Más que ser cuestión de unas cuantas manzanas podridas, el proyecto uribista está plenamente vinculado con el auge del narcotráfico y su sedimentación en la política nacional. Entre el ñeñefiscal y la vicetraqueta se dibuja un gobierno altamente criminal.
El uribismo está empeñado en demostrarle al país su relación con el narcotráfico. Parece un sarcasmo o una ironía, pero cada 3 o 4 días ocurren nuevos hechos que confirman su nexo profundo con el narcotráfico, además de sus inútiles y descarados esfuerzos para negarlo.
Esta es una verdad de a puño que muchos pregonaron desde las épocas del primer gobierno Uribe, y que cada vez ha tomado más fuerza. Aun así, no deja de ser ofensivo e indignante cómo este grupete de traquetos, testaferros y abogados de la mafia, han traído gringos a nuestro país, dizque combatiendo al narcotráfico, llenándose los bolsillos de plata, con la que luego compran las campañas electorales, en las que, a su vez, predican bravas retahílas contra el “narcoterrorismo”. En fin. La hipocresía.
Es que lo de las últimas semanas es el colmo. A Martha Lucia Ramírez, cada vez más famosa por su peligroso expediente de relaciones criminales, le estalló un segundo escándalo en menos de dos meses. A la relación de su esposo con “Memo Fantasma”, por la cual el señor Álvaro Rincón ya fue citado a declarar en la Fiscalía, se le añade la denuncia que revela la fianza que pagó la señora Ramírez, junto a su esposo, para liberar a su hermano Bernando Ramírez condenado en Estados Unidos por el delito de narcotráfico. O sea, la irritable y conchuda vicepresidenta, que vive del Estado desde hace años, y que llama atendidos a las comunidades empobrecidas, está cercada de personas involucradas en el narcotráfico, y se hizo elegir vicepresidenta sin que nadie lo supiera. Y como si no fuera suficiente, la señora Ramírez cuando fue ministra de defensa de Uribe le hizo favores y le consiguió puestos a José Miguel Narváez, macabro personaje que hizo parte del DAS, cercano a los paramilitares, y el instigador de la muerte Jaime Garzón
Y es que, aunque según la Constitución del 91 la función de la Fiscalía General de la Nación es adelantar acción penal e investigar “hechos que revistan las características de un delito” varios nos extrañamos ante la citación al señor Rincón (el esposo de la Martuchis). Ya sabemos que la Fiscalía General de la Nación en Colombia va siempre por otro lado, ya sea en manos de Néstor Humberto “el cianuro” Martínez, o de Francisco Barbosa, el “ñeñefiscal”.
El señor Barbosa, de quien es pública su relación de amistad con Duque, en su escaso semestre de ejercer el cargo, se ha dedicado a ser el fiscal de bolsillo del uribismo; a tomar decisiones abiertamente ridículas y absurdas, que benefician al gobierno, y en el debate jurídico dilatan, distraen, envolatan y desvían la atención de las investigaciones.
Primero dijo que los audios del Ñeñe mencionaban a Petro y que evidenciaban la financiación de la campaña por parte de unos mineros. Pero luego, lo que es mucho peor, ordenó la captura de dos investigadores que ordenaron las interceptaciones de los audios del Neñe, dizque porque además ordenaron la investigación ilegal de otros policías, uno de los cuáles, según se comprobó, es un oficial ejerciendo como sicario al servicio de un narcotraficante.
Entonces, en lugar de avanzar con la investigación del grave delito que sería la financiación de la campaña del presidente de la República con plata del narcotráfico, se va por las ramas, pone obstáculos a la investigación, investiga a los adversarios y persigue a quiénes destapan la verdad.
En eso estamos, entre el ñeñefiscal y la vicetraqueta. ¿Hasta cuándo? Decisión nuestra.
Quién

- Politólogo de la Universidad Nacional, vocero nacional de Cuidad en Movimiento y el Congreso de los Pueblos. Secretario General (E) del Polo Democrático Alternativo. Integrante La Fogata Editorial y estudiante de Especialización en Gestión y Planificación del Desarrollo Urbano y Regional en la Escuela Superior de Administración Pública.