“¿Cómo sería una universidad al alcance de las personas sordo-señantes?”: Una entrevista a propósito de la movilización de la comunidad sorda en Medellín

Muchas son las críticas que como movimientos sociales y sujetos políticos nos debemos hacer. Han pasado años sin que hayamos reconocido la lucha de la comunidad sorda como una lucha que merece el apoyo popular. Hoy, la comunidad sorda antioqueña está más activa que nunca ¿Cuál es el horizonte de su lucha ¿Cómo mejorar las relaciones entre oyentes y sordos en los escenarios políticos? Conversamos con Anderson Rúa, miembro de la comunidad sorda, a propósito de la reciente movilización de los sordos y sordas en las calles de Medellín.

En primer lugar, quisiéramos conocer quién eres y cuál es tu rol en la lucha que emprende la comunidad sorda hoy.

Soy Anderson Valle Rúa, hago parte de la comunidad sorda señante y soy estudiante de Ciencia Política de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), estoy en el séptimo semestre. Trabajo en la Universidad de Antioquia (UdeA), en el proyecto ‘UdeA Diversa’, de la que se desprenden varias líneas de acción, entre ellas ‘Sordos en la U’, donde me encuentro yo. También soy profesor de lengua de señas en la misma universidad y soy modelo lingüístico en un colegio donde estudian personas sordas en Itagüí. Realizo muchísimas actividades sociales y participo de escenarios políticos que atañen a la comunidad sorda. 

¿Cómo podrías describir la situación de la comunidad sorda actualmente en Medellín? ¿Cuáles son los mayores retos que enfrentan?

Bueno, hay dos caminos en la historia de la comunidad sorda. Por un lado, está lo que pasó en la Universidad de Antioquia, y por el otro, está la historia de la comunidad sorda en general, que ha sido testigo de estos procesos. Frente a la Universidad de Antioquia llevamos alrededor de 16 años de lucha. Voy a relatar algunas acciones principales; sin embargo, hay otras experiencias que docentes, activistas y comunidad en general ha promovido. Yo mencionaré algunas. 

En el 2005 se graduó la primera corte de personas sordas de bachillerato en Medellín. Eso motivó a que muchos sordos y sordas vieran la universidad pública como una opción, y por tal razón, que en los entornos educativos se garantizara el servicio de interpretación. Pero cuando la comunidad sorda presenta un examen de admisión, encuentra que está escrito en lengua oral, en español, y si bien contaban con servicio de interpretación, al estar escrito en una lengua oral, la lengua castellana, existen menos probabilidades para los sordos y sordas de pasar el examen. La comunidad sorda se comunica a través de la lengua de señas, y el español en su gramática tiene figuras narrativas como simbolismos y metáforas que nos separan demasiado cultural y lingüísticamente.

En el año 2014 un grupo de jóvenes de la Asociación Antioqueña de Lengua de Señas (Asanso) realizó una marcha en el Parque de las Luces, exigiendo a la Universidad de Antioquia cambiar el examen de admisión y tener accesibilidad educativa. Luego, en el año 2017, ingresé a trabajar en la UdeA en ‘Sordos en la U’. El contrato tuvo como objetivo traducir el examen de admisión a lengua de señas colombiana y generar múltiples estrategias de accesibilidad e inclusión para la comunidad sorda, de la mano con acciones como coloquios, foros, seminarios y actividades. Éramos muchas manos profesionales trabajando en ello. Luisa, que es lingüista, Liliana Rendón, la profesora Jimena Cardona, el intérprete Santiago Parra y Geraldine, una chica sorda oralizada y ahora también señante. En ese momento el enfoque también estaba en generar metodologías para los sordos hipoacúsicos que estaban en la UdeA. Eso no quiere decir que no había sordos en la universidad; los había, pero no señantes. Todos los sordos y sordas se comunicaban a través del español. No obstante, como comunidad también necesitaban metodologías específicas para hacer más accesible la información. 

Para poder atender a la comunidad sorda en su totalidad, decidimos realizar un acuerdo con la Universidad que buscara la manera en la que ellos pudieran ingresar. En el 2019 la Universidad de Antioquia ganó un premio como la universidad más incluyente y eso nos cuestionó como comunidad. Yo estaba trabajando, pero todavía no teníamos un examen aprobado en lengua de señas. Como esto no había sido aprobado en la Universidad hasta el presente año, los sordos y sordas decidimos manifestarnos, hacer un plantón. Yo pensaba: “La Universidad debe comprometerse a garantizar este derecho”. Por esta razón, el proceso de lucha por la educación superior siguió su curso hasta llevarnos a la experiencia que vivimos este año en el plantón y el campamento. La lucha era clara, nuestro trabajo se concentró en tener el examen de admisión en lengua de señas. En mi rol de trabajador de la Universidad, pero, sobre todo, como ciudadano que tiene un derecho a manifestarse, decidí insistir y luchar por eso. Ya son 25 años de lucha.  

Con lo que nos cuentas es posible entender que la educación es uno de los derechos que más obstáculos en acceso y permanencia tiene para la comunidad sorda, ¿cómo evalúas esto a nivel nacional?

El acceso a la educación por parte de la comunidad sorda es algo complejo en toda Colombia, no es algo que esté ya ajustado y completamente accesible local o nacionalmente. En los colegios, universidades, los espacios políticos y en el área de salud la lengua de señas no es algo que este interiorizado. Para el caso de nosotros era cierto que no era solo la Universidad de Antioquia, pero nosotros vivimos en Medellín y eso nos permitió generar incidencia en una de las universidades públicas más reconocidas de la ciudad. 

Pero volvamos a lo nacional. En las principales ciudades contamos con algunos avances, como la prueba ICFES que ya está en lengua de señas colombiana. La Universidad Nacional, por ejemplo, está comenzando. No es del todo accesible, pero ya hay un mínimo reconocimiento a las personas sordas. Allí ingresó una persona sorda y ya se graduó, estudió zootecnia. Es una persona oralizada, pero también es señante. Su adaptación era un poco más sencilla, sin ser del todo fácil pues también tuvo que sortear muchos obstáculos. Sin embargo, la pregunta es: ¿Cómo sería una universidad al alcance de las personas sordo-señantes? Esto implica hacer muchas adaptaciones y ajustes, que con el apoyo de la comunidad y el trabajo en conjunto se pueden hacer. Ese es el verdadero reto.  

La lucha que han activado en la UdeA ha sido un episodio políticamente muy fuerte para muchos sectores sociales. Muchos, por no decir todos, apenas estamos conociendo las problemáticas y experiencias propias de los sordos y sordas ¿Qué tendrías por decir sobre la relación de los movimientos y partidos políticos con la comunidad sorda?

En el proceso específico de la Universidad de Antioquia tuvimos gran apoyo de la organización de Derechos Humanos Chucho Minga. Estuvo presente todo el tiempo. No sabían nada de nosotros y asumieron el reto. Aprendieron lengua de señas y estuvieron presentes en la lucha y en la defensa. Sobre todo nos ayudaron a entablar los diálogos cuando se dio la presencia de la fuerza pública en el campamento. Nos guiaron en todo el proceso. 

En cuanto a los partidos políticos… nada. La comunidad sorda había iniciado gestiones para invitar a ciertos partidos, sobre todo con Alianza Verde, pero no asistieron. Eso nos generó mucho dolor porque ya llevábamos un proceso de reconocimiento de la lengua de señas con ellos y ya habíamos acordado participar allí. Fue muy complejo porque nosotros acampamos en la Universidad y cuando ingresamos al campus universitario y llegó el ESMAD, éramos muy pocas las personas. Al inicio íbamos 50 o 60 personas, pero a dormir nos quedábamos 20 o 30 personas entre sordos y oyentes. El problema es que, aun siendo pocos, el ESMAD estaba ahí y ningún partido político estuvo presente. Nos sentimos usados pues en otros espacios políticos llevaron intérprete como muestra de ‘apoyo’ a la comunidad sorda, pero cuando realmente necesitamos de su presencia en una lucha por un derecho fundamental, no se aparecieron. Algunos se pronunciaron en redes para no permitir la violencia, pero nada más. No fue un apoyo desde el inicio, en todo el plantón, solo se asomaron cuando vieron que algo fuerte estaba pasando. Dijeron: “Ah listo, digamos algo para que no los violenten”. 

Esa situación a mí me generó La lucha que han activado en la UdeA ha sido un episodio políticamente muy fuerte para muchos sectores sociales. Muchos, por no decir todos, apenas estamos conociendo las problemáticas y experiencias propias de los sordos y sordas ¿Qué tendrías por decir sobre la relación de los movimientos y partidos políticos con la comunidad sorda?mucha desazón porque nosotros en ningún momento incitamos la violencia, todo fue muy pacífico y nos hubiera servido su apoyo. Solo hasta que las fuerzas armadas se presentaron se pronunciaron. Y es muy triste esta situación porque, ¿de qué política estamos hablando entonces? Solo les interesa la pantalla, el amarillismo. Por ejemplo, el alcalde solo se pronunció hasta ese momento, pero nunca hizo presencia. Una cosa es pronunciarse, otra cosa es estar acompañando el proceso. Habla para jactarse de lo que está sucediendo y decir: “Ay sí, ahí está la comunidad sorda y me interesa”, pero nunca pensando en cuáles son los problemas estructurales y sistemáticos que sufren los sordos y sordas en la ciudad.

Yo podría concluir que los que los que más nos apoyaron fueron los estudiantes de la UdeA y la organización Chucho Minga. De universidades privadas algunos pocos de la UPB, pero muy pocos. Y partidos políticos e instituciones, nada. 

¿Dentro de la comunidad sorda hay algún proceso de politización o cómo ves que se mueven los temas políticos dentro de la comunidad?

La verdad, una minoría de la minoría de la comunidad sorda es consciente de la defensa de los derechos humanos, de la lucha y de la incidencia política. Incluso, muy pocos conocen los mecanismos de participación. En general, son débiles los procesos políticos que se conocen al interior de la comunidad sorda. No es fácil porque implica motivación y formación, que distintos sectores académicos y educativos reconozcan a la comunidad sorda y les brinden las condiciones de acceso al conocimiento, pero no las hay. 

Además, la comunidad sorda tampoco está acostumbrada a esos procesos, y muchos pueden que ni exijan sus derechos porque no lo creen necesario, nadie les ha dicho lo contrario. En el territorio nacional yo conozco algunos líderes de la comunidad sorda, y son los mismos desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, yo soy líder desde que fui personero en mi colegio hasta ahora y no conozco desde entonces líderes nuevos. Muy pocas personas de la comunidad sorda han conseguido insistir en la defensa de los derechos y en participar en los espacios de decisión, la mayoría dicen: “No, qué pereza, a mí no me interesa la política”. 

Sin embargo, si hay algún hecho a anotar en los últimos años es el de la comunidad sorda en Antioquia. Estuvimos en este plantón en la UdeA, acampando y negociando por mucho tiempo. Muchas personas sordas se formaron en ese proceso. Aprendieron a hacer asambleas, a debatir y cómo participar sanamente. Es que en las épocas de elecciones muchas personas sordas suelen ser utilizadas por candidatos que les prometen cosas o les compran el voto. Por eso en el campamento estuvimos hablando sobre lo que significan los procesos políticos y entendimos que es algo que vale la pena, porque es nuestro derecho y es algo que hace parte de nuestra lucha. Algunos oyentes voluntariamente nos apoyaron en esa formación. Pero, como ya dije, la mayoría de los partidos políticos no se preocupan por formar, sino por ganar votos, entonces todavía debemos buscar otros espacios que inicien ese proceso de formación con muchas más personas.

En conclusión, puedo decir que la comunidad sorda ha avanzado de a poco. Yo tengo la hipótesis de que gracias a nuestro plantón hubo un impacto político en toda la comunidad sorda colombiana. Es un hito en la historia de la comunidad sorda y permite el reconocimiento de la lengua de señas en muchos más espacios. Yo soy de la cuarta generación de personas sordas inmiscuidas en el proceso político y puedo ir notando nuevas consciencias. La verdad es un proceso débil, pero estamos en esa lucha. 

¿Has notado algún cambio político tanto en la comunidad sorda como en las personas oyentes luego de lo que pasó en la UdeA?

Este plantón nos permitió tanto a los oyentes como a los sordos conocer las dos culturas. Al estar conviviendo todos los días, nos dimos cuenta de que la lucha, como la entendemos los sordos y como la entienden los oyentes, es distinta en las formas. Yo sé que las personas sordas necesitamos reclamar nuestros derechos, pero nunca hemos optado por los medios violentos. Algunos oyentes lo han hecho a través de acciones más directas y fuertes, y, de cierta manera, proponían que nosotros también lo hiciéramos así. Pero no, era importante para nosotros mantener nuestras formas. Eso fue muy lindo porque implicó posicionar nuestros ideales, que siempre están en construcción, pero que perpetúan el símbolo de paz que tenemos como comunidad, y fue muy interesante porque pudimos dialogar y mostrar que había muchos métodos para activarnos políticamente. Ya era un logro realizar diferentes actividades artísticas y culturales que pudieran encontrar tanto a oyentes como a sordos y divertirnos. Después de eso veíamos a todo mundo intentando comunicarse en lengua de señas. Eso impacta, eso genera un cambio en la sociedad, unas rupturas. Estas actividades artísticas y culturales emocionaban a todos, y es por esto que el campamento sirvió como una experiencia formativa muy potente. 

También como comunidad sorda fuimos radicales en no cambiar nuestra ideología. Hubo discusiones porque muchos oyentes nos decían: “Deben hacer algo más, algo diferente, generar impacto”. Y bueno, luego de muchas asambleas nos resistimos a que nuestra lucha fuera colonizada y lo hicimos siempre a través del diálogo. Porque hemos sido colonizados históricamente de muchas formas, por la palabra y la lengua oral, y teníamos que hacer de esta resistencia algo totalmente nuestro. Fue muy hermoso porque los oyentes se permitieron dialogar, no se opusieron a esas formas de lucha y dejaron que nuestra experiencia, que es poca en la movilización, también se diera. 

Inclusive, estuvimos 18 días debatiendo si entrabamos a la Universidad, y no fue fácil. Teníamos miedo porque era algo que nunca habíamos hecho, no queríamos que el campamento desapareciera, queríamos seguir. Sabíamos que el ESMAD podía aparecer y que ellos no respetarían los derechos humanos, pues no eran consencientes de las personas que estábamos allí ni de las propuestas que defendíamos. Por eso queríamos mantener todo en paz, y cuando entramos al campus lo hicimos de una manera muy tranquila. No tengo mucho conocimiento sobre cómo lo han hecho los oyentes, solo sé lo que me cuentan por ahí o lo que aparece en las noticias. No sé si los violentos son ellos o es el ESMAD, no podría decirte a ciencia cierta. Lo único que teníamos claro es que nosotros no queríamos que fuera así, teníamos que estar pendientes de todos, incluso de las medidas de seguridad del COVID para cuidarnos. 

En Medellín los sordos, sordas y los movimientos sociales seguimos expectantes de lo que pueda suceder en la Universidad de Antioquia, pero sabemos que hay más ¿Qué queda ahora en la lucha de la comunidad sorda? 

La verdad es que la lucha de la comunidad sorda se extiende a todos los ámbitos de la vida. Es que ni siquiera con la Universidad de Antioquia hemos terminado, porque el examen lo ganamos, pero esperemos a que entremos a estudiar y miramos qué luchas siguen. Sin embargo, también el tema de la salud es una lucha gigante. Políticamente no hay accesibilidad, cada cambio de administración hay un cambio de ideología, y unos nos niegan y otros nos dan acceso. No hay algo unificado, ni para Medellín ni para Colombia y eso nos tiene muy afectados. 

En el caso específico de los medios de comunicación, todos los días hay información nueva y no tenemos acceso a ella. Yo quiero saber qué está pasando y en los noticieros no hay intérpretes todos los días en todos los horarios, sólo en algunos. Deberíamos poder acceder a esta información en condición de equidad con los oyentes, esto es, ver noticias a cualquier hora. Pareciera que todos los días tengo que luchar por esa mínima accesibilidad. Yo quisiera luchar por otra cosas, como plantear mis posturas en contra de la reforma tributaria, quisiera poder estar en desacuerdo como los demás, pero ni siquiera puedo porque tengo una lucha anterior y es que esa información me sea accesible. Si quiero investigar algo me toca decirle a los intérpretes: “Ay, ¿me puedes traducir esta información? O si voy en la moto y un transito me pone una multa y no sabe lengua de señas, entonces es un problema. Son luchas en todos los sentidos, en todos los lugares y con todas las instituciones. 

Ahora mismo yo reflexiono que hay dos dimensiones principales a atender. La primera, la educación o el sistema educativo. Formar sobre todo en el ámbito de salud y políticas a nivel estructural porque hay que pensar en todas las personas que son sordas. Los niños sordos, las personas sordas que hacen parte de la población LGBTIQ, o las personas sordas de comunidades afro o indígenas, ¿Qué pasa con ellas? Si generamos un presente claro para todos, pueden existir en adelante espacios más seguros y sanos para la comunidad sorda del futuro. 

La segunda, es en torno a la niñez sorda. Los niños sordos deben ser libres, ¿y esto por qué? Porque necesitamos que las familias tomen una decisión clara. Normalmente los padres oyentes, no todos, pero la mayoría, no aceptan que su hijo o hija sea sordo y quieren cambiarle o ‘normalizarlo´ para que sea oyente. Su participación en la comunidad es nula y adquieren la lengua tarde, a una edad más adolescente. No les llevan a estar entre sordos y sordas, sino que los dejan en un mundo oyente en donde están totalmente cegados, sin una comunicación eficiente. Creo que es una lucha que tenemos pendiente y que es muy importante, que nuestros niños y bebés sordos sean libres. 

No obstante, yo sé que es difícil hablar de un cambio estructural, que cambiemos todo el sistema es algo muy utópico, pero también es un proceso. La comunidad sorda ha sido vulnerada desde hace muchísimos años; sin embargo, ya tenemos la Ley 324 de 1996. Esa ley ha tenido algunas modificaciones, anexos y decretos y la sociedad ha cambiado en algo. No todo ha sido en vano, ya muchas más personas se acercan a conocer la lengua de señas y eso es un paso gigante. Ya hay personas que se interesan, que quieren estar de nuestro lado y que conocen que son 25 años desde que la lengua de señas fue reconocida en Colombia. En las zonas rurales ha sido mucho más difícil, pero en la ciudad se ha avanzado.

Claro, falta generar estrategias que reconozcan la importancia de la lengua de señas como se reconoce con el inglés o como medianamente se reconocen las lenguas nativas. Tú vives en Colombia, ¿Cuántas veces te encuentras con un extranjero para hablar inglés? ¿Y cuántas veces te podrías encontrar con un sordo o un indígena? Debemos reconocer que hay una fuerte incidencia del español en cómo entendemos nuestra vida; algo que podríamos llamar el logo centrismo, el poder de la palabra validada en lo escrito y lo oralizado. Pero no, existen otras formas de ser y estar a partir del lenguaje. Aquí en Colombia hay 69 lenguas nativas y la lengua de señas es una de ellas, ¿por qué no conocerla? Colombia debería promover más procesos de bilingüismo que posibiliten estos cambios sociales. Tenemos que seguir promoviendo una nueva cultura lingüística y, así, nuevas consciencias.

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