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Reseña del libro: Venezuela, vórtice de la guerra del siglo XXI

De reciente aparición, “Venezuela, vórtice de la guerra del siglo XXI”, es un esfuerzo continental por comprender la realidad de la Revolución Bolivariana, el asedio de los Estados Unidos y, sobre todo, por apoyar los esfuerzos emancipatorios del pueblo venezolano. Una reseña de Gilberto López y Rivas.

Por Gilberto López y Rivas. Quiero agradecer la invitación para presentar esta importante obra colectiva: Venezuela, vórtice de la guerra del siglo XXI, compilada por Giordana García Sojo y Taroa Zúñiga Silva, publicación digital gratuita, en una edición internacional solidaria con el digno y combativo pueblo venezolano, a la que se sumaron siete colectivos editoriales de seis países diferentes, en tiempos en que una pandemia ha dejado al descubierto la esencia antihumana del capitalismo y de la alianza imperialista mundial que encabeza Estados Unidos, secuela, por cierto, de una crisis multifactorial de alcances y profundidades cercanas a un colapso que pone en peligro la existencia de la especie humana, e, incluso, de toda forma de vida en el planeta.

La publicación del libro no podía ser más pertinente, ya que Venezuela, en las contradicciones, complejidades y extraordinarios logros de su proceso revolucionario, tratados a profundidad en los capítulos de esta obra, ha sido, durante estos años, y hoy en día, en el desarrollo mismo de la pandemia COVID-19, el blanco de una gama de ataques que van desde la guerra de amplio espectro apoyada por el Pentágono y sus aliados subalternos en el área, con sus múltiples intentos de golpe de Estado, pasando por la guerra económica, analizada magistralmente por varios de los y las autoras, la invasión mercenaria de paramilitares provenientes de Colombia, y, en particular, las campañas del terrorismo mediático que no han cesado un momento su labor desinformativa y contra informativa, y, lamentablemente, hasta el fuego, no tan amigo, de quienes pretenden, desde una izquierda que pasa por “neutral”, y que Néstor Kohan considera que “posa de “decolonial” y juega –astutamente—a ser ‘equidistante’ en los conflictos sociales”, pero asume, en la práctica, las mismísimas posiciones de una derecha apátrida que pretende aislar internacionalmente al gobierno legítimo, romper el orden legal y violentar la justicia y el estado de derecho, impuesto por la Constitución chavista-bolivariana.

Venezuela parece haber trastocado las capacidades teóricas y metodológicas de sectores de la intelectualidad y la academia latinoamericana, que, inmersos en las versiones sesgadas que ofrecen esta derecha ilustrada venezolana y las grandes cadenas noticiosas, ambas al servicio de las estrategias imperialistas y oligárquicas, repiten adocenadamente los argumentos de una oposición racista, clasista y golpista que pretende derrocar, por cualquier medio, incluso por la invasión con tropas extranjeras, a un gobierno elegido democráticamente por la mayoría de los ciudadanos. De manera reiterada, en artículos periodísticos, entrevistas y declaraciones que circulan por las redes, en orquestadas campañas, se insiste en presentar al gobierno de Nicolás Maduro como una dictadura represora, incluso como un régimen totalitario, enfrentada a un límpido, pacífico y desinteresado movimiento democrático. Nada se menciona en estos análisis, que pasan por objetivos, sobre los sustanciales apoyos económicos de Estados Unidos y sus organismos de inteligencia a los partidos y agrupaciones políticas emblemáticas de la oposición, al auto designado presidente interino, ligados muchos de ellos a organizaciones internacionales neonazis, de la ultraderecha anti socialista radicadas en Bogotá, Miami y México, y de conocidas fachadas de la CIA, como Alianza Parlamentaria de América, Unoamérica o la Human Right Foundation, de Uribe y sus muchachos sicarios y paramilitares.

Sorprendentemente, muchos de los firmantes no venezolanos de esos artículos, textos y declaraciones jamás han estado en Venezuela, ni mucho menos realizado trabajo en los barrios de los cerros de Caracas, ni en las zonas residenciales del este de la capital, donde viven muchos de los opositores que protagonizan la nueva telenovela, made in Venezuela, Los ricos también lloran. Esto es, declaran o escriben de oídas, a partir de sus posiciones políticas y trayectorias, algunos hasta con pasados de izquierda, debidamente rectificados para garantizar el éxito de sus carreras universitarias, o sus visas para el norte de sus nuevas brújulas ideológicas.

Queda convenientemente omitida la campaña mediática de satanización que se hizo de Hugo Chávez, primero, durante más de una década, y ahora, contra el actual gobierno de Venezuela encabezado por Nicolás Maduro. Esta dictadura mediática que falsea groseramente la realidad con fotomontajes, noticias inventadas (recordarán la fantasmagórica unidad antimotines de Cuba, actuando en Venezuela, o el supuesto “baño de sangre de Maduro” durante las elecciones de la Constituyente), la propaganda subliminal en primeras páginas, en suma, toda la gama de técnicas de la guerra sicológica puestas en práctica ya desde hace décadas bajo los esquemas de los manuales producidos por los militares estadunidenses, y que fueron utilizadas intensa y extensivamente en los casos de Chile, Nicaragua y Granada.1 Esta campaña mediática, como veremos en las páginas de esta obra, va acompañada de boicots económicos, robo descarado de activos del gobierno de Venezuela, ocultamiento de alimentos y otros artículos de primera necesidad, incluyendo medicinas y otros insumos para enfermos crónicos y en peligro inminente de morir, antes y durante esta pandemia, así como de la acción de provocadores y paramilitares, varios de nacionalidad estadounidense, que invaden territorio venezolano, atacan instalaciones gubernamentales, organizan atentados contra el presidente, y aterrorizan a partidarios del gobierno, en las ciudades y en el campo, e, incluso, durante las llamadas guarimbas, los queman vivos.

Ya desde hace algunos años hemos insistido, a través de la lectura de los manuales de contrainsurgencia de los militares estadounidenses, que Javier Couso menciona en el prólogo, sobre la importancia que estos otorgan a los medios de comunicación como arma estratégica y política, particularmente, lo que denominan, la “batalla de la narrativa”:

“Las guerras modernas tienen lugar en espacios más allá de simplemente los elementos físicos del campo de batalla. Uno de los más importantes son los medios, en los cuales “la batalla de la narrativa” ocurrirá. Ya nuestros enemigos han reconocido que la percepción es tan importante para su éxito como el evento mismo…Al final del día, la percepción de que ocurrió importa más, que lo que pasó realmente. Dominar la narrativa de cualquier operación, ya sea militar o de otro tipo, paga enormes dividendos. Fracasos en este terreno, minan el apoyo para nuestras políticas y operaciones, y actualmente pueden dañar la reputación del país y su posición en el mundo”.2

Tomando en cuenta estas precisiones introductorias, y sin considerarme, de ninguna manera, experto o especialista en Venezuela, sino solo a partir de mi militancia de solidaridad con la revolución chavista bolivariana, a través de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, fundada en México en el 2003, y apoyada de manera decisiva por el comandante Hugo Chávez, desde la reunión de la red en Caracas, en el año 2004, sostengo que el libro que comento, es el que con el mayor rigor y profundidad analítica explica, explora, investiga y da cuenta de los múltiples contextos, significados, entramados, interrelaciones, retos, problemáticas y peligros de la revolución chavista bolivariana.

Aún más, el libro no solo ofrece información empírica e interpretación teórica relevantes en la apreciación del fenómeno estudiado, sino que los y las autoras logran un equilibrio, pocas veces conseguido en el análisis político, entre el apoyo evidente al proceso revolucionario, junto a un ejercicio de la crítica frente a fenómenos como la corrupción o el burocratismo, entre otros lastres, que han impedido, en determinados momentos y circunstancias que en los capítulos se detallan, el desarrollo pleno de la construcción del poder popular, del Estado comunal, la democracia participativa y protagónica. Esto es, la obra mismo es una demostración, en los espacios de la investigación social, de la congruencia ética e intelectual de sus autoras y autores, que caracterizó al comandante Chávez.

El libro cuenta con un prólogo de Javier Couso Permuy, una introducción de las compiladoras, y contiene tres partes: 1.- Surgimiento del chavismo en la Venezuela – mina. 2.- Venezuela en el vórtice: guerra total al chavismo. 3.- Aquí no se rinde nadie: sujetos, perspectivas y retos. Y, finalmente, un “a manera de epilogo”, de las mismas coordinadoras.

Dada su extensión, cercana a las 300 páginas, en esta reseña destacaré, de manera discrecional, sin duda, solo aquellos aspectos que llamaron mi atención para la comprensión integral del proceso revolucionario.

El compañero Javier Couso, autor del prólogo y diputado por varios años en el Parlamento Europeo, demuestra la certeza de esa frase de Martí que sostiene: “cuando muchos no tienen dignidad ni decoro, unos pocos tienen la dignidad y el decoro de muchos”. Javier fue una voz a contracorriente en ese espacio de la democracia burguesa, en el que se encuentran los más activos núcleos de agitación política contra el gobierno venezolano.

En su texto refiere que no es solo por sus recursos estratégicos el asedio contra Venezuela, sino por múltiples factores, como el de la puesta en marcha de mecanismos de integración regional, a partir del liderazgo moral y político de Chávez, que, junto con Fidel, cuestionaron la hegemonía estadounidense.

En lo interno, no se le perdona la profundización de la democracia popular, los beneficios sociales y la capacidad militar defensiva. Varias veces en Venezuela, como integrante de la Red en Defensa de la Humanidad, y en su calidad de diputado, Javier concluye que la Revolución Bolivariana es un proceso sentido en el alma por parte importante de la población venezolana.

La introducción de las compiladoras resulta clave para comprender la orientación general del texto y su contenido, no obstante, las numerosas autorías y temáticas expuestas. Lo que caracterizó a los gobiernos progresistas de la “década ganada” para el continente, con la elección de varios presidentes con esta posición, es lo que Hugo Chávez denominaría “saldar la deuda social”, redistribución y democratización del acceso a bienes y servicios básicos.

En los últimos cinco años, sin embargo, se hace alusión al “fin de los gobiernos progresistas”. Las autoras buscan a través del análisis de la trama histórica, sortear el riesgo de la simplificación teórica, que tiende a restringir la complejidad política y geopolítica en que está inmersa América Latina a un movimiento pendular (derecha-izquierda) o a ciclos acotados. Es entonces necesario detenernos, alertan, en la porosidad de los procesos sociales y la centralidad del sujeto popular como reactor de las trasformaciones. Es imposible entender la aparición de gobiernos progresistas sin tomar en cuenta las formas de politización de los grupos organizados en torno a demandas concretas. En suma, resulta una perspectiva simplificadora, o al menos muy poco exacta, abordar la disputa geopolítica en la región mediante ciclos acotados por procesos electorales.

La pandemia evidenció las grietas del sistema privatizador y reduccionista del Estado del neoliberalismo, cuestionado todo el entramado del sistema público-privado de salud. El virus mostró las prioridades de clase y de intereses de cada gobierno por encima del mercado sobre las vidas. En este contexto, Estados Unidos lanza una nueva ofensiva contra Venezuela, que encierra incluso la amenaza de invasión militar. Trump ha fortalecido la narrativa maniquea de guerra fría contra toda ideología o sistema que implique una alternativa a su hegemonía, y Venezuela es el blanco perfecto, incluso, como el eje del mal (China-Rusia-Irán), esto es, se perfila como la cara latinoamericana del enemigo. Sin estar exentos de contradicciones y falencias, el chavismo forjó un proyecto nacional y gran nacional pos neoliberal, apostando a la soberanía de la región como plataforma que lograse disputar poder en el tablero geopolítico de la región y del mundo.

Las autoras tratan el tema del Estado, relacionado con el neoliberalismo y su resignificación política como campo de batalla, asumiendo las tensiones con la potencia disruptiva y constituyente del campo popular versus la naturaleza constituida y conservadora del Estado moderno. Recuperar el rol del Estado como garante de derechos de las mayorías, a contrasentido del uso del Estado para preservar privilegios y beneficios del capital trasnacional. Manifiesto mi total acuerdo con la tesis de que el neoliberalismo no cesa al Estado, lo circunscribe a fines precisos enfocados en cierta clase y no socializados con las mayorías.

El neoliberalismo apuesta, también, a la despolitización, sin embargo, la politización de las comunidades se corresponde a otros modelos de participación en torno a actividades o demandas específicas. Es de destacar esta idea de que la estigmatización de la izquierda y el progresismo en la región devino en una peligrosa oleada de odio y neutralización del otro, que se expresa de manera directa en Bolivia, después del golpe.

Las autoras exponen lo que denominan: diplomacia de arriba y de abajo. Destacan el campo minado que representa la “diplomacia” coercitiva de Estados Unidos, violentando groseramente el derecho internacional. En este contexto entra la OEA de Almagro, como ariete del golpe de Estado y el intervencionismo abierto de Estados Unidos, al igual que el llamado Grupo de Lima, contraparte del tejido integracionista de los gobiernos progresistas. La soberanía regional se convirtió en la cuerda que divide más tajantemente a ambas posiciones. El chavismo trasformó la manera de hacer política desde arriba. Pionero de la diplomacia de los pueblos.

Las compiladoras se interrogan: ¿Por qué este libro? Primero porque la estrategia de guerra contra Venezuela es precedente de cualquier gobierno o movimiento que logre contrarrestar con fuerza propia el sentido común neoliberal. De ahí la necesidad de la obra, cuyo eje es la propuesta de lecturas y análisis críticos del proceso venezolano, realizado por investigadores que han sido parte de la construcción del proyecto chavista, lo cual, ciertamente, le otorga un valor especial.

En la primera parte se examina el salto cualitativo que ha significado el chavismo en la cultura política venezolana, en un país que se ha caracterizado por su relación monodependiente con el petróleo. Los autores analizan el devenir histórico del chavismo en el contexto rentista. Con mirada crítica, cuestionan la burocratización y el hiperpartidismo como males que horadan el carácter revolucionario del proyecto chavista. En esta parte escriben: Reinaldo Iturriza López, Luis Salas Rodríguez y Manuel Azuaje Reverón.

En la segunda parte se aborda la guerra total al chavismo desde los centros del poder y sus brazos aliados en la región. Los trabajos de esta sección retratan la guerra híbrida contra Venezuela: ahogamiento económico, coacción diplomática y amenaza militar, a la vez que el terrorismo mediático, el uso de fake news, como se hizo en Yugoslavia y en el Medio Oriente, escribiendo Franco Vielma, Yekuana Martínez y Luis Delgado, Jorge Arturo Reyes, Pasqualina Curcio, y María Alejandra Aguirre Pérez.

En la tercera parte, autoras y autores que han trabajado en organizaciones y movimientos políticos de diversa índole, y a partir de esta experiencia, analizan la situación de los sujetos que hacen vida dentro del chavismo. También, se presenta el mapa de logros en materia social, las contradicciones, pendiente y retos del chavismo. Los autores y autoras sostienen que la guerra convirtió a Venezuela en una singularidad; pareciera que a las teorías de la izquierda académica les costara edificar nuevos conceptos que comprendan o siquiera aborden la cuestión venezolana; o se estigmatiza como experiencia fallida o simplemente se omite. Por ello, nos señalan, la necesidad de este libro, escrito desde y en contra de la guerra que enfrenta Venezuela. Quienes lo escriben han pensado y vivido la realidad venezolana desde adentro, asumiendo al chavismo como un proceso complejo en continuo devenir, cargado de tensiones internas y en lucha por seguir adelante. Escriben Hernán Vargas, Víctor Fernández, Lorena Fréitez Mendoza y José Roberto Duque.

Por razones de espacio, comentaré brevemente un capitulo que me resulta especialmente útil para el análisis político comparativo, con casos como el mexicano: “El Chavismo: de dónde viene y por qué aún resiste”, escrito por Reinaldo Iturriza López, quien analiza el surgimiento de una formula del chavismo en sus inicios para salir del laberinto, esto es, los rebeldes planeaban desencadenar escenarios de amplia participación, signados por un alto perfil de protagonismo de la población venezolana. Pero, se preguntaban: ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo superar los límites de la democracia burguesa y alcanzar el protagonismo popular? Llegaron a conclusiones muy similares a las de los mayas zapatistas en su construcción de procesos autonómicos de democracia directa. Las comunidades, barrios, pueblos y ciudades deben contar con mecanismos y el poder para regirse por un sistema de autogobierno que les permita decidir acerca de sus asuntos internos, una política de los comunes, la considera el autor. “Nosotros lo que hacemos es creer en la fuerza del pueblo”, decía el comandante Chávez. Un liderazgo que toma conciencia de que su labor consiste en ponerse a la altura de ese pueblo, que, descubriendo su propia fuerza, se está encontrando consigo mismo.

Como ha ocurrido en muchas geografías, en el surgimiento del chavismo la izquierda no entendió nada. Así, el chavismo emerge en un contexto de severa crisis de las formas tradicionales de mediación política, comenzando por los partidos políticos, los movimientos sociales, los sindicatos, una izquierda pulverizada. Esto incluye a la intelectualidad, que, para Chávez, se limitaba a soñar en utopías. El movimiento bolivariano habría de ser el resultado de una amplia discusión, del pueblo mismo como intelectual colectivo, como contrapoder, para derribar el poder constituido.

Chávez presta atención especial a la lo que denomina “clase marginal”, como sujeto de la revolución bolivariana, la que se encuentra en los barrios, en los campos, entre los indígenas, lejos de los clisés de las posiciones ortodoxas sobre el papel de la clase obrera como sujeto central de la revolución, fuera de clasificaciones formales izquierda / derecha. Sostenía Chávez: “somos un movimiento revolucionario, un movimiento popular a favor de la causa de los dominados de este país y de este planeta, a favor de la justicia, de la revolución”. Para el comandante, la clave radicaba en el protagonismo popular y en la reivindicación de referentes ideológicos acordes con la historia y la cultura de Venezuela. En suma: Chávez comprendió que las revoluciones no se hacen en los palacios, que hay que gobernar en y para quienes habitan en las catacumbas siempre, a riesgo de perder o vender el alma. Que estar en Miraflores solo tiene sentido si se tiene vocación de subversivo.

Esta realidad del chavismo es inaceptable para el antichavista, y de ahí la idea imperante, entre la oposición y el imperio, de que el chavismo es un sujeto exterminable, no importa si esta política lleva al genocidio. Esto es, la deshumanización total de la política.

El autor analiza las razones de por qué resiste el chavismo. Señala que las transformaciones en el campo de la cultura política, ocurridas durante la década de los 90, aportan claves hermenéuticas decisivas y, de hecho, explican la existencia del chavismo duro. Acota que no es posible asimilar al chavismo con el gobierno y el Estado, que se convierten en terrenos de disputa. La base social del chavismo considera que no necesariamente la revolución debe hacerse desde el gobierno, sino apalancada en la fuerza del pueblo organizado. Incluso el chavismo tiene una valoración muy negativa del funcionariado promedio, pero este malestar no se traduce en una identificación política con el antichavismo, con sus profundos prejuicios de clase y raza. El chavismo, al mismo tiempo, ha actuado como una fuerza de contención, como disuasoria de la violencia. El chavismo aún es capaz de resistir porque aquellas ideas-fuerza en torno a las cuales se amalgamó tienen plena vigencia.

Por último, en el epilogo, las compiladoras mantienen que el chavismo superó la identificación con un individuo. Este se ha reconstituido: en un plano macro, gubernamental, y en plano micro y extensivo que se traduce en la politización y construcción colectiva. 20 años de bloqueo y asedio, bajo las que se consolida el chavismo, templaron un carácter de aguante constante. La línea opositora apuesta abiertamente al clasismo y al racismo, recordemos los términos utilizados para referirse al comandante: macaco, simio, mico. Durante los primeros quince años, el chavismo resistió desde el ejercicio de administrar el Estado y a través de propuestas alternativas de organización y visibilización popular, así como sentidos comunes soberanistas (el sentimiento de patria y de patria grande). Es notable el hecho de que se resistió, para mantener el talante democrático del proyecto, en función de una constante dinámica electoral. Sin embargo, actualmente, el chavismo debe ajustarse y reinventarse en función de las necesidades y demandas de nuevas generaciones.

La oposición ha ido definiendo nuevas rutas en torno al chavismo, sin un proyecto político independiente. Oposicionistas, utilizando el termino de Luis Salas, para el ala más radical. Ha probado opción electoral, violencia directa, injerencia externa, a veces de manera simultánea. El gran aliado de la oposición es el sector empresarial e importador que arrincona al gobierno con desabastecimiento programado, hiperinflación, que incide en la cotidianidad y la gobernabilidad, todo esto aumentado por las brutales sanciones económicas de Estados Unidos. Entre la vía electoral y la salida violenta, la oposición se ha tambaleado, sin un plan de gobierno ni opción intermedia. De ahí su apuesta por la vía intervencionista, lo cual le hace perder eficacia nacional. Recordemos las guarimbas, con 43 muertos y más de 800 heridos. Al cada vez más patético Guaidó, y su autoproclamación como presidente, con todo el apoyo mediático, que juega su papel para el reconocimiento de gobiernos extranjeros y organismos internacionales. En todo momento, el respaldo de los medios corporativos y los halcones de la guerra de Estados Unidos.

Con todo, el buen manejo de la pandemia y de la emergencia sanitaria jugó en favor del gobierno del presidente Maduro, situación vetada por los medios en el ámbito mundial. Que EE.UU. insista y triplique esfuerzos por asfixiar a Venezuela, en este contexto de pandemia, da cuenta de porqué el país caribeño no solo sigue estando en el vórtice de la guerra híbrida del siglo XXI, sino también en el centro de las resistencias y esperanzas.

Lectura imprescindible y urgente, este libro se constituye en herramienta no solo para comprender la cuestión venezolana y la geopolítica de la región latinoamericana; también, es de gran ayuda para nutrir al intelectual colectivo, en nuestras propias realidades nacionales, para construir y fortalecer los procesos de construcción de poder popular, de lo que el EZLN ha denominado mandar obedeciendo, en el ejercicio de una democracia de abajo y a la izquierda, participativa y protagónica, por la que luchó el presidente y comandante Hugo Chávez Frías.

Cuernavaca, Morelos, México, confinado, pero no callado, 14 de junio de 2020.

Notas

  1. Fred Landis. CIA psychological warfare operations, how the CIA manipulates the media in Nicaragua, Chile and Jamaica, Science for the People, January-February, 1982, Vol. 14, no. 1
  2. Ver en libros libres de Rebelión: Gilberto López y Rivas Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos: manuales, mentalidades y uso de la antropología, Universidad de San Carlos, Guatemala, 2015.

La obra se puede descargar libremente en el sitio web de la Revista Lanzas y Letras.