, con un gobierno genocida y que abiertamente se declara en contra del pueblo, y después de ahí pensar en construir país.

¿Tú cómo crees que a ese enemigo se le combate desde el arte?

Susana Boreal: Sí. Es que ponte a pensar, ¿cuándo ellos van a sacar una orquesta?

Generalmente la izquierda se ha caracterizado por ser más intelectual. Esas personas que están en el momento en el poder se juntan y acaban con el país, es su proyecto. Pero, por ejemplo, tú cuando has visto que ellos respondan algo diferente a balas. Les interesa la violencia porque así pueden justificar más violencia, pero dime si ellos, por ejemplo, nos han enfrentado con una orquesta o con pintura. Hace poquito leía sobre las marchas del silencio del uribismo, que la gente marcha vestida de blanco, y sí, se visten de blanco porque no tienen qué poner ahí. Nuestras manifestaciones son llenas de arte, de color y de mensajes. En cambio, ellos tapan nuestros mensajes con pintura gris o blanca porque no tienen nada más por decir, o no tienen cómo expresarlo. No tienen forma de enfrentar el arte. ¿Cómo combaten el arte? Censurándonos, pero no poniéndose de igual a igual con el arte. Por eso mismo yo sí creo que hay que seguir manifestándonos a través de los artistas.

AquinoTicias: Yo creo que hay muchos lugares de la disputa política. Hay un lugar que son las calles, la movilización social; hay un lugar que es la economía; hay un lugar que es el escenario armado, que aún en Colombia opera; y hay un lugar de confrontación política que son las ideas. Yo creo que la forma más elevada de la confrontación política es la unión entre la lucha en las calles y la lucha de las ideas. O sea, todas las luchas deben ser analizadas, la económica, la armada, pero yo creo que esa unión tan hermosa entre la gente que sale a las calles llena de esperanza y los artistas, académicos y las personas que están disputando las ideas, y todos como sociedad que estamos jugando en mayor o menor medida a disputar las ideas, es la combinación ganadora. Yo he insistido mucho que al uribismo y a la élite política le interesa mucho que la confrontación pase a lo armado, porque saben que en ese plano ganan. Porque si siguen matando gente en algún momento la gente se armará, yo espero que no pase así. Porque si la gente se arma, ellos, los mafiosos del país, saben que ese es su terreno de juego porque echan un avión o un fusil y aplastan lo que sea. Mientras que en el plano de lo cultural y de lo artístico no nos ganan, ahí le ganamos, ese es nuestro campo de batalla.

Por ejemplo, esta imagen de las chicas haciendo el baile de vogue a los policías en la Plaza de Bolívar en Bogotá, tú puedes ver que no ellos no sabían qué hacer. A ellos los han educado en el lenguaje de la guerra. Ellos ven una orquesta de cien músicos y no saben qué hacer porque se les descuadra el chip, no saben cómo responder, mientras que la orquesta de cien músicos sí les llega a los oídos de la gente, de los barrios y de los diferentes espacios. En ese plano de las ideas ganamos, porque ahí no tienen cómo derrotarnos.

Hoy podemos ver, incluso, que los mismos uribistas están saliendo a las calles. ¡Qué salgan! A mí me encanta que lo hagan, porque están aceptando que la movilización social es un lugar de disputa, y en ese lugar les ganamos. El paro nacional les gana porque tiene más gente, porque tiene más personas, porque tiene más esperanza, porque tiene más rabias, porque tiene más aguante. Cuando los muchachos estaban pintando el mural de San Juan con la 80, había entre muchas otras consignas una muy bella: “Somos los niños que no pudiste matar en Orión y te disparamos colores”. Esa es una manifestación demasiado poderosa. Los muchachos en Colombia tienen un aguante increíble, los artistas en Medellín tienen un aguante muy grande, no nos van a ganar en ese lugar. Si el plano de la disputa política se mantiene en las ideas, ganamos. Si el uribismo logra pasarlo al plano armado y que se reinicie la guerra, perdemos.

A propósito del tweet de fajardo, por allá en abril, ¿reforma o revolución?

AquinoTicias: En el siglo XX había un debate en Colombia entre reforma o revolución que se reducía al plano de lo armado. La gente que luchaba en el plano de lo armado “hacía la revolución” y la que lo hacía en lo institucional estaba del lado de la reforma. A mí ese debate en esos términos me parece medio torpe, porque no es más revolucionario quien levanta un arma o quien no levanta arma. Uno puede levantar las armas y ser profundamente reaccionario, o puede levantar un cambio en la vía institucional y ser profundamente revolucionario.

Yo creo hay que ponerlo en duda todo. Hay una frase que se dice en los barrios de Medellín y es “que se caiga todo lo que está flojo”. En Colombia, que se caiga todo lo que está flojo: el sistema económico está flojo porque es excluyente, está floja la represión que jode a la gente, está flojo un sistema ideológico que persigue a la gente por tener pinta de punkeros, de grafiteros, de malabaristas, está floja la desigualdad —según el DANE el 42,5% de la población vive en pobreza monetaria— y muchas, muchas cosas más. Para mí hacer una revolución es como decían por ahí “hacer posible lo que parece imposible”. Hoy hay millones de familias que han pasado de comer tres veces al día a comer dos veces al día. Hacer una revolución en Colombia es que ninguna persona se acueste sin comer en el país. Hacer una revolución en Colombia es que ninguna persona se despierte con hambre ni con la incertidumbre de qué va a pasar con él o ella ese día. Eso es hacer una revolución.  Hacer una revolución en Colombia es que nunca más las armas, pagadas por los impuestos, se alcen en contra del pueblo. Es trastocar los valores para que dejemos el pensamiento autoritario, vertical y patriarcal que dice que hay cuerpos que les pertenecen a otras personas, que dice que la autoridad hay que respetarla porque sí y que la autoridad es vertical.

Y para eso hay que revolucionar a los partidos tradicionales, pero también hay que revolucionar a los partidos de izquierda, al movimiento social, hay que revolucionar las guerrillas —las que siguen armadas aún—. Hay que revolucionar a quienes aspiran al cambio revolucionario, desde las armas o desde los votos. Si uno ve las reacciones absolutamente machistas, por ejemplo, cuando Ángela María Robledo sale de la Colombia Humana, uno se da cuenta de que hay que revolucionar a la Colombia Humana, a todos y todas. Pero eso no quita que haya reformas urgentes que hay que hacer, que son necesarias en el plano económico, social, armado, sin que signifiquen grandes revoluciones. Hay gente que dice que no a la reforma policial, porque hay es que desaparecerla y es como… veamos cómo hacer con el plano de lo posible para llegar a lo imposible. El camino de la revolución en donde se hagan reformas en este momento.

Hay un texto de Monedero que se llama Curso urgente de política para gente decente que dice que la historia de la izquierda se dividió en el siglo XIX en tres corrientes filosóficas: la revolución, la reforma y el anarquismo, que si lo colocamos en términos actuales serían: socialismo, democracia y anarquismo. Monedero dice una cosa que a mí me parece acertada, y es que el papel de la izquierda hoy es volver a unir esas tres tradiciones. Es la reforma, la revolución y el anarquismo juntos. Es la reforma, que se da en el plano de la lucha institucional, que avanza lento y que está ligada al pensamiento liberal —que aquí en Colombia le dicen centro, pero que son los liberales con miedo de toda la vida—. Es la revolución, porque es la postura de “vamos por el todo o nada”, o sea, con el motor de los cambios, pero que tiene a sus espaldas al liberalismo diciendo “ojo a renunciar a los principios democráticos como lo hizo en el siglo XX”, y el anarquismo que le dice “ojo con esos valores verticales y patriarcales porque si usted no cambia esos valores, no se cambia absolutamente nada”. Yo me sumo mucho a ese pensamiento, a la idea reformista, a la idea revolucionaria y a la idea anarquista. Y seguramente habrá tensiones, pero necesitamos juntar esas tradiciones de pensamiento para ganar en política. Revolución es ganar y ganar es construir condiciones de vida digna para todos y todas, nada menos.

Susana Boreal: Revolución, siempre revolución. A mí me decía una pareja que tenía antes que yo era una guerrera social de la justicia. Como decían las chicas que cantaron en el metro “el hambre se pone violenta cuando es mucha, no me digan que me calle, esto es lucha”. Un pueblo que muere de hambre no tiene nada más que la revolución, salir a las calles a revolcar todo. E incomodar, incomodar a la gente para que se den cuenta de que están en una burbuja y se den cuenta que debemos pensar en el otro, y que la vida es primero.

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