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Más sobre la alfabetización en Cuba

“Nosotros no le decimos al pueblo cree, le decimos al pueblo lee”. Tras la victoria militar, a la revolución cubana llevó a cabo una feroz batalla educativa. El propósito: hacer de Cuba un “territorio libre de analfabetismo” a través de un implacable ejército alfabetizador. La tercera nota en nuestra serie sobre la gesta alfabetizadora en Cuba a cargo del profesor Arístides Rondón Velázquez. 

Las tareas de alfabetización en Cuba, en rigor, fueron iniciadas en la segunda mitad del siglo XIX por Carlos Manuel de Céspedes Borja (1819-1874). Céspedes Borja había iniciado la Revolución de 1868. Fue nombrado Presidente de la República en Armas en 1869. Y fue destituido de su alto cargo en 1873 injustamente. Luego, se estableció en los penachos de la Sierra Maestra en San Lorenzo donde se dedicó a alfabetizar a niños y niñas de aquel asentamiento para lo cual empleaba hojas de un árbol.

En las contiendas posteriores siempre hubo voluntarios que estuvieron dispuestos a enseñar a los que lo necesitaban.

Con posterioridad al asalto al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, que no tuvo éxito para los futuros revolucionarios, estos fueron condenados a diversas penas de prisión y trasladados a Isla de Pino (Isla de la Juventud hoy). En el Presidio Modelo, Fidel Castro funda la Academia Abel Santamaría en donde todos recibían clases conforme al nivel que habían alcanzado. Había también algunos iletrados que fueron alfabetizados por sus compañeros, disponiendo incluso de una biblioteca. Una vez que fueron liberados, reorganizada la lucha y establecidos en la Sierra Maestra, se reinició, cuando fue posible, el proceso alfabetizador. Ernesto Guevara fue el máximo impulsor alfabetizando por ejemplo a Joel Iglesias y a Roberto Rodríguez (El Vaquerito). Para esa labor el Che contaba con lo imprescindible.

Después del 1 de enero de 1959, fecha en que se produjo el triunfo revolucionario, el Che es nombrado Jefe del Distrito Militar de La Cabaña y allí organizó, con todos los recursos y personal adiestrado, la labor de alfabetizar a numerosos grupos de militares pertenecientes al Ejército Rebelde.

En esa época, era imprescindible consolidar el triunfo revolucionario para poder llevar a feliz término todo el programa de la Revolución. El 26 de septiembre de 1960 Fidel Castro compareció ante la Asamblea General de Naciones Unidas y allí expresó textualmente:

“…las fortalezas militares más importantes albergan hoy decenas de miles de estudiantes, y, en el próximo año, nuestro pueblo se propone librar su gran batalla contra el analfabetismo, con la meta ambiciosa de enseñar a leer y escribir hasta el último analfabeto en el próximo año, y, con ese fin, organizaciones de maestros, de estudiantes, de trabajadores, es decir, todo el pueblo, están preparándose para una intensa campaña y Cuba será el primer país de América que a la vuelta de algunos meses pueda decir que no tiene un solo analfabeto”.

Para llevar a cabo la colosal batalla, Cuba contó con la ayuda de la República Popular China que nos dotó de formidables faroles que iluminaban el aula si era de noche, así como otros insumos. La batalla tenía centenares de miles de alfabetizadores y maestros voluntarios, por un lado; y la disposición de casi un millón de analfabetos para aprender a leer y escribir, por el otro.

Recuerdo que las personas que alegaban tener dificultades con la visión eran trasladadas ante un optometrista que les facilitaba los espejuelos gratuitamente.

Por muy remoto que el iletrado se encontrara tendría un alfabetizador al cual alimentaban sin ninguna ayuda estatal. Los alfabetizadores nos alimentábamos de lo mismo que ellos y ayudábamos en las tareas agrícolas los varones y en las tareas domésticas las hembras.

A más de sesenta años de aquella gesta los que participamos nos honramos de haber estado en la misma y no olvidamos a los que nos acogieron en sus humildes casas como familia ni a las más de 30 víctimas de asesinatos y accidentes. Viven en la obra.

Santa Clara, mayo 25 de 2023.

 

Arístides Rondón Velázquez es profesor y fundador de la Casa del Mate en Santa Clara, Cuba.