¿Cuáles han sido los obstáculos para gestar un proyecto de cambio verdaderamente potente en Colombia? ¿Por qué es importante entender los procesos administrativos y tributarios para plantear una propuesta concreta de cambio? ¿Qué significa hablar realmente con la gente, más allá de las ciudades y centros urbanos? Conversamos con Luz María Múnera sobre la construcción de un nuevo proyecto de transformación en Colombia.
Primero, quisiéramos introducirte al lector. Que todos y todas sepamos con quien nos comunicamos y con quien nos interesa sostener esta conversación. En lo posible, deseamos conocer tu trayectoria política y tus motivaciones para la actividad política.
Soy Luz María Múnera, una mujer de 54 años con dos hijos hermosos, ya viejos: el mayor de 36 años y el menor que va a cumplir 20. Los dos son hombres con conciencia social y participantes de procesos sociales. Soy una mujer enamorada de la posibilidad de convertir este país y este departamento, que a ambos adoro y que me parecen tan bellos, en lugares en los que todos y todas podamos existir. Pienso que hoy sobrevivimos más no existimos. No tenemos una existencia real de nosotros como seres humanos, como ciudadanos, como personas, hombres y mujeres. Entonces, soy una soñadora de que podamos existir en vez de sobrevivir.
Llevo muchos años en el movimiento de izquierda. Empecé esto a mis 14 años, es decir, ya llevo 40 años dando brega y, bueno, estoy muy enamorada de lo que estoy haciendo, aunque quisiera tener más tiempo. Peleo mucho con eso de tener que conseguir plata para la comida y para los servicios. Peleo mucho con eso porque tengo cierto desdén con el dinero. Quisiera poder entregar toda mi vida, todo mi tiempo, toda mi energía a esto, entre otras cosas, porque creo que los hombres y las mujeres de mi edad, incluso los mayores que yo, tenemos una deuda histórica que hoy queremos y tenemos que saldar. Esta deuda histórica se debe a nuestra incapacidad de unirnos y llegó el momento del cambio. Ya van más 200 años de hambre, de miseria, de falta de oportunidades y, quienes hemos pasado tantos años luchando hemos cometido errores y hoy llegó el momento de subsanarlos y de cambiar con los jóvenes el terrible mundo que les entregamos. ¡Nos toca pagar! Es nuestra responsabilidad ética. No hablo de moral porque poco creo en ella. Pero, es una responsabilidad ética que nosotros le pongamos toda nuestra energía a este momento histórico: una posibilidad de gobernar el país de manera diferente, más no de tener el poder, eso es otra cosa.
Nos parece muy interesante esto último que mencionas sobre la deuda histórica que tienen algunas generaciones y su relación con la unidad y la articulación. Entonces, una de las cosas que nos interesa saber es ¿cómo se consolidó en Antioquia el Pacto Histórico por Colombia?
En realidad, esto es un proceso que no es nuevo, para mí, por lo menos. Recuerda que en las anteriores elecciones locales hicimos el primer intento de unidad, aunque, con todas las dificultades que eso implicaba porque recién estábamos aprendiendo a unirnos. Estábamos aprendiendo a amarnos, a querernos entre nosotros mismos; aprendiendo a ubicar al enemigo, digamos, en donde realmente se encuentra, que no es entre nosotros. Después de esa experiencia local, en el caso de Antioquia con Queremos, ahora se nos presenta la posibilidad de sacar adelante este Pacto Histórico, que empezó en Bogotá, pero que aquí ya habíamos hablado sobre cómo nos íbamos a unificar.
Hoy nos encontramos las organizaciones, fundamentalmente, con algunos sectores sociales. La tarea es que lleguen todos estos sectores y todo tipo de organización de base. Hemos construido en los últimos 15 o 20 años, alrededor de la posibilidad de la unidad, la política de arriba hacia abajo y, creo que ya hemos entendido que no se logra así. Hay que voltear la pelota y empezar a construir acuerdos y la posibilidad de la unidad de abajo hacia arriba. Entonces, la tarea que tenemos hoy después de juntarnos es hacernos la pregunta de cómo vamos a gobernar este país.
Acerquémonos a las organizaciones sociales y vamos a la calle a buscar a la gente de las Juntas de Acción Comunal, de las organizaciones de jóvenes, de mujeres, sindicales; buscarla para que nos cuente cuáles son los problemas que tienen en cada territorio, que esa pregunta no sea respondida detrás de un escritorio o por los grandes académicos e intelectuales de la historia. La propuesta inicial es la de construir un inventario con todo lo que tenemos que cambiar, hablando con quienes sufren esos problemas y eso lo vamos a encontrar en los barrios, en las veredas, en las cabeceras municipales, en esa Antioquia profunda, por ejemplo, de la que habla Petro, con lo que estoy completamente de acuerdo. Quienes le hemos dado duro a esto, sabemos que aquí hay veredas que para llegar te demoras más de lo que te puedes demorar yendo a Bogotá, que tienes que entrar en lanchita o en canoa, después ir en una moto hasta cierto punto, luego te montan en una mula para poder llegar a una población en la que no hay energía ni agua. Tenemos que volver allá e ir a las comunas y decirle a la gente: “mire, usted con 50 mil pesos que recibe el día de votaciones compra huevitos, arroz y papa para una semana, nosotros le estamos proponiendo que no piense en el arroz, el huevo y la papa de esta semana, sino que piense en su dignidad y en la de su familia para los próximos cuatro años” esa es nuestra propuesta, en últimas. Pero por eso hay que construir desde abajo un programa para todos y todas. Tenemos que conocer a profundidad la realidad en la que vive cada colombiano y colombiana. Hay que mirar cuáles son las necesidades insustituibles de las personas que habitan este país para que estas sean ejes fundamentales de nuestra convergencia política de cara al próximo año.
Nos gustaría saber si percibes algunas diferencias con el anterior proceso de unidad que se gestó en torno a las elecciones presidenciales del 2018 y, si es así, ¿cuáles son esas diferencias que constituyen las particularidades de lo que hoy es este Pacto Histórico?
Claro, hay diferencias. La unidad que se gestó en las pasadas elecciones presidenciales se basó en el querer de la gente. Petro logró ocho millones de votos por la inconformidad generalizada en el país, pero no existió un proceso de organización de esa inconformidad. Nadie, ni el mismo Petro, sabía cuántos votos iba a sacar. Todos creíamos que le iba a ir bien y todos llegamos a reconocer que teníamos que unirnos. Algunos no se unieron y eso también lo tendremos ahora, tendremos sectores que trabajarán por la división. Pero creo que no está ahí el desgaste, que hagan las unidades que quieran y que se reúnan como quieran, nosotros tenemos la tarea clara.
Esta ocasión es distinta porque, después de ocho millones de votos, podemos y tenemos que ganar. Recuerda que con Petro fue como una ola que fue creciendo y fue llegando de manera casi autónoma a la gente. Esta vez se mantiene esta manera autónoma de la gente pero ya pensando en ir a buscar a la misma gente: “venga pa’ acá, venga camellemos, venga díganos cuáles son sus necesidades y júntese a este pacto”. Esto mejora mucho las condiciones.
Queremos ganar esta presidencia con una votación que sea histórica para el país y tenemos las condiciones para eso. Entonces, sí hay mucha diferencia, ya no es esa ola que llega. Pues esa ola que llegó en las pasadas elecciones está dispuesta hoy a irse a trabajar para que la ola crezca.
Hace un momento nos hablabas de una especie de deber ético que invita a trabajar por una Colombia distinta. Nos gustaría volver a eso en la perspectiva del Pacto. ¿Qué es lo que te trae a ti a este Pacto Histórico por Colombia?
A mí me trae algo que estoy diciendo hace más de 10 años y es la deuda histórica que cargamos. Porque cuando uno se para y mira la sociedad que tenemos hoy, cuando uno se para y mira al pelado que salió de grado 11, que fue lo máximo que logró, que está en una comuna y que se levanta todos los días, suponiendo que es un chico afortunado que le llegó una beca del municipio, luego de uno o dos meses tiene que desertar porque está cansado de irse a pie. Muchas veces sale solo con su aguapanela, llega a la clase sin haber leído porque simple y llanamente no tiene cómo leerlo en internet, ni tiene cómo fotocopiarlo. Esto hay que cambiarlo. A este pelado le debemos la posibilidad de entregarle una sociedad distinta. Todos los colombianos tenemos una cuota de culpa por lo que vivimos hoy, todos tenemos algo de responsabilidad cuando nos preguntamos hasta dónde hemos hecho todo lo que se necesitaba.
Yo estoy cumpliendo 40 años en este proceso, no he sido una mujer sectaria nunca. Tal vez a los 15 o 16 años, cuando era moda, lo pude haber sido. Si tú vas a la época de mi universidad y miras a la gente que estaba conmigo en la Universidad de Antioquia son mis grandes amigos de toda la vida. Siempre entendí que el enemigo no estaba adentro, siempre entendí que el enemigo era otro. ¿Cómo generalizar eso entre nosotros? Es un problema del amor también, y del respeto y del reconocimiento del otro. Entender que somos capaces de caminar juntos, respetarnos y poner toda esa energía, que antes poníamos en pelear con el compañero o la compañera de otra organización, para pelear con el enemigo. Esa energía es bacana, es una energía muy tesa, tenemos que ponerla para pelear con el enemigo, y el enemigo son los hombres y mujeres que llevan 200 años garantizando hambre y miseria en este país.
Ahí entendí, y he venido entendiendo hace mucho tiempo, la necesidad de comprendernos como compañeros, como camaradas, como amigos. Tenemos, y es una obligación, trabajar juntos hoy. A veces veo unas discusiones bizantinas, larguísimas, mamadoras entre nosotros mismos y yo me rasco la cabeza, me ofusca. Yo tengo un temperamento fuerte, la gente lo sabe, y a veces pienso: “hombre, no te quedés aquí estorbando en vez de ayudarnos a crecer”.
¿Cómo poner en el centro lo fundamental? Hoy el debate es qué hacer con los campesinos, hoy el debate es la seguridad alimentaria, hoy el debate es la aplicación o no del proceso de paz. El debate es por garantizar becas integrales mientras logramos mejores condiciones de empleabilidad para que padres y madres no dependan de esas becas. En fin, ¿qué vamos a hacer con las gentes de las comunas que viven en un rancho? ¿Qué propuesta presentaremos para que esas familias tengan vivienda? Pero no, el debate entre las organizaciones no es el debate que está esperando Colombia, no le importa a los colombianos hoy cuál de las organizaciones es más bonita, más fea, más grande o tiene más razón. El debate hoy es acerca de cómo vamos a construir ese nuevo país. Aprendimos a hacer control político y somos expertos, pero ¿sabemos administrar? Esa es la cuestión, ¿cómo vamos a administrar? ¿Qué vas a hacer si a ti te entregan un ministerio con medio billón de pesos de presupuesto anual? ¿Cómo vas a invertir ese dinero para que se convierta en un dinero que cree condiciones de vida digna para la gente? Y lo digo desde el punto de vista de los principios de la administración burguesa que son claritos. Cada decisión que tome el Estado es una decisión que va a generar mejores condiciones de vida digna para un grupo o para la mayoría de los colombianos.
Entonces, si vos le preguntas por cuál es el porcentaje de chicos y chicas que desertan hoy de sus actividades educativas al compañero que está preocupado por si yo hablo un minuto y él habla dos o tres, resulta que no tiene ni idea. Pero él no se baja del debate sobre el hecho de que yo no me puedo poner de amarillo por estar reivindicando mi partido. Eso es lo que tenemos que superar y con eso tenemos que salir adelante.
No puede ser que sigamos caminando la vida política con consignas, las consignas se tienen que convertir en proyectos y que estos sean viables. No nos vamos a tomar el poder, vamos a gobernar, y eso es algo que tampoco tenemos claro. Usted ve a los compañeros haciendo propuestas como si ganar la presidencia fuera montar el socialismo, ¡no jodas! No, se trata de saber cómo avanzar en este sistema. Eso es lo que tenemos que hacer, mirarnos menos mal y sacarnos jugo. Si yo sé que hay un compañero que hace algo muy bien, para qué ponerme a pelear por ser yo y no el compañero. Tenemos es que sumar, sumar y sumar, y llegarle a la gente con los problemas que no la dejan dormir.
A las mujeres hay que empezar a cuestionarlas por el costo de los tampones, las toallas higiénicas y el IVA que todo eso paga. A las mujeres les importa un carajo si una compañera y yo nos mantenemos agarradas del pelo al interior del Pacto, no les importa. ¿Cuántas de nosotras, inclusive al interior de nosotros mismos, nos sentimos relegadas por el hecho de ser mujeres? Hay que decirle a las mujeres que este proyecto va a trabajar para que nunca más sean relegadas. No nos vamos a quedar en la consigna, hay que hablar de la normatividad que vamos a cambiar en el Congreso. Esos son los temas que hoy necesitamos, no el quién de nosotros es más bonito o habla mejor.
Ya empezamos a notar algunos síntomas de la fragmentación histórica que ha tenido la izquierda, y que muchas veces se muestra desde problemas mínimos, personales y cotidianos. Esto supone algunos retos que vemos en este período, sobre todo con otros sectores de la población civil. ¿Cuáles son los restos a los que el Pacto Histórico por Colombia se enfrenta, teniendo en cuenta que además de esas fracturas, se gestan alianzas y propuestas distintas de país a nivel nacional y local?
Yo creo que el principal reto es poder ubicar, en esa construcción de abajo hacia arriba, los problemas de la gente de a pie. Y cuando hablo de la gente de a pie no estoy hablando sólo de la gente de estrato cero y uno; que esta burguesía dice que el cero no existe y yo alego que existe y tengo cómo demostrarlo, desde el punto de vista técnico. No sólo los compañeros, compañeras y ciudadanos que están en los estratos cero, uno y dos. No, necesitamos ver qué está pasando en los estratos tres y cuatro, y necesitamos ver qué hacemos con el estrato cinco. Ahí es dónde está el centro y el meollo del asunto. Cómo crear propuestas más allá de la consigna, que respondan a la necesidad del conjunto de la sociedad colombiana.
Llegar a la presidencia no cambia el modelo capitalista, como modelo socioeconómico de Colombia. Es decir, si nosotros nos sentamos a hablar, que es una tarea que hoy tienen de manera urgente muchos compañeros, hay que preguntarse: ¿cuál es el paquete normativo de reforma constitucional que vamos a proponerle al Congreso de la República cuando lleguemos a la presidencia? Y fundamentalmente tiene que estar basado en acabar con el modelo neoliberal, en recuperar todo lo que tienen que ver con el patrimonio público, porque el patrimonio público es una herramienta que nos permite crear condiciones de vida digna para la gente.
¿Cómo vamos a cambiar toda la tributación de tal manera que los ricos empiecen a tazar más que los pobres? Mirar la norma, y que nos quepa dentro de este modelo, porque repito, no nos vamos a tomar el poder, vamos a ser gobierno, pero en esas condiciones tenemos que cambiar las cosas. Esos asuntos hay que resolverlos, y hay que resolverlos para ahorita, para julio o agosto tiene que estar eso listo. Porque tenemos que ser capaces de decirle a la gente: “mire este es el paquete que le vamos a presentar a los senadores y representantes a la Cámara que ustedes van a elegir, constitucionales y de tipo legal, este es el paquete de políticas públicas para poder llegar a lo social”. No de manera eterna, porque también hay que decirle eso a la gente, por lo menos yo lo pienso así. Nosotros no necesitamos un país de limosneros, un país donde todo se solucione con subsidios. Yo detesto los subsidios, pero lo dije en el Consejo y lo digo hoy: mientras el sistema siga generando hambre y miseria, ustedes los que están en el poder tienen que generar subsidios para mantener el hambre y la miseria que ustedes generan.
¿Nosotros qué queremos? Nosotros queremos un país rico, ¿quién crea la riqueza? Nosotros los seres humanos. Entonces yo no quiero tener que sacar cinco millones de subsidiados, además con una miseria como la que les dan, porque lo que genero cada vez que tomo una decisión es más miseria. No, lo que yo quiero es cinco millones de nuevos empleos dignos, con condiciones, que la gente tenga, con su trabajo en este país, cómo sostener su vida. Mientras eso no llegue, vamos a tener que subsidiar, pero no con esa limosna que están dando. Mientras llegamos a esa transformación vamos a tener que dar subsidios. La renta básica va a tener que ser una realidad. Pero no la renta básica que nos están dando ahora, esa es el agua panela del mes. No, una renta básica real que genere condiciones dignas. Las becas se van a tener que generalizar. La matrícula 0, vamos a tener que hablar de la matrícula 0 permanente, ¿para qué? Para que podamos ir cerrando la brecha en la medida en la que vamos generando más empleo. Y a los pequeños y medianos empresarios hay que decirles, “venga ¿usted qué necesita para generar mejor empleo?”. Más empleos y mejores empleos. Los TLC hay que revisarlos porque los TLC quebraron a medio país. Hay que revisarlos y hay que decirles a los industriales: “Venga invierta, yo lo voy a subsidiar. Yo Estado los subsidio, pero para que usted me cree mejores condiciones laborales. No para que se enriquezca más, los subsidios son para que usted me cree mejores condiciones”..
Todos estos asuntos están sobre la mesa, la gente no los ve. O sea, la gente cree que esto es de unirnos, gritar dos o tres consignas y quedamos tranquilos. Nosotros Antioquia cómo vamos a cambiar esos problemas de tierras que tenemos. Hay una ley de 1920 que no permite legalizar territorios en Antioquia. ¡De 1920, no joda! O sea que un campesino lleva 80 años viviendo en media cuadra de tierra y esa tierra todavía tiene una compraventa. Y cada vez que el campesino va a legalizar, le dicen “La ley 4ta de 1920”, creo que es de 1920, pero es viejísima, puede que me equivoque en la fecha. Entonces por un lado dicen en el proceso de paz que van a legalizar las tierras, pero cuando se van a la práctica eso no está, ¿cómo vamos a arreglar ese problema? Ese es un problema de los campesinos hoy, eso de la tenencia y democratización de la tierra. ¿Lo vamos a solucionar? Pues sí, sencillo. Congresistas, esa ley deróguenla ya.
De eso se trata esta vaina, no se trata de otra cosa. Cómo nos miramos pues. Yo quisiera que nos quisiéramos todos. Yo amo abrazar a mis compañeros, yo quisiera eso y trabajo todos los días por eso, pero hoy, qué pena si usted y yo tenemos muchas diferencias, no nos queremos, yo le caigo muy mal: bacano parcero. Cuando esta vaina acabe veremos si somos capaces de solucionar eso o no, por ahora la tarea es Colombia. Usted y yo aguantamos. Llevamos 30 años sin querernos, no nos tenemos que querer ya. Entonces debemos tener clara la tarea. El debate es otro, traído a la realidad es otro.
¿Qué vamos a hacer con los pelaos de los combos? ¿Los metemos a todos a la cárcel? ¡No jodas, son víctimas! Un pelado en una comuna que termina en un combo es una víctima de este sistema. ¿Y entonces sacamos garrote y el Ejército afuera y todos para la cárcel? No jodas. ¿Entonces cuál es la propuesta para que hablemos de paz completa? ¿Qué le vamos a decir a los grandes capitales del narcotráfico en Colombia? Porque hoy este país se sostiene por eso, sino ya nos hubiéramos muerto de hambre todos. Ese dinero está sosteniendo este país. ¿Vamos a renegociar la deuda para que no se nos vaya toda la platica en pagar los intereses de la deuda? ¿Qué le vamos a decir al Fondo Monterario Internacional y al Banco Mundial? Hay que sentarlos y decirles “venga negociemos”. A mí me encantaría que dijéramos: “no pagamos ni por el putas”. Me encantaría, pero supongamos que no podemos llegar allá, entonces “venga renegociemos”. Usted me está cobrando el cinco o el diez. Yo estoy dispuesta a pagarle el dos, “me lo acepta o me le rancho”. Necesitamos gobiernos que sean capaces de sentarse con esos magos y de decirles “Venga que es que usted lleva 200 años robándome papasito y estoy mamada y necesito esa plata para mi gente”. Eso es. Y no es tan sencillo como yo lo digo. Yo lo digo de manera muy bacanizada, pero nos tenemos que sentar…
Yo, que he sido anti de todo a lo largo de mi vida, hace unos años decidí que me iba a estudiar administración pública, y estudié administración pública. Y la gente me decía “¿vos por qué estás estudiando administración pública?” Entonces yo respondo: ¿Cómo hago para poder entender este poder que lleva 200 años robándonos y no lo podemos sacar si no sé eso cómo funciona por dentro? Y yo creo que no todos tenemos que ser administradores públicos, pero hay que empezar a conocer esa cosa por dentro, ese animal cómo se mueve. Hay que empezar. Federico buscó por todos lados cómo joder esta concejala. No pudo, porque éramos tan rígidos en el conocimiento y en la cosa técnica que nunca tuvo cómo salirnos. Hasta amante fue a buscarme, no me lo encontró, tan de malas yo. O sea, por todos lados, lo personal, lo político, no pudo porque fuimos rígidos. Hoy necesitamos que todos y todas nos volvamos rígidos. Es decir, en esta primera atacada no necesitamos cambiar demasiadas cosas. Necesitamos acabar con la corrupción y necesitamos empezar a coger esas leyes que tienen por ahí.
Cuando tú miras la legislación, es una cosa muy bacana. Tú vas donde un abogado y le dices “yo quiero hacer una demanda para que ese celular sea mío” y el abogado te va a decir “no hay problema, montémosla”. ¿La puedo ganar? ¡Claro! Y el abogado te saca dos leyes, y a veces cuatro: “Vea esta dice que ese celular no es suyo, pero esta dice que sí”. Es decir, ellos mismos en su afán de hacer cosas mal hechas, nos han dejado un sistema jurídico y legal tan endeble que siempre encontraremos una norma para poder decir sí y otra para decir no. Ellos se han pegado toda la vida de la que dice no. Llegó la hora de que nos vean a nosotros jugando con su proceso y diciendo que sí.